Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

🌹Cap6.1: Las tierras sagradas de Armont

La brisa fresca y salada me golpea en el rostro y revuelve mi cabello hasta formar nudos que, aunque sean molestos, no me importan. Nunca había navegado un galeón, menos pensé que lo haría. Retiro la atención del paisaje para centrarme en mis manos, unas de madera que se sienten extrañas al moverlas. Están bajo el uso de mis ilusiones para darle una forma más humana a ojos ajenos.

Decidí usar el cuerpo de un hombre, puesto que en este mundo tienen mucha más libertad para moverse. Lo que en lugar de cabellos blancos, porto unos negros como el azabache y ojos aceitunas. Por lo demás, mi actuar no se ve afectado por el cambio de sexo, dado que son muchos años los que fingí ser uno.

Nunca pensé que la situación del reino estuviese tan complicada. Ni tampoco creí que Victoria llevaría todo a tal extremo. Debo irla a ver, necesito hablar con ella, pero sin soluciones a la mano, solo seré uno más para estorbar. Por ello, debo viajar a Armont, el país de los bendecidos y de dónde provenía Dolores, Julio y Ulises. Allí podría tener una mejor visión de cómo enfrentarlos o saber realmente quiénes son nuestros enemigos.

No conocemos sus poderes, ni su fuerza militar. Fuera de eso, somos solo una nación contra un mundo de una raza totalmente diferente, humanos.

Ya ha pasado un mes desde el cumpleaños de Lysander y desde que regresé. Aún no veo a ninguno de ellos. Solo a William Walker, pero debe mantenerse así por ahora.

—Deja de moverte, me molesta el ruido —comento, cortando la acción de Gabriel a mi lado, el cual rechina.

—Si pudiese, paraba, Dani —responde, sosteniéndose firmemente de la barandilla del barco.

—Aquí no me llames así, causarás un problema. Lo que eran Gabriel y Daniela ya está muerto, y sus identidades también —le respondo, observando con cuidado el nuevo cuerpo de Gabriel—. Deberías elegir un nombre nuevo.

Para estas tierras debemos usar nombres similares a los de España o Latinos. Realmente cualquiera me sirve, pero no puedo usar ni Lewis, ni Levic.

—Seré Gabriel, de todas maneras nadie aquí me conoce y funcionaría —susurra él, dejando de tocar la madera al ver que se comienza a quemar la zona por donde rozan sus dedos.

—Ten cuidado, no puedes dejar que vean nada de magia —le respondo.

El barco donde estamos no tiene más seres conscientes que nosotros. Todos los que lo llevan son marionetas de Walker, quien reconstruyó su aquelarre. Ni uno necesita nada, ni agua, ni comida, simplemente se mueven como juguetes. Nosotros, la única diferencia es que poseemos alma al menos.

—No me acostumbro, a que no necesitamos dormir, comer, y que estamos en mi mundo —comenta Gabriel, causando que apriete fuertemente el puño, evitando golpearlo.

—Yo solo espero que te diviertas lo suficiente aquí, aunque no puedes morir por ahora, tu poder me sería útil —respondo, tomando su mano y mirando los dedos de esta como si fuese un gran tesoro—. No niego que me servirías más escribiendo esto desde afuera a mi favor.

—Yo no decidía las cosas, solo pasaban... —sus palabras son cortadas por el barco, removiéndose como si el mar lo odiase a pesar de estar a plena luz del sol y total calma con respecto al oleaje—. ¿Qué es eso?

Tapo la boca de Gabriel, alejándonos del borde del barco para evitar una caída. Llevamos una hora de viaje nada más, aún estamos cerca de las costas de Marinia. Esa región de Axtrinia, quiero decir, de Roosevelt, no suele tener criaturas por la existencia de los hombres sapo que son mortales para cualquiera ser con magia. Los enferman hasta morir pudriendo sus almas, pero lejos de las costas, hay otras ciudades más de criaturas, las cuales, tiene como misión cortar las comunicaciones entre el imperio sobrenatural y el resto del mundo.

—Sirenas o Sylvis —respondo, observando el panorama y esperando algún indicio, el mínimo.

Las primeras son seres horrendos que cautivan con ilusiones cuando logran hipnotizar con su canto te enamoras de ellas hasta ser devorado debajo del agua. Los segundos son hadas de mar, controlan las corrientes y son recelosas con su territorio. Sobre todo porque andan en manadas y pueden causar tormentas si se enfadan.

—Deberíamos buscar tapones para los oídos, los que traías —dice Gabriel, mientras disfruto ver su mano temblar por las posibilidades, aunque sus ojos demuestran curiosidad. Posee una lucha interna entre querer disfrutar y saber lo cruel que es esta realidad con algunos si no sabes cuidar tu espalda.

Respiro profundo y me recuesto al mástil, sin hacer esfuerzos. Solo dejo que él se preocupe hasta ver que en mí nace la calma. No necesito cubrir mis oídos ante las notas que se empiezan a entonar, ni Gabriel tampoco. Solo afectan a los hombres y nuestro cuerpo es el de unas marionetas. Parece ser algo mezclado al cerebro, quizás. Hay muchas cosas que van más allá del entendimiento.

Gabriel se coloca de pie a mi lado, terminando por recibir una patada en la canilla ante su grito por las manos con anclas de rana qué se asoman por la barandilla. Son verdosas con arrugas. De a poco unos cuerpos delgados y con branquias salen del agua y trepan con sus colas como serpientes al barco. Sus ojos son negros en su totalidad y la luz del sol parece afectarles en la piel porque constantemente regurgitan agua con la que se humectan. Más que escamas, sus pieles parecen la de unas anguilas.

—Qué belleza, son preciosas —exclama Gabriel, ensimismado, caminando hacia ellas. Yo siento gruñidos de foca con hambre, pero parece que él no. Quizás se deba a la naturaleza de mi magia. Entonces poseen algo similar al mentalismo o ilusiones cuando cazan a sus víctimas.

Lo golpeó con mi pie por detrás de la rodilla y obligó a arrodillarse, levantándome de mi reposo para controlar su intento de ir a ver a tal "belleza". A pesar de todo, no vienen hacia nosotros, parecen confundidas en cuanto a lo vacío de la cubierta a su entender.

—No hables, no parece que nos vean. Las sirenas de este mundo no ven normal, detectan el calor y así atacan. Como somos de madera no deben ver a ningún tripulante. No nos escuchan porque estoy limitando el sonido que sus cerebros interpretan —le digo a Gabriel y aprovechando su posición, piso su nuca con mis zapatos para evitar que se mueva, mientras me mantengo sentada en su espalda.

Molesto, dejaría que te llevasen si tu poder no fuese útil.

—Quiero ir... —susurra él, sin ser consciente que de sus oídos está corriendo una delgada línea de sangre. Golpeo más fuerte su cabeza contra el suelo para que se calle, logrando que pierda la consistencia y quedándome a solas con estos bichos qué ya superan los cinco en el barco.

Camino entre ellos, tratando de aprender más de su actuar y limitando cualquier sonido que puedan percibir. Lo curioso es que cargan armas marinas, como arpones, tridentes y algunos llevan armaduras hechas con conchas. No parecen estar acostumbrados completamente a pelear, pues su inicio consta en inhabilitar a las tripulaciones. Esos objetos deben ser para cazar peces bajo el agua. Por la carencia de orejas en sus cabezas lampiñas, deben de percibir las ondas en ese medio, puede que aquí arriba no escuchen bien y no distingan nuestro lenguaje más allá de simples balbuceos sin sentido como nosotros sus gruñidos casi sordos.

Les doy la espalda, pienso apartarme de sus caminos hasta que se cansen de buscar algo para comer, pero, un arpón se clava en mi hombro, dejando un hueco en la madera y barro hasta empezar a jalarme por la punta. Una de las sirenas lanza un chillido sumamente molesto. Con los tirones me arrastra por el suelo con una fuerza descomunal, con el objetivo de llevarme al agua.

Miro mi alrededor, buscando algo que me pudiese delatar, dejando solo a mi paso la presencia de varias gotas flotantes en el aire con el cuerpo de flores boca abajo. Son los Sylvis, no puedo creer que les hayan dicho dónde estaba mi cuerpo.

Tomo el arpón con mi mano libre y termino de sacarlo de mi cuerpo aunque destroce un poco el material. Como acto seguido, me cubro con ilusiones para no ser visto por los del aire, aunque ahora saben que estoy aquí.

No pensaba pelear con ellos, no tenía esperado tener que enfrentarme a ambos a la vez, más, siempre fue una posibilidad. Hay cinco sirenas en los alrededores y tres Sylvis qué saltan a ratos desde el agua para poder vernos, además de lanzar agua a sus ayudantes como si fuese una pequeña ráfaga de lluvia.

El problema es que son muchos, pero usaré a los Sylvis y así podría terminar con los demás. Por ello, me dejo ver, usando mi existencia como carnada principal para las hadas y así distraerlas.

Por suerte para mí, tengo el tipo de ilusión correspondiente al mentalismo. Si fuesen ilusiones basadas en el control de luz sería más fácil, pero no es realmente lo mío. Ya que con esas podría redirigir lo suficiente la luz para secarlas hasta que sus cuerpos se deterioren. Pero con el mentalismo, también puedo hacerles creer que están en perfecto estado hasta dejarlas morir.

Me acomodo contra el mástil, cubriendo mi espalda y esperando que salten los Sylvis. Cuando lo hacen, aplico en los tres una mala percepción del entorno, causando que vean a las sirenas en posiciones diferentes y no logren lanzar agua a sus cuerpos para ayudarlas.

Ellos les dicen dónde estoy, por lo que me encuentro lista para cambiar de lugar en cuanto se realiza el ataque de las sirenas contra mí. Disparan desde su boca un chorro de agua a presión contra la posición que tenía, lo que causa una pequeña perforación en la madera del mástil, pero yo logro quitarme a tiempo ante el saber que atacarían. Una incluso clava su tridente en este, sin entender hacía donde me moví. Aprovecho la situación para disparar a su cabeza y salir de un problema. De esta forma se revienta su cráneo, dejando una baba en la cubierta como si fuese sangre transparente. A los pocos segundos su cuerpo se desmorona como si fuesen pedazos de arena seca.

Son coordinadas, pero no difíciles de tratar, solo cansado. Continuó mi ciclo una y otra vez hasta que las que se sienten secas van bajando del barco a restaurar su cuerpo, una vez listo, suben de nuevo. Sin embargo, me voy centrando en una a la vez para que no posea la sensación de sentirse al borde de la muerte por deshidratación, hasta que se van convirtiendo en piedra de una en una sobre mi barco.

No tarda mucho, al verse amenazadas nos dejan en paz, restableciendo la calma de nuestro viaje y saliendo de la primera intromisión hasta las tierras del continente aledaño. Para nuestra suerte, deben ser pocos días por la cercanía, pero no quita que sea un viaje extenuante. Lo mejor será aprovechar el tiempo hasta llegar a tierra, terminando de organizar detalles y practicando nuestros poderes, también, la lengua Armentse.

Es la última noche antes de llegar a tierra y me dispongo a subir al carajo para observar el cielo de este nuevo mundo y a la par, tener un momento de paz para poder ver que hace Lysander y Helios. La mejor idea que he podido tener fue ese enlace de almas, es de alguna forma lo único que me mantiene ahora mismo en sus vidas y a ellos en la mía. Cerrando los ojos por un largo periodo puedo apreciarlos, desfrutar de su efímera presencia y ahí lo veo.

Helios se encuentra sentado en la oscuridad de un despacho, lo sé porque todo lo que aprecio lo hago por sus ojos, como si fuesen los míos. Las paredes están llenas de detalles en oro y con retratos de mi vieja forma y algunos de la nueva, con su estilo y esencia de dibujo. Parece como si fuesen un ancla para no olvidarme, a pesar de estar separados por ya quince años para él. Frente a él aparecen Charlotte y Bralen, unos que para mí, el tiempo no ha cambiado sus rostros, ni auras.

La primera porta atuendos blancos, como si fuesen sábanas, con una que cubre su cabello a forma de manto. Justo como no puede faltar, en su pecho yace un rosario que resguarda sus creencias a pesar de estar lejos de estas.

Bralen, como un niño, porta de negro en su totalidad y su cabello ahora está mucho más corto. Su rostro, no presenta una sonrisa ni tampoco cuestiona en carácter a Helios a diferencia de como hacía conmigo.

—Las eliminaremos esta noche —comenta Charlotte, bañada de una convicción más adulta. Incluso su voz suena más fuerte.

—No, deja que crucen —sentencia Helios.

—Sería un problema para Roosevelt si no las eliminamos a esos brujos de portales, ¿estás seguro? —contesta Bralen.

—Si las eliminamos ahora no podremos entrar de nuevo a Roosevelt —contesta Helios, y sus ojos se centran en su anillo de compromiso.

—¿Para qué queremos volver allí?, si aquí la vida nos va mejor —cuestiona Bralen, llegando a rechistar.

—Porque alguien importante está usando a esos brujos para entrar y salir de la barrera. Walker le propició el contacto —indica Helios.

—Sigue sin ser nuestro problema —responde Bralen.

—Esa persona que salió por los portales es nuestra ama y señora, Lewis Roosevelt. Volvió a este mundo, tal como nos prometió —concluye Helios.

Nos vamos moviendo!! y desde ya aviso que me perdonen, porque este tomo tendrá muchos escenarios y algunos personajes en inicio irán por diferentes rutas cumpliendo objetivos.

Aún así, me da euforia el pensar que pasará cuando se topen 7u7

Otra cosita, el tomo empezó a los 18 años de la partida de Lewis, pero una vez narra ella sus vivencias en la Tierra y llega, este continúa a los 15 años. O sea, estamos viendo el tiempo antes de llegar hasta Victoria quien llegó y dijo ser Lewis 7u7

Un besoooo, voten y comenten si les gustó!!

El tomo de Irithel anda a mitad, pero diganme si se los subo hasta donde va para los que quieran agarrar contexto de la diosa que trajo a Lewis y de la muerte de Lewelyn

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro