Tintin se hallaba bajando las escaleras del Hospital en el que se encontraban ingresados los siete miembros de la "Expedición Sanders-Hardmuth". En aquella "Sala de Urgencias" había sido testigo del mal que los atormentaba a aquellos hombres de Ciencia. Tal y como sus palabras habían salido de sus labios hasta el médico a cargo de los internados, era como si se tratara de un "Encantamiento", Magia, pero ¿qué podía ser la causa? ¿Quién los estaba hechizando de esa manera?. Ahora que había recibido la noticia de que la Policía había dado con el paradero del helicóptero que usaron los dos secuestradores para llevarse al Profesor Tornasol desde Moulinsart, el joven periodista estaba llegando a la planta baja y así salir para dirigirse a las calles.
En la entrada se hallaba un aluvión de miembros de la prensa que esperaban unas palabras por parte del pelirrojo. Éste tuvo que abrirse camino, en medio de esa "marea" de cámaras, micrófonos y demás instrumentos que empleaban esas personas.
- ¿Qué nos puede decir al respecto del secuestro del Profesor Tornasol, Señor Tintin? ¿Hay novedades?.- Se le acercó una periodista de cabello rubio, quien quería tomar nota de sus palabras.
- ¿Nos puede dar alguna información sobre el estado de los miembros de la "Expedición"?.- Se lanzó un segundo, como si de un ave rapaz se tratara, queriendo obtener la mejor información para su columna informativa y aquello seguía sin parar. Parecía una inundación que crecía con las lluvias que caían, sin embargo, el joven alzó sus manos al aire y el clamor se detuvo.
- Me temo que eso es asunto confidencial, Damas y Caballeros. Por favor, respeten a las familias de los internados que se encuentran aquí. Ya habrán noticias, pero, por ahora, dejen que haya calma.- Pidió el muchacho y tras conseguir una brecha, seguido por otros que no podían esperar ni un segundo más, tomó su moto y puso rumbo hacia Saint Nazaire, en donde el Capitán Haddock y el matrimonio se estaban dirigiendo.
Arrancó y el clamor del motor tomó a los miembros de la prensa por sorpresa. Algunos intentaron hablarle y conseguir alguna respuesta más pero fue en vano. Tintin aceleró y se fue de allí, dejando una fina capa de humo y polvo en las calles hasta desaparecer en la lontananza.
Había pasado un rato desde que dejaron atrás el "Castillo de Moulinsart". Dentro del coche del Capitán Haddock viajaban el citado, Milú, Souichirou y Caster. La peli lila había cerrado los ojos un rato, mientras que se hallaba acurrucada contra el pecho de su marido. Éste, a pesar de ser un hombre frío, estoico y sin emociones, solo tenía sus ojos y su vida con ella. Fue entonces que la acercó un poco más, para que no tuviera inconvenientes o se golpeara contra el asiento. Todo eso fue visto por el peli negro desde el espejo retrovisor.
- Eres un buen hombre, Souichirou. Un Caballero y me quito el sombrero ante ti.- Le felicitó Haddock.- Se nota que la amas un montón.
- Ella es mi Mundo.- Respondió el nipón, quien acariciaba los cabellos de la griega.- A pesar de mi gélida personalidad, Caster es la única persona que me ha hecho y sentir el calor y la luz en medio de la oscuridad.- Señaló y esas palabras tan tiernas llevaron a que las mejillas de la mencionada se volvieran carmesí.- Si algún desgraciado le pone las manos encima, juro que no tendré piedad en destruirlos.- Prometió y aquello sonó muy filoso.
- Nadie quiere que le pase algo a las personas que amamos. Lo mismo digo con Tornasol: Juro que les daremos su merecido a esos mercenarios que se lo llevaron. No importa cómo, lo conseguiremos.- Auguró Haddock y fue entonces que vieron un cartel que indicaba la proximidad a Saint Nazaire.- Excelente, ya estamos cerca.
Unos minutos después entraron en la Ciudad Portuaria. Allí parecía ser una "Plaza de Armas", ya que habían puestos de control de la Policía, instalados en la entrada, salida y otros puntos de vital importancia. Las patrullas recorrían las calles, haciendo sonar las sirenas, algunos de sus agentes se hallaban interrogando a los habitantes y trabajadores del Puerto por si habían visto u oído algo sobre Tornasol pero casi nadie aportaba algo. La División Motorizada también se sumaba a la búsqueda y los helicópteros no paraban de dar vueltas en el aire.
- Parece como si se viniera una guerra.- Advirtió Souichirou, asombrado, de ver semejante despliegue por las calles de Saint Nazaire.-
- Sí, pienso lo mismo y espero que Tintin haya llegado hasta aquí.- Se unió Haddock.
- ¡Capitán, mire!.- Señaló el peli negro de lentes hacia un muchacho que les estaba esperando en una esquina del Centro de la Ciudad.
- ¡Tintin!.- Se alegó el peli negro y detuvo el coche.
- Me alegra de verlos, amigos. Veo que ustedes, Señor Souichirou y Señorita Caster, han querido sumarse a la búsqueda.- Señaló el pelirrojo, justo cuando la griega peli lila se levantaba después de haberse dormido.
- ¿Qué pasó? ¿En dónde estamos?.- Preguntó, refregándose los ojos y quitándose los restos del sueño de encima.
- Hemos llegado a Saint Nazaire, Señorita Medea. Aquí es donde encontraron el helicóptero, así que los ojos bien abiertos.- Le informó Tintin a ella, mientras que se bajaban del coche y eran recibidos por el aire marítimo del lugar, un aroma entremezclado con la comida y la sal del Mar del Norte, el viento fresco acariciaba el rostro de la chica, quien se dejó llevar por los recuerdos del Pasado, cuando contempló la llegada de Jasón y los Argonautas.
Una mano se apoyó sobre sus hombros y la tomó por sorpresa. Souichirou la miró y ella asintió con la cabeza.
- ¡Amigos, por aquí!.- Les llamó el Capitán Haddock, moviendo su mano derecha en el aire.
- Parece ser que hallaron algo.- Dijo Souichirou y comenzaron a correr hacia donde estaban sus amigos.- No sé por qué, pero siento que aquí hay algo mucho más grande, pero no sé qué es.
- Descuida, lo averiguaremos. Esa gente no puede escaparse, el Puerto tiene que estar cerrado ante cualquier intento de evasión. Sería de estúpidos no cumplir con una operación así, ni siquiera en las "Guerras Médicas" se cometió algo así.- Teorizó su esposa, viendo los edificios y negocios que rodeaban al Puerto de Saint Nazaire.
En uno de los Muelles, en medio de las labores cotidianas, un hombre de aspecto regordete, semi-calvo, vestido con una camisa blanca, corbata roja, pantalones negros como los pocos cabellos que le quedaban y zapatos del mismo color, se hallaba sentado sobre unas cajas que acababan de ser descargadas de uno de los barcos. Otro de los navíos estaba frente a él, mientras que leía el periódico de aquel día sobre las últimas novedades del "Caso Tornasol".
- Va...Va...Va...Vaya desastre...qué terrible...es...est...est...está...la...ge...ge...gente.- Tartamudeaba el sujeto cuando, de repente, desde uno de los "Ojos de Buey" que tenía un camarote, vio un rostro conocido, con los ojos cerrados y que era recostado en una cama, por lo que sus ojos se abrieron como platos y las palabras le quedaron colgando de los labios.- ¡Per...Pero...sí...sí...es...! ¡Auxilio...P...Po...P...Po...Policía! ¡Policía!.- Comenzó a gritar con todas sus fuerzas, corriendo y moviendo los brazos frenéticamente, sujetando el periódico con la izquierda, justo cuando llegaban al lugar los Detectives Hernández y Fernández, mientras que atrás de ellos estaban varios Agentes de la citada Fuerza de Seguridad con sus patrullas vigilando la zona.- ¡P...P...Po...Po...Pol...Policía, auxilio...es...es...es...im...importante...importante!.- Decía entre balbuceos mezclados con ese problema que le afectaba el habla.
- Sí, sí, somos nosotros, ¿qué pasa?.- Quiso saber Hernández, acercándose al hombre.
- ¡Allí...A...A...A...Allí...el...bar...bar...bar...!.- Exclamaba y señalaba hacia el Norte.
- Muy bien dicho, ahora a un lado, que está bloqueando una investigación policial.- Le ordenó Fernández, haciendo a un lado al semi-calvo con su bastón.
- Pe...Pe...Pe...Per...Pero...es...es...que...que...- Insistía en vano.
- ¡Si sigue así, lo enviaremos a un lugar donde da el Sol!.- Le advirtió Hernández, pensando que podía ser una jugarreta de los secuestradores.-
- ¿Qué pasa aquí?. Hernández y Fernández.- Oyeron la voz de Tintin, quien llegaba con los demás y veían ese "espectáculo".
- Les...Les estoy...queriendo...decir...que soy...te...testigo...el Profe...Profesor...Profesor Tornasol...se...se...va...en el "Pacha"..."Pa..."Pacha".- Continuaba insistiendo, por lo que resultaba imposible comprender el mensaje.
- Espere: Si no puedo hablarlo normalmente, cántelo.- Le propuso el periodista.
- M...Muy...Muy bien.- Aceptó el hombre y se aclaró la voz, justo cuando una plataforma en donde estaba parado se elevaba, por efecto de una grúa del Puerto.- "¡El Profesor Tornasol se va rumbo en el "Pachacamac", que se va por allí!".- Cantó a pleno pulmón, igual que un "Tenor de Italia", apuntando hacia el Mar, rumbo hacia el Este, viéndose la silueta del navío que hacía sonar su sirena y el humo que emanaba desde las chimeneas.
Fueron hasta el Muelle y de ahí pudieron que habían llegado tarde.
- Deberíamos dar el alerta a la "Prefectura Naval".- Sugirió Souichirou.
- Me temo que ya es tarde: Cuando hayan salido de aquí, estarán en "aguas internacionales", ¡mil rayos!.- Maldijo Haddock aquel infortunio, golpeando el aire con uno de sus puños.
- Hmmmm.- Quedó Caster pensativa.- Señor Tintin, ¿no le suena raro ese nombre?.- Preguntó la chica y eso despertó la curiosidad en el periodista.
- Es cierto: "Pachacamac"...¡es un nombre Inca!.- Dio a conocer el significado de aquello que tenían ante sus puertas.
- "¡Se...Se ha...Se ha ido...hacia El Callao!".- Oyeron la voz del semi-calvo, quien estaba en esa plataforma levantada por la grúa, dándoles la meta de aquella embarcación, mientras que continuaba con su canto de "Tenor".
- ¡Excelente!.- Exclamó la peli lila.
- ¡Muy bien, amigos, al Aeropuerto!.- Pidió Tintin.
- ¿Y Hernández y Fernández?.- Preguntó Haddock, buscándolos con la mirada, hallándose ambos pescando en el Mar, sacando un sombrero empapado que cayó sobre la cabeza de uno de los gemelos.
- ¡Allí! ¡Nos vemos en Perú, amigos!.- Les habló el pelirrojo, mientras que ponían hacia el Aeropuerto.- ¡Muchas gracias, Señor!.
- De...De...De...De...De nada.- Agradeció aquellas palabras del periodista, despidiéndose de ellos y deseándoles buena suerte.
Mientras que iban dejando los Muelles, Caster estaba pensativa con respecto a la unión de aquellas palabras: "Pachacamac", Rascar Cápac, todo coincidía con la antigua Civilización e Imperio Inca pero ¿por qué?. La chica, quien había vivido desde la Edad Antigua, en Grecia, donde ilustres personajes, míticos como reales surcaron esas regiones, ahora se repetía pero en el Presente.
- Señorita Caster.- Le llamó Tintin a ella, quien se detuvo.- Usted dijo haber encontrado un "sendero de Magia" que provenía del brazalete de Rascar Cápac, el mismo que portaba el Profesor Tornasol.-
- Sí, es verdad.- Recordó y comenzó a alzar la mirada.- No era algo extraño. Ese brazalete tenía una Magia muy antigua, incluso que superaba a la mía. Los que se lo llevaron al Profesor Tornasol deben de estar ligados a ello. Ahora que todas las pruebas se están uniendo, igual que las piezas de un rompecabezas, solo nos queda dar con su destino final. Que los Dioses nos apoyen en este momento.-
- No se preocupe, tanto usted como su marido son de gran ayuda. Y ahora que vamos para el Perú, allí lograremos detener a los responsables, rescatar al Profesor y volver a Moulinsart.- Auguró Tintin, sin embargo, la griega veía que no sería una tarea sencilla.
Su marido le tomó de las manos, ella sintió su calor y asintió con la cabeza.
- Muy bien, entonces hagámoslo.- Aceptó y de ahí pusieron rumbo al Aeropuerto, en donde tomaron un vuelo con rumbo a dicho país de América del Sur.
Les llevó un par de horas con llegar al Aeropuerto de Bruselas-National, en donde pudieron conseguir un vuelo con destino a Perú. Durante la travesía, Caster se hallaba pensativa y se giró hacia donde se encontraban Tintin, Milú y Haddock para hablarles.
- ¿Saben?. Lo he estado pensando y todo lo que hemos visto en el Puerto de Saint Nazaire empieza a unirse, como las piezas de un rompecabezas.- Comenzó a lanzar sus palabras fuera de los labios. El movimiento con las que efectuaba aquellas articulaciones la hacía ver muy bella, además del brillo en sus ojos, siendo oída por su marido.- El rastro de Magia que provenía del brazalete que tenía su amigo consigo, el secuestro, el letargo sobre los exploradores que abrieron la "Tumba de Rascar Cápac" y demás, me da la señal de que aún no hemos visto la parte más complicada de esta travesía.
- Puede ser que esté en lo correcto, Señorita Caster.- Le respaldó Tintin.- Ya nos hemos enfrentado a diversos villanos que quisieron destruirnos.
- Sí, es verdad, recuerdo a ese canalla del Dr. Müeller, quien comandaba esa red de falsificadores de divisas. Casi nos mataba en su mansión cuando comenzó a incendiarse, de no haber sido por los Bomberos de Inglaterra que nos salvaron ese día, no habríamos podido seguirle el rastro a ese bandido.- Recordó Haddock con seriedad.
- Debió de haber sido un tipo muy cruel y peligroso.- Indagó Souichirou.
- Y sí que lo era: Dirigía, como fachada, un hospital psiquiátrico para que les lavaran la cabeza a los testigos que hubieran visto sus operaciones de falsificación. Pudimos detenerlo en Escocia y enviarlo a prisión. Ahora se encuentra allí por un largo tiempo.- Señaló el periodista, mientras que Milú dormía en su regazo.
- Aún así, Tintin, no debemos bajar la guardia. Esta gente no es como el Dr. Müeller, sino algo mucho peor. Las palabras de la Señorita Medea son ciertas, apenas hemos visto la punta del iceberg y tendremos que ser cuidadosos. Un movimiento en falso y se terminó la búsqueda.- Enfatizó Haddock, mientras que bebía un poco de café que habían servido en el avión.
- Disculpe, ¿Señor Tintin?.- Oyó la voz de una joven azafata de cabello rubio. Ésta se inclinó y le susurró algo al oído. Por lo visto, debía de ser sumamente importante. El chico la escuchaba atentamente, mientras que Caster hacía todo lo posible para comprender el mensaje.
Vio que el periodista asentía la cabeza, miró a Haddock pero éste no tenía respuesta alguna para lo que estaba sucediendo.
- Muy bien. Perfecto, se lo agradezco, Señorita.- Dijo el periodista y tras retirarse la joven azafata, éste se dirigió a los demás.- Amigos, lo acaban de decirme esa chica es que los Detectives Hernández y Fernández ya están en El Callao y han informado a la Policía. Nos reuniremos con el Inspector en cuanto aterricemos.- Informó el joven a los presentes.
- Vaya que son rápidos esos dos.- Quedó Haddock sorprendido.
- Y muy graciosos cuando se chocan.- Añadió Souichirou, mientras que veía, en la pantalla de su asiento, que no les faltaba mucho para llegar.- Caster, ¿no tienes sueño?. No haz dormido por varias horas.- Preguntó a su esposa.
- Jejeje, tranquilo, tengo suficientes energías para rato.- Respondió ella, lanzando una risilla, causando ternura al grupo.
- De acuerdo, yo estaré pendiente de lo que pase. No podemos ir por allí como si fuera una simple visita turística. Siento, no sé por qué, una extraña sensación de que tendremos compañía en cuanto lleguemos.- Teorizó.- Espero estar equivocado.- Sostuvo el peli negro de Japón, quien se limpió sus lentes con un pañuelo de seda que llevaba consigo.
Mientras que el avión proseguía con su ruta hacia El Callao, Perú, en las calles de aquella ciudad Andina, siendo de noche y bajo el clima frío que se hacía sentir por los vientos gélidos de la Cordillera de los Andes, una figura caminaba por la zona casi desértica hasta que notó que alguien le llamaba desde un callejón. Éste avanzó, mirando para ambos lados, sin que nadie estuviera rondando por allí y se encontró con el hombre de ojeras y sombrero gris.
- El "Pachacamac" está por arribar al Puerto, pero tenemos un problema: Uno de mis contactos en la Policía me acaba de informar que los amigos del "Octavo Profanador" vienen en camino.- Le contó el informante al receptor, quien se cruzó de brazos y cerró los ojos unos segundos.
- Hmmm, no me esperaba esta demora justo ahora.- Maldijo la suerte que le tocó y de ahí miró a su colega.- ¿Aún te sigues juntando con tu amigo, el médico?.- Preguntó y éste alzó la cabeza, asintiendo.
- Nos reunimos todos los Viernes para ir a tomar algo a su casa y jugar a las cartas, ¿por qué?.- Quiso saber el hombre.
- Entrégale este informe.- Pidió y le dio un sobre de papel marrón que contenía información privada.- Cuando lleguen esos extranjeros, que venga a reunirse conmigo en el "Pachacamac" y yo le diré qué debe hacer. Esto es sumamente importante, viejo amigo y son órdenes de allá arriba.- Apuntó hacia el Norte, demostrando una completa y segura lealtad a la persona a la que servía.
El informante no dijo nada, guardó el sobre en uno de los bolsillos de su abrigo y le estrechó la mano.
- Que nuestros Dioses te protejan, Hermano.- Se despidió, hablando en una antigua lengua Pre-Colombina.
- Lo mismo para ti y no temas, saldremos victoriosos.- Auguró el sujeto de sombrero gris, pero cuando el otro se retiró, sintió una punzada de dolor en la mano que tenía vendada. Apretó los dientes y de ahí corrió un poco esas gazas para ver que su herida estaba sanando, aunque el dolor seguía molestando.- Esos dos que ayudaron a los amigos del "Octavo Profanador" me las pagarán tarde o temprano.- Prometió éste, mientras que desaparecía en medio de la gélida noche de El Callao.
Por su parte, la mañana estaba llegando al país Andino, el Sol comenzaba a despuntar por las cumbres nevadas de los Andes y un avión iba aterrizando en la pista asignada por la Torre de Control del "Aeropuerto Internacional Jorge Chávez".
- "Damas y Caballeros, les habla su Capitán: En estos momentos estamos aterrizando en El Callao. La temperatura es de 10*grados Centígrados. Les deseamos una muy buena estadía".- Habló aquel mencionado por los altoparlantes, llevando a que Souichirou se despertara y bostezara. Se puso de pie y fue hasta el baño del avión, en donde se lavó la cara y volvió con los demás, justo cuando la aeronave iniciaba las maniobras de aterrizaje en la pista asignada.
- ¿Durmió bien?.- Preguntó Tintin.
- Sí, bastante.- Respondió el nipón y miró a su esposa, la cual seguía dormida a su lado, acurrucada contra su pecho, causándole ternura al ver esa escena tan dulce por parte de la griega.
Pronto, el avión terminó por detenerse y los pasajeros fueron bajando, una fila a la vez hasta quedar vacío, dándoles vía libre al grupo, los cuales pusieron pie en las tierras Andinas.
[Un capítulo bastante "tranquilo" pero veremos qué les aguarda en El Callao a nuestros amigos.
Agradezco un montón los reviews de Arthur_Spector_94, Same_kichi123, gabiColombo765, YEROM_8, OntarioMilitar y BLASTERX0001.
Nos estamos viendo, amigos. Buen inicio de fin de semana para todos ustedes y hasta el próximo capítulo.].
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