Parte VIII
El Sol estaba poniéndose detrás de las montañas de Jauja y la temperatura empezaba a descender poco a poco. El encuentro con Zorrino había dejado a todos boquiabiertos tras oír esa revelación: El Profesor Tornasol había sido llevado al "Templo del Sol", un sitio que se hallaba apartado de las grandes ciudades modernas de hoy en día, un lugar en el que aún se respiraba y vivía la Era del Gran Imperio Incaico que dominó y expandió su cultura por casi toda América del Sur, incluyendo Argentina y Chile. Reunidos en la "Chulpa", el niño vendedor de naranjas los había conocido y se habían ganado su confianza, además de que sería su guía y que contaban con provisiones, armas de fuego y unas llamas para el largo viaje que harían.
Mientras que llegaba el Crepúsculo, Caster aprovechó para colocarse su poncho sobre sus ropas para mantenerse caliente y evitar el frío que empezaba a ganar más terreno. Souichirou y Tintin había ido a buscar algo de leña para la fogata de esa noche, mientras que los Detectives y el Capitán se quedaban allí, montando guardia en caso de que algún "Agente" enemigo viniera para causarles problemas.
- ¿Cuándo saldremos para ir al "Templo del Sol"?.- Preguntó Souichirou, quien había vuelto con una buena cantidad de leña seca y en perfecto estado, depositándola cerca de donde se armaba la fogata, cosa que tomó a Zorrino por sorpresa.
- Mañana a primera hora de la mañana saldremos con rumbo hacia las montañas. Mire que será un viaje muy largo, Señor Kuzuki.- Respondió el niño, quien se había dado la vuelta y casi pegaba un salto por la aparición repentina de ese hombre. El peli negro alzó una mano en el aire, llevando la calma.
- Descuida. Yo no tengo problemas con levantarme temprano.- Alegó éste, viendo que los Detectives ya habían puesto sus "camas" improvisadas dentro de la "Chulpa". Al igual que Tintin.- Capitán, ¿usted no dormirá aquí dentro?.- Preguntó el nipón con curiosidad.
- ¿Dormir adentro de una tumba?. Ah no, no, para nada, mi estimado amigo. Yo me quedo aquí fuera y montaré guardia. Si pasa algo, les avisaré.- Prometió el peli negro, mientras que iba sacando un poco de tabaco y lo introducía en su pipa. Acto seguido, tomó un fósforo y lo encendió.- Además, estoy bien resguardado del frío. Un "Viejo Lobo de Mar" ya está acostumbrado al clima gélido.- Respondió con tranquilidad y lanzando unos anillos de humo que se perdieron en el aire.
- De acuerdo, si necesita que alguien lo releve para descansar, yo estoy dispuesto a hacerlo.- Le aconsejó.
- No hay de qué preocuparse. Usted duerma bien, lo mismo Caster, necesitarán energías para mañana.- Sostuvo el hombre con sinceridad y cuando llegó la noche, el frío también, llevando a que, durante la cena, hubiera conversación animada, relajada, en donde no faltaron los relatos de Caster sobre sus tiempos en la Antigua Grecia.
Pronto, una vez que los estómagos quedaron satisfechos, los Detectives, Zorrino, Tintin y Milú se fueron a dormir. Haddock tomó asiento en una roca cercana y se quedó vigilando, mientras que fumaba tranquilo, con sus energías renovadas y que pasaría toda la noche despierto. Mientras tanto, Caster se fue a dormir y cuando llegó su marido, ella se acurrucó contra su pecho, dejando que el calor corporal de ambos se fuera expandiendo y evitaran sufrir las consecuencias del frío y de ahí fueron recibidos por Morfeo, quien los sumió en un profundo sueño para ellos.
Sin embargo, cuando uno descansa profundamente, espera no tener que sufrir pesadillas que le traigan pánico y de que no desee volver a dormir. Aún así, Tintin se encontraba teniendo un extraño sueño: En él podía verse las llamas del Sol mismo que caían como lluvia, mientras que el Profesor Tornasol lucía unas llamativas túnicas y elementos decorativos Incas y caminaba hacia un sitio que comenzó a incendiarse. El periodista lo veía y cuando llegaba hasta, lo que parecía ser un podio, unas misteriosas esferas de fuego cayeron sobre él, cubriéndolo de fuego y de ahí quedaba convertido en una de las mismas. Pronto, con los ladridos de Milú, el pelirrojo fue despertado, ya que éste le lamió el rostro.
- ¿Eh? ¿Milú?...Qué...Qué raro. Vaya sueño más raro tuve y...- Se preguntó el joven y cuando notó que alguien hacía falta.- ¿Qué? ¡No puede ser!.- Se levantó del suelo y fue hasta donde dormían los hermanos gemelos y el matrimonio.- ¡Hernández, Fernández, Caster, Souichirou, despierten!.- Pidió y de ahí oyó que alguien estaba pidiendo auxilio pero sus ruegos eran inentendibles, por lo que fue hasta el exterior y justo en donde había visto al Capitán Haddock montar guardia la noche anterior, allí lo encontró atado de pies y manos junto a un pañuelo en su boca para que no gritara.- ¡Capitán, Dios mío! ¡¿Qué le pasó?!.- Preguntó y tras quitarle las ataduras, éste se puso de pie, hallándose de mal humor.
- Me alegra de que me hayas oído, Tintin. Anoche me encontraba vigilando y me estaba dando algo frío, así que, para evitar un resfriado, fui a buscar un poncho para no congelarme y entonces todo quedó en negro. No recuerdo nada más.- Le explicó el hombre.- Luego desperté y vi que ya no estaban las llamas, ni nuestras provisiones.
- ¿Y no tuvo un sueño?.- Preguntó Tintin con seriedad y dudas.
- Un sueño...Espera, sí, ya lo recuerdo. Sí, lo tuve y fue muy raro.- Recordó el peli negro.
- No me extraña nada de todo esto: Nos han drogado. Los únicos que están bien son Caster y Souichirou y los que lo atacaron por la noche también se han llevado a Zorrino.- Relató el periodista.
- ¡¿Qué?! ¡¿Por qué le harían eso a un niño inocente?!. En cuanto los vea a esos desgraciados, les daré su merecido.- Juró Haddock de que tomaría la Justicia en sus manos contra los responsables del secuestro.
- ¿Cómo? ¿Se han llevado a Zorrino?.- Preguntó Caster, quien salió de la "Chulpa" junto a su marido, refregándose los ojos.
- No es broma, amigos. Lo han secuestrado y esto debe de ser obra de aquellos mismos que se han llevado a Tornasol. Tenemos que darles caza.- Les contó Tintin y tras ver que salieron los Detectives, tomaron sus pertenencias y con la ayuda de Milú, quien siguió el rastro de Zorrino, ya que había dejado su gorro Andino en el lugar, como una pista fresca para que le siguieran el rastro, el perro de pelaje blanco fue hasta los senderos de montaña, en donde ladró, llamando la atención de ellos.-
- Parece que lo tiene.- Observó Caster.- ¡Vamos! ¡Resiste, Zorrino!.- Pidió la chica y fueron metiéndose en aquellos caminos, los cuales eran muy peligrosos por tratarse de de las montañas y sus desfiladeros.
Con Milú a la cabeza, el rastro continuaba junto al ascenso, cosa que dejaba agotado al Capitán Haddock, quien se detuvo cerca de una cueva que había allí para tomar un poco de aire.
- ¡Vamos, Capitán, no se detenga!.- Le animó su amigo y éste tomó posición contra unas rocas, en donde vio, más abajo, por otro sendero, allí vio a un grupo de cuatro hombres, quienes se llevaban las llamas, iban armados con carabinas y también estaba Zorrino, atado de manos y arriba del lomo de una de ellas.- Allí están, tenemos que ser precavidos.
Cuando terminó de decir eso, desde la cueva, salió un Oso de la Cordillera, quien puso una de sus zarpas en los hombros de Haddock, quien se dio la vuelta y salió disparado, igual que una bala de cañón, de aquel animal, el cual lo miraba de forma curiosa e inofensiva. El Capitán decidió moverse y alejarse, distraídamente de allí pero no vio que una parte del camino estaba desgastado por el paso del tiempo, por lo que cayó por la pendiente hasta quedar frente a uno de los secuestradores, quien le apuntó con su carabina.
Recuperándose de la caída, oyéndose aún los guijarros y pequeñas piedras que cayeron con él, el hombre que iba al frente, de poncho rojo con bordes negros preparó el arma que llevaba consigo y le apuntó, llevando a que el otro se pusiera de pie.
- ¿Y tus amigos, gringo?.- Preguntó el asaltante a Haddock, quien puso las manos arriba.
- ¿Mi amigo? ¿Qué amigos?. Yo tengo muchos amigos.- Respondió con "sinceridad" y eso comenzó a cansar al jefe de la partida, el cual volvió a apuntar con la carabina.
- El "Amigo de la Culpa", los gemelos y el matrimonio del "País del Sol Naciente".- Le ordenó que respondiera, encañonando cerca de su rostro y apretando contra la nariz.
Para ganar tiempo, Haddock lo distraía, por lo que Tintin fue descendiendo, despacio, callado igual que un gato montés hacia donde se encontraban los secuestradores. Caster y Souichirou se movieron en silencio y los Detectives se les sumaron. Mientras que tomaban dos caminos distintos, un nuevo y pequeño deslizamiento de piedras y guijarros llamaron la atención de otro de los delincuentes.
- ¿Qué será todo esto?.- Quiso saber éste, quien llevaba un poncho color azul y justo sintió que alguien le caía encima, noqueándolo. El ataque había comenzado, los otros que estaban con su Jefe fueron golpeados por Caster, Souichirou y los Detectives, impidiéndoles moverse y justo vieron que Tintin había llegado justo a tiempo.
- Ah y si los busca, allí están.- Le bromeó Haddock y el hombre se quedó helado al ver que los atacantes habían salido victoriosos.
- ¡No puede ser!.- Gritó el jefe de la partida.
- Me temo que lo es. Ahora, manos arriba, tiren sus armas y no hagan un solo movimiento. Vamos a tener una "bonita charla" de ahora en adelante.- Les ordenó el pelirrojo.- Muy bien ataque que llevaron a cabo, amigos.- Les felicitó éste a los otros.
- No hay por qué, Tintin.- Respondió Souichirou, mientras que Caster y el Capitán desataban a Zorrino.
- ¿Te encuentras bien, pequeño? ¿No te lastimaron?.- Preguntó la Hechicera de la Antigua Grecia.
- Descuide, estoy bien, Señorita Medea.- Respondió Zorrino, mientras que se ponía de pie.
- Y aquí trajimos tu gorra.- Agregó Haddock, colocándole aquello sobre su cabeza pero al darse la vuelta, chocó contra una de las llamas y ésta le escupió.
- Jajajajaja, ya lo ve, Capitán, cuando las llamas se enojan, escupen.- Se río el niño de esa comedia que estaba sucediendo.
- Vuelvo a decirlo: Tienen algo en contra mía.- Resaltó el Capitán de cabello negro, mientras que se secaba con un pañuelo el rostro, ganándose una mirada de furia por parte de uno de los animales, por lo que tuvo que alejarse de allí.
- De acuerdo, ya tuvimos suficiente espera. Ahora, hablen, ¿quién los mandó hasta aquí?.- Comenzó el periodista con el interrogatorio, mientras que Zorrino llamaba a Milú para que bajara.
El perrito inició el camino de descenso, sin embargo, en el otro extremo de las montañas, una enorme ave de presa lo estaba observando con sigilo, estudiando cada uno de sus movimientos y fue entonces que, aprovechando su estado de indefenso, desplegó y batió sus alas, volando en picada hacia donde se encontraba el can, siendo atrapado en sus garras y se dirigía hacia su nido.
- ¡No, es un Cóndor, tira, Tintin. Tire, Capitán Haddock!.- Pidió Zorrino, desesperado al saber lo que le podría pasar a Milú.
Ambos dispararon pero el ave era sumamente inteligente, esquivando los balazos y de ahí llegó hasta un nido que tenía, depositando a Milú.
- ¡Iré por él, ustedes vigilen por si vuelve!.- Pidió el joven.
- Ten cuidado, Tintin, puede ser peligroso.- Le aconsejó Caster.- Ten, usa esto.- Le entregó una soga que llevaba consigo.
- Te lo agradezco y descuiden, estaré bien.- Prometió y comenzó a subir despacio.
- ¡Oh no, se escapan!.- Alertó Souichirou, viendo que la partida de delincuentes se fugaban en ese momento de distracción.
- No importa, ya tenemos las llamas de regreso, Señor Kuzuki.- Dijo Zorrino y de ahí pudieron ver que el periodista llegaba hasta el nido.
Después de un ascenso arriesgado y que podía significar, con cada paso que daba, una muerte segura, Tintin logró encontrar a Milú, quien estaba ocupado con unos huesos que había encontrado allí.
- ¡Milú, el muy goloso y yo preocupado por ti!.- Le retó y lo tomó en sus brazos.- Ahora no te sueltes, tenemos que bajar antes de que vuelva el Cóndor.- Pidió pero, en aquel momento, aquella citada ave de presa volvió, cargando contra el periodista y el perro, viendo que ya no podían sostenerse, se aferró a las patas del Cóndor, quien comenzó a volar bajo.
- ¡Tintin!.- Gritaron sus amigos, mientras que Haddock intentaba abatir al ave pero tuvo que desistir al ver que podía herir a su amigo.
- Vaya, no será un paracaídas pero sirve muy bien para el descenso.- Sostuvo el muchacho y cuando estaban sobre el piso, se soltaron y el Cóndor se alejó de allí.
- ¡Eso, vete, pajarraco o te desplumaré!.- Gritó Haddock, agitando la carabina pero tropezó contra el piso y rodó.- Agh. Tintin, ¿estás bien? ¿No te lastimaste? ¿Cómo está Milú?.- Preguntó a ambos.
- Descuide, Capitán, estamos bien, los dos. La soga que Caster nos dio fue de mucha utilidad.- Respondió éste, devolviéndole el citado objeto a la chica.
- Menudo susto nos hemos pegado pero menos mal que no les pasó nada.- Se acercaron Hernández y Fernández.
- Es verdad, pero lo bueno es que ya está, pero ¿cómo seguimos?.- Quiso saber su hermano gemelo.
- Ahora nos toca continuar por las Cumbres de Nieves Eternas. Abríguense bien y eviten hacer ruido, ya que pueden provocar una avalancha.- Contó Zorrino y pusieron rumbo hacia esa dirección.
Lo escucharon atentamente y fue así que, tras unas cuantas horas de marcha, arribaron hasta aquellas montañas heladas, el aire gélido se hacía sentir y tenían que ir con cuidado. El paso se dificultaba por la nieve que les llegaba hasta el tobillo y era lento su desplazamiento. Lo que ellos no sabían, era que los mismos asaltantes que habían drogado a Tintin y Haddock durante la noche, les habían seguido el paso e iban despacio, silenciosos y listos para tenderles una emboscada.
- Desde aquí les puedo dar a ambos.- Dijo uno de los bandidos a su jefe pero éste vio que el terreno no parecía ser confiado.
- Aguarda un poco más y que nadie haga nada tonto.- Pidió éste, mientras que las temperaturas seguían bajando.
Con precisión, el grupo tomó posiciones en uno de los pasos elevados pero el frío había comenzado a afectar a uno de ellos, por lo que llevó a que estornudara y de ahí se le disparara su carabina al aire, desatando una avalancha.
- ¡Imbécil, Joaquín! ¡Retirada!.- Ordenó el Jefe y tuvieron que irse de allí.- ¡Que sea la nieve que los sepulte!.
En medio de la marcha, el ruido de la avalancha que se acercaba a pasos agigantados los tomó por sorpresa. Tintin junto a Zorrino, Milú, Caster y Souichirou se protegieron tras unas rocas, mientras que Hernández y Fernández utilizaron la canoa que se llevaron consigo, logrando subirse en ella.
- ¡De prisa, Capitán, suba!.- Pidió el segundo de los gemelos, tendiendo su mano pero fue tarde. La avalancha arrastró a Haddock debajo de ella y con ello la canoa de los hermanos, los cuales pudieron salvarse de milagro pero su medio de transporte quedó destruido tras impactar con una de las laderas de las montañas.
- ¡¿Todos están bien?!.- Corrió Tintin en su ayuda.
- Nosotros sí pero el Capitán...no lo vemos.- Respondieron ambos gemelos hasta que oyeron a Milú, quien ladraba y desenterró, desde las profundidades de la nieve, a un helado Haddock, cuyo rostro estaba azul por el frío extremo.
- De prisa, hay que darle algo caliente antes de que sufra Hipotermia.- Pidió Souichirou y les dio una petaca con un poco de alcohol.- Es "Pisco" de Jauja, que lo beba despacio, a sorbos.
Tintin le dio la petaca y comenzó a beber a grandes tragos hasta terminarse el contenido de la misma llevando a que recuperara su color natural. Acto seguido, le ayudaron a salir de la nieve.
- ¿Está bien, Capitán?.- Preguntó el periodista a él.
- Descuida, Tintin, no es nada. Pero...parece que hemos perdido a las llamas, se fueron.- Avisó y notó que era verdad aquello.- No es que me lamente pero...en ciertas ocasiones son de mucha utilidad.
- Y lo son, pero, a partir de ahora, todo cambia, Señor Capitán.- Se acercó Zorrino a ellos.
- ¿En qué sentido?.- Quiso saber Caster.
- Ahora que salimos de las montañas, tenemos que atravesar la Selva.- Apuntó hacia allí abajo.
La Selva del Perú era un bastión sumamente importante y que había sido parte de la Civilización Incaica y cuando los Españoles llegaron hasta esas tierras. Allí, el ambiente era tropical y húmedo, un calor sofocante y tórrido les dio la bienvenida junto a la flora y fauna que habitaba por allí. Un jaguar fue subiendo por las ramas de un grueso árbol y se quedó allí, a la espera de que pasara alguna presa distraída, mientras que un par de monos se balanceaban de rama en rama y las aves que volaban por los alrededores.
El grupo había llegado y fueron recibidos por el cambio de clima. Los Detectives se habían sacado los sacos negros, al igual que Souichirou y Caster, mientras que Zorrino continuaba liderando la marcha. Desde las profundidades de las floresta, un indio les estaba observando junto a su colega, justo cuando pasaban por las ruinas de uno de los Templos dedicados al Dios Sol Incaico.
- No sé ustedes, pero tengo la sensación de que nos están observando.- Advirtió Hernández y señaló hacia unos matorrales pero, para sorpresa de ellos, no fue más que un simple tapir de gran tamaño, el cual les chocó y cayeron contra el piso, al igual que Haddock, quien fue a caer sobre un arroyuelo pequeño.
- Wow, se nota que la fauna de aquí es muy salvaje.- Observó Caster con asombro hasta que oyeron un grito de auxilio.-
- ¡TINTIN, CAPITÁN, SEÑOR KUZUKI, SEÑORITA CASTER, AYÚDENME!.- Pidió Zorrino ayuda, ya que fue atrapado por una boa constrictora, ésta se iba cerrando alrededor del chico pero quedó inmovilizado por un Hechizo que la peli lila lanzó y mandó a dormir a la criatura, liberando al mencionado.
- ¿Estás bien? ¿Tienes alguna herida?.- Preguntó Caster a él.
- No, gracias por salvarme, Señorita Medea.- Le agradeció Zorrino.-
- Esto fue una advertencia de que tendremos que ser cuidadosos con cualquier animal o persona que deambule por aquí.- Pidió Tintin, mientras que recuperaban el aliento y continuaban con la marcha.
Desde su escondite, entre los matorrales, los dos indios les estaban observando hasta que desaparecieron.
- Han entrado en "Territorio Sagrado".- Dijo el primero con frialdad.
- Descuida, no saldrán vivos de aquí.- Prometió su compañero y se alejaron de allí para informar a los suyos.
La tarde fue cayendo, pronto sería de noche y habían cubierto un buen tramo en el trayecto que hicieron desde Jauja hasta la Selva. Fue entonces que Tintin pidió que se detuvieran.
- Ya está anocheciendo, descansaremos aquí, en este Claro.- Avisó Zorrino a los presentes.
- Muy bien. ¡Descanso!.- Levantó el periodista la mano y los primeros en sentarse fueron Hernández y Fernández, mientras que Zorrino y el Capitán iban en busca de leña para armar una fogata. Caster invocó un "Hechizo de Protección" para evitar ser detectados por cualquier enemigo y una vez que estuvieron a resguardo, llegó la noche, despejada y templada a algo fresca sobre la Selva, aprovechando la comida que se estaba cocinando en la fogata y escuchando una bella canción que Zorrino estaba recitando en su antigua lengua madre, acompañado por un sikus, fue más que perfecta para ir terminando un viaje, el cual estaba por llegar a su fin.
Mañana iba a ser el día decisivo: Llegarían al "Templo del Sol".
[Tal y como se dijo, solo queda un capítulo más y el Epílogo para dar por cerrada esta aventura. Sí, es triste cuando una historia termina pero ha sido divertido escribirla desde el inicio.
Quiero agradecer a los seguidores y los que han comentado en este fic, en especial a Same_kichi123, BLASTERX0001, gabiColombo765, Arthur_Spector_94 y los demás.
Cuídense, amigos y nos vemos en el siguiente capítulo.
Buen inicio de semana para todos ustedes, Camaradas.].
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