Parte IX
El Sol comenzaba a levantarse por entre las montañas del Perú, sus rayos dorados, los primeros bañaban sus picos y después de una noche un tanto fresca en la Selva, el grupo fue despertándose uno por uno, sabiendo que aquel día era el más importante de todos. Caster fue la primera en abrir los ojos y estirar un poco su cuerpo tras descansar muy bien toda la noche. En un momento dado, la peli lila notó que unas hormigas estaban sobre el rostro del Capitán Haddock, por lo que quiso sacárselas de encima, aunque eso fue tarea para un oso hormiguero que le causó cosquillas al hombre de cabello y barba negra pero que, acto seguido, llevó a que pegara un salto en el aire y que terminara quitándose las hormigas que quedaban de su rostro.
- Jajajaja, una buena forma de despertar, ¿no lo cree, Capitán?.- Preguntó Caster a él, mientras que se lavaba la cara.
- Prefiero mi cama en el "Castillo de Moulinsart" antes que estar en el suelo. Y pensar que todo lo que recorrimos y me hice marino, ya que en la Infantería se caminaba mucho.- Alegó con aquel tono que tenía cuando se despertaba de golpe.
- Bueno, mire el lado amable: Hoy rescataremos al Profesor Tornasol.- Dio a conocer ella esa novedad.
- Tienes razón. Es verdad. Ohh, viejo amigo Silvestre, resiste, que dentro de poco estaremos todos en "Moulinsart" celebrando por tu regreso.- Auguró Haddock, mientras que sentía esas energías que le recorría su cuerpo y alma.
- Es verdad.- Oyeron a Zorrino, quien iba hacia ellos.- No estamos que a pocos kilómetros del "Templo del Sol", por lo que tenemos que ir ahora en nuestra marcha.
- Coincido.- Apareció Kuzuki, quien llevaba su saco puesto.- No perdamos más el tiempo y sigamos.
- Admiro el espíritu de nuestros amigos de Japón.- Miró Tintin al matrimonio, quienes fueron a despertar a Hernández y Fernández, los cuales dormían profundamente.- ¿No lo cree así, Capitán?.- Preguntó a éste, quien asintió con la cabeza.
- No lo puedo negar y pensar que los conocimos justo cuando el Señor Charlet venía para el "Castillo de Moulinsart" para ponerse a resguardo de los que estaban tirándoles con esas "Bolas de Cristal".- Señaló el Capitán y tras tomar su carabina, pusieron rumbo hacia el "Templo del Sol".
Avanzando con cuidado por la Selva, el grupo llegó, hacia media mañana, a las orillas de un río, en donde se encontraron con una canoa que los indios empleaban para pescar y dirigirse a otros campamentos. Subieron a la citada y de ahí empezaron a remar por las tranquilas aguas hasta que los cocodrilos que descansaban en las orillas, atraídos por el ruido y el movimiento de la embarcación, se zambulleron para atacarlos.
- Miren, amigos, tenemos problemas. Prepárense.- Pidió Tintin, quien tomaba su carabina y con Haddock disparaban contra los cocodrilos que iban hacia ellos. No había otra opción más que esa, algunos llegaban hasta los bordes de la canoa y se preparaban para hundir sus dientes con el fin de darles vuelta campana y caer. Hernández y Fernández también ayudaban, alejando a los otros con sus bastones.
- Por cada uno que cae, otros los reemplazan. A este paso se quedarán sin municiones.- Advirtió Souichirou.
Lo que el peli negro había dicho era cierto. Aún así, en medio de la batalla, lograron alcanzar la otra orilla y fueron bajando, evitando no disparar más contra los cocodrilos, ya que muchos habían sido abatidos y se hundieron en las profundidades del Río. Ya en tierra firme y subiendo por una colina, lograron alcanzar una zona con cascadas, en donde tendrían que atravesarla para llegar a su objetivo.
- Bueno, ¿quién va primero?.- Preguntó Caster, mientras que Zorrino iba lanzando una cuerda hasta el otro extremo. Ésta se aferró a una roca y así pudieron enderezarla bien para evitar cualquier problema que les causara.
- Yo iré y así demostraré que la cuerda es segura para que no hayan dudas.- Dio Zorrino el primer paso y comenzó a deslizarse por la misma, con cuidado, moviéndose con sus manos y no mirando abajo ante el miedo que causaba la altura. Pronto, el niño logró llegar hasta el otro lado de la formación, teniendo la cascada detrás suyo.-
- ¡Lo logró!.- Exclamó la peli lila con emoción.- Yo también lo haré.- Dijo la muchacha y comenzó a cruzarla con cuidado hasta que consiguió su objetivo.- ¡Souichirou, te toca a ti!.
Asintiendo con la cabeza, el hombre de cabello negro guardó sus lentes en uno de sus bolsillos y comenzó con el cruce. Sus manos se aferraban a la soga, el cuerpo le pesaba, sentía que el corazón le latía a más no poder se mantenía enfocado en su objetivo. No podía caer y además de que sus amigos lo estaban viendo, así que cerró los ojos y cuando llegó al final, puso los pies en la tierra.
El siguiente fue el Capitán Haddock, pero éste tuvo problemas ya que su gorra de plato casi se caía al vacío, por lo que tuvo que usar sus piernas para aferrarse a la cuerda.
- ¡Déjela, Capitán, no vale la pena!.- Le animó Tintin de que no muriera por aquel objeto.
- ¡Tonterías, esta gorra es parte de mí!.- Respondió el "Viejo Lobo de Mar", quien la recuperaba y tras ese susto por el que pasaron, logró llegar con los demás.- ¡Muy bien, Tintin, es tu turno!.-
El periodista puso a Milú en una pequeña canastilla que llevaba consigo, aferrándose a su espalda y de ahí inició el cruce. Sin embargo, desde la orilla izquierda, la soga había comenzado a sufrir daños por el movimiento que tuvo desde el comienzo y aquellas rocas eran las responsables de lo que ocurría. En un momento dado, justo cuando se encontraba a pocos metros de llegar a su destino, la misma se partió y tanto Tintin como Milú cayeron a los rápidos que habían más abajo, todo visto por sus amigos, quienes no pudieron hacer nada al respecto.
- ¡Madre de Dios! ¡Tintin, Tintin, ¿puedes oírme?! ¡Tintin!.- Gritaba Haddock por su amigo pero no había respuesta alguna.- ¡No...Me niego en creerlo, él nada igual que un delfín, no puede ser verdad!.- Exclamó pero nade se pudo hacer.
- ¡Capitán, ¿y ahora qué haremos?!.- Preguntó Hernández, quien se encontraba con su hermano en la otra orilla.
- ¡N...Nada, no podemos hacer nada!.- Respondió y de ahí se sentó en unas rocas, llevando sus manos al rostro, mientras que intentaba contener las lágrimas.
Zorrino cayó de rodillas al piso, mientras que Caster lloraba en silencio y abrazada a su marido. Ninguno de los que estaban allí podían creerse esa noticia. Tintin no podía haber muerto. Era imposible, Haddock y los otros lo conocían muy bien, era todo un nadador pero ahora...era como si su Mundo se hubiera venido abajo. Las lágrimas bajaban por los ojos del pequeño indio, quien cayó de rodillas ante Haddock y le tomó de las manos.
- No...No puede ser verdad, Señor Capitán...Tintin no ha muerto...- Se negó en creerse aquello pero el "Viejo Lobo de Mar" tuvo que reconocer la verdad.
- Lamento decirlo, Zorrino, pero ya no lo volveremos a ver más a Tintin.- Respondió, mientras que pasaba su mano por los cabellos de éste.
En medio del luto por lo ocurrido, de golpe, desde la cascada oyeron una voz que se dirigía hacia ellos.
- ¡Hola, amigos, por aquí!.- Decía alguien muy familiar.
- Esa voz...¡pero si es Tintin!.- Se alegró Haddock de oírlo.- ¡¿Dónde estás, chico?! ¡Dime!.
- ¡Viva, lo sabía!.- Festejó Zorrino, quien le tomó de las manos a Caster y Souichirou, celebrando por saber que el periodista se hallaba con vida. Haddock seguía el rastro de la voz y de ahí vio que Milú salía desde la cascada.
- ¡Vengan, amigos, es por aquí!.- Les animó Tintin y de ahí fueron atravesando la pared de agua.
- No puedo creerlo, es como si fuera una pantalla.- Quedó Haddock sorprendido y fue con Zorrino, Caster y Souichirou, en donde siguieron a Milú y de ahí, en aquella cueva, hallaron al periodista sano y salvo.
El niño le dio un abrazo, Haddock hizo lo mismo.
- Me alegra saber de que estás bien, amigo. ¿Te lastimaste o algo?.- Inquirió Souichirou.
- No, por suerte no me pasó nada. Pude salvarme gracias a que esto era un simple engaño y vean, hay un camino que conduce hacia arriba. Si podemos llegar hasta él, tal vez sea una pista que nos conduzca al "Templo del Sol". Por cierto, ¿y los Detectives?.- Les mostró el joven y de ahí preguntó por los otros.
- Dijeron que van hallar otro modo de alcanzarnos.- Respondió Haddock.
Subieron por aquel camino y de ahí pudieron alcanzar un "Callejón sin Salida", en el cual no parecía haber forma alguna de entrar, sin embargo, una misteriosa loza que cubría la pared llamaba su atención, así que la empezaron a empujar y comenzó a moverse, poco a poco hasta que ésta se desplomó contra el suelo y de ahí terminaron en el otro lado.
Una persona se llevaría un susto enorme si alguien entrara en su casa y viera que no tiene buenas intenciones el que lleva a cabo la acción. Tintin y sus amigos habían caído en el interior de un misterioso lugar. Allí, en donde se encontraba un Trono rodeado por un hombre con ricas ropas Incaicas de color dorado, justo cuando estaba por recibir un disco en sus manos, se volteó y dio la voz de alarma.
- ¡Sacrilegio! ¡Sacrilegio! ¡Guardias, apresen a esos Bárbaros!.- Ordenó el Sacerdote, mientras que un grupo de los mencionados integrantes iban marchando hacia ellos. Caster, ante el peligro, activó los puños de su marido, quien se lanzó contra ellos, igual que una ola que se rompe contra los acantilados durante el Invierno, tumbó al primero de los Guardias, quien cayó inconsciente contra el piso.
- ¡Eso, muy bien, Souichirou! ¡Vengan para acá, los exterminaré a todos ustedes, cucarachas, ladrones, secuestradores!.- Bramaba el Capitán Haddock, el cual no tuvo tiempo para disparar, al igual que Tintin, llevando a que se defendiera con su arma descarga, arrojando hacia atrás a los oponentes. El pelirrojo le propinó varios golpes a dos Soldados pero Zorrino había sido retenido por los otros miembros de la "Guardia Imperial".
- ¡Dejen a ese niño en paz!.- Gritó Caster y les lanzó un hechizo que los dejó dormidos pero más Soldados siguieron llegando, armados con sus lanzas y espadas. Uno casi golpeaba a Tintin con su garrote pero Haddock le dio su merecido.
- ¡A ellos, Milú!.- Gritó el pelirrojo, llevando a que el perro de pelaje blanco mordiera a uno de ellos por la túnica y desgarrando parte de la misma.
Souichirou no paraba de repartir golpes con sus puños, todo aquel que lo intentara terminaba inconsciente, abatido pero al ver que el círculo se iba cerrando sobre su esposa y sus amigos, éste corrió en su auxilio.
- ¡Kuzuki, llévate a Caster de aquí, salgan!.- Les pidió Tintin, viendo que la batalla estaba perdida.
- ¡Me niego a dejarlos!.- Exclamó la peli lila.
- ¡Es verdad, Tintin, no podrán con todos ellos!.- Intentó el peli negro en convencerlo pero fue en vano. La "Guardia Imperial" les cerró el camino y no tuvieron más opción que retirarse de allí.-
- ¡Buena suerte, amigos! ¡Encuentren a Hernández y Fernández, pronto!.- Les encomendó el pelirrojo y tuvieron que abrirse camino entre golpes y Hechizos.
- ¡Atrapen a esos dos de ahí, no los dejen escapar!.- Ordenó uno de los Comandantes de la "Guardia Imperial" pero el "Sacerdote del Sol" le detuvo.-
- Ya iremos tras ellos. No irán muy lejos pero en cuanto a estos Bárbaros que les acompañaban.- Apuntó hacia Tintin, Haddock, Milú y Zorrino, siendo el segundo en terminar de darle un golpe a los últimos Guardias, quienes quedaron inconscientes.- Por haber cometido un ultraje como éste, serán juzgados por el "Gran Inca".- Ordenó a los Guardias que los llevaran hacia las celdas.
Una vez allí, fueron arrojados hacia una de las mismas y encerrados. Parecía una locura lo que acababan de ver y presenciar, era como si hubieran retrocedido en el Tiempo y ahora estaban separados de los otros. Milú caminaba con paso afligido, triste, mientras que Zorrino le animaba a seguir, que todo saldría bien, por lo que acarició su cabeza.
- No llores, Milú, ya verás que saldremos de esta.- Prometió el niño, mientras que le daba ánimos.
- Si, eso espero.- Pidió Haddock y miró por los barrotes, los cuales daban hacia el Vacío.- Pero no por la ventana.- Solo espero que Kuzuki y Medea hallaban salido de aquí cuanto antes.- Fue el ruego que hizo y de ahí notaron que las puertas se estaban abriendo.
Un Soldado de la "Guardia Imperial Inca", quien llevaba una lanza y un escudo fue quien abrió la puerta.
- Vengan conmigo. El "Gran Inca" les está esperando.- Pidió con tono serio y le siguieron el paso. Una vez fuera, todo era cuestión de cómo podrían convencer a esa persona para que no les pasara nada.
- El "Gran Inca". El "Gran Inca", pues pienso decirle a unas cuantas palabras a ese impostor.- Refunfuñó Haddock por lo bajo.
Por otra parte, en las afueras de la Ciudad Imperial Inca, habiendo aprovechado todo el tumulto causado por ellos, Caster y Souichirou se encontraban fuera y recuperaban el aliento tras haberse escondido detrás de unos callejones.
- ¿Los viste? ¡Eran Incas, creí que habían desaparecido por la Conquista de Francisco Pizarro!.- Exclamó la chica a su marido, quien se sentó en el suelo para analizar la situación.
- Esto es grave, tendremos que hacer algo para salvarlos. Ellos nos dieron la bienvenida a su grupo y sería de desgraciados no hacerlo.- Alegó él, mirando a su esposa a los ojos.
- Pero...¿qué podemos hacer?.- Quiso saber ella, llevando sus manos a los bolsillos.-
- Hagamos lo que hagamos, será para salvar a nuestros amigos. No me importa cómo, lo haremos.- Prometió Kuzuki, tomándola de las manos y abrazándola con fuerza.-
- ¿Aún si nos pasa algo?.- Inquirió ella, aceptando el desafío.
- Incluso eso y si tuviéramos que atravesar una guerra, lo haría por ti y los nuestros.- Respondió el peli negro, dándole ese apoyo y de ahí tocaba su rostro.- Descuida, ya sacaremos algún truco para salvarlos de esa gente. Tengamos confianza.- Pidió y de ahí se quedaron a la espera de que llegara la noche y así poder idear un plan de rescate.
Atravesando un pasillo que conducía por unas escaleras hacia una serie de puertas, las cuales estaban custodiadas por los miembros de la "Guardia Imperial", frente a ellos se encontraba el Trono del Emperador Inca, quien yacía acompañado por su pueblo, el Ejército, sus Consejeros y su familia, entre ellos la Princesa Imperial que yacía a su lado, sentada en otro Trono. Una vez que se detuvieron, éste les comenzó a interrogar.
- Extranjeros, han profanado el "Templo del Sol", ¿por qué?.- Quiso saber con seriedad aquel Líder.
- Para rescatar a nuestro amigo Tornasol, "Señor Emplumado".- Respondió Haddock, siendo cómico en eso.
- ¡Capitán, por favor!.- Le detuvo Tintin, cosa que no fue oído por el otro hombre.
- ¡¿Su amigo Tornasol?! ¡Él ha osado ponerse el "Brazalete Sagrado de Rascar Capac" y merece ser castigado por ello!.- Exclamó con furia el Emperador.- Serán juzgados con él y empezaremos por ese miserable indio traidor a su Patria y pueblo que los ha conducido hasta aquí. ¡Que lo degüellen en el "Altar"!.- Ordenó pero cuando le iban a poner las manos encima a Zorrino, Tintin, Milú y Haddock lo protegieron.
- ¡Ni lo intenten, tendrán que matarnos a nosotros tres también!.- Advirtió el Capitán.
- Sí, Extranjero pero no seremos nosotros quienes lo hagan, sino el Poderoso Sol, quien con sus Rayos encenderán el Fuego de la Hoguera.- Respondió el "Gran Inca", cosa que despertó el miedo en su hija, quien se levantó y arrodilló ante él.
- ¡No, padre, por favor, piedad, piedad para ellos y Zorrino!.- Le pidió ella, rogándole y con las manos juntas.
- La "Ley del Sol" es implacable, hija mía. Tú sabes muy bien eso.- Dijo éste, cosa que era imposible convencerlo.
- Te lo ruego, solo perdónalos, por mí. Ellos no han querido hacer eso.- Insistió pero fue en vano.
- Lo siento, hija, la decisión está tomada pero ellos pueden escoger la hora y el día en el que subirán a la hoguera.- Sentenció y de ahí fueron sacados del "Tribunal" y llevados hacia el Palacio Imperial.
Allí fueron alojados en una habitación, mientras que Zorrino fue conducido a los calabozos.
- Escuchen, el "Gran Inca" nos ha dicho que no les falte nada. Volveré dentro de un rato para escuchar su decisión.- Dijo el "Sacerdote del Sol", mientras que cerraba la puerta.
- Pues estamos frescos en esto, solo que esperemos que Caster, Souichirou y los Detectives hayan podido salir de aquí y traer ayuda.- Apuntó el Capitán Haddock, quien buscaba sus fósforos para encender su pipa pero encontró un periódico que Milú agarró y llevó a que se le cayera contra el piso, quebrándose, por lo que Tintin le aconsejó de que usara una de las hojas del diario. Para su sorpresa, cuando le pidió a su perro que soltara el resto, éste encontró una gran noticia que podía serles de utilidad, por lo que celebró a más no poder.-
- Pero, ¿qué ocurre, Tintin? ¿Te volviste loco?.- Quiso saber el peli negro.
- Descuide, Capitán, lo que puedo decirle es que estaremos bien. Espere, aquí vienen.- Le respondió su amigo y de ahí se abrió la puerta.
- Bien, extranjeros, queremos oír su decisión: ¿Ya la han tomado?.- Preguntó el "Sacerdote del Sol" ante ellos.
- Aquí la tiene: Subiremos a la Hoguera en 24 horas, a las 11 de la mañana.- Respondió Tintin, cruzado de brazos y con determinación.
- Muy bien.- Concluyó aquel hombre de gran poder religioso y cerró la puerta.
- Pero ¿por qué les haz dicho eso?. Nos condenarás.- Intentó Haddock en saber la verdad pero Tintin le prometió que todo se resolvería dentro de ese plazo, que no tendría que preocuparse por nada.
- Confíe en mí, Capitán. Todo va a salir bien.- Le prometió el periodista.-
- Esperar todas esas horas es como esperar a un siglo.- Alegó Haddock, mientras que se sentaba en una de las camas y se quedaba reflexionando sobre lo que podía ser el último día de sus vidas en la Tierra.
Sin embargo, desde las Cascada, Hernández y Fernández comenzaron a dirigirse por un paso de montañas para reencontrarse con sus amigos, mientras que Caster y Souichirou, escabulléndose por la Ciudad Imperial Inca se preparaban para llevar a cabo el plan que los sacaría a todos ellos de allí.
Solo necesitaban tiempo y estar preparados para la "Gran Función".
[Bueno, amigos, se viene el Epílogo y de ahí se termina esta historia. ¿Lograrán Souichirou y Caster salvar a Tintin, Haddock, Milú, Zorrino y Tornasol de las garras del Emperador?. Eso lo veremos en el último capítulo.
Cuídense, Camaradas y mando saludos y agradecimientos para Arthur_Spector_94, gabiColombo765, Same_kichi123, BLASTERX0001 y los demás seguidores.
Nos vemos en el Epílogo.].
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