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Lina: El Reino Marino.

Tristan estuvo la mayor parte del tiempo conmigo en mi baile de cumpleaños. Él se fue después que proclamaran el segundo día de celebración, el rey Robert tenía sus ojos puestos en nosotros y Tristan no quería ocasionar algún inconveniente que me perjudicara. Él fue un gran acompañamiento en mi cumpleaños. Desde que descubrieron que mis emociones están conectadas con el clima, casi se me ha prohibido sentir algo que no sea felicidad y tranquilidad; sentir ira o tristeza las tenía prohibidas siempre y cuando estuviera cerca de cualquier civilización. Me desmoroné con Tristan porque no sabía con quién otra persona podía hacerlo sin que disminuyeran mis sentimientos. Tristan es la única persona que me puedo permitir ser vulnerable, él no me juzga y me hace sentir segura.

 Tristan ha vivido desde su adolescencia con las habladurías de su entorno, en cierto punto ha podido manejar como reaccionar a esos comentarios hirientes. El tipo de comentario que cuestiona tu personalidad y te hace dudar de ti misma. Pensé que haciendo lo que todos me decían haría que todos me quisieran, que al momento de ser yo misma comprenderían y me aceptarían; pero estaba equivocada. Al no cumplir con sus mandamientos me he vuelto la villana de sus fantasías. Ellos me hacen sentir mal con mis propios deseos y cuestionan mis capacidades como si en algún momento les he demostrado lo contrario.

 Ordené que acortaran la celebración a solo dos días. No quiero lidiar con hipócritas y doble caras ni un segundo más. Mi consejero estaba confundido con mi decisión, pero la acató al pie de la letra. Mi familia por parte materna se sorprendió al conocer a mi hija, ellos estaban consternados y con un claro rechazo al hecho que haya concebido un hijo fuera del matrimonio. Algo tipo, como lo que no hizo la madre, lo hizo la hija. Se limitaron a decirme que tenía una hija bonita y ya. Mi padre en todo el baile no quiso conocer a su nieta por mucha insistencia que pusimos mis hermanos, mi madre y yo. Él estaba firme con su decisión, no quiero que me ayude a sacar a mi hija adelante, solo quiero que me apoye emocionalmente. Ya tengo a medio reino en mi contra, no quiero que mi familia esté entre ellos.

 El baile terminó justo como lo ordené y algunos estaban consternados, ya que se suponía que se celebraría por cinco días. Este baile me enseñó quien es quien, en mi corte, quien puedo confiar y a quien lo quiero lo más lejos posible de mi vida.

 Voy a bañarme y a cambiar para estar unos días con mi hija. Tristan me la dejó debido a un viaje que tiene que emprender a otro planeta para crear alianzas de cualquier tipo. Él no le mencionó el viaje al rey, ya que Tristan quiere crear una buena alianza con varios planetas para crecer en poder a comparación al rey. Lo aplaudo, ya que eso significa un crecimiento económico y político para él y lo mejor es que, no tendrá como única aliada a la reina Olena Dumont; no confío en esa mujer en lo más mínimo, incluida su corte y la del rey Robert y él. No tengo prejuicios hacia las sombras, pero sus gobernantes son unos hijos de perras.

 Cuando solo estoy con mi camisón y mi bata, me voy a la habitación de Seraphine a verla. Me quedo con ella mientras que está despierta, la cargo y le muestro la habitación. Ella mira todo con mucha atención y le digo para que sirve cada cosa. Después empieza a llorar y Salma me dice que tiene hambre, Salma me ayuda a sentarme para que yo la pueda amamantar. Tuve que hacer malabares para poderme quitar el camisón, pero lo logro y puedo darle de comer a mi hijita. Seraphine estira su manita hacia mi otro pecho y empieza a jugar con él, la miro extrañada, pero Salma me dice que es normal en ella. Seraphine se empieza a dormir y Salma me dice que la tengo que acostar. Le hago caso y la devuelvo a su cuna.

—Yo me hago cargo desde aquí, su majestad —dice Salma amable, asiento y le doy un beso de despedida a mi pequeña. Es increíble la esencia pura que te puede transmitir un bebé. Seraphine es tan pequeña y dulce, que no me imagino como algo tan inocente puede causar tanta discordia.

 Ella me inspira un sentimiento de protección, un sentimiento que pienso materializar. La voy a proteger de lo que sea y de quien sea.

 Paso el segundo mes de la vida de Seraphine entre cuidarla el mayor tiempo posible. El señor Morgan me apoya por el mes completo con mis labores monárquicas. Estar en largas reuniones atendiendo todos los problemas habidos y por haber de los múltiples océanos que gobierno. Pongo mi interés en la recolección de impuestos de los reinos faltantes en ponerse al día, y por lo general siempre son los reinos sombríos los atrasados. Siempre ponen cualquier excusa para pagar, y ya llevan cinco años atrasados y solo pagan los intereses que ellos les conviene. Ya se le ha puesto restricciones marítimas para poder comercializar con los demás reinos oscuros, también agreguémosle su falta de interés en resolver los incontables casos de piratería; dijeron que los culpables eran los espectros de Olena Dumont, pero ella ya ha pagado sus impuestos para poder comercializar así sea con sus vecinos. El problema es el rey Robert, no quiero tomar una decisión conflictiva, no porque sea el futuro reino de Tristan, sino que las sombras son unas bestias en el campo de batalla y no quiero empezar una guerra. También he visto por parte de Tristan lo despiadadas que son y cómo se pueden infiltrar en cualquier sitio sin que nadie las note.

 Mis consejeros y yo acordamos seguir presionando y en dado caso, planear adquirir parte de su territorio como forma de pago. Quisiera que ese territorio pasara a mis hijos, pero no puedo ofrecer esa opción aún sin tener un esposo y preferible que sea Tristan. Seguimos acordando otros asuntos con los reinos de la superficie para poder trazar una ruta de viajes por los reinos submarinos.

 Recibí una carta de Tristan diciendo que todavía sigue ocupado en el planeta, que por favor me quede con Seraphine otro mes más. Eso me dificulta bastante debido a que no estaré en la superficie por unos dos meses, le había prometido a Tristan que estaría con Seraphine por un mes. Pienso atormentada el resto de la tarde, llevarme a Seraphine es ponerla en riesgo por múltiples motivos. Dejarla en el castillo con Salma parece la opción más segura, pero estaría faltando a los deseos de Tristan.

 Voy a la habitación de Seraphine a concretar con Salma su estadía y los cuidados de mi hija por los próximos dos meses. Ella asiente y me dice que no hay problema alguno en que se quede al cargo de mi hija. No quiero decirle a mi madre o al señor Cosmo que me cuiden a Seraphine porque ya han hecho demasiado en apoyarme con mi embarazo. Sería grandioso que la señora Aryana la cuidara, pero no estará por aquí hasta el mes diez del calendario y solo faltan menos de cinco meses para que ella regrese del infierno.

 Al día siguiente me despido de mi pequeña hija y me subo a mi barco a navegar y a supervisar que todo esté bien en mi reino. Ella llora en el puerto y solo la veo a lo lejos, me parte el corazón dejarla, pero todavía es muy pequeña para emprender este tipo de viajes conmigo.

 Al llegar al primer estado de mi basto reino, me zambullo en las profundidades junto a mis guardias y mi consejo. Cada miembro forma parte de cada estado del océano. Visitar a cada estado, a cada reino y miembro del consejo, como los mismos locales se requiere bastante tiempo. En cada reino que visito, me encanta nadar con las criaturas marinas, sobre todo con las ballenas. Termino de visitar el primer estado de veinte. En serio no creo que llegue con Seraphine los dos meses que me dije. Pasa el primer mes de mis visitas de estado, y he visitado unos siete estados. He estado viajando por debajo del océano con mis concejales y las criaturas del océano que viajan en nuestra caravana, se bajan de ella cuando ya llegan a su destino. Los reinos acuáticos no son como los de la superficie, no tiene construcciones multitudinarias y estrambóticas, aprovechan la superficie marina. Algunos si construyen, pero no de la forma convencional y también piensan mucho en la conservación del lecho marino. Salgo a la superficie de vez en cuando para sentir la luz en mi rostro. Y vuelvo al océano a seguir con mis labores monárquicas.

 Mi viaje por los reinos acuáticos del reino central termina a los tres meses de mi partida, me extendí un mes más por problemas con unos reinos pescadores. Regreso a mi castillo con las piernas debilitadas, no siento mis piernas y tal vez no las sienta por unos días. Me llevan cargando hasta mis aposentos.

—¿Dónde está la señorita Salma? Tráiganla y a mi hija —ordeno cuando me dejan en la cama.

—Sí, su majestad —asiente un guardia y sale de la habitación mientras que mis damas me ayudan a cambiarme de ropa. Me visten con un camisón y con una bata gruesa de color verde olivo, les ordeno que me pasen mi manta que me regaló Tristan.

—La guardé en el cajón de allí —señalo al tocador, Estela abre un cajón y la saca. Ella se acerca y me la entrega—. Gracias.

 Mónica me sube el camisón y me empieza a masajear las piernas, empiezo a sentir un hormigueo desagradable, ella se detiene un tiempo y sigue con los masajes. Salma entra con mi hija y no puedo creer lo grande que está.

—Entrégamela —digo desesperada, estiro mis brazos y Salma intenta entregarme a mi hija, pero Seraphine no quiere—. Mi niña, soy yo. Tu mamá —le digo confundida.

—No la recuerda mi señora, pero con el tiempo lo hará —dice Salma arrodillándose y pone a Seraphine en la orilla de la cama. su cabello está más largo y grueso, sigue manteniendo su blancura. Sus ojos más abiertos y grises, su piel está un poco bronceada—. El señor Tristan quiere hablar con usted, él vino el mes pasado por la niña. Pero no se la pudo llevar porque no tenía su autorización para sacarla del castillo.

 Palidezco, rogaba que Tristan se tardara todo el tiempo que quisiera visitando el planeta de Ashira. Ya estoy escuchando el sermón que me lanzará y con toda razón.

—Por favor que alguien le avise al señor Godness que ya estoy aquí —le digo a una de mis damas y Estela sale a cumplir mi demanda—. ¿Estaba molesto cuando vino?

—Un poco, pero se enojó más cuando no pudo sacar a la niña de aquí —Salma se encoje de hombros—. ¿Puedo poner a la bebé en la cama a su lado para que la conozca?

 Asiento enérgica, ella carga a mi preciosa hija y rodean la cama juntas. Mónica sigue masajeándome las piernas, ya siento sus manos, pero me duele mover los dedos de mis pies. Salma acerca a Seraphine hacia a mí y ella empieza a gatear, pero cuando intento tocarla, ella me mira feo. Seraphine toma la manta que me regaló su papá y se la mete en la boca.

—No, hija. Eso no se mete en la boca —le digo intentando quitarle la manta, pero empieza a llorar—. Esa manta me la regaló tu papá, te la puedo prestar, pero no va a la boca.

—Voy a buscar su manta y algunos juguetes para que puedan jugar —dice Salma levantándose de la cama. Seraphine tira la manta en la cama y la vuelve a agarrar, pero de distintos ángulos.

 Me acerco un poco hacia a ella y me vuelve a mirar mal.

—Soy tu madre y me disculpo por haber estado tanto tiempo lejos de ti —le confieso honesta, sé que es una bebé. Pero de igual forma le quiero hablar con la verdad. Ella me mira fijo—. Tuve que visitar a los estados que conforman mi reino. Había criaturas fantásticas, como ballenas, peces de todos los colores que te puedes imaginar. También había muchos corales —Seraphine se acerca hacia a mí y se apoya en mis adoloridas piernas, intento morderme la lengua para no apartarla—. No estuve sola en mis visitas ¿y tú qué hiciste?

—Extrañarte —contesta Tristan en el umbral de la habitación, su rostro está bastante molesto.

—¡Hola, Seraphine mira quien está aquí! —le digo emocionada a la niña. Ella empieza a saltar encima de mis piernas y yo me muerdo los labios. Tristan se acerca rápido y carga la niña entre sus brazos, Seraphine no llora, todo lo contrario. Empieza a reírse—. Me alegra que se ría —digo acomodándome en la cama.

—¿Qué tienes? —pregunta Tristan mirando mis piernas desnudas y algo enrojecidas.

—He estado nadando por tres meses con mi cola de sirena y cada vez que me vuelven mis piernas, es un dolor que me tumba en la cama por unos días —digo respirando profundo—. Sé que me ausenté y tienes todo el derecho en reclamarme. Lo comprendo y duele que Seraphine no me reconozca.

—En principio si estoy enfadado contigo —dice rodeando la cama para sentarse y dejar a Seraphine gatear libremente—. Pero creo que insultarte y reclamarte no borrarán estos tres meses —él le entrega la manta a Seraphine—. Pero hay que arreglar nuestros horarios, porque tampoco quiero que la niña esté tanto tiempo sin la presencia de ambos.

—Tienes razón —digo intentado acercarme a Seraphine que está acostada boca arriba con la manta en la boca—. Yo no tengo más viajes hasta el mes que viene y serán visitas a reinos de la superficie.

—Yo no tengo visitas de la magnitud del planeta que visité —dice rascándose la cabeza—. ¿Estarás muy ocupada el mes que viene?

—Sí, en esencia mis labores monárquicas consisten en viajar por todos lados hasta afianzarme entre mi gente —Mónica empieza a doblar mis piernas y me sale un grito ahogado—. Más lento por favor, mujer.

 Ella asiente y las va doblando poco a poco.

—Lo decía porque el mes que viene es mi cumpleaños y esperaba que pudieras venir —comenta lamentado. Lo miro estupefacta y maldigo por el dolor y por haberme olvidado el cumpleaños de Tristan.

—Cierto —miro al techo mordiéndome el labio, Mónica dobla ahora la pierna izquierda—. ¿Qué día exactamente cae tu cumpleaños?

—¿No te sabes mi fecha de cumpleaños? —pregunta ofendido—. Te voy a dar la oportunidad a que respondas correctamente. Cumplo entre los mediados del mes.

—¿El quince del mes ocho? —pregunto aterrada.

—Cerca —se acuesta con Seraphine en su pecho—. Sigue intentándolo.

—¿Catorce? —lo miro jugar con Seraphine y mi manta.

—Cerca, sigue pensando mientras que juego con mi hija —él le toma las manos y empieza a simular que él es un caballo y ella su jinete.

—Mmmm ya, cumples el doce —digo emocionada, Mónica termina de masajear mis piernas y se retira.

—¿Viste mi niña? Tu madre por fin adivinó mi cumpleaños —Tristan la mira chistoso y ella se ríe.

—No falta mucho, apenas es veintitrés del siete —le digo acercándome hacia a ellos. Seraphine vuelve a gruñir.

—Se pone celosa cuando se me acercan —dice Tristan chocando su cabeza con la mía—. Yo solo soy tuyo mi bebé hermosa, solo tuyo.

 Le doy un beso a Tristan y ella empieza a agitarse, se tumba al pecho de Tristan y me da un manotazo en el rostro.

—A mamá no se le pega —Tristan la regaña y ella empieza a llorar. Él se levanta y comienza a tranquilizarla—. Sabes que no debes pegarle a la gente, eso está mal.

 Tristan se vuelve a acostar después de un rato y Seraphine se me acerca con cautela. Ella me empieza a tocar y ponerme su boca por todo mi rostro. Este es el precio que tengo que pagar para que mi hija me conozca y estoy feliz de pagarlo.

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