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Luna: La Mente De Los Bebés.

Sol y yo nos apresuramos por los pasillos del palacio de Lina. El pasillo se encuentra lleno con familiares y con los gritos de Lina en la habitación.

—¿Aún no ha nacido? —pregunta Sol llegando primero a su padre.

—No, ya llevan tres horas ahí adentro —responde su padre angustiado. Toda la familia está presente para el nacimiento de mi segundo sobrino. Seraphine la tiene mi padre y ella está asustada. Me acerco a ella y se viene a mis brazos.

—No quiero estar aquí —expresa la niña agobiada. Mi padre me hace señas para que me la lleve, le aviso a Sol y este asiente.

 Nos alejamos de los pasillos de las habitaciones del palacio, la decoración es magnífica con colores claros, pasillos alargados y amplios, cada ventana tiene al lado un jarrón con flores frescas. Me voy a un balcón que da vista al océano y Seraphine se baja de mí y se sienta en el suelo.

—Mi amor no te sientes allí, está sucio —le digo agachándome con ella.

—Los médicos están preocupados, piensan que mi hermano no va a nacer —dice mirando al suelo.

—Todavía hay esperanza, tu hermano va a nacer y va a ser un niño fuerte y amoroso —le levanto el rostro—. ¿Me imagino que no vas a querer pasear o comer algo?

 Ella niega con la cabeza. Me levanto y observo a todos lados. El cielo está nublado y a nada de que empiece a caer una tormenta.

—¿Quieres practicar con tus poderes? —le propongo para que se distraiga.

—Me da igual —ella sigue mirando al suelo.

—Dime qué escuchas —le pregunto mirándola fijo. Ella sigue mirando al suelo, pero alza la cabeza de inmediato y me mira fijo. Yo le presto atención y también escucho lo mismo que ella.

El niño ya nació.

 Las dos salimos veloces a ver a mi sobrino, Seraphine corre más rápido y llega a mi padre, él la alza en sus brazos.

—¿Ya nació? —pregunto llegando cansada hacia mi familia.

—Sí, es pelirrojo —responde mi tío Marte con un gran alivio, luego pasa a soltar una risita.

—¿Qué es pelirrojo? —pregunta Seraphine ladeando la cabeza.

—Que tiene el mismo color de cabello que la señora Lina —responde Atlas en una esquina.

—¿Cómo las zanahorias? —pregunta mirando a mi padre. Los presentes sueltan una leve risa aligerando la tensión.

—Exacto, y cuando crezca nos lo comeremos —le dice mi padre y la niña pone mala cara.

—No te comerás a mi hermano —protesta la niña.

—Está bien mi amor —mi padre le da un beso en la mejilla.

 Mi abuelo Kenan sale de la recamara de Lina, tiene un delantal de cuero con sangre y vuelve la preocupación.

—No se preocupe, Lina está bien como mi bisnieto. Pero necesitan descansar, ha sido agotador para ella —mi abuelo dice mientras que se quita el delantal y lo dobla. Él se va por el pasillo, me imagino que se va a dar un baño.

 Mi tío Marte se acerca a la puerta para ver si puede ver a su hija. No estuvo en su primer parto, ese no fue tan traumático como este. Mi tía Venus lo deja entrar, pero le aclara que no debe durar mucho.

—Yo quiero ver a mi mami —protesta Seraphine mirando a su abuelo Cosmo.

—Cuando se recupere, el parto la dejó muy cansada —le dice mi padre paternal—. Vamos a comer algo que no has comido nada desde esta mañana.

—Pero ¿y mi mami? —pregunta la niña a punto de llorar—. Quiero ver a mi mami.

 Mi padre la mira intentando convencerla de dar la vuelta, pero mi sobrina no cede y provoca que mi padre vaya a la puerta. Mi tía la abre con recelo.

—Seraphine está preocupada por su madre —expresa mi padre mostrando a la niña a mi tía.

—Preciosa, tu madre está descansando. Cuando se despierte, personalmente iré a buscarte —mi tía le habla con ternura.

—¿Mi mami está bien? —pregunta resignada.

—Tu mami está bien, pero cansada —le responde amable. Mi abuelo asiente y mi tía cierra la puerta.

—Creo que lo mejor será que nos vayamos a una sala a esperar —propone Sol a los presentes. Todos acceden y caminamos hasta llegar a una de las múltiples salas de estar del palacio.

 Unos mozos traen vino y unos bocadillos. Mi padre no mentía que Seraphine no había comido, entre ella y Atlas se comen la mayor parte de los bocadillos. Los niños juegan en una esquina mientras que los adultos conversan. Sol y Taurus se van a una esquina y conversan asuntos del reino. Sol no le ha gustado que Taurus me haya involucrado, pero necesitaba la información que yo puedo obtener a través de la mente. Mi padre va conversar con la señora Laila de sus propios asuntos. Demian ha crecido, su cabello negro y su piel clara, con unos ojos del mismo color de su cabello. Es un niño hermoso, la versión masculina de la señora Laila.

 Me quedo sentada mirando a todos lados. Sol me propuso que fuéramos organizando nuestra boda, dice que quiere organizar una inmensa boda. No estoy segura de querer una boda tan grande y más con las personas de la clase alta de Solaria. Es increíble lo falsos, mentirosos e hipócritas que pueden llegar a ser. Les preocupa más cuidar las apariencias que se olvidan de crear su propia personalidad y esencia. Sé que tengo que invitar la mayoría, pero no me llama la atención. En ese aspecto les aplaudo a Tristan y a Lina de invitar solo personas allegadas a la familia, la familia y las personalidades importantes y leales a sus reinos. Eso es lo que quiero en mi boda.

 Ya tengo a los leales por mi lado, la familia la compartimos; pero tendría que invitar a mi familia materna. Y ya, no tengo amigos a los cuales invitar. Una de las cosas que odio de mis poderes es no poder confiar por completo en las personas ¿cómo podrías si ves todas sus intenciones a kilómetros de distancia?

 Estamos un buen tiempo en la sala hasta que llega Tristan cargando a un hermoso bebé pelirrojo. Seraphine es la primera que corre a verlos, mi padre se acerca y carga a su nieta.

—¡Sí es una zanahoria! —exclama Seraphine sorprendida. Tristan la mira mal.

—Denle la bienvenida a Lucian —dice mi hermano acercando a su hijo a mí, a Sol y a Taurus.

—¿Ese no es un nombre de la luz? —pregunta Sol mirando al pequeño niño.

—Sí, lo escogió Lina —guío a Tristan para que se siente con el bebé—. Ella se había enojado por haber escogido el nombre de Seraphine sin consultarle. Ella dijo que el segundo lo escogía y que no tenía derecho a réplica. Por suerte me gustó el nombre que eligió.

—¿Por qué escogiste el nombre de Seraphine sin consultarle? —cuestiona Sol molesto.

—Estábamos apenas comenzado con el tema de la paternidad, hay cosas que no supimos manejar. Lo importante es que aprendimos que no debemos hacer —responde Tristan mirando a su nuevo retoño.

 Seraphine se sienta al lado de su padre y mira anonadada a su hermanito. Ella estira su manita a la cara de Lucian y le acaricia la mejilla.

—No piensa nada —dice la niña mirando a su padre—. Los bebés no piensan.

—Están pequeños, solo ven manchas, recuerdan olores y patrones. Con los años sus pensamientos se vuelven más leíbles —le dice la señora Laila cargando a su hijo.

—¿Y cuando están en la panza? Cuando mi hermano estaba dentro de mi mami, no podía escuchar nada, lo sentía, pero no escuchaba —le dice la niña con un puchero.

—Se estaban formando, su mente aún no se desarrollaba —le responde gentil.

—¿Qué sueñan los bebés tía Luna? —me pregunta la niña mirando a su hermano.

—Lo que te dijo la señora Laila, olores, sabores, figuras ambiguas —le respondo con una sonrisa.

 Tristan conversa con nosotros por un rato hasta que se levanta y nos dice que se irá a recostar a su hijo, Seraphine se va con él. Mi sobrino nació un día después del cumpleaños de Tristan, él y Lina no celebraron porque ella había entrado en trabajo de parto. Sol y Taurus se quedan en el palacio de Lina hasta que ella se recupere y puedan verla. Yo me despido debido a que debo seguir organizando los preparativos para el invierno, estamos en el verano; pero siento que mañana podría empezar la ventisca que nos encerraría por cuatro meses o más.

 Me despido de mi familia y de Atlas, el niño se ha mantenido callado y en una esquina todo el rato que he estado aquí. Escucho rápido su mente y me doy cuenta de su recelo, él se ha dado cuenta que no forma parte de la familia. Que solo es un protegido de Tristan y no su hijo como Tristan le ha hecho creer. Se siente sin un rumbo fijo, sin un lugar que llamar hogar. Él ha notado el desprecio de su madre y la indiferencia de su padre, se cuestiona por qué no puede tener unos padres que lo quieran. Es difícil tener ese tipo de pensamientos si apenas tienes ocho años.

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