28. Te quiero
Se quitaron los calcetines y los tenis, terminaron de bajar sus jeans con dificultades y carcajadas, quedando con ropa interior, frente a frente.
____ tomó el shampoo que le indicó Nayeon, y untando un poco en sus manos paso a esparcirlo por su cabello, sintiendo la espuma entre sus dedos mientras la chica de ojos marrones cerraba los ojos con tranquilidad.
Abriendo la llave del agua nuevamente para que esparciera la espuma que ahora llenaba el suelo, concentrándose en como bajaba por su espalda, chocando levemente con su brasier.
Acarició sus hombros, dibujando círculos invisibles en ellos mientras bajaba por su espalda, parando en aquella prenda que llamaba a sus manos.
-Puedes retirarlo si quieres- Ofreció de espaldas.
Y lo hizo.
Desabrochó el brasier con lentitud, pasándolo por sus hombros antes de verlo caer al suelo, siguiendo las gotas de agua que caían por su espalda. Vio a Nayeon girarse, buscando sus ojos antes de dedicarle una sonrisa llena de dulzura, dejando a la vista aquel esplendido paisaje de su cuerpo qué ahogaba sus ojos de belleza.
No pudo evitar alzar las manos, cubriéndolos en ellas, notando como su rostro denotaba satisfacción al instante. Sintió confianza, la suficiente para acercar su rostro a ellos e imitar la acción que ella empleo con él, pero esta vez beso todo el contorno de sus pechos, siendo cautivado por la suave textura y un leve temblar que sentía en las palmas de sus manos.
Nayeon tenía los ojos cerrados, sus manos aferradas a los hombros de ____ mientras el chico de ojos verdes no paraba de apreciar con besos y caricias su piel, sintiendo de repente como su pezón izquierdo era succionado de manera lenta, y como su caliente lengua pasaba a lamerlo. Una corriente de excitación despertó en ella de inmediato, sin poder ahogar un pequeño gemido que se escapó de sus labios, enredo sus dedos con fuerza en el cabello de ____ mientras lo atraía más cerca de ella.
-Llévame a la cama- Pidió con la respiración acelerada.
Cerró la llave de la regadera, y la cargo en brazos apenas salieron de la tina de baño. Con sus manos aferradas fuertemente a sus muslos, y sus labios ahogando su boca con la suya, caminaba hacia su habitación, ignorando el agua que ahora resbalaba de sus cuerpos y caía en el suelo.
La colocó de manera lenta en la cama, con sus bocas aún unidas, se acomodó encima de ella con sus manos a cada lado de su rostro, y una rodilla separando sus piernas, tocando levemente su monte de venus.
Nayeon ahogó un gemido en el beso, clavando sus uñas en los hombros del chico de ojos verdes, notando cómo contraria la boca en muestra de satisfacción.
Empezó a bajar sus manos por su abdomen, maravillada por la definida textura bajo sus dedos. Notó como él chico de ojos verdes cortaba el beso y empezaba a repartir pequeños besos por la altura de su cuello, sin tener oportunidad de ahogar los gemidos sintió como mordía con cuidado la zona de sus clavículas, succionando con lentitud la piel rojiza.
-Quiero hacerte el amor- Susurró antes de mirarla a los ojos.
Lo decía en serio, el brillo de sus ojos lo afirmaba, y por primera vez en su vida creyó en esa palabra.
La manera en que ahora la veía le hizo sentir que era lo más delicado y hermoso que alguna vez sostuvo entre sus manos, y sabía que para él era así. Tanto, que no pudo callar las palabras.
-Ya lo haces.
Besó fugazmente sus labios, bajando nuevamente por sus clavículas y parando en sus senos, adorándolos tortuosamente lento.
-Por favor- Jadeó Nayeon.
Pero no paró.
En cambio sus labios descendieron en pequeños besos por todo su abdomen, llegando a la orilla de sus bragas.
-¿Puedo?- Preguntó a un hilo de voz.
Nayeon lo miró con ternura, notando la timidez en sus ojos. No pudo evitar pensar que nunca antes creyó que el sexo pudiera ser tímido, pero se recordó que esto no era sexo, era amor, sus ojos lo gritaban.
-Puedes hacer lo que quieras...
Sintió como la liberaba de aquella prenda que sobraba, y tocaba con la punta de sus dedos su monte de venus, como si tratara de memorizar como era su piel. Lo vio usar la punta de su lengua para acariciar toda su longitud, sintiendo como se sumergía en su intimidad.
No calló los gemidos, no pudo hacerlo.
Saber que ____ era quién le daba placer le hizo olvidar todo aquel que alguna vez sintió antes, ninguno se comparaba con el que experimentaba ahora, a su lado todo parecía ser una primera vez.
Pero dejo de pensar cuándo lo sintió jugar con su entrada, acariciando su clítoris pensó que estaba al borde, entre sus labios, lengua y dedos no pudo evitar morder fuertemente sus labios cuándo sintió como los espasmos se hacían presente dentro de ella.
Grito su nombre, creyendo que podía atrapar el cielo entre sus manos, pero lo halló en sus ojos. El precioso cielo azul ahora era verde. Aquel precioso verde que le hizo saber que no encontraría otro par que la hiciera sentir de esa manera.
-Nayeon...
Lo escuchó llamarla, pero sólo alcanzo a atraerlo a un profundo beso, encontrando su propio sabor entre sus labios.
-Es mi turno- Dijo al separarse.
Llevó sus manos al dobladillo de su bóxer, viendo el deseo delatar sus ojos verdes, sintiendo la profunda necesidad de hacerlo sentir el amor que ella vivió.
...
La cabeza de ____ descansaba en su pecho, acariciando su cabello negro con sus dedos mientras sentía como la respiración del chico de ojos verdes chocaba con su pezón derecho. Sus piernas estaban enredadas entre ellas y los brazos de él descansaban en su cintura.
Se encontraban en el suelo, usando las sábanas cómo un pequeño fuerte improvisado debido a que la cama permanecía húmeda, después de todo, habían salido de la regadera y ninguno procuro secarse antes de hacer todo lo que hicieron sobre ella. Una pequeña tela cubría levemente sus cuerpos desnudos, ahora llenos de satisfacción, calma.
-No pensé que así fuera mi primera vez- Murmuró ____.
-Yo tampoco- Contestó en el mismo tono.
____ la miró con confusión, extrañado por sus palabras.
-Pensé qué...
-He estado con otras personas antes- Recordó Nayeon -Pero nunca así, siempre fue solo sexo y ni siquiera alcanzaba a dormir con esas personas- Explicó -Cuando acababa el sexo, terminaba todo, y en la mayoría de las veces ni siquiera los volvía a ver- Señaló -Pero nunca me sentí de esta manera, no hice antes lo que te hice a ti- Mencionó con una sonrisa, logrando carcajear cuándo notó cómo la timidez manchaba de carmín las mejillas del chico que descansaba en su pecho.
-Entonces...
-Nunca había hecho el amor- Susurró Nayeon, acunando su rostro -Pero me hace muy feliz que haya sido contigo.
Su corazón latía con fuerza pero de alguna forma también permanecía en calma.
____ acababa de tener su primera vez, había hecho el amor con la chica de la que estaba enamorado, y ella sentía lo mismo que él. Miró sus ojos y vio un amor puro, uno que nunca pensó que alguien pudiera llegar a sentir por él.
Sus palabras resbalaron sin querer, pero con sinceridad, y una fuerte seguridad que no lo hizo arrepentirse.
-Te quiero, Nayeon.
La habitación cayó en silencio.
No creía en esa palabra antes, ni en su significado.
¿Podía sentirse culpable por eso?
Nunca oyó antes que llevara su nombre, o que siquiera una mirada se la dedicara.
Pero ahora la estaba oyendo, y su nombre estaba en ella, sin mencionar que aquellos ojos se lo susurraban con intensidad.
Aquellos ojos que la miraban como ni siquiera ella misma podía mirarse.
-Te quiero- Contestó.
Y no pudo evitar sentir como sus ojos empezaban a lagrimear, ni como la sonrisa no parecía entrar en su rostro. Vio como ____ se alzaba con sus brazos y besaba sus labios mientras se abrazaba a ella, cambiando las posiciones y dejándola a ella encima de él.
No cortaron el beso lento a pesar de que necesitaban respirar, querían memorizar cada detalle de sus labios y nunca olvidarlos.
-¿Te quedarás esta noche?- Preguntó a un hilo de voz cuándo cortaron el beso, posando su cabeza en su pecho.
-Nayeon...
-No me hagas sentir que arruiné tú ropa en vano- Comentó con una juguetona sonrisa en sus labios.
-¿Y cómo irémos mañana a clases?- Preguntó.
-Bueno, si pudiste ir a tú casa en la madrugada solo para evitarme en el instituto mínimo podrías hacer lo mismo ahora para buscar ropa- Retó con la cejas fruncidas.
-Te recuerdo que rompiste mi camisa, y que mojaste el resto de mi ropa.
-Entonces no irás mañana, ni el día siguiente. Te quedarás conmigo todas las noches y-
La interrumpió con un profundo beso en los labios, acunando su rostro mientras sentía como ella no dejaba de acariciar las cicatrices que adornaban su piel.
Terminó el beso con uno fugaz, fijando su mirada en el techo de la habitación.
-Por mucho tiempo he pensado en tatuarme, aunque el cirujano haya sido un experto no pudo evitar dejar las marcas- Explicó después de permanecer en silencio.
La chica de ojos marrones no habló, podía imaginar la gigante inseguridad que cargaba ____ en los hombros, pero no pudo evitar pensar que no quería que fuera de esa manera.
-Me gustan tus cicatrices- Señaló, acomodando su rostro entre ellas -Son parte de ti- Dijo antes de besar su longitud -Y me encanta todo lo que tiene que ver contigo.
-¿Incluso mi actitud tan amarga y aburrida de la que siempre te quejas?- Cuestionó con las cejas fruncidas.
-Son parte de tu encanto- Opinó en tono jocoso -¿Y tú?, ¿Yo no era un problema?
-Lo eres- Aclaró -Pero te quiero así.
No pudo evitar deleitarse con la despreocupada risa de ____ resonando en sus oídos.
Se sentía tan bien hacerlo reír que por un momento intentó recordar todo lo que había vivido con él, incluida esa tarde. Percatándose en ese momento que realmente no sabía de felicidad hasta que él chico de ojos verdes llegó a su vida, y ese simple pensamiento la impulso a hablar.
-¿Sabes? Aún hay cosas que quiero probar- Avisó de manera juguetona.
-¿De qué hablas?
Pero no contestó, se limitó a llevar sus manos entre las piernas de ____, notando como él chico de ojos verdes soltaba un pequeño quejido.
-¿No deseas una segunda ronda? Porque veo en tus ojos cuánto me deseas ahora- Señaló de manera sensual, notando la dilatación que mostraban los ojos de ____.
-Eres un desastre...- Susurró, sintiendo como la chica de ojos marrones se sentaba en su pelvis.
-Pero adoras a este desastre- Acusó con sorna.
La tela resbaló de su cuerpo, dejando al descubierto aquel precioso paisaje que se había vuelto el preferido del chico de ojos verdes, conocería el suyo propia gracias a ella, porque en ese instante entendió que no había ningún otro lugar en el que quisiera estar.
El único era a su lado.
...
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