Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

7 ✔️

McKenzie Elder


Hacía varios días atrás que no pisaba un gimnasio.

Recordé el día en que encontré a Aser en una llamada con Saul o la vez en que ambos terminamos sangrando por diversas razones. Se me hacía extraño pensar que eso había ocurrido en la misma noche, luego de que Eddie nos estuviera persiguiendo por escaparnos de su fiesta... Hablando del rey de roma, después de que estuviera charlando en la cafetería con Aser, comenzó a invadir mi celular de mensajes que, a propósito, no leí.

Aser me decía que era mejor ignorarlo, que se lo merecía por ser un idiota y que debía aprender una buena lección de una vez por todas. El que se llevaría la lección sería Aser; Eddie medía al menos diez o quince centímetros más que él y fácilmente podía noquearlo con un golpe. Bueno, al menos mi novio me tenía convencida de eso y, viéndolo jugar fútbol americano, no tenía dudas de aquello.

—Quiero estar ahí cuando tu novio reciba lo que le corresponde —soltó ilusionado mientras entrábamos al local.

—¿De qué hablas?

—Le vas a dar una paliza cuando aprendas boxeo, McKenzie, y yo quiero ver cuando lo hagas. ¿Entiendes?

La voz de Aser sonó fuerte y firme, e hizo que sintiera alguna especie de presión sobre mí.

¿Acaso algún día logaría poner en su lugar a Eddie?

A veces lo pensaba, otras veces lo ignoraba y otras lo olvidaba. Quizás no sería posible.

—Aser, no creo que me entiendas. Realmente no sabes cómo es él, tú...

—Mack —me interrumpió. Me gustó que me llamara así, dicho por él sonaba bien, me gustaba—. Créeme, conozco más a ese imbécil que tú; no por ser su novia lo conoces. Mira, voy a entrenarte durante unos días, con eso te bastará y podrás defenderte con dignidad. ¿Bien? Toma, ve a cambiarte de ropa... —me entregó un par de zapatillas deportivas y un par de atuendos.

Aser, Aser, Aser...

¿Cuándo iba a entender que Eddie no era como él se lo imaginaba?

Tomé la ropa a regañadientes y me metí en el baño.

Dios, ¿qué hacía ahí? Nunca fui buena en los deportes y trataba de engañarme pensando que algún día mejoraría y lograría defenderme de mi novio. La idea sonaba perfecta, lo que la hacía mil veces más irreal de lo que podría imaginar.

—Mack, llevas más de media hora ahí dentro. ¿Está todo bien? —Aser tocó la puerta del baño. Yo me mantuve muda—. Voy a entrar... ¿está bien si lo hago...? —Al no obtener una respuesta concreta, entró.

Yo estaba sentada en el suelo, pensando en cualquier cosa. Intenté levantarme rápidamente, pero había olvidado que se me había dormido el pie, lo que hizo que me tropezara y cayera al piso, de nuevo, en frente de Aser. Mi brazo se había estrellado contra el frío piso y sentía un terrible dolor desde este que se irradiaba a gran velocidad por todo mi cuerpo.

—¡Mack! —gritó.

¿Quién le puede poner un suelo metálico a un baño?

—¡Estoy bien, estoy bien! —mentí descaradamente, intentando levantarme, pero mi pie me lo impedía por completo. No respondía.

Aser me ayudó a ponerme de pie y traté de mantener el equilibrio sosteniéndome de la pared.

—¿Estás segura? —me sentí dominada bajo la vergüenza y los nervios, empezaron a traicionarme más seguido. Lo admito, yo era un poco torpe, pero caerme frente a él... eso fue una mierda, una completa mierda.

—Sí, en serio estoy bien... —oh, no, estaba comenzando a ruborizarme de nuevo. ¿Es que esto no tenía límite?

—Bien. ¿Por qué estabas en el piso? —hizo una mueca.

Parpadeé varias veces y recordé que estábamos de pie. La pierna comenzó a dolerme y tuve que sentarme, Aser también lo hizo.

—Estaba pensando en algunas cosas —fue mi intento de excusa.

—No te creo.

—¡Es en serio, Aser!

—No te creo. —Repitió, insistente.

Me quedé en silencio mirando el suelo, pensativa.

—Mejor vamos a entrenar, ¿te parece?

Me puse de pie y salí del baño cojeando, y dejando la puerta abierta.

Quería llorar. Me había lastimado los brazos y la rodilla, que comenzaba a sangrarme.

Maldito suelo.

Seguramente me había hecho un tajo con el borde de una lámina metálica. De todos modos no estaban muy bien puestas... Aunque también había sido culpa mía, estos días estaba muy torpe sin razón. Traté de vencer la tristeza y las lágrimas que se avecinaban rápidamente en mis ojos, no valía la pena llorar por algo así.

¿Qué me estaba pasando?

Llegué cerca de un saco de boxeo y me puse unos guantes que estaban cerca, luego me senté en una colchoneta a esperar a Aser. Traté de ignorar que cada vez salía un poco más de sangre, pero él pareció notarlo cuando me vio quejándome por lo bajo.

—Cuidado, no ensucies las colchonetas. —Se acercó a mí con un pedazo de algodón húmedo. Se agachó y comenzó a limpiarme la herida. Maldición, era alcohol—. Quédate quieta, tampoco duele tanto...

—¡Aser, me duele! —comencé a quejarme. Me ardía demasiado.

—Ya está. ¿Fue para tanto drama? —se puso de pie e imité su acción.

—¿Me estás llamando dramática?

—Oye, yo no dije eso.

—Pues pareciera que estabas diciéndome eso —Aser lanzó un suspiro.

—Mira, no quiero discutir contigo. Entrenemos y dejemos esto, ¿okey?

—¡No! —grité—. Me dijiste dramática.

—¡Que no, carajo! —Se acercó a mí, acortando la distancia entre nosotros, solo un poco.

—Que sí, Aser. Me has llamado dramática... —Ya no pude más. Las lágrimas que quise retener se negaron a hacerme caso. Comenzaron a salir sin parar y sentí a cada una de ellas cayendo por mis mejillas.

—Mierda —murmuró él, pasando sus pulgares por mi rostro, quitando las lágrimas—. Lo siento, Mack, no debí haberte gritado...

Traté de calmarme y dejé de llorar.

—Lo siento —repitió.

—Está bien... —susurré.

—No, déjame compensártelo. Puedo comprarte algo. ¿Qué dices? —seguía sosteniéndome el rostro con ambas manos.

—Suéltame —le pedí pacientemente. Como vi que no hacía caso volví a repetirle—. Aser, suéltame.

Que Dios me perdone por lo que voy a hacer...

Sin pensarlo dos veces, lo golpeé en toda la mandíbula con fuerza. Bastante fuerza. Aser perdió el equilibro y cayó de lado al suelo.

Hacía tiempo que me había hartado de que nadie me escuchara, me había cansado de que Eddie siempre hiciera lo que él quisiera contando conmigo sin preguntarme. Odiaba que me abrazara, que me tocara la cara y el pelo... Esta no sería la excepción. Debía empezar a ser firme, de un modo u otro; lamentaba que con Aser tuviera que ser así.

Mierda, había olvidado que lo había golpeado con el guante...

—Yo... ¡Lo siento mucho, Aser! De veras... —me senté en el suelo, a su lado, mientras él llevaba su mano izquierda a su mandíbula—, lo siento mucho... solo no me golpees, por favor...

—¿Qué? —pareció dudar con mi petición—. Mack, yo nunca te golpearía.

—¿De verdad...?

—Te lo prometo. Sí, me dolió bastante el golpe, pero jamás me vengaría de esa manera... Quédate tranquila, ¿sí? —asentí suavemente—. Buen golpe, por cierto. Seguro me dejará un moretón, pero fue lo bastante bueno...

Ambos reímos un poco y luego lo ayudé a levantarse.

Aser comenzó a platicarme sobre los diferentes golpes que existen dentro del boxeo. Estaba muy animado, de hecho sentí que él lo disfrutaba; lo que yo estaba disfrutando era verlo hablar de algo que le interesaba, de algo a lo que se dedicaba todos los fines de semana. Movía la manos mientras me enseñaba los movimientos, arrugaba el ceño, pestañeaba varias veces y no dejaba de hablar sobre lo que le apasionaba.

Sonreí para mis adentros, pensando en toda la suerte que tenía de estar cerca de alguien como él.

—Usaste un golpe directo contra mí, algo predecible pero seguro puedo enseñarte algo mejor. —Terminó de decir al cabo de unos minutos.

Yo estaba absorta, oyendo cada palabra que salía de su boca.

Lo pensé, lo dudé y lo decidí.

—¿Algo no tan predecible como esto...?

Tenerlo tan cerca a mí no me dejaba pensar en claridad y, para ser sincera, no tenía ni la menor idea de las consecuencias que podría traerme ese acto, pero aun así me arriesgué a todo.

Lo besé.

Mis labios se acercaron a los suyos y nuestras narices se rozaron. Sus labios rozaron mi labio inferior delicadamente, haciendo poco contacto, pero luego comenzó a hacer el beso más rápido, como si tuviera prisa. Me quité los guantes y puse mis manos en la parte trasera de su cabeza, haciéndole entender que teníamos tiempo, y luego el beso se tornó lento; fue entonces cuando lo odié. Se sentía jodidamente bien y temía que acabara tan pronto. Sus labios eras suaves, lo que hizo que fuera algo cálido. Con una mano tomó mi cuello y con la otra mi cintura, luego me atrajo más hacia él.

Nos separamos un poco por escasos momentos para recuperar el aire porque a pesar de sentirse como minutos, tan solo habían sido largos segundos. Después pegó nuevamente nuestros labios, devolviéndome el beso. Estaba claro que yo no sabía si él me atraía, pero claramente yo a él sí, de otro modo habría detenido el beso. Quizás ahora lo hacía, o quizás solo me obligué a creerlo. A veces mi mente me jugaba muy malas pasadas.

Aser detuvo el beso, se alejó poco a poco de mí y llevo sus manos a su cabello, acomodándolo lentamente. Di un paso hacia atrás instintivamente, algo podía no ir tan bien. Algo en mi mente daba vueltas. No supe si estuvo correcto lo que hice, pero lo hecho ya estaba y no había nada para remediarlo...

—Oh, lo siento, Aser. ¿Interrumpí algo?

Una voz poco familiar se hizo presente en la habitación y entendí por qué nos habíamos detenido. Aser sentía la presencia de alguien, y no se equivocaba en lo absoluto.

Mierda. Al menos no era Eddie...

—Vete de aquí, Iker... —Respondió el chico de mala gana.

—¿Lo conoces? —le pregunté, evitando mirarle a los ojos. Me había entrado vergüenza luego de vernos interrumpidos por alguien que yo no conocía.

—Es... —soltó un suspiro— mi hermano.

Mierda, mierda, mierda.

—Mil disculpas a ambos, si quieren puedo irme y los dejo en sus cosas, eh. —comenzó a reírse con ganas.

Volteé a mirarlo. Era casi idéntico a su hermano, pelo azabache, bastante musculatura y ojos azules e intensos. La diferencia en ese momento era que Aser traía ropa cómoda, en cambio Iker llevaba solo una toalla alrededor de la cintura. ¿Es que había tomado una ducha...?

—Vete por donde viniste, carajo —espetó Aser y luego me miró a mí cuando su hermano le hizo caso—. Debes tener cuidado con Iker, ese tipo es un mujeriego de mierda, y me entristecería saber que caíste en sus encantos...

Sonreí como respuesta afirmativa.

—Mañana retomamos, ¿vale?

¿El beso o el entrenamiento?

—Vale... —murmuré y salí rápido por la puerta del local.

Necesitaba volver a casa urgentemente.

La escena no dejaba de dar vueltas por mi mente. No debía mencionárselo a nadie por dos razones: no tenía a quién decírselo, y si Eddie se enteraba seguro ambos desapareceríamos de la faz de la tierra.

¿Qué tal si Eddie nunca se entera del asunto?

Habrá valido la pena, de seguro, pero no podría esconderlo por tanto tiempo. Al menos eso quería pensar, no saber algunas cosas hacía que mi mente me torturara sin parar. Creí que esta no sería una de las pocas excepciones.

Me alejé unas cuantas calles, con bastante prisa, y recurrí a una banca para sentarme. Estaba agotada.

Sentí como alguien se sentaba a mi lado y por instinto, supuse, volteé para ver de quién se trataba. Fruncí el ceño al ver al rubio sentado, mirando un punto fijo en la nada y en completo silencio.

—¿Qué haces aquí, Eddie? —me sorprendía que no estuviera gritándome por prácticamente ignorarlo todo el día. Su mirada parecía vacía, sin nada que expresar. Eso me preocupó—. ¿Estás bien? Te ves mal...

A pesar de todo el daño que podía llegar a hacerme, jamás dejaría de ser buena persona con él. Me impresionaba la mierda que podía aguantar de algunas personas solo para no perderlas.

Claro, podía ser malo y agresivo conmigo, pero las cosas no cambiaban; él seguía siendo mi novio y yo lo quería. Sí, a veces lo odiaba por ser insoportable, me molestaba lo que hacía y su manera de ser, pero cuando me daba la más mínima atención me hacía olvidar todo ese odio y quererlo mucho por esos momentos.

Me preocupaba verlo mal. La mayoría de las veces estaba de buen ánimo, pero si estaba con bajones era una alerta roja, no lo para mí, sino porque algo andaba demasiado mal con él o en él.

—Mis... padres se van a divorciar... —logró decir entre susurros, casi al borde del silencio.

—Oh, Eddie, lo siento tanto... —cambié se posición para lograr abrazarlo y Eddie... también me abrazó. Eso me recordó al día en el que nos convertimos oficialmente en una pareja. El mismo abrazo, la misma distancia... incluso usaba la misma colonia.

Cuando nos separamos, él parecía tener la vista borrosa a causa de una lágrima, que luego quitó con brusquedad. Ese era él, el chico rudo sin sentimientos que quería aparentar ser.

—Sé que no pasaste por lo mismo, pero de verdad necesito ayuda.... —se sorbió la nariz—. Todo... todo en mi vida se está haciendo pedazos. Todos se van... Solo me quedas tú, Mack... Sé que he sido el peor novio del mundo, pero de verdad quiero empezar de nuevo, puedo ser diferente... ¡En serio puedo!

Este chico necesitaba ayuda seria, pero no de la mía.

—Eddie, yo no quiero empezar de nuevo contigo. Solo quiero una vida normal, sin gritos ni peleas o golpes... —me rasqué la frente, sin saber muy bien qué decir. Vi como el puño de mi novio se cerraba, con rabia y dolor acumulados.

Mierda...

—Mack, yo te quiero en mi vida. ¿Lo entiendes? —se dio media vuelta y me tomó de las manos—. Yo quiero de todo contigo; estabilidad, felicidad y una relación sana. Algo bonito y envidiable, algo sincero y de largo plazo... Quiero que seas la persona que me marque por completo, la persona que nunca se iría de mi vida. Te daré lo mejor de mí, puedo demostrártelo, porque tú te mereces todo, Mack, eres increíble y sensacional, yo... —dejó de hablar por unos momentos. Luego finalizó agregando—: Te amo, Mack, y quiero de todo contigo.

Eso... eso no me lo esperé.

—Ahora dime; ¿tú también quieres todo conmigo...?

Quité mis manos de las suyas y las coloqué sobre mi regazo con el objetivo de que no me sudaran y arruinaran el... momento importante que estaba teniendo con Eddie. Había mucho en juego y yo no estaba preparada para tanto.

—Eddie, sé que me quieres y todo pero...

—Yo te amo —me corrigió, pero lo ignoré y seguí.

—... soy muy joven aun y tengo todo un futuro por delante. Míranos, tenemos un año de diferencia pero en unos pocos meses irás a la universidad y yo me quedaré aquí, viviendo lo que me queda de la preparatoria. Quizás me transfieran a un internado en Canadá, aun no estoy segura, pero es una posibilidad... De seguro en todo ese tiempo conoces a alguien especial, que te haga más feliz de lo que yo podía hacerte. ¿Sí...?

—No, Mack, no lo entiendes. Jamás te cambiaría por nada ni nadie, eres mi todo.

Sentí la presión en mi pecho, aquella que me indicaba que algo acabaría mal.

—Yo... debo irme. Karen me espera en casa. —Me levanté lo más rápido que pude y seguí mi camino sin mirar atrás.

Me di cuenta de que había olvidado mi teléfono y mi ropa en el gimnasio y maldecí por lo bajo, pues tendría que volver por ellos.

Mi mente era un caos, pero pensar en que me había librado de Eddie por unas cuantas horas me hacía feliz.

¿Acaso a eso se le llama amor...?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro