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El lado positivo de la situación

Capítulo nueve: El lado positivo de la situación.





—No quiero.

Era mentira.  El interior de su auto se veía cálido y caliente, y lo que más quería era entrar a el y cobijarse, descansar  y no caminar varios kilómetros bajo la lluvia. La comodidad de los asientos prácticamente atraían a Sugar a sentarse como las flores atraían a las abejas a que las polinizaran.  Pero no podía olvidar la forma en la que la había tratado.

Sin embargo no estaba enojada. ¿Por qué lo estaría? ¿Por decir la verdad? Estaba tan molesta consigo misma, avergonzada de quién era, qué admitía que cada frase era verdad, que se lo merecía, por más que le doliera. Pero el siempre había sido amable con ella (al menos esos dos días, qué se sentían como una eternidad) y esa actitud la había dejado desorientada. Seguía obligándose a no enojarse.No debía de  enojarse por escuchar verdades.

— ¿Enserio?

— No, estoy mintiendo. Sí quiero subir, pero voy a mantener una pizca de orgullo y no hacerlo, porque he tenido un día lo suficientemente malo.

El suspiró ruidosamente. La culpa no lo dejaba. Ella era un arpía, al menos eso daba a entender que era en su vida real. Pero a el jamás lo había tratado mal, no en los últimos dos días.  Los comentarios, las burlas.... Todo eso eran cosas que ya iban con ella, que el ya conocía como su mejor amigo.

Ella decía que en la vida real no le hablaría jamás, pero la verdad era que la convivencia resultaba tan natural que le costaba creer que realmente era mala, y que realmente no hubieran podido llegar a ser amigos. Y el solamente por un interés en algo que le correspondía, le había restregado lo que, más que características, parecían sus miedos.

— Por eso mismo Sug. Estás cansada y te vas a desmayar si sigues caminando, se te ve en la cara. Solo sube, por favor.

Ella suspiró, y continuó caminando, tratando de seguir aunque le dolían todos y cada uno de sus músculos.

— Mira, ya sé que estás enojada conmigo, pero...

Ella lo interrumpió, queriendo dejar las cosas claras.

—No estoy enojada contigo Adler, comprendo perfectamente lo que quieres decir. Soy egoísta, una cobarde, una perra que solo quiere lo que le conviene y no resuelve bien las cosas. Solo soy una chica con actitud despreciable que no sabe hacer nada que no sea hacer sentir mal a las personas para sentirse mejor consigo misma.  ¿Por qué estaría enojada contigo? ¿Por ser la única persona que por una vez no quiere darme lo que quiero? ¿Por ser el único que me dice aunque sea unas pocas de mis verdades?

<<Sería estúpido, pero este es el caso: estoy terriblemente cansada, me humillaron, me tiraron y empujaron más de seis veces, me ven como si fuera algún bicho asqueroso, tuve que limpiar los vestidores de él equipo de fútbol, que parece más bien un basurero de fluidos y hedor y enfrentarme a una horda de depravados jugadores semi-desnudos. Y uno que otro sin el semi.

<<Tal vez estoy siendo egoísta otra vez, y cobarde, porque es lo único que puedo hacer al parecer, pero tuve suficiente como para una semana entera y no necesito sentarme ahí a escuchar el resto de mis verdades crudas provenientes de la única persona que parecía que le agradaba, y tampoco quiero presenciar como te niegas a compartir conmigo lo único que podría ayudarme a dejar de sufrir, y tal vez, cuando tenga mi vida de vuelta, hacer las cosas bien. Lo siento, pero no quiero soportar eso, no ahora.

Y con eso sigue caminando. Unos segundos después suspiró aliviada, pues el auto no la siguió. Estaba cansada mentalmente, y tenía muchas ganas de llorar. Ganas de llorar porque se acababa de dar cuenta que era una persona terrible. ¿Ella se sentía mal por aquello, cuando había sido la autora de varios de esos actos anteriormente? Lo merecía, totalmente lo hacía.

Merecía estar sola. Merecía haber caído muchas veces y merecía ser obligada a correr en gimnasia. Pero lo que no merecía era el trato que había recibido en los vestidores, eso nadie lo merecía. Era denigrante y te hacía sentir incluso avergonzada de ser tú por un momento, impotente ante la evidente superioridad en fuerza y siendo objeto de una gran falta de respeto. Y eso, nadie lo merecía, ni siquiera ella. La primera lágrima cayó, y se confundió con las gotas de lluvia que humedecian su rostro.

La ropa se pegaba a su cuerpo, calandole los huesos, estaba temblando más que un Chihuahua en invierno y su cabello mojado enfriaba sus orejas. Sus labios estaban partidos, sus ojos rojos y llorosos, y sentía como todo se le caía encima. Cansada, destrozada y lastimada, caminaba a pasos de tortuga, que era todo lo que podía hacer. Hacía mucho que no se sentí así de mal, tanto tiempo, que ya ni recordaba cuando había sido la última vez de eso.

Sentía que había caminado kilómetros desde que había lanzado su vómito verbal hacia Adler, pero la verdad era que apenas y había completado la cuadra. Cada vez estaba más débil y sus ojos se cerraban continuamente, lágrimas surcando su rostro cansado. Estaba cansada emocionalmente y sus lágrimas eran gotas terminales de agua salada que expresaban la resignación de sentirse miserable.

Comenzó a marearse, cruzando la calle sin siquiera ver. Veía borroso, sus sentidos estaban dormidos y sus pies se negaban a dejar de moverse. Incluso un zombie se veía con más vida que ella, incluso un zombie hubiera visto a ambos lados de la calle antes de cruzarla, y un muerto viviente hubiera caminado más rápido que Sugar al ver el auto que venía a una velocidad vertiginosa hacia ella, sin tiempo siquiera de parar.

Y justo cuando sus piernas cedían a desplomarse en plena calle, alguien la empujó con rapidez y agilidad fuera de el camino, sujetándola con fuerza. Al momento de sentir la caída, Sugar se preparó para el impacto de su cabeza contra el suelo de concreto, pero ese instante nunca llegó. Tenía la cabeza contra una fuente de calor. Un pecho cálido que la aferraba a él como si se fuera a desbaratar en cuanto la soltara.

Ella quiso levantar la mirada para ver, pero fue inútil, pues después de un último intento vano de abrir sus ojos, se perdió entre la inconsciencia, con los ecos de su nombre pronunciado con histeria siendo lo último que escuchó.

°°°°

Despertó por la sensación de agua helada en su rostro. Ella profirió un grito agudo, con los ojos bien abiertos de la impresión e incorporandose de una fuera del colchón mullido cubierto por sus sábanas amarillas. Llevó una mano a su pecho, sintiendo su corazón latiendo con desesperación y miró al frente. Adler la observaba con cautela y algo alarmado mientras aún sostenía en sus manos una cubeta húmeda ahora vacía.

Ella lo miró con confusión y el ceño fruncido en extrañez.

— ¿Que mierda, Adler?— fue lo primero que dijo, sin despegar la mirada de el.

—Yo....— el se veía avergonzado y bajo la cubeta, acercándose con preocupación— No te movias y pensé que habías entrado en un coma o algo así...  ¡Entre en pánico! — tenía un leve sonrojo en sus mejillas y se veía consternado, como si realmente se la hubiera pasado mal. Sus ojos cansados la miraban, y ella pensó que se veía terriblemente exahusto, pero solo bastó un segundo para recordar todo el suplicio que acababa de vivir y darse cuenta que probablemente ella se veía peor.

Le pareció tierna su reacción, pero aún así, su mente revuelta le impedía detenerse mucho a pensar en lo lindo que se veía con sus mejillas sonrosadas. Solo podía sentir el dolor en sus músculos, sus ojos cansados y su mente abolida, como si alguien la hubiera estado pateando durante horas y ella estuviera en un ovillo, en un trance esperando a que se detuvieran.

Se sentó en su cama, y dió un breve vistazo a su alrededor. Estaba en su habitación, la versión extraña de ella, pero la verdad era que en ese momento los libros en su repisa eran lo menos que importaba. Adler seguía parado frente a ella, había dejado la cubeta en el piso, pero tenía sus manos preparadas para sostenerla.

— ¿Qué pasó?

El suspiró, despeinando su cabello.

— Bueno, solo consideraste prudente, no sé porque, seguir caminando bajo la lluvia y con  las energías lo más bajas posible, porque se supone que tú puedes todo.

— Yo....— se detuvo antes siquiera de hablar y lo miró con el ceño fruncido— ¿Porque estás así?

El tenía las rodillas dobladas, los brazos un poco flexionados y dirigidos hacia ella mientras la miraba. Adler ladeó su cabeza confundido y dándose un breve vistazo, se encoge de hombros, el color en su rostro aumentando. Se enderezó automáticamente, rascando su nuca para ocultar la incomodidad y el nerviosismo.

— Bueno... Estoy alerta, supongo. Ya sabes, por si quieres levantarte y te caes....

— No seas ridículo— rodó los ojos, pero sus labios se curvaron en una sonrisa— Siéntate, ven, me pones nerviosa.

El asintió y se sentó a su lado en la cama, suspirando cansado.

Sugar se quedó un momento mirando a la pared sin decir nada, tratando de recordar todo lo que había pasado. Sus pasos lentos, el ruido de un auto cerca de ella.... Alguien empujándola fuera del camino...

Ahora estaba claro que ese alguien era Adler, tal vez en el fondo siempre lo supo aún cuando sus recuerdos estaban muy borrosos y mitigados por los estruendos de su mente en mal estado. Trató de recordar lo que siguió después.

Había despertado en el auto de Adler unos minutos después, tosiendo sin descanso por el alcohol que el sostenía frente a ella y temblando de frío. Y ni pasado un minuto, una vez que el le había cedido su chaqueta, que aún traía puesta y tenía un forro suave y caliente, durmió otra vez.

— ¿Porque me despertaste si ya sabías que no estaba muerta?

El se encogió de hombros.

— Ya dije, entre en pánico, pensé que había hecho algo mal después, tenía miedo de que no hubiera hecho lo correcto, pero como sé que no te gustan los hospitales y no te golpeaste la cabeza o algo así....— sacudió la cabeza, sin poder terminar la frsse—  Igual no quería equivocarme.  Además, todavía está el hecho de que cambiaste bajo la lluvia, en medio del frío y tienes que bañarte si no quieres enfermarte.

Bufó ruidosamente.

— ¿Entonces porque me lanzaste  agua helada, si probablemente eso aumentará mis probabilidades de enfermarme?  No tiene ningún sentido.

Sin embargo había funcionado para algo. Ahora ella lo miraba sonriendo. incluso aunque eso no llegaba a sus ojos, la había hecho sentir mejor.

— Bueno... Yo...

Por su parte, el chico estaba terriblemente nervioso. Aún sus mejillas no habían recuperado su color natural y rascaba su nuca, tratando de encontrar la respuesta a su pregunta. No lo entendía, con esta versión de ella a veces se encontraba en total control, y otras totalmente perdido, lo confundía. Por ejemplo en ese momento, que estaba totalmente desorientado. No sabía qué hacer, y la mala idea de  lanzarle el agua, o mirarla como si fuera a romperse era la prueba viviente de su inexperiencia en el área.  Era como si ahora fuera más imponente y tratara de ganarse su amistad de nuevo.

Y sin embargo, eso parecía divertirla bastante.

— ¿Estabas preocupado, cierto?

Sus ojos estaban entrecerrados y había algo de ternura en ellos, pero también agradecimiento. No recordaba cuando había sido la última vez que alguien se había preocupado por ella, desde hacía cuando había visto esa mirada consternada en los ojos de alguien más dirigidos hacia ella, preguntándose si estaba bien o mal.

Ahora entendía completamente porque había sido su amigo, e incluso se sentía afortunada por haber tenido aunque sea en una de sus vidas a alguien así de real y amable como amigo.

Por un momento se preguntó que se sentía. Tener a una persona real a su lado, una amistad real que no dependiera de estatus, o de la popularidad que podría brindarle, que simplemente permaneciera a su lado porque disfrutara de su compañía del mismo modo en el que ella lo hiciera. Se preguntó por un momento, que hubiera pasado si Gwen no hubiera muerto.

Esa idea la hizo sonreír con nostalgia. No había nada que quisiera más. Excepto tal vez el hecho de haberlo conocido a el de todas formas. Le agradaba demasiado.

El asintió con algo de nerviosismo, tratando sin mucho éxito de controlarse.

— Pues claro que lo estoy. Eres mi amiga.

Le dirigió una gran sonrisa y el rostro de Sugar se iluminó. ¿Que había hecho para merecer esa declaración después de todo? Una sentimiento cálido creció dentro de ella. Agradecimiento y aprecio comenzaban a brotar de su interior.

Y no necesitaron decir nada, la sonrisa que ambos se dedicaron mutuamente era la señal de que todo iba a bien, y que no importaba quienes eran en realidad, quienes habían sido. Solamente importaban esos momentos. Que ahí eran amigos.

— Pero enserio, debes de bañarte o te dará una hipotermia. Usa agua tibia y trata de relajarte. Yo iré a hacerte algo de comer para animarte.

Ella alzó una ceja con su sonrisa divertida danzando en sus labios.

— ¿Eres mi amigo o mi padre?

El profirió una carcajada leve— ¿No puedo ser ambos?

Y con eso, salió de la habitación hacia la cocina, dejando a Sugar sonriente en su cama, mucho más animada que antes.

°°°

— ¿Eso es lo que creo que es?— preguntó Sugar entrando a la cocina. Estaba secando su cabello con una toalla y llevaba su simple pijama. No tenía ganas de cumplir su sobrevalorada regla de siempre verse bien, y por eso agarró los pants más cómodos que tenía y una camiseta rosa holgada. Hacía mucho que no se ponía algo que la hiciera sentir así de bien y le gustaba el cambio.

— ¿Qué crees que es?— preguntó Adler de regreso, revolviendo el líquido humeante y de olor delicioso que reposaba sobre el fuego de la estufa.

— No respondas mi pregunta con otra pregunta.

— Y tú no respondas mi pregunta con una evasiva.

— Tu respondiste mi evasiva con otra evasiva.

— Tú también. Supongo que estamos a mano.

Ella chasqueó su lengua, sentándose en el tamburete frente a la isla de la cocina.  Se cruzó de brazos, mirándolo con fijeza.  Después de unos segundos en un concurso de miradas, ella hizo un puchero para ocultar su rendición, mientras Osiris se trepaba a su regazo. Parecía que el gato podía sentir cuando era realmente auténtica, lo sabía incluso antes que la misma Sugar.

Ella tenía mucha curiosidad y eso podía más que cualquier otra cosa, de modo que se rindió. Bufó y fue todo lo que el necesitó para sonreír triunfante. Había ganado.

Ella ignoró la ligera arrogancia proveniente de sus labios y respondió su pregunta.

— Creo que es chocolate blanco. Liquido, caliente y delicioso chocolate blanco.

La chispa de anhelo en los ojos de Sugar al pronunciar esas palabras le saco a Adler una sonrisa.

— Entonces si es lo que crees que es. — comentó, y también levantó un plato hondo color verde— Y esto también.

—¿Eso que es?

Con la emoción palpable Sugar se inclinó hacia el plato para ver su contenido, sosteniendo a su gato sin pelo con una mano, pero el chico, viendo sus intenciones, puso el plato sobre la palma de su mano y lo alzó sobre su cabeza.

— ¡Oye! Quiero saber qué es— hizo un puchero y se cruzó de brazos. El apagó el chocolate y se acercó a ella

— Y lo sabrás. Pero no sé vale ver, no seas tramposa— y dicho esto, tomó el asiento sobre el que de encontraba por el respaldo y lo giró.

Un pequeño grito infantil que la sorprendió dejo su garganta, mientras aferraba a el gato que había proferido un maullido asustado, con sus ojos bicolor bien abiertos. Le gustaba girar, cuando ella era pequeña lo hacía todo el tiempo. El recuerdo la hizo pronto ponerse a girar una y otra vez mientras Adler servía el chocolate. En una de ellas, el animal optó por lo más sensato, que era saltar hacia el mesón, evitando así devolver sus filetes.

— ¿Porque no me dejas ver qué es?

El sonrío de lado.

— Porque así no sería divertido y arruinarías el chiste del juego.

Ella arrugó su nariz dejando de dar vueltas mientras sostiene su cabeza, ya algo mareada.

— ¿Cuál juego?

— El juego que yo conozco y tú no, porque no tienes  idea de nada. — su sonrisa de desdén le arrancó a Sugar  un suspiro irritado.

—Eres un jodido presumido.

Soltó una carcajada, tomando ambas tazas de chocolate y tomando una bandeja con varios platos.

— Podrías solo dejarme disfrutar mis pequeñas victorias como cualquier persona normal, ¿No crees?

Bufó como por milésima vez.

— Pero eso sería aburrido, tu no eres el único que merece diversión aquí.

Se cruzó de brazos mientras se levantaba y subía las escaleras a su lado.

— Ya, claro— el rodó los ojos, guiando sus pasos hacia la habitación de Sugar. Cuando llegan Deja la comida en la buró y se sienta en su cama, dando unas ligeras palmadas a  el sitio frente a el ,invitandola a tomar asiento.

— ¿Que harás?

— Te enseñaré a ser una persona genial.

Ella alzó una ceja, fingiendo enojo.

— Yo ya soy genial. Todo el mundo lo sabe.

— Que un montón de personas ajenas te digan que eres genial no vale de nada si tú realmente no lo crees.

No respondió, porque no sabía bien como hacerlo. Ya había sufrido lo suficiente ese día como para tener argumentos para contradecirlo. Ese día se había sentido de un millar de formas, pero "genial" no era una de ellas. Que patético era que en cuanto las otras personas cambiaban su concepto de ella, la chica no sabía ni quién era.

De modo que solo se sentó en la cama encogiéndose de hombros.

— ¿Y cómo, según tú, son las personas geniales?

El sonrío mientras tomaba un pañuelo.

— Espontáneas— la palabra adquirió un tono celestial en cuanto dejó sus labios—. Lo sé porque yo soy genial.

Ella rodó los ojos, pero por alguna extraña razón estaba de acuerdo con el. Y ella quería saber qué se sentía ser así, no tener que decidir que hacer todos los días.

— Si, claro.

El se sentó justo frente a ella, sacudiendo su cabeza.

— Estoy hablando enserio. Debes de arriesgarte, ser tú misma, impredecible y sorprendente. Vivir en una continua rutina es solo una forma de ocultar tu miedo a mostrar quién eres e intentar cosas nuevas.

No supo que contestar. Nunca admitiría en voz alta sus pensamientos, pero sentía que el tenía razón. ¿Cuando era la última vez que se había mostrado a sí misma? La verdad era que había pasado tanto tiempo, que ya había olvidado  su verdadera identidad.

— Bien, Entonces ¿En qué consisten tus clases de como ser una persona genial por Adler "no me sé tu apellido por ser pésima amiga"?

El chico emitió una risa suave, enrollando el pañuelo.

— Adler Malk.

—¿Que clase de apellido es ese?

— ¿Qué clase de nombre es Sugar?

— Touché.

Sugar río con suavidad, sus ojos iluminados por una chispa que no se le había visto en años. Pero dejo de reír cuando Adler acercó el pañuelo a su rostro y cubrió sus ojos con el.

— ¿Qué estás haciendo?

Había una combinación de nerviosismo, confusión y mucha curiosidad en un timbre de voz, mientras apoyaba las manos en sus rodillas para no quitarse la tela de el rostro.

— Estás acostumbrada a una rutina y tú primera lección será que hagas cosas que hacía mucho que lo hacías. Ahora dime— comenzó una vez que anudo el pañuelo. Ella lo escuchaba moverse y un suave repiqueo de metal, pero nada más— ¿Cuando fue la última vez que comiste dulces?

Esa simple pregunta le llevó más de diez segundos recordar.

— No es estoy segura, más de tres años.

— Perfecto. — su voz sonaba animada mientras sentía su presencia muy cerca de ella, tanto que escuchaba su respiración y el movimiento de su cabello. Era tanto emocionante como alarmante no poder ver lo que ocurría alrededor, como si le preocupara no poder ver, pero al mismo tiempo se podía ver que despertaba su curiosidad, su espíritu.— Ahora abre la boca.

— ¿Que vas a...?

—sshh. No hables, solo abre la boca Sugar. Sin pensar mucho las cosas, ¿Recuerdas?

Ella rodó los ojos incluso cuando él no podía verla y con sus labios curvados, abrió su boca lentamente. No habían pasado ni dos segundos cuando sintió una cuchara dentro de ella. Tratando de no pensar mucho en algún posible envenenamiento, cerró su boca con lentitud y se comió el contenido mientras el retiraba el cubierto.

En cuanto comenzó a mover su boca, un gemido de placer salió de sus labios. Era una explosión de dulces y danzantes sabores fusionandose en su lengua, tan deliciosa y lamió sus labios.

— ¿Y bien, que es?

Ella, sin querer gastar tiempo en preguntar que era, comenzó a degustar como había visto en cenas elegantes que se hacía, paseando el alimento por cada rincón de sus papilas gustativas.

— No estoy segura.... Hace mucho que no comía esto...

— Solo inténtalo. Ven, come otra cucharada.

Está vez, antes que el le dijera, Sugar ya había abierto su boca, lista para el manjar. Lo degustó con rapidez, más animada ante la idea de aceptar aquello que había tomado como un reto.

— Bien.... Sabe a Nutella— lamió sus labios, haciendo memoria— m&m's, si creo que así se llamaban esas cositas de chocolate.

— Si.... ¿Y qué más?

— Bueno..... Crema batida....— ya había entrecerrado sus ojos por el esfuerzo— y galletas, pero no estoy segura de cuáles.

— ¿Es todo?

— Si, creo.... Espera— y así como así, llevó su mano a el pañuelo y lo levantó para poder ver con uno de sus ojos, el plato que el sostenía entre sus manos— ¡Son oreos!

— ¡Oye, tramposa!— le regañó y sin que le diera tiempo de procesarlo, le lanzó algo de la dulce mezcla en la cara, cayendo sobre su párpado cerrado.

— ¡Adler!— exclamó con diversión.

— No seas anarquista.

— Si claro, porque hacer trampa en un juego de comida es anarquismo.

Ambos rieron, una vez que ella había cubrierto sus ojos de nuevo.

—Bien, ahora sigue el otro.

Y así pasaron la tarde. Terminaron todos los tazones de mezclas dulces entre risas y bastante sucios de sustancias  pegajosas.Vieron una película mientras tomaban el chocolate caliente e imitaban voces durante toda la película y jugaban y acariciaban a Osiris, quién se ocupó, con su lengua, de limpia los restos de dulce de ambos chicos. Por primera vez en años, ella se había dejado llevar, había olvidado todos los "las señoritas no hacen esto" de su padre, todos los "no serás nadie en tu vida si no aparentas perfección" de su madre. Cada vez que Jaden la ignoraba, cada vez que su familia la pisoteaba y cada límite que ella se había puesto estaba siendo olvidado.

Nunca se había sentido tan bipolar, ni tan viva. Hacia unas horas estaba lamentándose de su vida, y en ese momento no podía dejar de reír, mientras estaba sentada en su cama al lado de la última persona de la cual hubiera pensado. Tal parecía que si dejaba todo fluir, la vida si podía ser impredecible y divertida, justo como cuando era niña.

Tal parecía que siempre era posible encontrarle el lado positivo a cualquier situación, más si tenías a alguien a tu lado para mostrarte todos y cada uno de los colores.

°°°

¡He vuelto!

A mí parecer este capítulo esta bien equilibrado. No está tan pesado pero es interesante y sin duda agradable de leer y escribir. Lo saqué prácticamente en dos días (porque originalmente era más largo, pero si no lo partía en dos terminaría siendo una nueva edición de la biblia)

Solo puedo adelantar que los próximos capítulos no son tan pesados, para darle un poco de descanso a la protagonista y para ver los distintos puntos, pero no sé confíen 7u7

Ya no haré preguntas porque nunca se contestan XD así que solo queda decir que espero que lo hayan disfrutado y que vendré con otro capítulo pronto.

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