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Capítulo 10: Ensoñación

El médico del palacio imperial había dicho que estaba bien, que Jimin despertaría en la mañana, y quizá entonces, se iba a poder saber más de lo que había ocurrido en la biblioteca. Pero contrario a lo que había predicho, pasaron dos días antes de que Jimin despertara.

Era una situación demasiado singular, donde nadie sabía cómo proceder. Durante esos dos días inconsciente, los magos del palacio lo revisaron, por un momento se pensó que quizá el flujo de magia de Hoseok había causado alguna reacción adversa en él y que aquella era la razón por la que no despertaba.

Pero aquel uso de magia era sencillo y básico, simplemente uso magia para dormirlo y tan pronto como se durmió, esa magia desapareció. Los magos intentaron explicarlo, pero era algo que no se podía confirmar con certeza, porqué, aunque Jimin no tenía ningún ascendiente mago, la bendición de dios corría por su cuerpo y alma, la magia fluía en él aun si no podía ser dominada y aún en la actualidad se desconocía que tanta influencia podía tener ese flujo en los hijos de dios.

Jimin despertó antes de que el segundo día acabara, sus ojos se abrieron en el atardecer y aun que el dosel transparente de la cama estaba corrido, sus ojos distinguieron los cálidos colores del sol bañar el lugar.

Clara estaba a su lado, había llegado a cuidarlo por órdenes de Namjoon, ella viajó tan pronto como recibió la agria noticia, en ningún momento se había apartado del lado de su joven amo mientras este dormía, rogando y esperando en silencio que todo estuviera bien. Y ahora que veía aquellos encantadores ojos dorados abrirse, no pudo evitar expresar su alivio y que sin querer sus propios ojos se humedecieran.

Apenas y fue capaz de ordenar a la otra niñera que fuera a informar de inmediato que Jimin había despertado.

Por otro lado, completamente adormecido y confundido, Jimin miró a su alrededor, sin ser capaz de reconocer el lugar, se sintió débil, apenas saliendo de un largo letargo. Y cuando su mente se terminó de despertar, fue como si la pesadilla cobrara vida, su primer reflejo fue llevar sus manos hacía su cuello, se encontró atacado con las imágenes de aquel momento. Sus pulmones se inflaron de aire, como si fuera su último aliento de vida, cuando su cuerpo recordó la sensación del frío y filoso metal atravesarlo.

Jimin se encontraba perdido, era un niño perdido, sintiendo que moría por el recuerdo de un infierno, apretaba con fuerza su cuello, sintiendo que si se apartaba moriría. No sabía lo que estaba pasando o lo que había pasado, pero en medio de ese oscuro callejón, fue capaz de reconocer las cálidas manos de Clara, aquellas sutiles manos que lo cuidaban y arreglaban con mucho cariño desde que tenía memoria, manos que él reconocía porque eran suaves, siempre habían sido suaves para él.

Clara había observado con pavor como el desorientado rostro de Jimin se deformó en un segundo en una aterrorizada expresión. Ella reconoció su dolor, sintió que por un momento aquel pequeño niño ya no era su inocente joven que había estado criando lejos del cruel mundo y sintió miedo de lastimarlo más. Algo en ella la hizo querer traer de vuelta a Jimin y fue cuando con cariño apartó las pequeñas manos de Jimin para abrigarlas entre las de ella.

La vida siguió su curso a los ojos del pequeño Kim, aquel sencillo gesto, llamó lo suficiente su atención para ser consiente de que ya no estaba en peligro.

Clara le sonrió y Jimin tomó aire como si hubiera salido de una horripilante ensoñación. — Todo está bien Jimin. No tienes nada que temer. —

Él quería confiar en aquellas palabras, pero de vuelta a la fría y espeluznante mirada gris, se preguntó si realmente podía confiar, si realmente iba a estar bien.

Y pronto, fue Namjoon quien entró a la gran habitación. Los ojos de Jimin se cristalizaron, mientras apretaba sus labios con fuerza, siendo incapaz de controlar el titiriteo en ellos y el dolor punzante en su corazón que no supo entender. Sin pronunciar ni un solo sonido, repitió en su inocente mente, que quien estaba ahí de pie, verdaderamente era su padre.

Namjoon avanzó hasta él y lo abrazó con cuidado, sabía que no tenía ninguna herida, pero aun así lo tomó como si de un delicado cristal se tratara. Las lágrimas brotaron de los brillantes ojos dorados, recorrieron su afligido rostro en silencio, Jimin sentía que había pasado mucho tiempo sin que su padre lo abrazara, cuando lo cierto era que su último recuerdo conciso era de su padre llevándolo en brazos por el castillo.

Quiso abrazar a su padre, pero cuando levantó sus manos y las vio, estas temblaron al recordar la espesa sangre. Vio aquel tinte rojo plasmado en sus pequeñas manos y con dolor fue incapaz de hacer lo que tanto anhelaba. Pero su padre lo arrulló y cuidó, sin dejarlo solo en ningún momento.

Jimin se sentía débil, pero sobre todo, se sentía perdido y extraño. Tenía su mente llena de recuerdos que lo perturbaban y sintió que nadie lo entendería, así que guardó silencio celosamente.

Los dos días en cama debían de ser recuperados, debía descansar y comer, recuperar sus fuerzas antes de poder ser capaz de viajar hasta el ducado Kim y se había tomado la decisión de que debía permanecer en el palacio.

Sus dos niñeras continuaron con su cuidado, intentando reducir las veces que salían del cuarto, sintiéndose muy preocupadas por él, e intentando que se sintiera como si estuvieran en la mansión Kim hasta que estuviera recuperado. El pasillo entero donde se encontraba la habitación era resguardada por caballeros de Avalon y el mismo Yongguk protegía la entrada de la habitación.

Las ordenes eran estrictas, Kim Namjoon no iba a perdonarse otro error, él no iba a permitir volver a ver tanto dolor plasmado en su hijo.

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