Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

02. Vientre

Por: Sen Takatsuki
SH Editorial

⊰ ᯽ ⊱

«[...] Sin que nadie dijera nada, sin siquiera decir nombres, como si un rompecabezas incompleto se acomodara por sí solo, simplemente al ver esa figura, yo comprendí exactamente a quien me enfrentaba[...] Una fría y viva mirada. Ahí, estaba el Dios de la muerte[...]»

Ken Kaneki

    Tenía más de una semana sin verla.

    Era hilarante la manera en la que se salía con la suya a cada momento y sin ayuda de nadie. Entre el paisaje grisáceo que ofrecen las calles de Tokyo, TaeHyung a veces se pregunta si en verdad es hijo de aquella mujer... Pues él nunca se salía con la suya; y ni siquiera siendo hijo de un demonio como ella, podía obligar a su mente para que le dejara tranquilo. Esconder sus delitos, esconder su existencia, no era tan difícil cuando no pensaba, sin embargo, últimamente pensaba mucho; y, muchas más veces de lo planeado, se sorprendía a sí mismo pensando y sobre pensando estupideces.

    Intentó con todas sus fuerzas, evitar las confrontaciones con la mujer. Pero... no pudo hacer nada cuando ella llegó una noche jadeando, entre los brazos de un extraño, mientras tomaba la cabeza de su víctima en turno, con las uñas enredadas entre los cabellos de lo que parecía un veinteañero desdichado; Había tratado de ignorar las aventuras de su madre como estaba acostumbrado a hacerlo desde su corta infancia, hasta que... una cerúlea mirada que conocía a la perfección, se clavó en la suya por mera casualidad.

    La cabeza cercenada...

    Era la del mayor de los Jeon.

    Entonces, sin poder evitar esa ferviente rabia que le embargaba de pronto, enfureció.

    —¡Eres una estúpida! —le gritó colérico, sin esperar a que los amantes terminaran de besuquearse, siguiéndolos, y en el proceso, evitando que cerraran la puerta de la habitación. El hombre mayor le miró con desprecio... Pero, en esta ocasión, TaeHyung no se dejó intimidar como cuando niño. Por el contrario, la mirada que le dedicó al infeliz fue suficiente para que el humo en sus pantalones se esfumara y se despidiera de YoungAe con un beso descarado, fugaz y cobarde. Entonces, cuando el infeliz se hubo ido, TaeHyung miró a su madre con desprecio y la quijada muy tensa.

    Se aproximó clavando sus pies con cada pisada, mientras escuchaba lo que parecía ser el auto del cobarde arrancar y largarse; y, con todo el peso de su furia resonando en la habitación, enfrentó a su madre.

    —¡Los Jeon! Viven a un edificio de aquí... ¡Te atraparán por estúpida! —profirió, sin desconectarle la mirada.

    Ella soltó un suspiro que no supo identificar si era de enojo o fastidio (o un ecotono entre ambos), la observó acercar sus manos preciosas para acariciar sus mejillas, con una mirada dulce, cargada de oscuridad y profundidad estremecedora. Sus cejas eran los bordes del peligro y el enojo reprimido, sintió el calor de sus dedos sobre su mejilla, junto a la pegajosa sensación de la sangre marrón y su penetrante aroma férreo. Estaba molesta, aún si su semblante era impasible... TaeHyung lo supo en un instante.

    —Mi pequeño ya entró en la adolescencia, ¿no es así?, ¿Cuántos años tienes cariño? —dijo, antes de soltarle una bofetada que enrojeció la mejilla izquierda de TaeHyung, dejando al ardor familiar recorrer su piel de nuevo. El estruendo se quedó flotando un buen rato, en el que el rostro de TaeHyung apuntaba a la ventana, luego al piso y luego al infierno de su mirada; Entonces YoungAe se aproximó para plantar un dulce beso en la piel herida y acariciar el área con naciente preocupación, antes de añadir—: De otra manera, no me explico por qué estás tan grosero.

    —Debes buscar a tus juguetes lejos, si no... Nos atraparán —TaeHyung, acostumbrado como estaba a los arranques de ira de la mujer, se acomodó el cuello de su abrigo sin inmutarse, llevando sus rizos largos hacia atrás en hábito. Había aprendido a ignorar los golpes y los rasguños, quizá por orgullo, quizá por prudencia... Pues aún si no estaba orgulloso, aún si no así lo quería, se había convertido en la extraña versión de hombre, que ella estaba empeñada en que fuera —. Madre, te lo digo en serio. No tenemos por qué arriesgar otra vivienda. Los Jeon comenzarán a buscarlo y entonces…

    Nunca le retiró la mirada, ni se doblegó. Al contrario, pareciera que entre ambos, el adulto fuera el muchacho y no la mujer. Aún así, ella, completamente despreocupada, se alejó dándole la espalda a su bastardo, para tomar un cigarrillo de su tocador y encenderlo sin ayuda.

    Estaba un poco alterada, así que pensó en que el tabaco la ayudaría a calmarse.

    —Llevo más de treinta años haciendo esto —dijo, total altanera—, TaeHyungie... No vengas a enseñarle a esta vieja cómo vivir.

    —Están demasiado cerca. Inspeccionarán las viviendas colindantes, es demasiado peligroso.

    —A mí no me engañas...—dijo ella, de pronto, aproximándose a TaeHyung y exhalándole el humo de su tabaco en la cara —. No te molesta que mi juguete viviera cerca... Te molesta que haya sido el hermano de ese niñato al que espías día y noche, ¿no es así, TaeTae cariño? —de alguna manera, disfruta molestar al blandengue de su retoño, articulando sus oraciones con sorna, por lo que prepara su arsenal de preguntas maliciosas solo para molestar y atacar por donde duela, por donde se le otorguen a ella y solo a ella, la razón y la victoria —¿Cómo se llamaba...? —pregunta—, ¿Jun... JungKook, no es así? Llámame loca, pero, imagina... Un día lo intercepto en la calle, y lo arrastro hasta aquí para que te presentes como dios manda —una intención oculta, de esas que ha aprendido a identificar en ella con los años, molestan en demasía a Taehyung.

    —¿De qué diablos estás hablando, mujer? —espeta.

    —No te culpo, es lindo... Si no fuera tan joven yo... —la mujer observa el creciente enojo en los rasgos de su hijo, y una fuerza extraña la obliga a parar... YoungAe de pronto puede observar un infierno naciente en los ojos del bastardo, una mirada muerta que solo puede ser herencia de él...

    Repentinamente se siente molesta, furiosa, humillada.

    Quiere golpearle hasta sangrar, hasta que se arrepienta de haber crecido en su vientre, hasta que ruegue entre sollozos por el fin de su vida, como cuando era un niño; pero por esta ocasión y en adelante, sus furias se ven reprimidas... Pues su hijo ya es un hombre... Y teme no salir bien librada de una pelea directa con el hijo del demonio —No le haré nada a mi yerno... —exclama, burlona y ligeramente nerviosa, antes de susurrar—: en tanto no se cruce en mi camino.

    El humo que exhala, inunda la habitación de un aroma acre y pelmazo. Encoje los hombros, solo para restar importancia a un tema que la está poniendo de los nervios.
TaeHyung la mira, irritado.

    A su pequeña figura deambular entre la penumbra de la habitación. El brillo de su guardapelo, parece un pequeño diamante que invita a punta de gritos, a destrozarle por completo todas y cada una de las venas.

    ¿Cuántas veces no ha soñado con matarla?

    Con apretar su cuello hasta que una última calumnia salga de sus labios de serpiente maldita; con electrificarla en la bañera, mientras disfruta de un preparado de burbujas; con tirarla de las escaleras, en tanto observa a sus huesos ceder ante la caída; con ahorcarla, asfixiarla, quemarla viva, al igual que a una bruja... Y despedir a su cadáver en un «hasta pronto, nos veremos en el infierno».

    Pero en todas las ocasiones, se ha retenido, guardando una inútil esperanza, en donde él no es igual de retorcido que ella… En donde él es un ser humano común a quien no causa placer el dolor ajeno.

    Totalmente aterrado por sus propios pensamientos, TaeHyung da un paso instintivo hacia atrás, como un animal en alerta, preparando su huída.

    —Si un día se me antoja, le arranco la cabeza al igual que a su hermanito —los ojos abiertos del juguete, están gritando los miles de delitos que el monstruo cometió con su cuerpo; TaeHyung imagina el caos que será en la mañana en la ciudad, cuando los titulares en periódicos griten que la Cabra Negra se ha llevado a otro más de tantos. Y... Sobre todo, aún si no quiere pensar en ello, la imagen de Jeon y su madre al punto de la histeria, parece aplastar su precaria respiración. Se siente mareado, asqueado, una imperceptible capa de náuseas doblega su sistema en un santiamén; Y las incesantes ganas de vomitar sobrepasan su garganta, cuando imagina al pequeño de los Jeon en reemplazo por su hermano—. ¿Tienes algún problema con ello, eh, mi pequeño oso polar?

    «Estás loca», quiere decirle... Pero lo único que emerge de su garganta... Es el vómito.


Love, Sam 🌷
©20032020


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro