Luna: El Niño De Mis Sueños.
—Me alegro que hayas aceptado ir al nacimiento de nuestra sobrina —comento sentándome en la alta silla de la habitación de Sol.
—Fui porque mi hermana necesitaba apoyo, a pesar de haber caído de la gracia de mi padre —comenta Sol mientras que se quita las botas.
—Un embarazo fuera del matrimonio es complicado, pero tampoco el fin del mundo —le recuerdo, me recuesto en el espaldar de la silla.
—Ya quiero ver si estarás igual de comprensiva si fuera alguno de nuestros hijos —dice cortante, él camina descalzo hacia mí.
—¿Ya piensas en nuestros hijos? —pregunto alzando una ceja—. Como sea, son nuestros hermanos...
—Hace un año estabas maldiciendo a Tristan y ahora te alteras si alguien dice algo malo de él —él dice delante de mí—. ¿Sí Taurus resolvió ese conflicto? Eso significa que me lo podré llevar a mis reuniones de estado —lo miro mal—. No me mires así, tiene mérito.
—Un mérito que reúsas usar y que poco a poco pierdes —digo voraz, ahora él me mira mal—. ¿Por qué te enojas, no soportas que te digan la verdad?
Él se acerca más a mí, ahora no me deja espacio para escaparme.
—Usaré las habilidades de mi hermano más tarde, pero por los momentos usaré las tuyas —él toma mi mano y me hala fuerte de la silla, me tambaleo un poco, pero él ya me tiene en sus brazos. me intento librar de su agarre, pero él es más fuerte—. Ahora que tengo tu atención, es mejor que vayamos juntos a la cama. Es por el bien del reino.
—¿Y cómo le serviría al reino que yo vaya a la cama? —pregunto frunciendo el ceño.
—Lo que yo diga es lo que quiere el reino —dice cargándome en sus brazos.
—No te ofendas, pero no es muy confiable esa afirmación —comento aferrándome a su cuello.
—No me importa, yo te quiero en mi cama —dice dejándome en su cama, reboto un poco. Gateo rápido, pero él me detiene sujetando mi tobillo—. No te vas a ir.
—Eres imposible —desisto de mi intento de fuga.
—Y por eso me amas —él me voltea y me mira sonriente—. Y te gusta muchísimo mi forma de ser.
—Admito que te amo, pero lo de tu forma de ser; estoy trabajando en eso —me encojo de hombros, él alza una ceja.
—Puedo vivir con eso —dice quitándose la camisa, se monta encima de mí.
—Al menos desvísteme, hace mucho calor —le comento en el oído, él se aparta y me ayuda a levantarme fuera de la cama. Él deshace el nudo de mi vestido, lo deja en la silla donde estaba. Me quito el camisón y los pantaloncillos, también me quito las medias y los zapatos. Sol se acerca y me quita las joyas como el collar, los pendientes y las pulseras, los deja todos encima del vestido. El clima solariano es abrasador, estamos en la primavera y ya siento que mi piel se va a quemar. Sol me indica que me monte en la cama y obedezco, él también se quita los pantalones y se monta encima de mí. Él empieza besarme los labios y tocarme feroz el cuerpo, su mano me obliga a separar las piernas para que él pueda entrar.
Él me embiste suave, pero fuerte, mis manos arañan su espalda mientras que sus manos recorren mi cuerpo de forma posesiva. Los gemidos y el placer inundan la habitación hasta que ambos llegamos al punto máximo del orgasmo. Sol se aparta de mí, ambos respiramos con dificultad, él tiene pequeñas perlas de sudor en su frente. Sol me atrae a su pecho, le acaricio el vello corporal, él tiene un abdomen no tan marcado o definido como otros o como el de Taurus. Sol se mantiene en forma montando a su dragón guardián y practicando con la espada algunas veces a la semana.
—Estoy emocionado por los juegos de mañana —comenta acariciando mi cabello—. De seguro te encantarán, habrá justas, combates cuerpo a cuerpo y por supuestos los maestros de distintos elementos combatiendo.
—Me parece fascinante —comento mientras que pongo mi pierna encima de Sol.
—¿Y hablando de maestros? —pregunta acariciando mi muslo—. ¿Ya accedes a que tus maestros participen en los combates?
—Mantengo mi firmeza a no dejarlos participar —volteo mi rostro para ver el suyo—. Mis soldados combaten para conquistar y matar, no para jugar a las espadas como niños.
—No son juegos para niños, son combates reales donde los concursantes pelean por el honor de su casa —comenta frunciendo el ceño.
—Adultos jugando a las espadas simulando un combate, anhelando una batalla real o guerra, cosa que jamás experimentarán —digo cortante—. Mis soldados pelean porque sus vidas y la de los suyos corren peligro, no para jugar o buscar un honor o gloria. Si las vidas de sus familias están intactas, es la mejor victoria que podrán experimentar.
—Y tienes razón, pero quiero verlos combatir, solo por deporte —él me acaricia el cabello—. No tienen que matar a nadie.
—La muerte forma parte de combatir ¿por qué pelearías si tus enemigos no terminan muertos? —pregunto firme—. ¿Quieres verlos? Bien, pero habrá sangre y cuerpos descuartizados.
—¿No crees que es un poco exagerado? —pregunta preocupado.
—¿Quieres a verdaderos guerreros o adultos jugando con espadas? —cuestiono feroz.
—Está bien, pero que no hagan un festín de sangre —accede a regañadientes. Él toma las sábanas y nos arropa, pero la aparto—. ¿Qué sucede?
—¿No piensas que ya hace suficiente calor? —cuestiono apartando las sábanas de nosotros.
—Me siento desnudo cuando duermo sin las sábanas, es como una especie de protección —confiesa atrayéndolas.
—¿Tienen un campo de fuerza? —pregunto mientras que me monto encima de ellas.
—No, pero tiene un efecto en mi mente que me tranquiliza —él acomoda las sábanas, me volteo y dejo que me abrace, aunque haya una tela gruesa impidiendo sentir su cuerpo.
—Puedo hacer que tengas buenos sueños, si me lo pidieras —estiro mis piernas y acomodo mi trasero para encajar con su entrepierna.
—Eso sería hacer trampa —él me rodea con las manos.
—¿A caso nunca has deseado no tener pesadillas? —pregunto confundida.
—Lo que sucede es que necesitas tener pesadillas para poder apreciar los buenos sueños. Es como la tristeza, la necesitas para poder apreciar la alegría —dice en mi oído—. No puedes vivir sin una y sin la otra, es algo intrínseco de la vida misma.
—No sabía que fueras una persona sabia —comento sonriendo.
—Soy todo lo que tu corazón anhela —me besa en la mejilla—. Ya, vamos a dormir.
Sol me acaricia los brazos y yo observo atenta las telas del dosel de la cama. La habitación de Sol es el significado de la opulencia y elegancia llevados al máximo sentido de las palabras. El acabado en oro de la cama, los floreros o de los marcos de las ventanas y puertas. Los muebles fueron fabricado por las más caras y lujosas telas del reino; el satén de las sábanas resbala en tu piel dejando una relajante sensación en ella. El armario de Sol es una fantasía de telas, estampado y prendas, Sol es una persona que le gusta vestir excelente y tiene como permitirse ese lujo.
Sol es una persona que concilia el sueño de forma casi inmediata, le envidio un poco eso. Mi presentación en su corte fue abrumante, pero fascinante; conocí a diversas personalidades y criaturas del reino de la luz. Lo que me sorprende de los seres de la luz es su característica forma de ser hipócritas; ese lujo, esa extravagancia solo es una tapadera para ocultar sus ilegalidades. Sus fortunas fueron amasadas por engaños a personas inocentes y al mismo estado, sus alianzas deshonestas y solo buscando el interés propio. Ahora comprendo porque el agresor de la señorita Calore es impune a la justicia, sus conexiones con los políticos de más alto nivel, su absurda riqueza y su cinismo, lo hacen ser alguien poderoso. Sol tiene tratos comerciales con el señor Káiser, más específico con el transporte marítimo.
No me imaginaba el poder tan increíble de ese idiota. Miranda tiene un camino que recorrer si lo quiere hundir, la ayudaré en su travesía por dos motivos. El primero, le di mi palabra que lo haría y la palabra de un monarca siempre será ejecutada; la segunda, es que odio que malditos violadores de mierda anden sueltos sin una pizca de conciencia.
Tengo que jugar bien mis cartas, la información que obtuve de la mente de Miranda es útil, pero de nada sirve si no tengo con quien hablarlo o por lo menos sembrar la duda... o tal vez si la tengo. Taurus es una persona que conoce mejor que nadie esta corte y como funciona las cosas por aquí. Él me podrá ayudar, pero tengo que ser discreta, incluso del mismo Sol; no puedo hacer una declaración o señalamiento sin ninguna prueba.
De tantos pensamientos por fin puedo conciliar el sueño, sigo el consejo de Sol y dejo que las pesadillas inunden mis sueños. He hechizado mi cabeza desde que me atacaron para que las pesadillas nunca se aparezcan.
Me encuentro en un campo, a lo lejos observo el reino de Solaria con dragones volando en los cielos libremente. Pero algo ocurre, el cielo se vuelve oscuro por completo y los dragones empiezan a lanzar fuego desde sus fauces incendiando la ciudad por completo, sé que no es real, sé que es una pesadilla. Pero tengo que dejarla ser, tengo que liberarla. Empiezo a caminar hacia Solaria, una Solaria en llamas, veo a las personas correr desesperadas por la destrucción de sus dragones. El fuego va en aumento, el caos reina en el ambiente y yo no puedo hacer nada para cambiarlo ¿o no quiero?
Todo puede terminar si yo quiero, todo el dolor puede terminar conmigo afrontándolo. Pero hay algo cómodo en el sufrimiento, es como una capa que has cargado casi toda tu vida y que ha formado parte de ti por tanto tiempo que no te imaginas una vida sin ella. ¿Así es como se siente? ¿todo el sufrimiento puede acabar si la dejo ir? Pero ¿lo quiero dejar ir?
—¡Mamá! —escucho la voz de un niño, me acerco a una casa que está en llamas—. ¡Mamá, ayúdame!
—¿Dónde está tu madre? —pregunto intentado abrir la puerta, pero está trabada.
—¡Eres tú, sácame! —protesta el niño. Me quedo helada, esto es un truco. Yo no tengo hijos—. El fuego está aquí, sácame.
Rompo la puerta con mis poderes, congelo todo el lugar y el niño me observa en una esquina aliviado, él corre hacia a mí y toma mi mano. Los dos corremos mientras que el hielo va consumiendo todo a nuestro alrededor, él me lleva hacia el bosque donde el fuego y el hilo no han llegado.
—¿Por qué tardaste tanto? —me recrimina el niño, el parecido con Sol es abismal—. ¿Cuál era la parte que "me estaba quemando" no entendías?
—¿Por qué me hablas de esa forma? Te saqué, ya no hagas drama —me alejo del niño.
—Soy tu hijo, no me puedes dar la espalada —él corre hacia mí—. Solo quiero saber ¿por qué no apagaste el fuego antes? ¿no veías que estabas lastimando a mucha gente incluido yo?
—El fuego lo causaron los dragones, no yo. Si quieres reclamar, hazlo a ellos, no a mí —exclamo enojada. Me adentro en el bosque y el niño me sigue.
—¿Por qué no apagaste el fuego antes? —pregunta esquivando las ramas—. ¿Por qué lastimas a las personas que quieres?
—Déjame en paz, solo eres una maldita proyección de mi mente —gruño enojada.
—No lo haré hasta que me respondas —él replica siguiéndome por todo el bosque—. ¿Por qué huyes de los problemas? Tal vez congelaste el reino, pero tarde o temprano volverán las llamas.
—No es mi problema resolver los problemas de otros —replico alejando las ramas caídas del camino con mis poderes.
—Pero es que ni siquiera afrontas los tuyos —resopla desilusionado.
—¡Ya basta con todo esto! —exclamo, me acerco al niño, tomo su cabeza y él desaparece—. Mejor —exclamo aliviado.
—No lo creo —dice detrás de mí, me volteo y lo veo sonriendo de forma maliciosa—. No me iré de aquí hasta que respondas a mis preguntas.
—¡No quiero responder nada! —exclamo enojada.
—¿No quieres terminar con esto? Solo responde y me iré —él se sienta en una rama.
—¿Por qué eres tan irritante? —me siento a su lado.
—Lo heredé de ti —replica sonriente.
—Deja de decir que eres mi hijo, yo no tengo hijos —replico cansada.
—Entre más lo niegues, más fuerte vendré —dice pedante.
—Solo dime cuales son las preguntas que quieres que responda —exclamo harta de todo esto—. Y te agradezco que, sin metáforas, ve al punto y ya.
—¿Por qué seguiste culpando a Tristan de tu ataque cuando tenías todas las pruebas de su inocencia? —lanza la primera pregunta—. Te agradezco honestidad, si eres honesta, podrás salir de esta pesadilla.
—¡Vaya, gracias! —exclamo sarcástica, él me mira mal—. Como sea —respiro profundo—. Seguí culpando a Tristan porque era sencillo hacerlo, las cosas son sencillas cuando culpas a alguien más de tus desgracias. No se merecía el daño que le causé y tendré que vivir con ello, solo quiero su perdón, aunque no soy idiota. Sé que nunca me perdonará.
—¿Te culpas por lo que pasó con la sombra? —vuelve al ataque.
—Sí, pero no porque yo haya querido que pasara. Nadie pide esa mierda —me llevo las manos al cabello y agacho la mirada—. Me culpo por no hacer más, por no ser fuerte. Solo tenía que levantarme, pero tenía el cuerpo inmovilizado. Las practicas siempre me dejaban débil, mi padre me reprochaba que ya tenía quince años y no avanzaba. Que seguía inmovilizada, solo tenía que levantarme y no pude.
—Pero ¿entiendes que fue culpa de la sombra y no tuya? Solo y únicamente es problema de la sombra y que solo eras una niña. Una niña que no tuvo la culpa de nada —él toma mi mano.
—Es lindo que me digas eso —le digo con lágrimas en los ojos—. Solo hazme la siguiente pregunta.
—¿Quieres seguir sufriendo? —su tono de voz se suaviza.
—No, pero no sé cómo ser feliz —respondo limpiándome las lágrimas.
—No es algo que sabes, es algo que sientes —responde sin soltarme la mano—. Está en ti y solo en ti tu felicidad. No en Sol o en tu reino, o las personas que conoces, tu eres dueña de tus decisiones. Y es tu decisión ser feliz y estar en paz.
—Tienes que estar triste para saber que significa la felicidad —recuerdo las palabras de Sol.
—Pero si te quedas tanto tiempo en la tristeza, te perderás en ese solitario lugar hasta que te hayas consumido por completo y la Luna que antes conocías, ya dejaría de existir —dice acercándose a mí.
—Para ser un niño, eres sabio —le digo mirándolo a los ojos.
—Solo soy lo que tu corazón anhela —responde con una leve sonrisa. Lo miro asombrada, eso mismo dijo Sol—. Última pregunta ¿Estás consiente que no puedes cambiar el pasado, pero si el futuro?
—Es algo que sé, pero no lo he querido afrontar —respondo seria.
—Mira arriba —señala el cielo, el cielo está iluminado por un desfile de estrellas coloridas—. Te están esperando, solo tienes que estirar la mano y dejar el dolor en el pasado. Solo las estrellas te aceptarán de esa forma, solo llevándote las cosas buenas en tu corazón.
Él se levanta de la rama y su cuerpo se desvanece. Lo que era su cuerpo, ahora es polvo y se eleva al cielo, uniéndose con las estrellas. Estiro la mano hacia el cielo, pero no me elevo como lo hizo mi hijo. Pero el bosque oscuro y tenebroso se transforma a solo un bosque. Ya no es tenebroso, ya soy consciente que solo es un bosque, solo eso y no puede hacerme daño. Tal vez no iré ahora hacia las estrellas, todavía no estoy lista, pero no me daré por vencida. Tengo que sanar mis heridas primero, y cuando haya sanado. Podré llenar mi corazón con las personas y las cosas que me hagan feliz.
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