Capítulo 6: Amenaza secreta
Alrededor de la década de los ochenta, en una región del estado de Nueva York, en Estados Unidos. Se podía apreciar en una sala común, dos personas, una sentada frente de la otra, mas específicamente, un hombre sentado en una silla, y una mujer sobre un Diván, esta se dispuso a recostarse, y con los ojos cerrados dijo:
—Yo solo tengo recuerdos de mi infancia en una ciudad vecina —la otra persona sentada en la silla escuchaba atentamente— no muy lejos de aquí, atravesando el bosque, recuerdo como me hacían sentir esas personas...
—Te refieres a Lake Town ¿verdad?—preguntó el hombre en la silla sosteniendo su cabeza con su mano, mirando también con incógnita a la persona en el Diván, ante esto la persona recostada asintió con la cabeza, y de misma forma prosiguió a soltar una risa.
—Realmente no se si pueda decir mas...
—Pero si quieres puedes respirar y tomarte tu tiempo—dijo así el hombre en la silla mirándola.
—En mi infancia me hacían sufrir casi al extremo, hablo de que...oh dios no se si pueda decirlo, pero me quemaban con cigarrillo, me trataban como a...un animal, encerrándome en un armario todo el día y...—dijo así la mujer, que se mostraba delgada y con ropa obscura.
—Bueno...intentemos con otra cosa ¿quieres?...cuéntame sobre tu día a día—la chica abrió los ojos y se sentó en el Diván, con los mismos vidriosos.
—Tengo aveces en semanas un animo, pero luego me deprimo a tal punto de no querer levantarme de mi cama...También, —se sobresalto al recordar sus peores días de la semana— no puedo dormir, siento culpa en la mayoría del tiempo y...—la chica sobre el Diván comenzó a llorar, el hombre la calmo y dijo:
—Por favor tomate tu tiempo, ya no hay nada de que preocuparse porque...—el hombre fue interrumpido por ella que dijo:
—¡Que me tome mi tiempo!, ¡llevo años tragando estas malditas píldoras!, ¡tu crees que no he sufrido acaso!—ante esto la mujer en un ataque de ira, empujo un pisa papeles del escritorio, y con él varias hojas cayeron al suelo.
—Primero cálmese, yo ni otra cosa en la habitación tienen la culpa de lo que le pasa. —dijo serenamente el hombre— Segundo, se que según su expediente medico, usted a luchado contra su trastorno bipolar durante años. Y tercero, este tratamiento tiene la única finalidad de ayudarnos a entender como solucionar el problema.
La mujer se echo hacia atrás, respiro hondo, se le notaban aun cristalinos los ojos, y para finalmente decir:
—Comenzó todo al cumplir los diez años...—en ese instante sus palabras se iban disolviendo, al mismo tiempo que el lugar se difuminaba.
Luego de aproximadamente una hora, se podía apreciar, a la mujer saliendo de la habitación un tanto furiosa, se veía también con el ceño fruncido, aunque lo que se podía apreciar mas era la calidad del aire, que tenia un tinte un tanto pesado.
—Antes de que me vaya déjeme decirle algo, —iba diciendo la mujer mirando con credulidad al hombre— espero que su familia duerma tranquila,.. al igual que lo hice yo toda mi vida...—el hombre no tuvo palabras para esto mas que solo mirarla con una mezcla de ignorancia y miedo, mientras ella se retiraba de allí.
En la mañana del siguiente día, se ve al mismo hombre de antes, provisto de un bolso y una ropa mas que abrigadora, llegando a un complejo y por ende entrando al mismo, y al pasar el umbral se detiene a saludar a la mujer del mostrador.
—Michael, volvió el paciente que tenia el trastorno bipolar—dijo la mujer detrás del escritorio mirando al hombre de reojo y concentrándose en los papeles frente a ella.
Frente esto, el hombre se encamino al único lugar donde su confianza no se desvanecía ante la mujer con el trastorno, su oficina, llena de años de experiencia en psicoanálisis. Al atravesar el marco de la puerta, vio a la mujer con una expresión de furia sentada sobre el Diván, tomo valor y se sentó frente a ella, y aunque no lo mostraba en su rostros, él realmente se aferraba a su inquieta paciencia.
—Sabe algo Michael?, me agradan sus lentes—en efecto era lo único que tenia el hombre interponiéndose entre sus ojos y los de ella, eran además cuadradas las gafas.
De imprevisto un teléfono comenzó a sonar en el bolso del hombre, era tal la distracción, que el hombre contesto de inmediato al teléfono marrón con una forma de ladrillo, haciendo el mismo un ademán para que la mujer esperara en ese momento. Al estar por el teléfono él no perdió la vista de la mujer en ningún momento por el vago presentimiento de que le iba a hacerle algo por la simple forma de sus facciones, y si fuera poco lo que escucho por el otro lado de la linea le erizo la piel.
—Michael, tengo que decirte algo... —al teléfono parecía una mujer con una voz de lamento que penetraba el alma— ...fui a despertar...a mama y luego...oh dios es horrible...luego levante el cobertor y tenia toda la garganta manchada de sangre, toda la cama estaba bañada de rojo...la policía llego y... —La mujer terminó rompiendo en llanto por el teléfono y dejado el teléfono en linea, con sus lamentos y alaridos de tristeza.
Allí el hombre solo pudo mantenerse inmutable, mientras que su rostro mostraba una conmoción incomparable, pero su vista se detuvo al mirar a la chica que soltaba una despreciable e insensible sonrisa. Mientras tenia él los ojos vidriosos, la mujer mantenía una sonrisa dibujada en su rostro, tal que parecía que estaba a punto de acabar en carcajadas por sus marcas de expresión.
—¿Y por que se ríe usted?—preguntó Michael, dejando caer a duras penas una lágrima detrás de sus gafas pasando por su mejilla, mientras en la habitación retumbaban los alaridos de dolor por el teléfono.
—nada, ¿que me puede pasar a mi?...ah por cierto ¿le pondrías mandar un saludo de mi parte a tu hermana...y a tu madre?—con solo decir esto la chica no cambio su expresión de una sonrisa en fulgor, al mismo tiempo que él hombre se estremeció allí en su silla, con tan solo verla.
De forma sutil la mujer logra sacar de su bolso un cuchillo, que rápidamente fue visto al instante por Michael, ambos comenzaron a tender una pelea de miradas, hasta que él mira al reluciente picaporte, que yacía a la izquierda de la habitación, la mujer deslizo su mirada también hacia la puerta de madera, luego sin mas se volvieron a encontrar sus miradas. Repentinamente él hombre dio un salto sorprendente en dirección hacia la puerta, mientras que la mujer, con cuchillo en mano, fue tras él en un frenesí. Finalmente de inmediato, la mujer toco primero el picaporte y la cerro con seguro, estando ella parada frente al picaporte se volteo, para después sostener el cuchillo a la vista de Michael con una desquiciada ira reflejada en sus ojos.
—¿Ahora que harás hijo de mama?¿llorar?—dijo la mujer soltando una carcajada, sumándose también su mirada maníaca.
Y ella con cuchillo en mano, Michael se le dibujo miedo en su rostro, que luego se transformo por lo que había dicho ella, a una ira incontenible. Para colmo el hombre se lanza sobre la mujer en un intento de ataque. Por ende la mano derecha de Michael sostuvo el brazo de la mujer que albergaba el cuchillo reluciente, y a la inversa con la mano libre de la mujer. Al mismo tiempo que ellos se encontraban forcejeando, con fuerza Michael arremete a la mujer empujándola hacia la puerta, lo que a su vez entre forcejeos, logro que ella soltara el objeto punzante al impactar su mano contra el picaporte.
Al mismo tiempo que forcejeaba, el hombre patea el cuchillo hacia un costado de la habitación terminando bajo el Diván, él además logro sostener uno de los brazos de ella, mientras que con el otro resistía los veloces y fuertes golpes de la mujer. Ella en cambio le propicia un golpe a la cara con su codo, la mujer aprovecho el momento para ir a agarra el cuchillo debajo del Diván, pero inesperadamente es atrapada por el hombre ahorcándola con ambos brazos, a lo que a su vez ella arremete contra el nudo que le hizo él con sus brazos. Y mientras ambos tenían un enfrentamiento la mujer, con ya poca fuerza y una cara enrojecida masculla:
—Te veré del otro lado—finalmente ambos se fueron lentamente deslizándose hasta arrodillarse, en lo cual al llegar al suelo la mujer se desvanece, dejándose en los brazos de Michael.
Un rato después, se ve al hombre sentado en una banca mientras policías y médicos atestan el lugar de personas y ruido, al lado de Michael se ve sentado un policía que lo miraba diciéndole:
—¿Fue en defensa propia señor?—dicho esto Michael responde haciendo un ademán afirmativo.
—Muchas gracias, suerte volviendo a casa—el policía se levanto así sin mas y se perdió entre las patrullas.
Mientras Michael se encontraba mirando a la nada, escucho la puerta del lugar abriéndose, para dar paso a la camilla que albergaba al cuerpo la cual se detuvo allí por el medico que dijo:
—¡incompetentes!, ¿por que los nuevos no pueden hacer el trabajo bien?—y este sin percatarse de ello sucede algo en la camilla, a excepción de Michael que si le llamo la atención, la manta negra que cubría al cuerpo se movió sutilmente para dejar ver el rostro de la mujer que se encontraba petrificado pero sin mas, mostró una sonrisa espeluznante que sobresalto a Michael.
—¿Que estas viendo tu?—dijo el paramedico sin darse cuenta de lo que paso y cubrió de nuevo a la mujer bajo la manta negra.
Al instante que metían el cuerpo a la ambulancia, Michael se levanto de la banca dibujando se en su semblante un terror, al mismo tiempo que cerraban las puertas del camión de asistencia, y se iban de allí con lo que creían que era un cadáver en dirección a Lake Town.
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