Sugar, el gato curioso
Capítulo diecisiete: Sugar, el gato curioso.
Sí, debía de ser de él, pero aún así, no era para nada lo que esperaba. No esperaba un desorden, por supuesto, lo poco que conocía de Adler lo hacía ver como una persona ordenada y responsable, cosa que efectivamente y tal como lo pensaba se reflejaba en ese espacio dotado de amplitud. Pero de lo que ella había imaginado, solo había eso, la limpieza.
Efectivamente, era una habitación amplia y circular de paredes y techo color blanco, — exceptuando una cuarta parte de la pared, que fungía de ventana— con suelo color negro y como única fuente de luz, un candelabro pequeño que colgaba del techo, con lo que parecían velas pequeñas distribuidas por todo el objeto. El techo era muy alto y en forma de cúpula, haciendo que el centro, que era de donde colgaba en candelabro, fuera más alto que los bordes. Había una cama en el centro, pero no era como ninguna que hubiera visto. En vez de ser un colchón rectangular, era una forma circular con bordes irregulares lo que figuraba ahí entre sabanas negras y blancas. Ni siquiera parecía un colchón, pues se asemejaba más a un tumulto de toneladas de algodón unido y acomodado bajo aquellos trozos de seda. A Sugar de inmediato le entraron unas ansias de tirarse ahí y dormir, por lo cómodo que se veía.
Justo detrás de esta, como cabecera, había un mueble transparente de un material tan hermoso como el cristal pero con apariencia más resistente que el hierro. En el, había una serie de compartimientos; repisas, gabinetes con puertas y cajones, en los cuales había distintos objetos. Lámparas extrañas en donde había bolas de fuego nadando en una sustancia más densa que el agua, pero sin ningún parecido a otra cosa más gelatinosa. Había libros, bitácoras, extraños objetos, uno que otro cómic y una extrañas esferas pequeñitas de cristal con un gas peculiar de diferentes colores y trazos complejos de color dorado en la superficie de la esfera. Detrás de esa cabecera, es donde estaba el gran ventanal cuyo material era muy parecido al de el mueble.
Frente a dicha cama, había unas tres o cuatro repisas también retacadas de objetos extraños. Esferas de cristal de distintos tamaños, pergaminos viejos enrollados, frascos y toda clase de cosas que un viejo brujo de aquellos que tenían tiendas en los callejones de lunáticos envidiaría. A diferencia de aquellos, todo lo que había en esa repisa realmente parecía tener un propósito verídico. En un lugar específico de ese estante grande, había un reproductor antiguo de discos de vinilo, y para sorpresa de Sugar, eso fue lo más normal de la habitación.
Al lado derecho de la cama ubicada en el centro, pegado a la pared había un estante con más objetos extraños al lado de un escritorio lleno de hojas y libros, y sobre el se encontraba una especie de librero que recubría de forma literal todo el perímetro superior del círculo que conformaba a la habitación. Al ser el techo extremadamente alto, dicho librero empezaba arriba del metro ochenta y se extendía hasta el techo, recubriendo toda la circunferencia superior de la habitación. A un lado había una escalera con ruedas que, Sugar supuso, era para alcanzar aquellos libros que ni siquiera Adler, con su altura de jirafa, podía alcanzar.
Al otro lado, pegada a la pared de la izquierda y a un lado de la puerta se encontraba una larga hilera de archiveros pintados de diferentes colores, ningún color se repetía , más bien variaban en tonos y matices y en ellos había dibujos y figuras que parecían salidos de los libros de cómics de su amigo. En la pared de la derecha, a un lado del escritorio y el pequeño estante con más instrumentos extraños, había dos puertas.
La habitación era increíble, redonda, luminosa y espaciosa, y aún así, no podía creer que fuera la de él. Se había imaginado un cuarto pequeño, con paredes azules y rojas, llena de pósteres de superhéroes y estantes con figuras de acción de colección, de aquellas que tenía el hermano de Jaden en su propia habitación. También se imaginaba una televisión gigante rodeada de consolas de videojuegos y reproductores blue-ray.
Nada de eso resultó ser cierto, ni siquiera un poco. Y tal vez fue por eso por lo que ella estaba tan fascinada. Entró totalmente mientras recorría con la mirada todo el espacio, con las yemas de los dedos cosquilleando por tocar aquellas superficies hechas de materiales que su cerebro no lograba registrar. Sus pasos parecían ser amortiguados por el suelo cuya textura oscilaba entre una alfombra suave y peluda y una desnivelada superficie terrosa. La combinación era deleitante.
Comenzó a proceder con pasos dudosos pero curiosos, mientras sus ojos viajaban por el circulo con un extraño brillo. Había tanto con lo cual curiosear que tuvo las ganas de correr hacia la puerta y cerrar con pestillo para alcanzar a inspeccionar todo con lujo de detalle. No lo hizo, pero su vena de chismosa no menguó y sacó su teléfono para abrir la cámara y tomar una foto panorámica a toda la grandiosa habitación.
Decidió, después de unos duros momentos, comenzar por el estante de objetos. Al desdoblar aquellos pergaminos, de los cuales emergía un olor a hojas viejas, polvo y menta, tuvo que hacerlo con extremo cuidado para no romperlos. El rollo estaba tan frágil que hasta el más delicado suspiro podía hacerlo añicos.
Dentro de este, en una tinta deslavada, figuraban runas parecidas a las que había en su venda, cuyo significado Sugar no pudo comprender, pero que de todas formas capturó con su teléfono, con la intención de investigar más tarde.
Trató en gran medida de comprender en lectura aquellos trazos, pero era como si un bebé hispano tratara de leer en japonés; inútil. A la chica le intrigó aquello, porque a pesar de que no era buena en la escuela, a Gwen, en vida, le gustaba ver los programas de runas y jeroglíficos en History chanel, y ella a menudo los observaba con su amiga. Su memoria era buena, y no recordaba haber visto en aquellos documentales runas similares a las que veía en los pergaminos. Unos eran más viejos que otros, y los trazos cambiaban de naturaleza en los más nuevos. Era lo más confuso que había visto.
Parecían estar plasmadas combinaciones y técnicas, parecidos a las rutinas de ejercicio que los entrenadores le daban plasmadas en dibujos para que ella hiciera en el gimnasio, pero escrito por un extraterrestre. Y eso no era lo más raro, porque en su vista periférica, cuando buscaba otra cosa en donde meter sus narices, encontró en el escritorio otro pergamino abierto, con una hoja blanca a un lado a medio trazar. Corrió hasta ahí, como si temiera que fuera a desaparecer - o más especifico, que Adler entrara por la puerta - e inspeccionó de cerca los documentos.
En el pergamino, que era el más viejo que había visto, figuraban más runas cuyo significado estaba lejos de entendimiento, y a su lado, en hojas prolijas, se habían trazado a mano dibujos y palabras en su idioma y de ese siglo.
Era una traducción.
Los trazos eran bastante claros, parecía ser una rutina de artes marciales parecida a las que había visto en una película de artes marciales que Jaden la obligó a ver cuando eran amigos. La tinta brillaba como si fuera mágica y quisiera escapar de la hoja, tal y como lo hacían los personajes de los retratos en la película de Harry Potter.
Sugar trató de leer las palabras, pero una vez más, se topó con el mismo inconveniente de no poder entender lo que dictaban. Reconocía las letras, pero estaban en una posición extraña y formando palabras que en su vida había visto, incluso cuando le parecieran conocidas. Tomó la hoja y la acercó a ella con la intención de examinarla más de cerca, pero el resultado era el mismo; nada. Con un resoplido, la colocó de nuevo en su lugar, sujetó el teléfono sobre la misma y se preparó para tomar la foto, pero su boca se abrió con sorpresa al momento de notar que en aquella imagen, solo se mostraba una hoja en blanco.
Intentó de todo; limpió el lente, reinició el teléfono, buscó diferente ángulos de luz y sacudió la hoja, pero todo resultaba ser inútil; en la imagen, la hoja estaba en blanco, no lograba capturar una foto.
Y todo le figuraba a Sugar sumamente extraño, no solo la hoja, sino el panorama en general. ¿Por qué Adler tenía todo eso en su habitación? ¿Qué demonios eran aquellas runas que jamás habían sido vistas? Y, ¿Por qué no podía tomar una simple foto?
Revisó las anteriores para asegurarse de que no fuera un problema con la cámara de su celular, pero no lo era. En definitiva, algo apestaba ahí, y no era la habitación porque esta desprendía un olor de albahaca y menta, similar al de su amigo. Entre más veía, más se convencía de que Adler conocía la magia muy de cerca, y que tenía más información de la que parecía.
Dobló el papel hasta reducirlo a un pequeño rectángulo que pudo esconder fácilmente en el escote de su sostén deportivo y regresó al estante inicial para inspeccionar ahora los objetos extraños que figuraban ahí. No sabía qué eran o cómo funcionaban la mayoría de esos objetos, pero igual los estudió con escrutinio y tomó fotos con su teléfono de cada superficie de los mismos.
Así como había objetos que no había visto ni en pintura, había otros que sí conocía por películas, pero que lucían diferentes a como se representaban. Las esferas de cristal, al contrario de como aparecían en las películas, no tenían niebla en movimiento dentro de ellas, sino que ahí refulgía una llama nacaranda que parecía tener vida, de vivaz pigmentación y movimiento chispeante, y en cada esfera, la llama era de diferente color y forma. Eran una versión magnificada de lo que había visto en el recipiente que reposaba en la cabecera de la cama, pero con fuego en lugar de niebla.
Los ojos sueltos no eran esferas escalofriantes que asemejaban globos oculares idénticos. Todos en general oscilaban entre el color blanco, el perla y el hueso, y como si estuvieran grabados, había trazos sobre los cuerpos redondos, trazos que parecían hechos por artistas expertos que diseñaban un ojo, no solo de humano, sino de animal, dragón y otras creaturas, a lápiz. Dicha tinta también brillaba y se movía cambiando de trazo y forma cada determinado tiempo. Y por una razón que no logró comprender, le fascinaba cada cosa que veía; se sentía como en casa ahí, a pesar de estar viendo cosas cuya existencia ni siquiera conocía.
Sí, creía en la magia, pero eso debía de ser magia más allá de su entendimiento previo, o del entendimiento de cualquier otra persona que galardonara de tener un amplio conocimiento de la magia. Investigó el resto de los objetos, para ver si encontraba alguno conocido, pero los resultados eran negativos. Sí, muchos otros eran renombrados, pero su forma y función eran tan diferentes que no sentía que pudiera considerarlos el mismo objeto.
Aún así, recorrió todos los estantes y tomó fotos a casi todo, para asegurarse de que realmente no hubiera información en bibliotecas o internet acerca de eso. En ese momento había decidido que se enfocaría en descubrir todos los secretos de Adler, con o sin su ayuda. Ella podía ser inteligente si quería, y lo iba a demostrar.
Una vez que recorrió todos los objetos, comenzó a abrir puertas y cajones. En los cajones solo había más de lo mismo; plumas, libros, pergaminos, cuadernos vacíos y objetos raros. Las puertas resultaron ser cuartos bastante simples; una era un pasillo estrecho con puertas de madera en las paredes que la flaqueaban - que resultaron ser su armario- y una puerta de cristal muy resistente y delgado al final del pasillo, que cubría parcialmente el baño de su amigo. Baño al cual obviamente no quiso entrar.
La otra fue, de hecho, una especie de sala audiovisual. Había cinco sillones reclinables y sin división frente a una gigantesca televisión. En un estante empotrado en un agujero que había en la pared a la derecha de los sillones, se encontraban muchas consolas, reproductores de música y películas, controles y cables. A la izquierda y frente a ese estante unas puertas que parecían ser automáticas y se encontraban abiertas revelaban un sinfín de discos de música, películas y videojuegos —incluso había una sección de discos de vinilo— y con eso confirmó que esa habitación era de Adler.
E incluso sin eso, la infinidad de cómics que había en los archiveros coloridos podría haberlo hecho sin problemas.
Sonrió y se permitió disfrutar del lugar que le figuraba maravilloso, lanzándose a la cama , cuya comodidad sobrepasó con creces a la comodidad de cualquier otra cama en la cual Sugar se había acostado. El techo, aunque fuera blanco, ofrecía una belleza e infinidad pura y maravillosa a la vista, y el candelabro, ahora que le ponía más atención, era color dorado y hasta parecía ser de oro, y las luces eran velas, cuya llama parecía nunca consumirse, e irradiar más iluminación que la bombilla más potente. Un espectáculo deleitante.
Y aún así, no pudo quedarse simplemente así, y tampoco pudo irse porque todas sus terminaciones nerviosas picaban por explorar aquellos libros con aspecto de ser muy extraños. Así pues, decidió curiosear una última vez, caminando a paso suave hacia la escalera rodante que permitía el acceso a la biblioteca superior. Subió los peldaños con cuidado, guardando su teléfono en el bolsillo de su pantalón. Sin mirar abajo, llegó a la parte superior y comenzó a deslizar su dedo sobre el lomo de los libros, evaluando cual era el más antiguo y majestuoso para iniciar por ahí.
Eligió uno color tinto con inscripciones runísticas de un negro brilloso, con el grosor de sus cinco dedos juntos y con las páginas de un color amarilloso desvaído y limpio. Lo abrió, acariciando con sus yemas la textura sedosa de las hojas. Las letras que había ahí, si bien no tenían pinta de runas, sí parecían una especie de escritura prehistórica de la misma naturaleza. De nuevo, no pudo entender, pero no podía no tomar fotos a las páginas cuyos trazos eran más simples y dominantes.
Dejó el libro en su lugar y tomó otro, de forro amarillo y decorados azules que estaba escrito en latín. Al ser más pequeño, pudo tomar fotos a más fragmentos del libro, y al momento de tratar de leer, le resultó mucho más sencillo. Finalmente, como si hubiera ganado la lotería, se topó con un libro no tan antiguo, pero cuya presentación sobria y viva le hizo despertar un presentimiento acertado.
La portada era azul, y decía con letras curvilíneas y plateadas "Los Ónix en la escala del Omnia; historia resumida", palabras en su idioma que casi la hicieron caer de la escalera por la emoción.
No pudo evitarlo y guardó su teléfono, dedicándole toda su atención al libro que, finalmente, tenía respuestas, escritas en su idioma. Lo abrió y comenzó a leer comenzando por la introducción.
Todos sabemos que la historia que comprende a los reinos del omnia se divide en tres épocas, una de los dioses y la creación de las especies y otras dos de la historia de dichas especies en el planeta. Y en una de ellas, durante toda una época, nosotros no existíamos. Y es que nuestra existencia se remonta únicamente a los años iniciados después de la Millennial Crepitus.
Aunque no lo parezca, los humanos no son tan diferentes a nosotros y merecen una consideración especial por ser la llamada "Especie nido" de los Ónix y las brujas, aquella que nos cultivó hasta ser lo que ahora somos. Las brujas, habiendo olvidado sus raíces, no se mantienen apegadas a su lado humano, pero creo que el hecho de que nosotros sí lo hacemos es lo que nos...
—Mira que gato tan metiche me vine a encontrar.
—¡Oh Mierda!—gritó Sugar asustada, con un salto abismal que la llevó a soltar el libro de golpe y caer directo al suelo, sobresaltada. Esperó el crudo impacto, pero en vez de eso se encontró con una suave superficie parecida a un trampolín de textura almidonada, que resultó ser el suelo, donde cayó sin causarle dolor alguno. Tocó el piso una vez que estuvo desparramada en el, sin embargo la suavidad que amortiguo su caía ya había menguado, dejándola en una extraña posición sobre la superficie oscura, mirando hacia arriba— Adler, ¿Podrías tocar por una vez en tu vida? Me asustaste.
Sugar miró desde donde estaba los pies de Adler posados en la pared justo al lado de la puerta de entrada. Parecía estar recargado y cruzado de brazos, puesto que a menudo adoptaba esa posición, pero no quiso incorporarse para averiguarlo, al menos no por el momento. Si bien ya había reaccionado, seguía en el suelo para tratar de explicarle a su mente como es que le pareció haber visto, por un momento, que el libro que estaba leyendo flotaba en el aire una milésima de segundo antes de volver a su lugar. Podría estar loca, pero el hecho de que a su lado no hubiera caído nada más le dio veracidad a su hipótesis.
—Es mi habitación y puedo entrar sin problemas, no necesito tocar.
—Pero no te mataría avisar, pudiste haberme matado.
—Pues con justa razón, dicen que la curiosidad mató al gato.
—Pero el gato murió sabiendo.
—Sí, y preguntándose si lo que descubrió realmente valía su muerte.
No miró, pero sintió sus pasos aproximarse con parsimonia a donde ella estaba, segundos antes de que su rostro en un gesto severo la fulminara desde arriba en una señal de negación. Por alguna razón le había creído cuando dijo que no iba a ir a ningún lado, puesto que la Sugar que él conocía no era una persona curiosa —ya que había estado en esa casa varias veces y no se le había dado por curiosear—pero cuando no la vio en la habitación de su hermana, supo al instante donde fue a parar.
—No deberías de estar aquí, Sugar—le repitió mientras le extendía la mano para ayudarla a levantarse.
Ella la tomó y con su ayuda logró incorporarse, impulsándose de sus pies.
—Yo no suelo ser curiosa, pero no me diste otra opción.
—Sí te la di; te di la opción de quedarte en el cuarto de mi hermana.
—Yo lo sentí más como una imposición. Imposición que no iba a obedecer.
—No estaba cerrado con llave, así que era una opción.
—Pues no una muy viable.
—Venir a fisgonear tampoco lo era.
—Creo que depende de mí valorar eso.
—Es mi casa, realmente no era tu decisión.
—Tú me trajiste a tu mansión— Sugar hizo énfasis en la palabra mansión—Nunca me dijiste que había reglas, y acabas de decir que el no fisgonear era una opción, no una imposición. Eso convierte automáticamente el "fisgonear" en una opción también.
—Si querías fisgonear, pudiste haber fisgoneado en el cuarto de Enit.
—De seguro ella no esconde secretos.
—Sugar...
—Por dios, deja de hablarme con ese tonito—rodó los ojos la rubia, mirándolo con cansancio —No soy un perro que cagó dentro de la casa, Adler, así que deja de intentar imponerme donde mear.
Él no lo pudo evitar y rio un poco.
—Lo haría si no insistieras en llevarme la contraria.
—Dejaría de hacerlo si me dieras respuestas.
_La raíz cuadrada de dieciséis es cuatro; ahí tienes tu respuesta.
—Ajá, muy gracioso.
Sugar como invitándose sola, se sentó en la cama de Adler, cuya suavidad y olor la seguía cautivando y lo miró a través de sus pestañas. Lucía molesto, pero no tan molesto. No podía describir su estado de ánimo.
—¿Por qué no puedes creerme cuando digo que no puedo darte las respuestas que quieres?
—Porque el "puedo" es una palabra muy grande que la mayoría de las personas usan mal, yo incluida. Y también tú. Puedes hacerlo, pero no lo haces.
—Sugar, por favor compréndeme...
—Eso es lo que hago.
La forma natural, suave y simple en la que esas palabras fueron pronunciadas sorprendió al chico. Él la miraba ahora con la impresión plasmada en su rostro, y aquella expresión de no saber nada le provocó a Sugar una satisfacción sin igual.
—¿A qué te refieres?
—Que te comprendo, Adler. Sin importar mi razón, no me dirás nada de lo que yo sé que sabes. Tal vez no debes, no quieres, no te lo permiten... No sé, y la verdad no me importa, dejaré de presionarte para que me digas algo que evidentemente no me dirás. Sin rencores, para nada, si no puedes, bien, tus razones tienes y no te seguiré poniendo en una situación en la que te forzo a elegir.
El seguía anonado. Las actitudes de esa chica lo confundían, el era una persona que sabía mucho y le gustaba saber, porque así se mantenía estable, pero desde aquel día ella no había hecho más que desestabilizarlo. La nueva Sugar Bronson era un enigma emocionante para él.
—Yo...
—Sin embargo— objetó Sugar antes de permitirle decir más—También debes de comprenderme tú a mí. Sé que esta vida, contigo, con Osiris, con lo que tengo ahora, puede ser mejor que mi verdadera vida, puede ser más real, más... Yo. Pero por más que me sienta cómoda con ella, no es mi vida, es un espejismo creado por alguien más. ¿Cómo puedo ser una mejor persona iniciando en un entorno en donde todos creen conocer a alguien muy diferente? Aún cuando logre cambiar y ser quien todos creen que soy, ese cambio no será real porque no partiré del inicio, lo haré desde un final y lo mantendré, y eso no es lo que quiero.
<< Quiero mejorar, quiero disculparme. Quiero poder ser quien yo soy, no conformarme con ser esto que Segel inventó para mí. La otra chica no soy yo, pero esta tampoco lo es, por más que pueda adaptarme. No quiero adaptarme, ya me cansé de adaptarme todo el tiempo, quiero transformarme, y no lo lograré aquí. Yo siempre me he sentido fuera de lugar... como si no encajara en el mundo, y me he acostumbrado a adaptarme a la vida que creo que es mía, en vez de buscar aquello que sienta mío. Por eso quiero mi vida de vuelta, quiero disculparme con quienes lastimé y que ellos recuerden lo que les hice, quiero poder enfrentar a aquellas personas falsas y enterarme de la verdad, cerrar ciclos. Quiero saber, y si me quedo aquí, no sabré mi realidad ni aquí, ni allá.
Él se había quedado sin palabras, hipnotizado por su discurso. Ella estaba mostrando un temple que no le conocía, y también uno que no se esperaba.
<< Por eso te digo que aunque tú no puedas ayudarme, yo seguiré buscando respuestas para volver a donde pertenezco, aunque no sepa realmente cual es mi inicio porque evidentemente no lo podré hacer aquí. Y si esas respuestas se pueden encontrar a través de ti, voy a intentar con fuerza de descubrirlo incluso cuando tú no quieras decirme. No te preguntaré ya, pero tampoco me detendré. No me voy a rendir, y no trates de hacer que lo haga.
La boca de Adler estaba abierta, con sus ojos verdes abiertos hacia ella. Era la primera vez que alguien lo dejaba sin palabras de esa forma.
Sugar se veía sorprendentemente serena, con una sonrisa de paz en su rostro y sin avisar se recostó bien en la cama, aferrándose a las sábanas mientras olía disimuladamente el aroma de Adler impregnado en ellas. Tomando calma y aclarando el panorama espeso que su discurso había provocado, se puso cómoda y se acostó de lado en la mullida cama de su amigo, cerrando suavemente sus ojos para dejarlos descansar.
Lentamente, un peso hundió la cama al lado de la rubia y cuando abrió sus ojos, los ojos verdes de Adler la veían directamente como si estuviera descifrando un difícil acertijo. Había admiración, culpabilidad y confusión en su mirada.
—Me gustaría poder ayudarte, yo...
Se detuvo por el dedo de Sugar sobre sus labios.
—No arruines el momento y cállate, por favor.
Él rodó los ojos, pero asintió quedando en silencio, mirándola mientras recostaba su cabeza en su mano y ella imitaba su acción. Lucía pacifico y sus rasgos relajados le permitieron a Sugar comenzar a apreciar cosas que no veía. No encontraba nada- además de sus ojos - perfecto o bello en él cuando lo veía por separado. Sus labios, su nariz, sus pómulos... nada categorizaba una belleza marcada, por más que lo buscara. Su frente cubierta por hebras de cabello azul era algo grande, su nariz no perfilada y ancha no era la mejor. Los tamaños y las proporciones de su rostro eran irregulares. Definitivamente no llamaría la atención por la inminencia de su belleza. Pero algo mágico sucedía cuando lo veía todo junto, la forma en la que cada una de sus facciones se unían con la presencia apabullante que tenía y la energía que proyectaban, la hicieron verlo atractivo desde ese momento. Sí, tal vez los elementos que lo componían no eran atractivos por separado, pero aquella magia que los unía le daban una belleza extraña y sin precedente. Y esa belleza le gustó.
Eso la aterró un poco, haciendo que sus ojos dilatados se abrieran en sorpresa, un paso más delante de aceptar nuevas sensaciones, y él, para calmarla, puso una mano en su mejilla. Se sonrieron mutuamente, relajando sus músculos, y se quedaron así un momento, sin ganas de deshacer aquel ambiente limpio, casi mágico, que los embargaba, con los rostros tan cerca el uno del otro que la palabra "espacio" comenzaba a desaparecer momentáneamente de sus vocabularios.
Sin embargo y como era costumbre, algo más llegó y rompió el silencio.
—¡Oh mis diosas!—dijo una voz aguda desde la puerta y un murmulló desventurado de lamentos dejo los labios de Adler. Sugar ladeó la cabeza confundida—.¡Lo sabía, lo sabía! El abuelo me debe dinero.
Sugar, con curiosidad, se levantó un poco y observo a la dueña de la voz. Era una adolescente vigorosa y extrovertida que sonreía ampliamente apoyada en uno de los archiveros de Adler. Vestía de forma graciosa, con unas botas negras de cordones que llegaban solo unos dedos por debajo de sus rodillas, unas medias color tinto y un vestido negro de manga larga ajustado en el torso hasta su cintura y de falda volada a medio muslo. Tenía un chaleco de mezclilla claro encima y su cabello largo, llegando a su espalda baja,estaba teñido, literalmente, de toda la gama de colores.
El base era el rubio, pero en el resto de su longitud se arremolinaban colores desde el rojo y morado hasta el anaranjado y el verde. Se veía divertido y hasta bonito el contraste de su ropa oscura con su sonrisa y su cabello colorido.
Sus ojos también eran verdes, tenía largas pestañas, labios gruesos y bien formados, piel pálida y algunos de sus rasgos se parecían a los de Adler —solo que más finos-—y le ayudaron a Sugar a saber quién era solo con verla.
—Voy a tener que empezar a cerrar mi puerta con llave. Parece que la gente malinterpreta la situación y cree que los invito a pasar si no lo hago—dijo él después de un suspiro levantándose de la cama y sentándose en ella.
Sugar también se sentó y se dedicó a observar con curiosidad los movimientos que Enitritte Malk efectuaba al entrar completamente a la habitación.
°°°°
¡Finalmente capítulo nuevo!
Este capítulo estaba pensado para ser publicado el lunes la semana pasada, pero entonces decidí hacer los cambios que hice desde el capítulo diez en adelante y me llevo toda la semana hacerlos. A partir de ahora las actualizaciones volverán a la normalidad, tal vez sean más rápidas, todo depende del apoyo que reciba.
Tengo mucha curiosidad; ¿Qué piensan hasta ahora de los personajes? Aunque no parezca gran cosa en cada capítulo Sugar va cambiando un poco y quisiera saber como ven ustedes dichos cambios.
Capítulo intenso que va dedicado a la talentosa baebrina :3 No sabes lo motivante que ha sido tu apoyo esta semana que ha sido tan pesada y cansada para mí XD prácticamente tu apoyo fue lo que me impulsaba a escribir lo más rápido posible estos cambios y subir nuevos capítulos. Eres una lectora genial, y una escritora maravillosa.
Espero leer sus teorías y opiniones, me ayudarían mucho.
Con amor de locos,
Lia :3
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