22 ✔️
McKenzie Elder
Antes me sentía como si estuviera en un limbo, entre lo que quería y lo que tenía. No sabía si debía definirme como su novia o su amiga, si me quería o me usaba, si me respetaba o me mentía. Aser me daba señales confusas, me decía cosas bonitas pero luego se alejaba, me abrazaba pero luego me ignoraba, me invitaba a salir pero luego cancelaba por ir a entrenar. No sabía qué hacer con eso que teníamos, si seguir esperando a que se decida o dejarlo ir. Me gustaría que hubiera sido más claro conmigo, que me dijera lo que sentía y lo que esperaba de mí. Pero aún tengo miedo de preguntarle, de perderlo nuevamente luego de recuperarlo, o de lastimarme nuevamente. Así que sigo pensando en lo que podría habernos definido, un casi algo, sin saber si algún día seremos algo más.
A veces pienso que soy la única que siente esto, que los demás tienen relaciones más claras y estables. Veo a Karen con su novio, feliz y segura luego de recuperar su relación, y me pregunto si yo también podré tener eso algún día. Me da envidia ver cómo se quieren y se cuidan, cómo se apoyan y se divierten. Yo también quiero eso, quiero sentirme querida y valorada, quiero compartir mi vida con alguien que me haga feliz. Pero no sé si él es ese alguien, si vale la pena esperar o si estoy perdiendo el tiempo. No sé si lo que llegué a tener con este chico me hace bien o me hace mal, si me llena o me vacía, si me acerca o me aleja de lo que quiero.
A veces me siento culpable por haber sido su casi algo, por no tener el valor de enfrentarlo o de dejarlo antes. Sentía que le estaba haciendo un daño a él y a mí misma, que nos estábamos engañando y perdiendo oportunidades. Sentía que estaba desperdiciando mi tiempo y mi energía, que podría estar mejor con otra persona o sola. Siento que estuve renunciando a mis sueños y a mis deseos, que me estaba conformando con menos de lo que merecía. Siento que Aser lograba robarme la vida, que me estaba quitando la ilusión y la esperanza.
A veces me pregunto qué pasaría si le dijera todo lo que siento, si le confesara mi amor y mi dolor, si le pidiera que se definiera o que se fuera. Me pregunto si él me correspondería o me rechazaría, si me daría una oportunidad o me cerraría la puerta, si me haría feliz o me haría sufrir. Me pregunto si sería el final de este casi algo o el comienzo de algo más. Me pregunto si tendría el valor de hacerlo o si seguiría callando. Me pregunto si algún día sabré la respuesta o si viviré en la duda constante.
Me ilusionaba con Aser, con las posibilidades que teníamos antes de separar nuestros caminos, con lo que podría haber llegado a ser. Me imagino que él me dice que me quiere, que me pide que sea su novia, que me presenta al resto de su familia y a sus otros amigos. Me imagino que salimos juntos, que nos besamos, que nos abrazamos, que nos reímos, como antes. Me imagino que somos felices, que nos entendemos, que nos respetamos, que nos apoyamos. Me imagino que lo nuestro se convierte en algo más, en algo real y bonito.
A veces me canso de la incertidumbre que me genera, de la angustia que me provoca. Me canso de sus juegos, de sus mentiras, de sus excusas. Me cansé de esperar, de sufrir, de llorar. Me cansé de no saber qué soy para él, de no sentirme valorada, de no tener un lugar en su vida. Me cansé de que Aser no me hubiera dado nada, que solo me quitaba. Me cansé y decidí terminar con todo, aunque temor haber tomado una decisión incorrecta.
Algunas veces me alegro de lo poco que tuve con él, de lo que me ha enseñado, de lo que me ha hecho crecer. Me alegro de haber conocido a alguien que me hace sentir, que me desafía, que me sorprende. De haber vivido momentos bonitos, compartido experiencias, de haber aprendido lecciones. Me alegro de haber tenido la oportunidad de amar y ser amada, aunque sea de forma imperfecta.
No supe si fuimos amigos o algo más, si teníamos exclusividad o libertad, si había futuro o solo presente. No sé cómo actuar con él ahora, si ser cariñosa o distante, si ser divertida o seria, si ser yo misma o adaptarme a él. No sé cómo manejar al chico que me llena de dudas, que me pone a prueba, que me cambia el humor sin quererlo.
No sé si debo extrañarlo o dejarlo ir, pero no puedo quedarme a su lado, me estaría dañando...
***
—Te quiero, Estrellita.
—¿Qué? —pregunté.
—Te quiero.
—Ya te escuché.
—¿Entonces qué ocurre? —preguntó y enarcó una ceja, curioso.
—Nada, esperaba un beso tuy...
Y me besó. Nunca pensé que llegaría a querer besar tanto a una persona, no pensé que llegaría a querer que Aaron me besara de esa manera tan tierna y dulce en que lo hacía. No tenía prisa. Nuestros labios chocaban tímidamente, rozándose varias veces, y puse sentir el sabor de sus labios, dulces como fresas y suaves como algodón.
Y ahí estábamos. Él besándome y acercándome a su cuerpo cada vez más, tomándome y sentándome sobre sus piernas, apartándome del pasto.
Nos separamos luego de unos segundos, deseosos de recuperar el aire entre jadeos, y antes de juntarlos nuevamente me miró con una expresión de dulzura, como si estuviera contemplando un pastel de chocolate con relleno de chocolate y chispas de chocolate.
—¿Por qué me miras así...? —pregunté incómoda para romper el silencio.
—Eres hermosa, ¿lo sabías?
Me sonrojé y acercó mi rostro al suyo con una mano, suavemente procurando no dañarme. Sonrió contra mis labios y tiempo después volvimos a separarnos.
—¿Decepcionado?
—De ti nunca, no te preocupes por ello.
Sonreí para mis adentros.
—¿Ya habías besado antes? —inquiero.
No pareció dar respuesta.
—Oh, vamos. ¡Besas demasiado bien para ser tu primera vez, Aaron!
—¿Beso bien? —una sonrisa pícara se formó en sus labios carnosos. Comenzó a acariciar mis piernas, algo nervioso mientras yo me acercaba a su oído para responderle.
—Te doy un siete de diez.
—Mack, puedo escuchar tus latidos acelerándose con esa mentirilla... ¿Estás segura de que es solo un siete de diez...?
Tomó mi cintura y me acercó más a su torso.
—Sí, estoy segura. —Intenté mantener la compostura, pero con Aaron mirándome fijamente mientras sonreía era difícil—. Vale, un nueve de diez.
—¿Segura...?
—¡Ya, un mil de diez! —comenzó a reír a carcajadas sin parar y yo me sonrojé sin saber muy bien el por qué—. ¿Contento? —pregunté avergonzada.
—O sea te gustó...
—Nunca admití eso —objeté.
—No hace falta que lo admitas, sé que te encanto y ya.
Mi pulso cardiaco volvió a traicionarme y esta vez no dijimos nada, solo rodeé su cuerpo con ambos brazos y nos mantuvimos así, abrazados. Juntos. Así de juntos como siempre quise estarlo con Aser.
***
Un beso es algo mágico, algo que te hace sentir cosas que no puedes explicar. Una forma de comunicarse sin palabras, de expresar lo que sientes y lo que quieres. Se refleja como una conexión especial, una fusión de almas, una entrega de corazones. Un beso es un regalo, un premio, una sorpresa. Implica aventura, un riesgo, un desafío. Es un sueño hecho realidad, una fantasía cumplida, una ilusión compartida. Un beso es una muestra de afecto, de cariño, de amor. Es una responsabilidad, una decisión, una elección, una señal, una invitación; una confirmación. Un beso es una experiencia, un aprendizaje, un recuerdo único y personal, algo inolvidable. Un beso es todo eso y más, dependiendo de quién te lo dé y cómo te lo dé.
Al recordar el beso amistoso de Aaron, no pude hacer nada más que sonreír y alegrarme de que con él las cosas hayan dado frutos, que hayan florecido de una vez por otras incluso en un frío invierno provocado por una pena del corazón.
—Silencio —pide el profesor de literatura al vernos conversando sin cesar entre nosotros; es joven y se apellida Scott, pues al parecer nadie ha sabido su nombre en la preparatoria ya que llego hace una semana o dos. Tomó un marcador y escribió en la pizarra "Emociones"—. Deben escribir una redacción individualmente de no menos de cuatrocientas palabras sobre una emoción, el tema es libre y deben presentarlo el lunes. Buena suerte...
Se sentó en su escritorio como si no hubiese dicho nada en los cinco minutos anteriores y el ruido de todas las voces apareció nuevamente en el aula.
¿Cómo diablos iba a escribir algo así? ¿Acaso a eso se le llamaba un trabajo de literatura?
Tomé un bolígrafo con una mano y apoyé mi cabeza en la otra, esperando que alguna idea pudiera venir a mi cabeza. Tenía vagas ilusiones de lo que podría escribir, pero no tenía nada en concreto, ni siquiera una sola idea. Es fácil escribir sobre un tema cuando tienes total libertad sobre ello, pero cuando te asignan algo es más complicado, como decirles a veinte alumnos que deben escribir sobre una emoción, porque ¿qué hay de especial en eso?
Hay variadas emociones, como la aceptación, disgusto y el temor, ironía o el odio.
—McKenzie...
Escuchar mi nombre me saca de mis pensamientos confusos.
—¿Sí?
—No me decepciones —dijo el profesor Scott, mirándome seriamente—, tienes mucho potencial.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro