Capítulo 11: Ensoñación
Clara le daba de comer a Jimin en su cuarto día en el palacio, parecía mucho mejor a los ojos de todos, no se podía negar que había momentos en los que parecía estar completamente desorientado y ajeno a su alrededor, pero con el paso de los días esos extraños lapsos se fueron reduciendo, Jimin había estado comiendo bien, durmiendo al cuidado de su padre, y en general, parecía mucho mejor que el día que despertó. Solo había un problema, el joven Kim había guardado silencio hasta ahora, un hecho que trajo crueles recuerdos del pasado.
Le advirtieron a Namjoon que posiblemente Jimin, como cualquier niño que haya pasado por algo traumático, no quería hablar de ello y para que no le preguntaran, simplemente había decidido no decir nada en absoluto. Y de manera acertada, era lo que estaba pasando.
Pero no había ni una sola persona que quisiera forzar a Jimin a cambiar su posición. Si había alguien involucrado en lo sucedido, serían todos los demás los encargados de encontrar a ese alguien, y si no había un alguien, era Jimin quien a su tiempo lo diría.
Soplando suavemente la cuchara, Clara le dio el último bocado de la ligera sopa que los cocineros de la familia real habían preparado para él. Sonrío al ver como Jimin lo aceptaba gustoso. Había un fuerte lazo entre ella y Jimin, lo había cuidado desde el primer día y lo conocía como si fuera su hijo, ella sabía que Jimin solo necesitaba seguridad en estos momentos.
— El palacio es un lugar increíble, un lugar que mis ojos nunca pensaron ver... pero sin duda alguna, deseo verlo en su hogar y con su gente, mi encantador niño. — le dijo, recogiendo todo para dejarlo descansar.
Sintiéndose cálido al escuchar aquellas palabras, Jimin sonrió, porque él también quería regresar a casa.
Recobró las fuerzas rápido, después de comer y que lo dejaran solo, Jimin se levantó, cubierto con un fresco y suave camisón blanco, olía a rosas gracias a los perfumes que sus niñeras le habían echado y su sedoso cabello plateado se movía libremente al estar recién peinado. Caminó hacia la puerta de vidrio que conducía a un pequeño balcón, sin atreverse a salir.
La vista del jardín, lo hizo tener una rápida imagen de las llamas fundir cada flor, un destello que lo llevó de vuelta a aquello que él no entendía. Pero tan pronto como apareció en su cabeza, la imagen había desaparecido.
Asustado, se alejó del ventanal con miedo de que se volviera realidad, era un niño y no sabía lo que estaba ocurriendo con él, ni lo que había ocurrido, aun cuando, lo que sintió y lo que vio, lo tenía fuertemente enterrado en su cabeza.
Había un gran corte en su memoria después de recordar ver a Jungkook irse, lo que seguía después le erizaba la piel y lo hacía querer llorar de miedo, pero como en una pesadilla, él simplemente abrió sus ojos en aquella nueva habitación, dejando un silencio atrás que lo absorbía. Podía reconocer el miedo que sentía, porque era el miedo con el que siempre despertaba, pero que pronto desaparecía.
Este miedo que sentía ahora parecía que nunca iba a desaparecer. Esta vez, sabía porque tenía miedo y lo tenía muy fresco en su cabeza, aunque no lo entendiera.
— ¿Jimin? — la voz de Yongguk lo tomó por sorpresa, girándose de inmediato con una expresión asustada en su rostro, pero solo fue a causa de la sorpresa y la horrible imagen en su cabeza de hace tan solo unos segundos, porqué al ver de quien se trataba y con quien venía, se sintió de vuelta en su mundo. — Insistió en que tenía algo que decirte... Pero esta vez me quedaré con ambos. —
Jungkook pasó por alto la manera descortés con la que Yongguk se refirió a él, algo inconforme, pero era consciente de que su posición era la peor en estos momentos y que si había un sospechoso, era él quien encabezaba la lista y no importaba si era un niño o no.
Sabía que su padre no dudaba de él, pero incluso la noche del incidente, después de preguntarle que había sucedido desde su punto de vista, sintió que, por un breve momento, Hoseok le iba a preguntar si él había hecho algo. Al final, la conversación termino ahí.
Por otro lado, el Duque Kim no fue tan conformista como Hoseok, pero su respuesta fue la misma, porque después de todo no tenía mucho que decir, ni nada que temer. A Jungkook se le hizo interesante que nadie creyera que él realmente hubiera hecho algo, pero qué, al mismo tiempo, hubiera cierta incertidumbre.
Aun así, no le importaba, sabía que debían de tomar las medidas necesarias, después de todo, incluso él quería saber que era lo que había ocurrido con Jimin.
Jungkook enseñó lo que llevaba en sus manos, antes de caminar y sentarse en el sillón de la habitación. — No has elegido un libro, así que traje el primero que leí cuando visité por primera vez esa biblioteca. —
Jimin sonrió y sus ojos brillaron encantado, había pensado que nunca más iba a volver a ver a Jungkook, pero resultó que él había venido a verlo. Se sentó a su lado, emocionado y feliz, y aunque era algo que no lo expresara como cualquier otro niño de su edad, lo hizo al olvidar su pequeño pacto de silencio. — ¿Vas a leer el libro? — le preguntó emocionado.
Jungkook lo abrió, contestando despreocupadamente antes de empezar a leer. — Dije que te leería un libro y es lo que haré. —
Yongguk sonrió incrédulo después de un rato, ante sus ojos tenía lo que dos niños nobles sobresalientes eran, sus apellidos no eran lo único que les daba importancia a ambos, aunque otros niños nobles eran educados desde jóvenes, ninguno tenía comparación a los hijos de las tres grandes familias. Lo que Jungkook le leía a Jimin no era cualquier historia, era un profundo pensamiento diseccionando en sus porqués, plasmado en cientos de páginas por uno de los primeros emperadores de Romanoff, y aun que Jimin era incapaz de leerlo, a sus seis años era capaz de entenderlo.
El siniestro caballero de Avalon, guardó silencio y simplemente cuidó de ambos, dudó en dejar pasar al pequeño Jung cuando esté apareció despreocupado frente a él, pero lo cierto era que aquel niño de ojos lilas había sido capaz de hacer que Jimin se sintiera lo suficiente emocionado como para hablar. Viéndolos ahora, realmente no se arrepentía y aun que le costara su orgullo, estaba agradecido de que aquel chico conociera a Jimin.
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