Luna: Cena De Cumpleaños.
Mis damas terminan de ponerme el vestido azul acero, lo atan por la parte de adelante con botones dorados y me ayudan a darle forma a las mangas acampanadas con tela de piel blanca. La tribu Los Ancestros saben como fabricar este tipo de tela semejante a la piel real; ellos pagan sus deudas con ese tipo de textil. No es algo que me gusta, pero tampoco les voy a eximir de sus deudas. Alba me indica que me siente para que me pueda peinar, ella peina de forma delicada mi cabello blanquecino, lo empieza a trenzar; pero no lo aprieta. Lo deja con volumen y la cola me lo pone en un hombro. Ella fija con ganchos pequeños una tiara de zafiros, la tiara me la regaló mi padre cuando era una adolecente, es mi tiara favorita. Mi corona de soberana solo la uso en las ceremonias ancestrales de las grandes casas del reino. Alba termina colocándome unos pendientes de diamante.
Me levanto, mis damas me guían hacia la salida. Me encuentro un poco nerviosa, solo invité a mi familia a esta cena. Quería algo íntimo y no tan exuberante como años anteriores. Camino los pasillos de mi increíble y solitario palacio. Los castillos fueron construidos para albergar a las personas sin hogar y protegerlos en caso de invasión; sin embargo, a través de los años, las personas se han ido a sus propios hogares y creando sus familias. Ahora un castillo solo queda a algo puramente de muestra de poder y lujo. Quisiera llenarlo de mi familia, pero creo que si me llegara a casar con Sol; sería su castillo el que se llenaría.
Llego a la sala y ya me encuentro con Sol y Taurus pegados a la chimenea.
—Ahora si te gusta que incendie cosas —protesta Sol estirando sus manos hacia el fuego, pero este no le molesta el hecho que tiene las manos dentro de las llamas.
—Una cosa es una chimenea y otra muy diferente es usarme como tiro al blanco —protesta Taurus protegiéndose de las llamas de Sol.
—Me alegro que ya entren en calor —exclamo sonriente. Ellos se voltean alarmados—. ¿Tienen sus amuletos que les di hace un año?
Ellos alzan y agitan sus muñecas. Me acerco a ellos y le tomo la mano izquierda primero a Taurus, toco el amuleto y absorbo el frío que ha recogido del cuerpo de Taurus. Luego voy por la mano derecha de Sol, procedo a hacer lo mismo que le hice a Taurus.
—¿Mejor? —les pregunto a ambos, ellos asienten—. ¿Tienen mucho tiempo que están aquí?
—Acabamos de llegar —responde Taurus mientras que Sol toma una caja mediana de terciopelo rojo, y se acerca hacia mí—. Hombre, espérate —le recrimina a Sol.
—No, quiero entregarte esto por parte de los dos —el abre la caja y me muestra un juego de collar con pendientes. El collar es de diamantes incrustados uno a uno formando una hilera entera, pero lo que resalta es el increíble tamaño del rubí ovalado. Arriba del collar se encuentra los pendientes, estos son sutiles óvalos de rubí sujetados a una superficie de plata—. Entre Taurus y yo escogimos el diseño, esperamos que te guste —él habla nervioso.
—Me encanta —exclamo feliz y lo abrazo—. Gracias por tomarse el tiempo de escoger este maravilloso regalo para mí.
—No fue nada —Taurus asiente sonrojado—. Es increíble que Sol y yo nos pudimos poner de acuerdo en una sola tarea sin matarnos en el proceso.
—¿Tenías que comentar eso? —exclama Sol enojado.
—Ya —le acaricio el hombro—. Me alegra que ustedes dos estén trabajando en equipo. Eso es bueno, ya te lo había dicho Sol —lo miro comprensiva.
—Ya sé —él expresa sin ganas—. Lo importante es que usarás este collar cuando vayas a Solaria en la primavera, no puedo esperar a presentarte a mi corte.
—Te sugiero que te tomes dos copas de vino antes de conocer a las linduras de la corte de Sol —comenta Taurus sentándose en los muebles.
—No empieces —lo amenaza Sol.
—Sol, tú sabes mejor que nadie que esa gente está solo para sacarte hasta la más miserable corona de tu bolsillo —Taurus comenta serio—. Son hipócritas y falsos. Te sugiero no confiar en nadie de ese lugar.
—Agradezco el consejo, algo más o menos me intuía —respondo tranquila, lo que me dice Taurus es algo que ya sabía. Solo con leer las mentes del consejo de Sol, me quedaba más que claro que Sol está rodeado de buitres esperando a que mi Sol se equivoque y chuparle hasta el más mínimo centavo—. Pero confío que mis dos y adorados primos, estarán cuidándome y aconsejándome.
—Eso dalo por hecho —exclama Taurus un poco más animado.
—Ven querido —tomo a Sol del brazo, tomo la caja de terciopelo y le entrego a un guardia para que la guarde en mi habitación—. Vamos a sentarnos y a hablar los tres.
—A parte de nosotros ¿quién más vendrá? —pregunta Taurus tranquilo.
—Vendrán mis padres, mis abuelos maternos, Estrella y Tristan con Lina por supuesto —comento viéndolo—. Había invitado a nuestros abuelos paternos y a nuestras señoras, pero dijeron que estaban ocupados. También había invitado a sus padres, pero me dijeron que estaban en Deserta por algún asunto de estado.
—Sí, ellos me lo habían comentado —comenta Sol acariciando mi mano.
—¿Y cómo están las cosas con Tristan? —pregunta Taurus cruzándose de piernas.
—Accedió a venir, cosa que es bueno —respondo nerviosa—. No hemos hablado desde que lo vi en su casa por lo de Lina. Tengo esperanza que podamos a crear una relación cordial y respetuosa.
—Eso es bueno —asiente sereno—. Recuerda que el proceso es lento y que los papeles se han invertido. Cruzaste un gran paso que fue el reconocimiento de tus acciones sobre él, ahora toca que ambos busquen una forma de afrontarlo y seguir adelante.
—En serio te agradezco, me has ayudado mucho —respondo con una sonrisa.
—¿Qué me he perdido? —pregunta Sol confundido.
—Luna y yo hemos conversado sobre Tristan —responde Taurus desde el otro extremo del mueble—. Estamos en una especie de sesión donde ella se sincera sobre sus emociones y yo le ofrezco consejos y sugerencias desde mi punto de vista de sus conflictos.
—¿Y desde cuando sucede eso? —pregunta Sol consternado mirándonos a ambos.
—Desde que llegó a Solaria, ella me pidió mi opinión sobre algo y se la di —él responde tranquilo—. No te preocupes, solo hablamos sobre Tristan y esas cosas.
—¿Y por qué no sabía de eso? —Sol me mira molesto.
—Ese tipo de temas son difíciles para mí, y no las hablo con cualquiera —le tomo la mano para tranquilizarlo—. Las hablé con Taurus porque se me hizo tranquilizador su objetividad. No pretendía herirte, solo quería ayuda.
—Discúlpame de verdad —Sol aligera el rostro—. No tenía idea, solo que pensé que tú y yo ya teníamos ese nivel de confianza.
—Y la tenemos —me acerco un poco más a él y le tomo del rostro—. ¿Todo está bien?
—Todo bien —él asiente y me besa.
—Que bonito —comenta Taurus sarcástico—. ¡Qué viva el amor!
Sol le iba a responder de forma cortante, pero escuchamos las voces de mi familia. Los tres nos levantamos apresurados. Entran mis abuelos maternos de primero, mi abuela Maisha sostiene una tortera de plata.
—¡Abuela! —me acerco emocionada, ella sonríe.
—Mi niña, mírate. Estás inmensa —ella exclama contenta—. Te traje tu pastel de manzanas que tanto te gusta.
—Gracias —exclamo feliz. Le digo a un guardia que sostenga el pastel y se lo lleve al comedor. Saludo a mi abuelo Ander, él me devuelve el abrazo.
Entran también Estrella agarrada del brazo de Tristan, ella corre hacia mí y me aprieta en sus brazos.
—Feliz cumpleaños come mocos —exclama lo suficientemente alto para que los demás lo oigan. Le doy un golpe en las costillas y ella chilla soltándome—. Padre, Luna me golpeó las costillas.
—No van empezar las dos, de una vez se los digo —mi padre nos reprende firme.
—Sabes que es ella la que empieza —me acerco a mi padre y lo abrazo.
—Como sea —él me devuelve el abrazo amoroso—. Feliz cumpleaños, hija.
Me suelto de él y voy en busca de mi madre, ella me recibe en sus brazos.
—Mi niña hermosa, feliz cumpleaños —me susurra en el oído—. Tu abuela y yo te horneamos un rico pastel, el de manzanas. Tu favorito.
—Gracias, madre —me suelto de ella y el niño que siempre carga aparece entre sus fadas—. ¿Todavía lo estás cuidando?
—Sí, Atlas es un niño bastante tranquilo —ella le acaricia su cabello.
—Sabes que me lo puedes devolver —comenta Tristan un poco retirado del resto.
—Por supuesto que no —rechaza mi madre tajante.
Los presentes toman asiento en los muebles, mientras que le hago señas a mis guardias que traigan otros sillones. Taurus le cede su asiento a Estrella, ellos dos empiezan a conversar tranquilos. Sol le cede su asiento a Lina, ya su embarazo es bastante notorio.
—¿Cómo está mi sobrina? —le pregunto a Lina.
—Revoltosa, si ahora es así dentro de mi vientre, no me quiero imaginar cuando esté afuera —ella comenta un poco nerviosa.
—¿Cómo era usted cuando era niña? Tal vez se parezca a usted en ese sentido —expresa mi abuela sentada en el otro mueble.
—Eso explica muchas cosas —Taurus comenta riéndose. Lina lo mira mal—. Sabes que eras un misterio.
—¿Cómo así? —pregunta Estrella confundida.
—Sus emociones están conectadas al clima, sí llora o se enoja causa una tormenta y si está feliz empieza a hacer un calor insoportable —comenta Taurus, pero se da cuenta de algo—. ¿Lina, estás feliz?
—Estoy normal y cansada —expresa dándose cuenta de las intenciones de su hermano—. Si estuviera rebosante de felicidad, eso no cambiaría este frío, Taurus.
—No me culpes por intentarlo —comenta sonriente.
—¿Y ya saben qué nombre le pondrán a la niña? —pregunta Sol a mi lado. Mis guardias traen un mueble y lo acomodan horizontalmente a comparación de los muebles verticales ya existentes. Sol, Taurus, Tristan y yo nos sentamos.
—Sí, la llamaremos Seraphine —comenta Tristan en la esquina opuesta a mí.
—¿Escogieron el nombre entre los dos? —pregunta Taurus observando a mi hermano.
—Lo escogió Tristan —responde Lina—. Se llamará Seraphine Godness Lightweight —todos la miramos atónitos—. Hice un trato con la señora Laila y le dio el apellido. Lo importante es que Tristan y yo por el bien de la relación, acordamos que nos consultaremos todo sobre nuestra hija para evitar futuras discusiones y malos entendidos.
—¿Y cómo te sientes con esta criatura en camino? —pregunta Estrella mirando a Lina.
—Aterrada —responde sin tapujos—. Me aterra el parto.
—Lo importante es que la partera sea buena y comprensiva contigo —se une mi abuela Maisha—. Mi primer parto no fue placentero por esa mujer, pero con Aryana fue más fácil porque el que me atendió fue mi esposo.
—¿En serio? —Tristan cuestiona incrédulo.
—Estábamos de regreso de un viaje —responde mi abuelo—. No había nadie en kilómetros, tenía mi equipo en la carreta y la llevé a un río cercano; el parto fue tranquilo. El agua e Ibay ayudaron mucho a relajar a Maisha.
—A mí me gustaría que mi hija nazca en el océano —Lina habla emocionada.
—Puede hacerlo si lo desea, pero asegúrese de tener a su personal médico acompañándole —responde mi abuelo tranquilo, su coneja guardiana se encuentra en su regazo.
—¿De ustedes tres —les pregunto mirando a Sol, Taurus y Lina— quién fue el parto más complicado de su madre?
Ellos se quedan pensando por un momento.
—Creo que fue Taurus —responde Sol. Él asiente—. Ya sabía, creo que Taurus venía volteado.
—Desde pequeño y dando problemas —él se ríe a carcajadas—. ¡Vaya! Pero estoy arrasando.
—¿De ustedes tres quién fue el parto más complicado? —pregunta Lina ignorando a su hermano.
—Tristan —respondemos casi todos al unísono.
—Nací en el infierno —le responde a Lina. Ella lo mira atónita.
—Espera ¿qué? —Sol exclama atónito.
—Todos mis embarazos fueron sorpresivos, pero el de Tristan nunca lo superas —empieza a relatar mi madre—. Ese día estaba cumpliendo mis funciones divinas, y de repente empiezo a sentir ese característico dolor de vientre; me estaba humedeciendo la entrepierna y tuve que parar los juicios por tres días —ella acaricia el cabello de Atlas—. No pude teletransportarme a este plano porque el señor Seth no estaba en el palacio, tuve a Tristan por lo menos dos meses en el infierno.
—Otra cosa interesante es que soy un demonio —responde Tristan tranquilo. Lina lo mira asustada.
—Lo tuve que convertí en un demonio para que pudiera vivir en el infierno sin que los otros demonios quisieran apoderarse de su cuerpo —mi madre comenta un poco cabizbaja.
—¿Y se supone que mi hija será...? —pregunta Lina tocándose el vientre asustada.
—Será una niña normal, los demonios se hacen no nacen —le aclara mi madre—. Mi nieta nacerá como cualquier persona viva en este plano.
—¿Y Tristan en teoría está muerto? —pregunta Taurus observando crítico a mi hermano.
—Su corazón late, sus órganos funcionan como cualquier persona viva; así que eso significa que Tristan está vivo —responde mi padre cansado del tema.
Taurus estira su dedo y le toca la mejilla a Tristan, este le golpea el dedo, pero eso no detiene a Taurus de volver a tocarlo como si fuera alguien de otra civilización.
—Déjalo en paz —Lina lo regaña.
—Fascinante —Taurus se aleja de Tristan asombrado, Tristan voltea los ojos irritado.
La velada transcurre entre anécdotas de embarazos caóticos, Taurus intentando colmar la paciencia de Tristan para que este muestre algún indicio demoniaco. Estrella le propone de cambiar asiento a Tristan y este accede, pero me doy cuenta que ella carga pantalones en vez de un vestido. Su atuendo consiste en un abrigo negro lo bastante largo, casi tocando el suelo; el abrigo contiene una serie de bordados de rombos dorados. Por debajo del abrigo carga un jubón largo de color negro. Carga un collar dorado que complementa su atuendo. Su cabello lo tiene suelto, pero peinado. No digo nada para no hacer ninguna escena. Ella se siente al lado de Taurus y este parece feliz por la compañía de mi hermana.
Después de un rato de conversaciones, nos levantamos todos para irnos a cenar. Sol me toma del brazo y ambos guiamos el camino hacia el comedor. Detrás de nosotros se encuentra Taurus y Estrella conversando tranquilos. Los pensamientos de Taurus son sobre que quisiera tener más tiempo de hablar con ella y de lo hermosa que está. Esto no me gusta para nada. Llegamos al salón, yo me siento en la punta de la mesa, mis padres se sientan en el lado derecho con Atlas, le siguen mis abuelos. En el lado izquierdo se sienta Sol, a su lado se sienta Lina, al lado de ella se sienta Tristan; le siguen Estrella y Taurus. Ellos dos se ponen contentos por sentarse juntos.
La cena trascurre con el mismo humor agradable de la sala anterior. La comida se encuentra lo más caliente que se puede por este incesante clima helado. Primero sirven una sopa de cosillas de venado, le sigue el segundo plato con un asado de venado bañado con cerveza, acompañada con verduras asadas y un pan de ajo. Al acabar de comer, nos quedamos charlando con un buen vino.
Sol conversa con mi padre sobre mí, Lina y Tristan conversan tranquilos. Él no me ha dirigido la palabra desde que llegó, sé que no iba a correr hacia mí, pero al menos esperaba poder conversar con él. Estrella le explica algo sobre unas armas a Taurus y este está atontado por las palabras de mi hermana.
Lina se une a la conversación de mi padre, ella está impecable con su vestido verde menta, se había quitado el abrigo desde la sala. Tristan está callado, pero atento a la conversación. Mi abuela propone traer el pastel para cortarlo y brindar. Los guardias asienten y van en busca del pastel. Atlas se emociona y le dice algo en su idioma a Tristan y él le responde sonriente en su idioma.
—¿Qué dijo? —le pregunto a Tristan intentando tener una interacción con él. Él me mira serio.
—Dijo que le gusta el pastel de la abuela y que no puede esperar a comerse su parte —responde sereno, él vuelve a observar a mi padre.
Por fin traen el pastel ya cortado y puesto en los platos. También traen más vino para celebrar mi cumpleaños. Atlas quiere comerse su pastel solo, mi madre le pone los cubiertos de forma correcta para que él pueda comer su pastel. Los sirvientes sirven las copas de vino, cuando terminan; nosotros las agarramos y la alzamos en un brindis por mí.
La mezcla entre el pastel de manzana y el vino de frutos rojos es exquisita. Todos alaban los dotes culinarios de mi abuela y mi madre. Solo Taurus, Estrella y mi padre persiguen el siguiente trozo de pastel. La velada transcurre tranquila hasta que el clima empieza a empeorar y el frío ya se vuelve insoportable. Me despido de todos mis invitados dándole un fuerte abrazo, llego con Tristan y él solo me estrecha la mano. Tengo que hablar con él después, es evidente que está irritado o molesto por algo. Todos dejan el castillo excepto Sol.
—¿Por qué no te has ido como el resto? —pregunto confundida.
—No podría dejarte en tu día —él me toma por la cintura y me besa delicado.
—¿Incluso con este clima? —pregunto aún pegada a sus labios.
—No hay nada que me impida no estar cerca de ti —él declara amoroso y ambos nos vamos a mi habitación. Al llegar y encerrarnos, él procede a quitarme las prendas de vestir y de joyería. Quedo desnuda para él y yo le devuelvo el favor al quitarle la ropa. Él tiembla de frío, lo guío hasta la chimenea donde él la enciende con sus poderes; la habitación cobra una nueva iluminación. Él se acerca hacia mí y me carga en sus brazos hasta la cama y me deposita en ella de forma delicada. Él se monta encima de mí y me hace suya de forma amorosa.
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