10.5 Gratitud
EXTRA: GRATITUD
—Tae Hyung, basta. Tienes que dejar de llorar. Dime qué fue exactamente lo que pasó. ¿En dónde está tu madre? —Olía a jabón y wakodo entremezclado con vapor. Tenía la cabellera húmeda y las mejillas bañadas en llanto y mientras restregaba con ahínco el pequeño dorso de su mano sobre sus profundos orbes, apretó más los labios cuando el hombre sacudió su cuerpo con violencia—. ¡Tae Hyung!
—A- Arriba... —alcanzó a hipar el niño. El hombre mayor le dedicó una mirada terrible, casi como si lo inculpara por todos los males que acaecían sobre la familia, o sobre la tierra, o sobre la humanidad misma. Pero no le reprochó más nada y eso Tae Hyung lo agradeció como pocas cosas en la vida había aprendido a agradecer. Entonces lo vio perderse escaleras arriba, rumbo al cuarto de baño en la habitación del bebé y de alguna manera, presintió que las cosas solo se volverían peor en cuanto aquellos dos cruzaran palabra. Y no erró.
Los gritos taladraron sus tímpanos con violencia.
Se llevó las palmas a los oídos, aprisionando con demasiada fuerza. El gato se le acercó, ronroneando entre sus piernas, y restregó su espina dorsal encorvada en búsqueda de caricias. Fue como encapsularse, incluso el maullido del gato se escuchaba tan lejano. ¿Por qué de pronto todos estaban tan lejos?
—¡¿QUÉ FUE LO QUE HICISTE?! —escuchó revotar escaleras arriba. E imaginó que los reproches caían como pelotas desde la planta alta hasta llegar a los pies de ambos, animal y niño. Entonces tomó al gato por la fuerza, y corrió a esconderse en la alacena de la cocina, ahí en donde las hormigas aprovechan la obscuridad para robar sus migajas. Mi Sun lo recorrió con las pupilas dilatadas de arriba abajo, insatisfecha por la torpeza en las manos del niño. Y sin esperar un segundo, clavó sus colmillos en su mano izquierda sacándole un poco de sangre, siseó con agresividad e intentó alejarse. Falló en el proceso, y a causa de su frustración, le araño. Tae Hyung gimió bajito, aguantándose el sollozo y las lágrimas. Era mejor que el hecho de ser descubierto por la bestia. Tae Hyung era responsable de salvarlos a ambos—. ¡Esto no se quedará así, Young Ae!, ¡vuelve aquí!, ¡llamaré a la policía! —En la voz de la bestia pesaba la rabia. Profunda, recelosa. Escuchó golpes al otro lado de la puertecita de madera mientras se aseguraba de hacerse más pequeño. La gata se removió cuando se sintió sofocada y le araño los brazos, maullando en desesperación. El corazón de Tae Hyung latió todavía más fuerte, como tambores que anuncian un nuevo sacrificio. Apabullante. Profundo. Doloroso. Supo que ambos adultos habían llegado a la cocina, en tanto que los gritos y los reclamos se hicieron cada vez más recelosos e impacientes, ¿y a dónde se suponía que huyese?—. Fue un accidente. Eso es lo que vas a decirme en este momento —exigió la bestia.
Pero nadie contestó a aquella pregunta, y supo que mamá quizá estaba metida en un gran problema.
Un problema que los inmiscuía a ambos. Un secreto que había prometido no compartir con nadie jamás. Entonces llevó sus regordetas manos repletas de rasguños hacia la boca, aplastando el vientre de la gata que se desesperaba más con cada segundo. Los maullidos no fueron suficientes para llamar la atención de las dos bestias furibundas, mucho menos los sollozos de su propio hijo.
A partir de ahí, la cinta se vuelve muy borrosa. Recuerda sangre, quizá era la que caía de su mano, la que los colmillos de Mi Sun había abierto en su palma, o quizá venía desde afuera, al otro lado de la alacena. Nunca estuvo seguro.
Cuando la tormentosa noche amainó, en la madrugada de un invierno estafador, Tae Hyung se encontró temblando, con los brazos engarrotados... Abrió la puerta observando una ingente cantidad de dolor. Corrió hasta su madre, tendida en el piso, como si quisiera hacerse más pequeña, un hilo de lágrimas brillaba tenue desde lo alto de sus mejillas hasta el filo de su barbilla. Ni siquiera se atrevió a mirar el cuerpo sin vida del hombre en el centro de la cocina. Se hincó a su lado y la abrazó endeble energía, sin hacer preguntas, sin reprocharle nada, sin atemorizarse siquiera, porque... quizá de alguna manera, entendía la razón por la que lo había hecho. Se dejó abrazar como pocas veces. Ninguno de los dos lloró de nuevo. El animal se revolvió entre sus manos con un gruñido violento. Mordisqueó, rasguñó. Hasta que se libró de aquel sofocante agarre. Y así, entre los brazos de su madre ante el cadáver de un demonio, el gato, justo como dios mismo... Los abandonó.
Este extra lo preparé hace uhh, para celebrar el premio por los TaeKook Awards, pero nunca lo publiqué por diversas cosas. Lo dejó por aquí, en conmemoración de que hace poquito la cuenta nos entregó el premio de la publicidad 🥺❤️💜
Notita rápida: En instagram estoy compartiendo cositas, acerca de esta historia y otras más, por si quieren ir a compartir conmigo: estoy como writtenbysamsam
Ahora sí, mañana debe haber actu normalita ♡ ¡nos leemos pronto!
25012021 | Love, Sam 🌷
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