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Miranda: El Baile De Los Extraños.

No vi bien la ceremonia de unión, pero si la escuché. A los invitados del rey los sentaron en el lado derecho mientras que los invitados de la reina por el lado izquierdo. Es decir, oscuros en el lado izquierdo y los de la luz en el lado derecho. Por nuestra cercanía con la reina nos sentaron por detrás del personal político, es decir, en la décima fila de las treinta filas por el lado de la luz. Pude ver a Gunilda y las damas pasar con sus vestidos azul oscuro y con bordado de unas constelaciones. Se veían bellísimas y también pude ver el hermoso vestido de la reina; no puedo describir el nivel de clase y elegancia que ella proyecta, es algo que incluso en la situación más caótica, ella estaría impecable y firme.

 Al finalizar la ceremonia, los invitados salimos con cuidado. Primero los seres de luz, cada fila sale cuando la de adelante ya ha dejado la sala. Tardamos un poco, pero al fin nos conducen al magnifico salón de banquetes del castillo principal. El lugar roba el suspiro de las personas por lo meticuloso, elegante y ostentoso que está organizado. A mi familia nos guían a una de las tres mesas largas que rodean la pista de baile; las mesas se encuentran formando un cuadrado por todo el lugar. La mesa de los dioses está elevada por encima de las demás, por sus laterales salen dos mesas y la tercera se corta al lado de la puerta de entrada. A mi familia le toca la mesa que da la espalda al majestuoso jardín real. Cuando sea apropiado, me levantaré a para recorrerlo, siempre lo he querido hacer desde pequeña.

 Mis padres se sientan al lado de mis tíos, mis hermanos se sientan con sus respectivas parejas, yo me siento entre el medio de la pareja de mi hermano mayor Juan, es el tercer hijo de mis padres; y los solteros de mis primos. Charlamos casi susurrando por modales. Esperamos que el salón se llene para que los novios puedan bajar y hacer su gran entrada. Me entristece que Gunilda se siente en el otro extremo, ella se ha vuelto mi mejor amiga. Con ella puedo hablar de casi todo y es de ese tipo de personas que no te juzga y no te hace menos por nada, siempre busca aprender lo que la otra persona le está diciendo.

 Mis padres y yo cambiamos algunas miradas, una risita nerviosa. Mínimo contacto a comparación de otros hijos con sus padres; me llevo bien con mi madre, no tengo problemas con ella. Con mi padre es otro cuento, él me ha dicho que vuelva a la finca. Que vuelva a vivir con ellos, pero sin trabajar en ningún puesto; que me limite a ser una mujer trofeo que pueda usar como moneda de cambio para casarme con uno de los hijos ricachones del reino. Sí, eso nunca va a pasar. Mi padre se enfureció cuando se enteró que mi tío me envió a El Páramo como capataz de la mina. Me acuerdo de esa conversación, los gritos provenientes de la oficina de mi tío se escuchaban desde el piso de arriba. Alistair y yo estábamos en las escaleras sentados escuchando todo, él me miraba nervioso porque mi tío decía cosas hirientes y mi padre tampoco se quedaba atrás.

—Tu hermano me dijo que estabas trabajando —me dice la novia de Juan, la chica es la hija de un aristócrata de Vulcan—. Debe ser agotador ¿cierto?

—Sí es agotador, pero se me pasa cuando veo mi cuenta bancaria elevarse como la espuma —comento bebiendo mi copa de vino.

—¿Y cómo te tratan? Son como extraños ¿no crees? —pregunta de forma condescendiente.

—Como si fuera un miembro de su familia —respondo con una sonrisa—. Tienen costumbres raras, pero lo compensan con el cumplimiento de su palabra. Cuando te dicen que harán algo, lo harán sin importar los medios, algo así; el fin justifica los medios. También son bastante leales y honrados. Eso sí, ni se te ocurra ofender algún miembro de sus clanes o decir algún chiste al respecto de sus tradiciones, terminarás muerto ese día. Ya lo vi y no es bonito —todos me miran atónitos—. Tienen como creencia que si te dan una muerte rápida es por respeto o piedad. Pero si te dan una muerte lenta y bizarra es porque fuiste un desgraciado.

—Ah, está bien —ella vuelve a sus asuntos. Y lo peor es que no exagero. Stephan me dio un puñetazo en el estómago solo porque lo llamé hijo de puta, y me refería que era un desgraciado. Si lo quiero insultar, tiene que ser insultos que solo le afecten a él. Pero no hay nada que le afecte a ese cabrón malnacido miserable de mierda.

 El salón se va llenando a un ritmo más rápido que el salón del trono. Veo entrar a Gunilda con su familia, ella sostiene a Aurora con una mano y Arem de la otra; Tomas sigue hablando con la misma chica. Se ven bastante tiernos los dos. Ellos se van a la mesa opuesta con las demás personas de la corte de la reina. También empiezan a llegar las demás cortes de los reinos oscuros. Ya deben de venir los novios para iniciar con la celebración. El salón se llena de ruido y de risas de los invitados. Quiero hablar con Anastasia, pero está conversando con las novias de mis hermanos. Yo debería hacerlo, pero los temas que tocan me parecen aburridos. Alistair también se involucra, pero con mis hermanos.

 En una época tenía una buena relación con mis hermanos, pero ya no es lo mismo. No olvido su traición y su falta de apoyo. Es increíble que me sienta más cómoda con unos extraños que con mi propia familia. Los hombres no me incluyen en ningún tema de conversación y yo tampoco hago el esfuerzo de involucrarme.

 Esperamos como una media hora y por fin bajan los novios haciendo su gran entrada. Todos nos levantamos y rendimos obediencia a los reyes. Ellos hacen su primer baile juntos de marido y mujer, se ven tan bellos. La reina se ve radiante y feliz, nunca le he visto sonreír tanto, su cabello se mueve con cada movimiento en la pista de baile. Las bodas son lindas, dos personas uniéndose por amor es algo que parece tan común, pero que al mismo tiempo imposible. No he visto a un hombre que me llame la atención y para ser honesta, solo el físico no ayuda; es increíble como alguien puede matar cualquier sentimiento con tan solo decir una frase. Y los hombres que conozco disfrazan los halagos con insultos como: "eres hermosa y de buena familia, pero no me gusta que las mujeres trabajen. Una buena mujer debe ser servicial y a la disposición de su hombre". Solo faltó que dijeran que tampoco debemos tener derechos civiles y que seamos sus madres y sirvientas.

 Los novios terminan de bailar y dan por iniciada la celebración. Yo analizo mis opciones de levantarme e ir con Gunilda sin ser grosera. Analizo los comportamientos de cada uno y de sus intenciones de interactuar. La primera pareja en levantarse es la de Juan y Fiona. Bien. Y se pone mejor porque Gunilda cruza la pista de baile con Aurora y se dirigen hacia acá.

—Hola a todos —dice presentándose. Mis tíos las saludan gentiles.

—Me encanta tu vestido, todas las damas y tú estuvieron bellísimas —comenta mi tía.

—Muchas gracias señora Calore, significa mucho —ella sonríe honesta—. No quiero importunarlos mucho, quería saber si Miranda podría venir conmigo.

—Sí, claro —habla mi tío y él me mira indicándome que me puedo levantar—. Por cierto, le presento a mi hermano y padre de Miranda, Carlos; y a mi cuñada, Silvia.

 Gunilda se presenta con mis padre y hermanos mientras que yo rodeo la larguísima mesa llena de personas de las más altas esferas de Solaria y el reino de la Luz. Llego hasta al final para volver a caminar hasta Gunilda y su hermosa Aurora. Por fin llego hasta ellas.

—¿Por qué no gateaste por debajo de la mesa? —pregunta Aurora mirándome confundida—. Era más rápido.

—Pero es una falta de respeto y de mis modales —le digo a la niña sonriente.

—Como sea —ella hace un gesto de indiferencia—. Vamos mami, quiero jugar con mi nueva amiga.

—¿La hija de la reina? —pregunto tomándole de las manos a ambas. Siento la mirada penetrante en mi espalda de mi familia. Gunilda y yo nos vamos acercando la mesa de los dioses y la amiguita de Aurora sale corriendo de la mesa y la abraza. Su padre la reprende y sale detrás de ella.

—Su majestad —decimos las dos haciendo una reverencia.

—Hola —él saluda sonriente, pero mira enojado a su hija—. No debes correr así, ya te lo he dicho.

—Pero es mi amiga Aurora —dice la niña abrazando fuerte a Aurora—. Ella es igual a mí, mírala —la sobrina de la reina le sostiene el rostro a Aurora—. Solo no lee la mente, pero no me importa porque es buena jugando a las bailarinas.

—Solo la traje para que saludara —responde Gunilda nerviosa—. Por cierto, le presento a una amiga de la familia. Miranda Calore.

—Es un honor su majestad —hago una breve reverencia.

—Encantado, soy Tristan —él me estira la mano y la estrecho—. Como conozco a lo que engendré, porque no me acompañan a los jardines para evitar el mayor daño posible.

—Papi, yo no soy tan desastrosa —la niña exclama con las manos en sus caderas—. No es mi culpa que las personas pongan cosas delicadas en el medio de mi camino.

—Si lo es, aunque lo eludas —dice su padre señalándonos la salida a los jardines, él es un hombre apuesto y por muy extraño que parezca, pareciera que viera a la reina solo que una versión masculina y más abierto a la plática—. ¿Y a qué se dedica señorita Calore?

—Trabajo como capataz en una mina, más concreto en la mina de la tribu de los Sigurd —respondo un poco nerviosa. Las niñas corretean mientras que Aurora observa fascinada las flores.

—¿Trabaja con la señora Gunilda y su esposo? —pregunta observando atento a los movimientos de su hija.

—Sí, me encargo de supervisar a los trabajadores y la excavación de los minerales —respondo observando el majestuoso jardín o múltiples jardines. El camino de grava es acompañado de arbustos perfectamente cortados y adornados de rosas rojas y blancas. También en el medio de los cuadrados arbustos se encuentran varias estatuas.

—Me parece excelente ¿y cómo le va con el clima? —él se detiene y se sienta en un banco de mármol. Gunilda se sienta a su lado guardando la distancia y yo a su lado—. La primera vez que fui a El Páramo, me moría de frío y lo que sigue.

—Es cierto, pero me he podido mantener entre cientos de abrigo y con mis poderes —respondo mientras que veo a las niñas bailando una danza un poco rara, pero tierna.

—¿Qué poderes posee? —pregunta sin quitarle los ojos a su pequeña. Es raro ver a un padre cuidar a su hijo, por lo general contratan niñeras o se los deja a la madre. Él es diferente.

—Mi cuerpo es resistente al fuego, algo así como los Einars con el hielo —respondo tranquila y él me voltea a ver extrañado.

—¿Puede convertir su cuerpo en una antorcha? —él me mira intrigado—. Interesante.

—¡Papi mírame! —grita su hija Seraphine bailando con Aurora. Las niñas bailan algo parecido al lago de las luces, al menos hacen el intento.

—Lo están haciendo de maravilla —él exclama enérgico. Los tres empezamos a conversar sobre el funcionamiento de las minas y cómo podrían mejorar. Él comenta que los recursos de su planeta los usa para la construcción. Le gustaría exportar, pero el margen que deja después de las construcciones es mínimo.

 Seraphine mira en dirección al palacio y ve venir a su madre y creo que su abuela.

—¡Mami, dame amor! —la niña corre a los brazos de su madre y le reina la llena de besos y abrazos.

—Te voy a comer —exclama la reina Lina cargando a su pequeña. La niña chilla de emoción.

—Papi sálvame —exclama Seraphine, su padre se levanta y va con su familia. Toma a su hija de los brazos de la madre y se aparta dramático—. Gracias papi.

—De nada mi princesa —exclama su padre sonriente. Es increíble que a veces se olvida que los dioses siguen siendo una familia, con sus altos y sus bajos.

—¡¿Qué hace ese niño aquí?! —exclama Seraphine señalando a un niño.

—Vine a molestarte —exclama un niño tomado de la mano de la líder de las valquirias.

—Vete niño feo —Seraphine se baja de los brazos de su padre y lo enfrenta.

—Seraphine, compórtate —le regaña su madre.

—¿Por qué pelean si podemos ser todos amigos? —pregunta Aurora poniéndose en el medio de ellos.

—¿Y tú quién eres? —pregunta el niño extrañado—. Yo no voy a ser su amigo.

—Y yo mucho menos —Seraphine se voltea.

—¿Yo puedo ser su amiga? —pregunta mirando a los dos niños.

—Ya tú eres mi amiga —Seraphine hala a Aurora con ella.

—¿Por qué pelear si podemos ser amigos? ¿A caso no es mejor estar en paz? —Aurora pregunta soltándose de Seraphine—. Al menos prometan que no pelearan hoy, es la boda de la reina y no podemos hacer desorden.

—Apoyo a Aurora —dice el señor Tristan nervioso mirando a la madre del niño.

—Solo por hoy doy un alto al fuego —exclama Seraphine extendiendo su manita. El niño la mira desconfiado, su madre le da un empujito y él niño refunfuña. Pactan un alto al fuego, pero mañana seguirán con sus pleitos de niños.

—¡No son pleitos de niños! —exclama Seraphine mirándome, yo me pongo nerviosa porque no entiendo.

—¿Qué hemos hablado de leer la mente? —la reprende su padre, él me mira apenado—. Ella le leyó la mente, no se preocupe.

—No se preocupe —digo aterrada. ¿ella también heredó los poderes de la reina?

—De mi abuelo —me corrige Seraphine acercándose a mí.

—Ah, está bien —respondo nerviosa.

—Sí, es genial —ella se cruza de brazos—. A veces no tanto cuando hay muchas personas, es muy ruidoso. ¿Por qué peleas tanto con el tío de ella? —pregunta señalando a Aurora.

—Ya es todo, estás castigada —interrumpe su padre y la carga en sus brazos—. Por favor discúlpela, a veces no sabe cuándo parar.

—No se preocupe —sonrío apenada.

 Entre los adultos empezamos a conversar mientras que los niños empiezan a jugar, Aurora es quien los convence en jugar los tres. Estamos un buen rato hasta que llega Tomas y le susurra algo a su madre. El señor Tristan se asombra al ver al hijo de Gunilda, lo había visto como hace unos diez años y él también se acuerda el señor Tristan.

—¿Y qué te trae por aquí? —pregunta el señor Tristan sonriente.

—Vine a buscar a mi madre, ya va a empezar el baile de los extraños —dice Tomas nervioso.

—¿Qué es el baile de los extraños? —pregunta la reina Lina. Todos también están confundidos.

—Es un baile donde se le tapan los ojos a las personas y se les pone una bola de hielo hechizada. La bola guía a la persona a encontrar su otra mitad. Mientras que están en la pista tampoco pueden hablar —dice Tomas con algo de emoción—. Ya tengo edad y mi padre me mandó a buscar a mi madre y a la señorita Miranda.

—¿A mí? —pregunto extrañada

—Sí, ya hay que ir —exclama Tomas emocionado.

 Todos aceptamos y regresamos al palacio. La chamán con ayuda de varias chicas les tapan los ojos tanto a hombres como mujeres. Hay dos filas donde ya están tapados y con las bolas. Tomas me guía hacia la fila de mujeres y él se va a la fila de los hombres. Me sorprende ver a Stephan ya con los ojos vendados y la bola esperando a entrar en la pista. Gunilda y Aurora están revoloteando cerca de nosotros. Al fin llegan a mí y me tapan los ojos con la venda, la chica me pide que extienda la mano para sostener la bola helada. Ya vendada, la chica me guía hasta la orilla de la pista, ella me da las indicaciones. No quitarme la venda, no soltar la bola, no hablar y caminar por donde la bola me guíe. Siento algo de miedo, no quiero que un desconocido me toque o se propase conmigo. Creo que ya es tarde para arrepentirme porque la música empieza a sonar y la bola empieza a quemar de frío. Empiezo a avanzar con cuidado, choco con varios hombres como mujeres. La bola se hace más fría cuando me voy por la izquierda, pero si me voy por la derecha se hace más cálida. Voy a seguir lo cálido, la bola se empieza a sentir más caliente a medida que avanzo.

 Con cada paso siento más que la bola se transforma en una bola de fuego. Choco con alguien y la bola por fin se siente como el fuego invadiendo mi mano. Esa persona estira su mano y me toca el rostro, él es un poco más alto que yo. Ambos estiramos las bolas y se fusionan provocando una sensación satisfactoria. Él me toma de las manos y las acaricia, sus manos frías son reconfortantes con este clima.

—Es un placer decir que todos encontraron sus almas perdidas —exclama la chamán que aún no me sé su nombre—. Y se pueden quitar las vendas.

 Ambos nos soltamos y nos quitamos la venda. Mis ojos se quedan paralizados como mi cuerpo, los ojos de Stephan me miran igual y luego a la chamán. Balbuceo y él maldice. La música cambia y empieza un vals. Stephan toma mi mano y la otra va a mi cintura. Los dos empezamos a bailar callados, no tenemos palabras para describir este sentimiento. ¿Cómo es posible que él es mi alma perdida o gemela? Los dos somos tan diferentes, él me odia y yo no lo soporto. Seguimos bailando la pieza hasta que se termina, él no me dice nada, ni un solo insulto o algo sarcástico, solo silencio y se lo agradezco.

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