5 años después.

—¿Dónde estará el bebé Marcus? —pregunto merodeando la sala del palacio de mi esposo. Escucho los pensamientos de mi hijo, él está escondido en la ventana cubierto por las gruesas cortinas de terciopelo—. Te voy a encontrar —digo alargando un poco las palabras.

 Se ríe y corro rápido hacia la cortina, la abro y lo encuentro con una sonrisa de oreja a oreja, él sale corriendo, pero lo atrapo. Me lo como a besos y él se ríe a carcajadas, sus risas me llenan el corazón de alegría y bondad. Marcus se zafa de mi agarre y corretea toda la habitación, no corro tan rápido para que él crea que es más rápido.

—Mami, alcánzame —dice mientras llega a la puerta, esta se abre y aparece el tío Taurus—. Cárgame ahora.

—Ya te pareces a tu padre, dándome ordenes —dice mientras carga sin problemas a su sobrino—. ¿Por qué te pareces tanto a tu padre? —pregunta con una mueca por el increíble parecido con Sol, su cabello dorado, sus ojos como la miel, la forma de sus labios delgados. Lo único que tiene de mí es la forma de la cara.

—Mi papi me hizo —dice Marcus con su dulce voz—. Mi mami también.

—Tu mami debió hacerte más como ella para que no me atormentes —Taurus responde mirándolo fijo y mi niño se ríe—. Y encima lo hizo inocente, es mejor que te quedes así.

—Pero yo crezco, mi mami dice que si como toda la comida, creceré grande y fuerte —él exclama abriendo sus brazos.

—Entonces yo me comí todo Vulcan —Taurus le rasca la pancita y mi niño se ríe—. Como sea niño tragón, tu fastidioso padre me envió a buscarlos.

—No lo trates así —le reprendo a Taurus—. ¿A caso no ves que mi hijo es un amor?

—Y no te discuto eso, lo que sí discuto son las travesuras de este polizón —replica Taurus. Los tres salimos de la sala de estar del segundo castillo para ir al jardín a almorzar—. Esto es un castigo hacia a mí por tu hijo. ¿por qué no pudo heredar tus poderes?

—Porque mi pequeño es un ser de luz, y los seres de luz tienen poderes de fuego —respondo haciéndole caritas a mi bebé.

—Yo soy un ser de luz y no tengo fuego —Taurus replica serio—. Si acaso mi guardián.

—¡Mi guardián es un dragón! —exclama Marcus sonriente.

—Sí mi cielo —le sonrío. Los tres llegamos al jardín donde se encuentra Sol bajo una carpa, hay un pequeño banquete por el cumpleaños número cinco de mi pequeño. El primer día de otoño. Sol se acerca hacia nosotros y carga a su hijo.

—¿Cómo está el niño más hermoso del universo? —cuestiona besando en las mejillas a Marcus. Los tres nos acercamos hacia la carpa y tomo asiento, una de mis damas me entrega una copa fría de vino.

 Sol viene hacia nosotros y le muestra los nuevos juguetes que le compró. Le había comprado juguetes la semana pasada, supongo que no se resistió en hacerlo hoy. Sol no se mide en mimar a su primogénito, todo lo que pida mi hermoso bebé lo tendrá. Mis padres aparecen con Estrella y Marcus empieza a chillar y corre hacia sus abuelos.

—¡Marcus! —mi madre chilla y sale corriendo en busca de su nieto—. ¿Quién es el bebé más hermoso de la abuela?

—¡Yo! —exclama mi niño. Mi madre se lo come a besos mientras que Estrella deja los regalos en la mesa donde están los demás y se acerca hacia a mí.

—¿Cómo estás? —pregunta mientras que me da un abrazo. Taurus se acerca y aparta a Estrella de mí.

—Ella es mía —proclama Taurus sosteniéndole la cintura a mi hermana.

—Cuando pongas un anillo en su dedo, tal vez lo acepte —digo mientras que me cruzo de brazos.

—Para aclarar, yo no soy de nadie —Estrella replica mientras que se sonroja por los besos de Taurus en el cuello.

—¡Manos fuera! —exclama mi padre desde la mesa de regalos. Taurus se asusta y deja ir a mi hermana, ella se molesta porque le gusta los besos de Taurus.

—Mejor —digo con una sonrisa. Taurus me mira asesino, él le ofrece a Estrella vino y ella acepta.

—¿Y Tristan? —pregunta Estrella tomando de la copa que le trajo Taurus.

—Ya deben de llegar —responde Taurus. Marcus juega con sus juguetes con mi madre, ella es una abuela maravillosa, ama a todos sus nietos por igual.

 No pasa mucho tiempo para que lleguen los padres de Sol con la señora Liora, su esposo y su hija Musa con su pareja. Al parecer ellos tienen el visto bueno para casarse, pero no han querido por razones desconocidas. Todos traen regalos exuberantes para mi hijo, Marcus se le ilumina la cara y se avalancha a la montaña de juguetes y eso que faltan más invitados. Tristan y Lina llegan con mi sobrino Lucian, ya él es casi del mismo tamaño de Tristan; me sorprende que los chicos se desarrollen más que las mujeres, nosotras vamos a un ritmo un poco más lento. Pero también depende del cuerpo y la sangre de que cada quien. Me sorprende que no esté Seraphine con ellos.

—Ella viene con la señora Laila —responde Tristan a mi pregunta—. Ya empezó la universidad y eso la ha tenido ocupada.

—Me imagino ¿escogió ciencias políticas o artes oscuras? —pregunto intrigada. Tristan la empezó a enseñar la magia oscura después que Atlas se hubiera ido con su hermano al reino de los espectros.

—Ambas, mientras que tiene vacaciones de una, estudia la otra. Es una chica inteligente —responde mi hermano orgulloso de su primer retoño. Lina se encuentra embarazada del tercero.

—¿Y cómo te sientes con ese embarazo? —le pregunto a Lina, ella me mira y me mira desorientada. Tristan le repite la pregunta.

—Bien, esperando que el parto no sea tan doloroso —responde mirando a su madre.

—Esperemos que no hija —la anima su madre.

—¿Y cómo está Seraphine con el tema de Atlas? —le pregunto discreta.

—No muy bien —responde esfumándose su sonrisa. Él me explica que solo ha podido ver a Atlas dos veces en cinco años, Atlas lo tienen entre entrenamiento o peleando alguna guerra que libre su hermano Maegor. Seraphine ha ido con su padre en su travesía para ver a Atlas, pero ya se ha vuelto casi imposible llegar al reino de los espectros—. No le toques el tema a Seraphine, la pone de mal humor.

—No te preocupes, comprendo por completo —respondo comprensiva y nos unimos a la conversación de nuestros familiares.

 Seraphine llega con la señora Laila, su hija Tabitha y su esposa Vania. También llega su hijo Demian, ya está grande; su parecido con la señora Laila es asombroso. Su cabello negro intenso como sus ojos, sus facciones marcadas y su sonrisa maliciosa como sus intenciones.

—Fosforito —exclama saludando a Lucian, él se enoja.

—No me digas así, sabes que no me gusta —le responde firme mi sobrino.

—Lo sé, por eso lo hago —responde cínico.

—Déjalo, yo soy la única que lo puede molestar —Seraphine defiende más o menos a su hermano.

—¿Qué es la vida sin bromas? —replica Demian y se va a comer los dulces en la mesa. Seraphine va a saludar a sus padres y abuelos. Luego se acerca hacia a mí.

—Hola preciosa —le digo mientras que la abrazo.

—¿Cómo puedes soportar este condenado calor? —pregunta mientras que me suelta.

—Lo mismo digo de Demian —susurro entre risas y ella se ríe.

—Ya sé entonces el secreto —ella sonríe y toma una copa de vino helada—. Por qué siempre los de El Páramo saben cómo divertirse —dice mientras que se toma la copa de un tirón—. Por cierto ¿Dónde está el señor Stephan?

 Ella lo mira y se va con él, Stephan la mira confundido y ella le entrega una carta.

—Es de Aurora, ya pasó la selección y quedó en la compañía de baile del reino del norte —le dice y Stephan sonríe de forma disimulada.

—Gracias su majestad, significa mucho para mi esta noticia —responde educado y Seraphine vuelve conmigo.

—Aurora se moría por darle las noticias a su familia y como venía para acá, le dije que le haría el favor —dice sonriente.

—Me alegra que tengas una amiga —replico feliz. Por últimos llegan mis abuelos Kenan y Eva, eso me recuerda que tengo que visitar a mis abuelos maternos para que vean a mi hijo.

 Ya por fin nos podemos sentar a almorzar por el cumpleaños de mi hijo. Aún no se le prepara un banquete oficial porque todavía está pequeño. Él asiste a las celebraciones oficiales de Sol y las mías, pero no me siento tranquila en dejarlo solo en una fiesta grande.

 Marcus juega con su dragón de juguete, mientras que los adolescentes conversan y Lucian se enoja cada vez que Demian abre la boca para decir una sola palabra. Todos comemos en familia, charlamos y reímos. Sol me mira feliz, esto es lo que tanta quería, una reunión familiar tranquila con los niños y casados.