Laila: Cartas Emocionales.
—Así que te quedarás aquí —digo conteniendo mi felicidad.
—Sí, la universidad del reino es una de las mejores y no tiene mucho que envidiarle a las de la ciudad Escarlata —Demian juega con una bola de materia—. Además, ¿por qué iría a otro sitio a aprender las artes oscuras si mi madre es la mismísima diosa de la oscuridad?
—Me alagas hijo, comprendo tus razones y las acepto —respondo afable—. Me pondré en contacto con el decano de la universidad para que te acepte y así podrás empezar tus estudios en ciencias políticas. Te quiero preparado para tus funciones como duque de Ghosttown.
—Supongo que allí si no podré decidir —comenta cínico.
—Ya lo hemos hablado, tienes tus privilegios intactos, pero a cambio quiero tu obediencia y servicio hacia a mí —replico firme.
—Por eso dicen que hacer tratos con los dioses es un chiste cruel —desaparece la bola.
—Los dioses damos, pero también quitamos. Es un equilibrio que mantiene el universo estable —respondo recostándome en mi silla.
—O también es una forma de decirles a las personas que resuelvan sus propios problemas porque si se meten ustedes será peor —exclama ácido mientras que sus ojos me miran retadores.
—Cuidado, eres mi hijo, pero eso no quita que te pueda hacer sufrir para que te acuerdes cual es tu lugar —lo miro de la misma forma y él se recompone—. Bien, ahora que estamos de acuerdo en varios puntos. Ya te puedes retirar, tu abuela vendrá a presentarme a la nueva valquiria.
—¿Esa no es la niña que recogió en ese pueblo destrozado por las sombras de Tristan? —pregunta intrigado.
—Sí, y ni una sola palabra de eso ¿entendiste? —lo amenazo molesta y él levanta las manos en señal de rendición.
—Está bien, no tienes que amenazarme —se levanta de la silla—. Iré a buscar a Xavier para que se quede este fin de semana —él viene hacia mí y me da un beso en la mejilla y sale justo cuando entra mi madre con la sacerdotisa que escogió para ser una valquiria. Me levanto de mi escritorio y voy al encuentro de mi madre.
—Hija mía, acabo de ver a Demian, Callum se fue con él —comenta mi madre apartándose de mí y presentándome a su aprendiz—. Ella es Catrina Weston. Ella ha probado ser alguien sobresaliente en todas las pruebas que la orden ha solicitado.
Le toco la frente a la mujer y esta cae al suelo inconsciente. Mi madre me ayuda a acostarla en el mueble. Le examino la mente y veo todos sus recuerdos, incluido la vez que las sombras destrozaron su aldea. Menos mal que ella no vio a ninguno de mi familia allí, solo a la señora Amira cuando llegó con las sacerdotisas y las valquirias.
—No niego su poder, pero aún necesita fortalecerse para tomar las riendas cósmicas —digo saliendo de su mente—. ¿Cómo le va a Callum con sus labores?
—Él se ha sabido desempeñar en sus deberes y sus poderes son excepcionales —ella comenta con una leve sonrisa, su hijo posee el poder de la telequinesis de su madre. Igual que Demian.
—Bien, ya te puedes llevar a la chica —digo volviendo a mi escritorio y mi madre la despierta y le avisa que todo salió bien. La chica se va desorientada de mi oficina.
—¿Y mi hijo? —pregunta tomando el asiento donde estaba Demian.
—En el inframundo —respondo seria. Seth me visita de vez en cuando es por Demian, sus labores lo han mantenido ocupado. Ya me he acostumbrado a tener a un esposo ausente—. ¿Y cómo te va con Edward?
—Él es un encanto y un padre maravilloso con Callum —exclama feliz—. Es gratificante poder encontrar a alguien que te ame y te respete.
—No tienes un buen historial de citas —comento apenada.
—Lo sé, y Edward me ha demostrado que no tengo que bajar mis estándares para encontrar el amor.
Conversamos un rato más y ella se va con la sacerdotisa a su planeta, el único planeta que no está en el reino del Oeste. El planeta de las valquirias se encuentra en todo el medio de los reinos oscuros. Callum se queda conmigo y tengo ahora a tres adolescentes en el castillo haciendo cuanto desastre se les cruce por la mente, de los tres, a Xavier es el que más confío. Ese chico es alguien educado, respetuoso y, sobre todo, alguien honesto que solo quiere la amistad sincera de Demian, a pesar de las actitudes altaneras de mi hijo. Me encargo de organizar algunos pendientes y me voy a supervisar a ese trío.
Recorro mi palacio hasta que por fin doy con ellos en la biblioteca. Los tres están examinando un cuadro que pintó Xavier.
—¿Cómo están? —pregunto cautelosa.
—¡Muy bien su majestad! —exclama Xavier con una sonrisa en su angelical rostro—. Ya está listo su cuadro.
Él me hace señas para que me acerque al cuadro que pintó para su clase de arte. Me paro delante del cuadro y me quedo estupefacta del resultado de la pintura. En serio que ese chico tiene talento.
—Debo decir que de todos los cuadros que me han hecho, este se asemeja de una forma increíble a mi persona —examino con detalle cada sección de la pintura, incluso Ikal está ahí. Me encuentro de pie con mis manos en mi vientre, mientras que Ikal está en mi hombro. El detalle de mi rostro es tan asombroso que pareciera que estuviera delante de un espejo. El cabello suelto, pero arreglado, el vestido de color violeta con un fondo café.
—Sé que es la diosa de la oscuridad, pero también quería que se viera a la mujer que es. Hay muchos cuadros que resaltan sus dones y su grandeza, yo solo quería que lo único que resaltara fuese usted. Usando otro color que no fuese el negro —comenta mientras que señala el cuadro—. También quería agregarle que el cuadro fue uno de los mejores de la clase.
—Es que sería una estupidez si no lo fuera —comenta Demian pasmado por el trabajo de su amigo.
—Estoy sin palabras, no sé cómo decirte lo mucho que me encanta —digo asombrada—. Definitivamente este cuadro estará en el comedor.
—Perfecto —él dice animado, dos soldados se llevan el cuadro y les ordeno donde lo deben poner—. ¿Hoy iremos al teatro?
—¿Vas a empezar? —cuestiona mi hijo cansado.
—Yo sí quiero ir —levanta la mano Callum—. No tenemos nada mejor que hacer.
—No me apoyes tanto hombre —Demian lo mira con desagrado.
—Yo también quiero ir —apoyo la moción de Xavier.
—Creo que no tienes opción amigo —Xavier pasa su brazo por el hombro de mi hijo—. Apóyame como yo te apoyo.
Demian lo mira resignado y Xavier lo abraza.
—Tampoco te excedas —mi hijo se suelta de su amigo y los tres se empiezan a planear la forma para que la hija de los Nieves acepte ser novia de Xavier. Escuchar sus planes de chicos jóvenes me recuerda que mi adolescencia no fue agradable. Los dejo en la biblioteca y me voy a terminar con mis asuntos.
Me fui por una media hora y ya tengo una montaña de trabajo. Cartas de todos los reyes oscuros, contando sus problemas, cartas de mis comandantes contando sus avances como también retrocesos. Cartas de altas sacerdotisas contándome las plegarias que mis seguidores me mandan. Leer sus descargas emocionales es a veces desgarrador, ver cómo las personas pueden ser tan desgraciadas con otros, hasta con la misma familia.
—¿Se puede? —pregunta Demian asomándose por la puerta de mi oficina.
—Adelante —digo dejando las cartas a un lado—. ¿Ya decidieron cómo abordar a la chica Nieves?
—Algo parecido —él camina hasta mi escritorio y se sienta en la silla delante de mí—. Esas cartas nunca desaparecen, siempre vienen más y más.
—Ni que lo digas —me recuesto cansada en mi silla.
—¿Quieres que te ayude? —pregunta tomando una carta, pero no la abre—. Así tengo una excusa para evitar tanto romanticismo.
—A veces es bueno esas dosis de amor, aprovecha esos problemas románticos porque cuando crezcas esto —recojo todas las cartas y las hago llover en la mesa— serán tus problemas.
—Que tétrico —dice mientras que abre la carta y empieza a leer la carta—. Esto es fuerte.
Él empieza a leerme las cartas y dar sus opiniones sobre los temas que trata. Él lee varias hasta quedarse agobiado, y solo son cartas de mis seguidores contándome sus problemas.
—¿Qué le dirías a Felicia Gómez? —pregunta sobre la mujer que sufre de maltrato por su pareja.
—Que lo deje, que empaque todo de valor como dinero o joyas y que se vaya lo más lejos de él —respondo, él escribe la respuesta y sella la carta, él se levanta y la deposita en el saco que enviarán a los templos.
—Debo preguntar, por lo que he escuchado —él se regresa a su silla—. Mi padre era un desgraciado cuando tú eras joven ¿por qué te quedaste, pero le dices a otras que se vayan?
—Porque ellas no están destinadas a estar con esos tipos y yo si —digo mientras que les escribo a mis comandantes.
—No entiendo —dice abriendo otra carta—. Te maltrataba física y verbalmente y te quedaste. Te casaste con él ¿justificas lo que él te hizo?
—No justifico las acciones de tu padre hacia a mí en esos años —digo dejando de escribir la carta—. Tu padre y yo fuimos destinados a estar juntos mucho antes que yo naciera. Eso no quita los malos años que pase con tu padre, pero no tenía opción. Si quería llegar a donde estoy actualmente, tenía que pasar por tu padre quisiera o no.
—¿Por qué tenías que pasar por mi padre? ¿por qué era cruel contigo? —me interroga serio.
—Tu padre pagaba sus frustraciones conmigo, tu padre había conquistado gran parte del reino oscuro para que luego viniera Kenan y le dijera que ese reino era mío —respondo con un nudo en la garganta—. Tu padre pasó esos años desquitándose conmigo y yo no tenía opción que soportarlo —él me mira rabioso—. Tu padre cambió con bastante trabajo y largos años en controlar sus impulsos. Le costó confiar en mí y yo en él. Ambos aprendimos a trabajar el uno con el otro porque o me mataba él o me mataban los hombres de tu padre —me paso la mano por la frente—. Sé que yo me quedé con alguien abusivo, cambió, pero eso no justifica sus acciones. Y si alguien me dice que pasa por lo mismo o parecido, créeme que le diré que se vaya. Porque una relación no debe ser un campo de batalla y mucho menos estar en un lugar que no se te valora.
—¿Cambiarías lo que sucedió? —pregunta aún desconfiado.
—No, porque gracias a esas lecciones que me dio tu padre, he podido mantenerme en la posición en la que estoy —respondo seria—. Tu padre es un hombre que ha cambiado, y me alegra que tú solo conozcas su parte tranquila.
—¿Él te ha vuelto a pegar o maltratar? —pregunta sombrío.
—Tu padre dejó de maltratarme física a los veinte tantos, y verbal cuando cumplí cien años, él ha trabajado en sí mismo y quisiera que no los juzgaras —me levanto y voy con él. Demian me abraza desde la silla—. Tu hermana y tú son mi mayor orgullo —le doy un beso en la frente y él se relaja.
—Ya me voy a arreglar para ir al teatro —él se levanta.
—Cuida a Xavier, tener amigos en esta familia es raro y más raro cuando es una amistad sincera —le digo sosteniéndole la mano.
—Lo haré madre, termina con lo que puedas y te vienes a arreglar —él me besa la mano y se va.
—Es un buen muchacho —dice Ikal desde el librero.
—El mejor de todos.
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