Tristan: El Baile De Fin De Año.
Paso parte de la primera hora presentando a Lina, al escuchar que es la reina de todos los océanos del universo se encuentra en el baile, automáticamente se formó una especie de barricada de personas intentando constatar si era cierto, y ya comprobado el rumor, procede las alabanzas y halagos a más no poder. A Lina no le parece molesto este tipo de acciones, es más, le agrada este tipo de atenciones. Todo lo que pide, lo obtiene a un tiempo record, como sidra de manzana; aunque solo se toma una copa porque su madre le prohibió tomar cualquier tipo de bebida alcohólica por su embarazo. Su madre ha estudiado los efectos del alcohol en el embarazo y dice que es perjudicial para el desarrollo del bebé y lo mejor es evitarlo a toda costa.
Lina se sienta en la larga mesa de honor donde se encuentra los anfitriones del baile y parte de sus invitados más distinguidos.
—¿Estás bien? —le pregunto sentándome a su lado.
—Sí, solo que con esta niña aquí adentro —pone sus manos en su vientre—, me cansa de vez en cuando.
—¿Tienes hambre o algo así? —le pregunto angustiado—. ¿Quieres que te busque algo?
—Sí tengo un poco de hambre —ella se voltea y le dice a su guardia que le busque algo de comer, este asiente y se va—. Sí quieres ve con tus ministros mientras que como algo y recupero un poco de fuerzas.
—No me pienso ir de tu lado si te sientes mal —declaro tajante—. Donde estés tú, yo voy a estar a tu lado.
Ella sonríe y me toma de la mano. Su guardia regresa con una sirviente y le deja un buen plato de pan de jamón, cerdo asado con una ensalada de pollo y un cuadro de masa de harina un poco rojiza abombada, creo que tiene un relleno por dentro. Lina empieza con la masa de harina y no me equivoco, tiene un relleno de carne en tiras bastante finas por dentro, también algunas tiras de vegetales. Ella sonríe y sigue comiendo feliz.
—Esto está buenísimo —exclama picando una parte de la masa y me la da en la boca. El sabor de la masa de maíz con la carne y un poco de la ensalada inunda mis papilas gustativas. Hacen una combinación entre lo salado, y aligerando un poco el sabor dulce y picante. Asiento enérgico.
—¿Quieres que pida un plato para ti? —pregunta comiéndose por completo el pan de jamón y la ensalada.
—Todavía no, creo que harán un banquete donde comeremos todos —respondo conteniéndome, en serio que está deliciosa esta comida.
La señora Sara se acerca a nosotros con su hija Agatha.
—¿Cómo se encuentran, le gustó la comida, su majestad? —ella pregunta un poco nerviosa.
—Está riquísima, no había comido algo así de rico en mucho tiempo —ella responde limpiándose la boca.
—Me alegra que le haya gustado. Es un platillo nacional del planeta, se hace siempre en esta época del año —ella le platica la historia de cada parte de la comida, también le dice como fue preparado cada cosa. Es un plato que lleva bastante trabajo, ya veo porque lo hacen solo esta época del año.
—Es buen plato y debo felicitar a las personas que lo prepararon —Lina habla educada. La señora Sara sonríe de oreja a oreja y se marcha con la niña que mira a Lina curiosa.
Aparece Bernadette un poco cabizbaja.
—¿Qué ocurre? —le pregunto angustiado.
—Nada malo —ella niega con la cabeza—. Solo que es la primera despedida de año que no estoy con mi familia.
—Comprendo —comento comprensivo—. ¿Y no has pensado visitarlos?
—Claro que sí, pero con la inmensa cantidad de trabajo que tengo, se me dificulta —ella se recompone—. ¿Ya empezó el banquete? —pregunta señalando el plato vacío de Lina.
—Aún no, solo era un antojo —respondo por Lina. Ella asiente con la boca llena.
—Muero por esa comida, es demasiado rica. Sobre todo, por el pan de jamón —ella dice con una sonrisa—. Otra cosa ¿has visto a Cedric?
—Está hablando con el señor Barnes sobre Alicent —respondo incómodo. Ella me mira preocupada.
—Más le vale a ese idiota no arruinar las cosas —responde sin la sonrisa que tenía hace un momento—. Como sea, iré a conversar con un viejo amigo y regreso.
—¿Qué amigo? —pregunto ladeando la cabeza. Ella rodea la larga mesa y se acerca a susurrarme al oído.
—Es un emisario del planeta de Ashira, estuvo con mi familia los primeros años de mi adolescencia y ahora estará por estos lares por no sé cuánto tiempo —ella se aparta de mí—. Sí lo que escuché es correcto. Él te comprará la casa del señor March.
—¿Cómo que me comprará? —le pregunto confundido.
—Las casas de todos los ministros incluso la que estás habitando, son propiedad del planeta y como tú eres su gobernador. Eso quiere decir que son de tu propiedad —ella me susurra cautelosa—. Sí se queda y tal vez lo persuada de hacer tratos comerciales con este planeta.
—Me parece buena idea, cuando termines de hablar con él. Por favor, tráelo a la mesa —le digo esperanzado, ella asiente y se va a hablar con su amigo.
—Yo envíe a mis emisarios a investigar a ese planeta —Lina dice mirando al frente—. Ellos son grandes navegantes, tienen buenas referencias con sus pagos a mi corona. Sería buena idea que comercies con esas personas, pero tampoco te confíes y dependas de una sola entrada de dinero.
—Comprendo, quisiera que me ayudaras a concretar un buen trato o cómo crearlo —me acerco un poco más a ella—. Quiero hacer buenos tratos para tener buenas entradas de dinero.
—Comprendo y créeme que te ayudaré con eso —ella me da un tierno beso en los labios—. Tu crecimiento es el mío y no hay nada que no haría para ayudarte.
—Eres la mejor —le alzo la mano y se la beso. Conversamos un poco hasta que llega Bernadette escoltada por un hombre lo bastante alto, creo que mide lo mismo que Cedric. Su cabello negro cae en cascadas sobre sus hombros; su mirada es dominante, sus facciones bastantes marcadas. Bernadette y él parecen bien a gusto.
—Frederick Meyer, te presento al gobernador de este planeta, Tristan Godness; y a su majestad, la reina de todos los océanos, la reina Lina Godness —dice Bernadette presentándonos. El señor Meyer se inclina ante nosotros.
—Es un placer conocerlos, sus majestades —él realiza una reverencia y se mantiene a una distancia prudencial—. La señorita Hoffman me ha hablado sobre sus intenciones de comercializar con nosotros, su alteza —él habla cortés y firme a la vez.
—Eso es correcto, quisiera empezar alianzas comerciales con el planeta de Ashira —comento serio.
—Me parece una buena idea —él asiente—. Tengo entendido que hizo tratos con el gobernador Benjamin Black ¿cierto? —asiento—. Él es un buen socio, me gustaría que el planeta de mi padre formara una alianza entre su planeta, el nuestro y el del señor Black.
—¿Qué tipo de alianza? —pregunta Lina adelantándose en la conversación.
—La clase que garantice nuestra supervivencia —responde el señor Meyer—. Discúlpeme si llego a ofender al rey Robert, su majestad; tengo entendido que usted es su heredero. Pero no es mentira para nadie que él y su corte nos ha dejado desamparados a los gobernadores y a los planetas a nuestra suerte —él busca las palabras correctas para poder explicar su punto—. Ataques entre los mismos planetas, saqueos, mala administración de recursos. No crea que este planeta no sea el único que se encuentra en este estado, algunos sobrevivimos por las alianzas que vamos formando con el tiempo. Lo que importa es la seguridad y nuestro bienestar económico. Usted necesita recursos y yo protección.
—¿Y cómo sería ese tipo de protección? —pregunto intrigado, no me imagino que tipo de protección pueda ofrecer.
—Bernadette me ha comentado que desde su llegada ha mantenido a las sombras y a los espectros a raya —él me mira fijo—. No sé si sea por sus poderes, aunque esa opción es la más acertada para mí. El planeta de mi padre es rico, pero las sombras nos han tenido con fuertes bajas en nuestros barcos y ya hemos intentado casi por todos los medios de frenarlas, pero nada las convence.
—¿Y quieres que yo sea su exterminador? —pregunto escéptico—. Le pregunto algo ¿las sombras actúan en manado o son asaltos individuales?
—Puedo decir que más que todo son en manada —responde llevándose las manos hacia atrás—. Son ataques estratégicos, tal vez una sacerdotisa los controle.
—Algo parecido ocurrió hace un par de meses, robaban armas de los reinos dioses y usaban el planeta de tapadera —comento sin mucha emoción—. Tal vez tengan a una sacerdotisa manipulando a las sombras del planeta de su padre.
—¿Y usted podría dar con ella? —pregunta intrigado, hasta creo que esperanzador—. Usted acaba con nuestro problema y créame que será bien recompensado.
—Buscaré información al respecto —aligero el rostro—. Sería de buena ayuda que me enviara a mi oficina la información de esos ataques.
—De acuerdo, su majestad —él estira la mano hacia mí, yo la estrecho firme—. Si me permiten, iré a buscar algo de tomar.
Él se inclina y se va. Bernadette lo observa con una sonrisa nostálgica.
—¿Todo bien? —le pregunto intrigante.
—Sí —ella se sobresalta—. Sí le arreglas ese problema al padre de Frederick, tendrás aun buen aliado de tu parte —ella comenta optimista y se va detrás de él.
—¿Qué opinas al respecto? —le pregunto a Lina en voz baja.
—Que Bernadette tiene un punto, pero también te tienes que ir con cuidado. Tienes un gran poder y no sería buena que lo expongas a gran escala —ella observa crítica el baile—. Ya sabes lo que eres capaz con grandes dosis de poder.
—Lo sé, pero algo es seguro —me acerco a ella—. Necesito aliados poderosos si quiero perdurar en el puesto y con vida.
—Sí quieres, puedo poner a un grupo de soldados custodiando las costas del planeta y realizar una exploración a profundidad de las aguas de este planeta —ella sonríe a un grupo de personas que se arrodillan ante ella y luego se van—. Y también poner espías en Ashira para poder tener una perspectiva más objetiva.
—Pusiste a vigilar al planeta desde antes ¿verdad? —pregunto apartándome de ella.
—Este planeta será mi residencia provisional y el de nuestra hija —ella me toma de la mano y me mira fijo—. Tu seguridad, la de nuestra hija y la mía son las que me preocupan. Y como este —ella mira fijo al baile—, será una especie de reino para ti, también están incluidos.
—Comprendo —me levanto y ella me mira asustada—. Vamos a cumplir con la tanda social del mes.
Ella se levanta conmigo y caminamos hacia los invitados.
—Para que sepas —ella me susurra en el oído—. Ni si quiera has cumplido ni con la cuarta parte de la tanda social asignada a alguien de tu posición.
—¿Tan duro es gobernar? —pregunto irónico.
—No tienes ni idea —responde fría, llegamos con algunos ministros y su rostro se transforma. En serio es experta en estos temas sociales.
Vislumbro a Cedric saliendo con el señor Barnes bastante conforme, ellos dos se dan un abrazo y toman caminos separados. Cedric se va con Alicent y ella parece estar feliz con la noticia de por fin hacer público su noviazgo con Cedric. Me concentro en la conversación y asiento y digo pocas palabras afirmativas. El baile consiste en esto, aunque mi parte favorita es el banquete; el cual Lina vuelve a repetir el mismo plato.
—Tengo el estómago del tamaño de un tiburón y encima estoy embarazada, así que si voy a repetir el plato.
—Y no es mi objetivo en interferir con tus asuntos —comento temeroso. Empiezo a degustar la comida y en serio si está deliciosa.
Todos comen alegres y felices. El banquete dura una hora y media después, alguien saca un reloj bastante grande. Los Barnes piden que nos alejemos de la pista de baile para que podamos observar el espectáculo de fuegos artificiales, según la tradición cuando suenen los cañonazos, tenemos que pedir un deseo. Tengo en mente mi deseo. Las personas empiezan a contar regresivamente desde el diez.
—... Nueve —gritan las personas—. ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos uno ¡Feliz año!
Los cañonazos empiezan a inundar el cielo y mis oídos. El espectáculo de fuegos artificiales es deslumbrante, Lina se asombra y cierra los ojos pidiendo su deseo. Yo también pedí el mío.
Ser alguien poderoso para poder brindarle una buena vida a mi hija y a Lina.
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