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Lina: Ansiedad Y Una Hija.

Tristan se quedó en la habitación de Seraphine junto con Cedric para que yo fuera a arreglarme para el baile de mi cumpleaños. Mis damas terminan de arreglarme el cabello, lo habían trenzado y lo fueron rodeando por mi cabeza hasta formar una coronilla. Terminan con una tiara de esmeraldas. Me quedo con el collar y los aretes que Tristan me regaló. Aunque mi regalo favorito es la manta que me bordó. Él es tan detallista y delicado en sus atenciones que contrasta con la mayoría de hombres que conozco. Un hombre promedio te regala lo más extravagante y carente de significado, que ves ese regalo más como un activo a largo plazo, que un regalo de verdad.

 Me acerco al balcón de mi habitación y observo el jardín adornado con farolas y flores exóticas. Al finalizar el jardín se encuentra el amplio océano lleno de barcos y sus tripulantes bajando de ellos para llegar al palacio. Me mantengo en este lugar y no uso el castillo submarino debido a su difícil accesibilidad por parte de los invitados de la superficie. Aquí recibo a casi cualquier personalidad política del universo.

 Me alejo del balcón y salgo de la habitación escoltada por mis dos damas y mis guardias. Me voy a la habitación de mi hija. La escogí lo más cercana a la mía y la decoré a mi gusto. Me gustó el trabajo que hizo Tristan con la habitación de Seraphine; sencilla, pero con clase. Yo le compré más ropa y una nueva cuna. No me gusta que Seraphine use la cuna de otro bebé, sé que fue la cuna de Luna. Los padres de Tristan se la dieron para ayudarlo. Le compré a Seraphine juguetes y llené un estante de libros para leerle y con el tiempo que ella los lea. Tristan y yo debemos organizarnos para dividirnos a nuestra hija. Yo pasaré poco tiempo en la casa de Tristan y no me puedo ausentar tanto tiempo de mi reino. Lo hice por prueba y resultó fatal, el trabajo se me acumuló de forma exponencial.

 Dudo mucho que él venga a vivir conmigo. Primero no lo permitiría el rey Robert por las obligaciones que le asignó a Tristan con el planeta; segundo, no lo aceptaría Tristan por lo primero; tercero, no lo permitiría mi consejo. Solo con el simple hecho que la señora Laila haya reconocido a mi hija como legitima, eso desencadenó la desaprobación de mi consejo. Haber roto mi compromiso con el señor Greco, no les gustó nada a ellos y a su familia. Tengo tanto en contra que no sé cómo llevarlo todo de nuevo a buenos términos. Todo estaba tranquilo cuando tenían potestad sobre mí, ahora yo tomo las decisiones de mi vida y eso no le gustará a un buen número de personas. Llego a la habitación de Seraphine y me encuentro a Tristan cargando a nuestra hija que no para de llorar.

—Estoy intentando que se duerma —susurra con su mano en la espalda de Seraphine. Tristan se sienta en una mecedora y le sigue dando palmaditas, ella va calmándose hasta que se queda dormida en su hombro—. No le gusta los sonidos fuertes.

 Él se levanta y la acuesta en la cuna. Él se quita la manta que tenía en el hombro para evitar que Seraphine le babeara la ropa.

—Creo que es mejor hablar afuera —susurro acercándome a la cuna de Seraphine, ella se encuentra tranquila. Sus manitas están cerradas, me resisto a la tentación de agarrárselas.

 Tristan me toma de la mano y los dos salimos de la habitación. Cedric nos sigue en silencio y firme.

—Estás hermosa —dice Tristan observando mi vestido dorado, con la falda amplia, mangas abombadas y cuello cuadrado.

—Gracias —sonrío feliz. Lo guío hasta una sala donde espero a que llegue mi familia para poder salir todos juntos al gran salón. Le indico a Tristan que se siente en los muebles y él obedece.

—¿Y exactamente qué se hace en este tipo de eventos? —pregunta un poco tenso.

—¿A qué te refieres? —lo miro confundida.

—¿Qué haremos en el baile o qué haré? —él pregunta mirándose las manos—. ¿Estaré todo el tiempo a tu lado, estaré sentado la mayor parte o me quedo en una esquina?

—¿Desde cuándo no has ido a un baile? —le pregunto asustada. ¿Qué clase de preguntas son esas?

—Tenía como unos doce u once años, creo —responde apenado—. Sucedió lo de Luna y mi padre canceló los bailes y si los celebraba, yo no era invitado. Cuando estuve con la señora Laila solo asistí a uno y fue la coronación de Sol. Pero a más ninguno, ya que ella me mantenía entrenando. Y con el rey Robert asistí a uno y no fue por mucho tiempo. El más reciente fue la coronación de Luna —responde recordando las pocas interacciones sociales que ha tenido—. No me pidas que baile, porque no soy bueno bailando.

—Sí, eso sí lo sé —respondo incomoda—. Bueno, eh... te quedarás conmigo la mayor parte. Hablarás con algunos invitados, no todos. No digas mucha información de nosotros y de la niña, solo lo puntual. Y de bailar, solo cosas sencillas, vals y eso.

—Creo que puedo bailar un vals, no es tan difícil —dice rascándose la cabeza. Me levanto y extiendo mi mano—. ¿Qué sucede?

—Quiero ver como bailas —lo animo a levantarse, él lo hace con nerviosismo—. Cedric ¿sabes marcar los tiempos de un vals?

—Eh... sí, claro —dice alerta—. Avíseme cuando quiera.

 Tristan coloca su mano derecha en mi espalda, y la izquierda se la sostengo con mi mano derecha, mientras que mi mano izquierda está en su hombro. Le doy la señal a Cedric y este empieza a contar los tiempos del baile. Tristan y yo empezamos a movernos por la habitación, al principio le cuesta coordinar los pasos, hasta que por fin lo logra.

—Lo estás haciendo bien —lo animo, él sonríe y seguimos bailando hasta que se abren las puertas y entran mis hermanos y Luna.

—Por lo que veo, ya empezaron el baile sin nosotros —comenta Taurus con las manos en la espalda.

 Me aparto de Tristan y voy a abrazarlo, Taurus me abraza cargándome. Su fuerza la controla de una forma que puede ser gentil al cargarte, pero que puede destrozar un cráneo solo con sus dedos.

—Estoy feliz que hayan venido —digo ya en el suelo. Sol se acerca y me da un abrazo.

—¿Y dónde está mi adorada sobrina? —pregunta Taurus con los brazos cruzados—. Tengo casi un barco lleno de regalos para ella.

—Yo soy la cumpleañera —digo cruzada de brazos.

—Ahhhhh, cierto —él se acaricia el mentón—. A ti te traje una pulsera.

 Lo miro mal y él pone su brazo en mi hombro.

—Mentira —él dice cariñoso—. Te traje un collar.

—Estás muy chistoso —le doy un golpe en su pecho.

—Seraphine está dormida —comenta Tristan parado al lado del mueble—. Si la quieres ver, tiene que ser en silencio y no tocándola. Se despierta si lo haces.

—La envidio —dice Taurus con una mueca—. Solo dormir, comer y cagar. Debí haber aprovechado mi niñez.

—Todos debimos aprovecharla —Sol le da la razón a Taurus.

 Mis hermanos y Luna insisten en ver a Seraphine. Tristan cede y los escolta a los tres a la habitación de mi hija, acompañado de Cedric. Me quedo sola en la sala, tengo una sonrisa en el rostro porque a un ritmo lento mi familia va queriendo a mi hija; solo falta que mi padre de su bendición. Tristan y mi padre tuvieron una conversación que desconozco su contenido, Tristan tomó una postura de recelo hacia mi padre; su humor cambia cada vez que lo menciono. Él no ha querido decirme nada, ya que él considera que mi relación con mi padre ya está delicada como para agregarle más tensión.

 Las puertas de vuelven a abrir y entra mis padres acompañados con mis abuelos y tíos maternos. Mis abuelos paternos también están con ellos. Me levanto y los saludo a todos con entusiasmo. Mi abuela Alicia me abraza con entusiasmo.

—Muchas felicidades, mi niña —ella exclama entusiasmada. Mis tíos Alonzo, Marco y Samuel, me felicitan

 Estamos en una especie de fiesta de abrazos y conversaciones. Mis tíos junto con mis abuelos se retiran a la fiesta a esperarme. Se quedan mis padres y mi abuelo Kenan y mi abuela Eva.

—¿Dónde están tus hermanos? —pregunta mi padre—. Vi que su barco ya había llegado

—Están con Trisan y Luna visitando a mi hija —respondo nerviosa. Él se pone tenso y no dice nada más.

—¿Cómo está la niña? —pregunta mi abuelo Kenan.

—Bien, está un poco más grande desde que nació —le digo con la espalda recta—. Se quedará conmigo por un mes.

—¿Cómo así? —pregunta mi abuela Eva confundida.

—Él estará ocupado visitando un planeta vecino por trabajo y me pidió que la cuidara mientras que él está ocupado —respondo intentando contener mis nervios—. Cuando termine, él se la llevará a su planeta para que yo pueda viajar.

—¿Mantendrán la distancia entre ustedes? —pregunta mi madre intrigada.

—Él tiene sus responsabilidades con su planeta y yo con mi reino —respondo más tranquila—. Nos compartiremos la custodia y la tarea de criar a Seraphine. Y nos veremos cuando estemos menos ocupados.

—Pero no debería ser así —replica mi abuela—. ¿Siguen juntos ustedes dos?

—¡Sí, claro! Solo que tenemos fuertes responsabilidades que nos alejan un poco. Pero no hay nada de que preocuparse —respondo con una débil sonrisa.

—¿Y estarán mandando a Seraphine en portal en portal? —comenta preocupada mi madre—. Lo mejor es que se quede en un solo sitio hasta que sea más seguro para la niña. Si ya está aquí contigo, déjala aquí y que sea Tristan que la visite.

—Pero yo no tengo el tiempo para atenderla como lo haría Tristan —comento preocupada. La puedo cuidar un mes, pero no sé los demás.

—Es por el bien de Seraphine. Tienes que sacar tiempo para atenderla —sentencia mi madre.

 En ese momento entran Tristan con mis hermanos y Luna. Mis hermanos saludan a mis padres y Luna a mis abuelos. Tristan saluda cordial a mis padres y a nuestros abuelos, él se pone detrás de mí y se queda en silencio hasta que entra la señora Laila con su hija Tabitha con su esposa y mi tío Cosmo. También llegan la señora Liora y su familia. La sala se llena de ruido y abrazos, me levanto a saludar a mis familiares.

 Ya con todos reunidos, procedemos a salir para el banquete en mi honor. Tristan está con su padre y Luna, lo presentaré en el momento adecuado; y con eso solo falta hablar con tres personas para decirles que él es mi novio, para que todo el salón se entere de nuestra relación. Como estamos en dominios centrales, primero salen mis abuelos, luego la señora Liora escoltada con los dioses de la luz y mis hermanos. Por último, salen la señora Laila con su hija y mi tío, detrás de ellos salen la señora Vania y Luna con Tristan.

 Respiro profundo y salgo yo, bajo los escalones del salón. Las miradas están puestas en mí, el lugar está abarrotado de gente de todos los lugares del universo, de todas las naturalezas y aspectos. Al final de los escalones, mi padre toma mi mano y los dos inauguramos el inicio de la celebración. Él sonríe y me abraza, si necesito ese abrazo, mi ansiedad está en aumento y no sé cómo frenarla. Bailamos en la pista hasta que viene mi abuelo Kenan a bailar conmigo, él me mira apaciguador.

—Todo va a estar bien, no te reocupes —susurra para que solo yo pueda escucharlo.

 Necesitaba escuchar eso y él lo sabe. Él lo sabe todo.   

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