Capítulo 17: Una visita del más alla
Un hombre era posible de ver frente a un muro con una pirámide en su pared, también era de mencionar dicho sea de paso que era compuesto de madera de roble. El hombre a su vez introducía las manos en el interior oscuro de la figura piramidal y al extraer una vasija, exclamo:
—¡El que no quiera cambio, que no lo haga...el que le tenga miedo a morir de viejo, que no nasca!—hizo este hombre alusión a una frase ya mencionada antes y conocida por todos los presentes, los cuales, se contaban por miles, hasta donde la vista alcanzaba se desglosaba aquella multitud.
Toda la conglomeración de personas se mantenía expectantes, mientras sus rostros se encontraban cubiertos por mascaras blancas con rayas negras, que hacían en un intento rustico, de localizar sus ojos y boca, parecidas a dibujos sin sentido que variaban de persona en persona. Todas estas personas miraban hacia el hombre en lo mas alto de una colina, frente a la cara de un monolito lúgubre, alzando con sus brazos, la vasija hecha de un cristal misterioso de tinte verdoso.
Con un simple movimiento bajo de nuevo la vasija, hasta alcanzar una boca de serpiente, tallada en la desnuda roca que aparecía sobre la colina y se introducía debajo de la grama de esa colina. Abrió la vasija otra vez con aquella tenue fuerza, y comenzó lo que seria a verter el contenido del recipiente en la boca de la serpiente. Toda la multitud mirando con sus frías mascaras el suceso, empezaron a rodear copas de cerámica, que se llenaron por si solas, el hedor era abundante, rodeando el liquido peculiar que nacía en aquellas boquillas metálicas conectadas a la serpiente en la roca, desde la colina.
Todos los presentes con mascaras se llevaron con fervor esas vasijas a sus bocas por medio de una ranura imperceptible en el antifaz. Al terminar de sorber aquel brebaje una expresión en ellos ponía inclusive debajo de la mascara, no era de asco sino de vehemente locura.
El hombre en la colina, junto al monolito, aun podía ver aquel festín sin disimulo. Sin ningún sobresalto, admiraba como todo la gran multitud sucumbía a los poderes de aquella bebida repulsiva. Sonidos y colores se mezclaban sin parar en movimientos erráticos antes las personas que perdieron sus sentidos y la cordura.
Pero no fue aquel punto de locura tal de desenfreno hasta que llegaran a un extremo peor a continuación. Unos a otros empezaron desgarrarse la piel sin nada mas que sus uñas a la intemperie. De entre rasguños y arañazos, comenzó a brotar la sangre bañando a cada uno de los presentes, estaba claro que esto ya estaba pasando desde hacia un par de horas atrás, cuando apenas eran hombres conscientes, y no las bestias que sus carnes reflejaban.
Durante aquel festín, a lo alto de la colina, el hombre que previamente allí, extrajo de su bolsillo un intercomunicador, sintonizó un canal de señal para hablar, y se dispuso a entablar una conversación con un misteriosos hombre, el cual, iniciaba la conversación así:
—¿Ya habéis hecho el trabajo?—está voz aunque originaria de España dejaba mucho por saber de que edad era el locutor. El hombre respondió con un rotundo sí, y agregó:
—Ellos ya están apunto de alcanzar el nivel...cabezilla, ya por fin se encontraran con los demonios en persona—decia el hombre parado delante del monolito, con una voz alegre y una sonrisa macabra, pero dulce a la vez.
—Tu seras recompensado —decia una tercera voz al intercomunicador— con el escape físico, para que, te encuentres en el cosmos, junto a los demonios.
—Y al final —decía una cuarta y última voz, de una avanzada edad, por su débil fluidez al hablar— todos estaremos reunidos con Teriaxum, al fin—el hombre se volvió hacia la multitud en un frenesí enfermo de sangre y un evidente sudor de sexo en el aire.
Algunas personas estaban tambaleantes sobre charcos de sangre y otras miraban el gran monolito con una enorme admiración, hay fue cuando el hombre de la colina le llamo la atención. Ellos parecían aterrados.
—¡Es muy alto...es muy gigante...y se alza sobre la colina!—vociferaba un hombre, lo suficiente para que alarmara a los otros para voltearan también, y admiraran el horror.
El hombre se volteo y solo alcanzo a ver el monolito, nada mas. Realmente ellos solo podían ver algo, que el no. La tarea del hombre estaba hecha, con lo cual por sus seguimientos como pupilo solo le quedo esperar a que mas cosas podían suceder.
—¡Sonrisas...muchas,...!—gritaba una mujer—¡...esparcidas sobre una misma cara!—sus ojos reflejaban un miedo hacia algo horrible en la colina, y continuo hablando:
—¡¡El viene aquí...el viene vestido de la muerte encarnada!!—parecía retroceder mirando un poco mas alto que el monolito, una gran parte de la multitud hacia lo mismo que ella ahora, mirando, aterrados, sin palabras.
Un hedor, de putrefacción le llego a la nariz del hombre de repente, fue tal el abominable sentido que lo obligó a voltear, pero solo encontró el monolito. Ese hedor parecía iracundo, y no dejaba en paz al hombre, era tan horrible que sus ojos comenzaron a llorar, allí fue cuando se alejo de este, y por ende, alejándose de la colina. Parecía algo tal de lacrimógeno, pero no había nada allí, es mas, ese lugar estaba vacío porque era una isla desierta en donde hacían el ritual.
El hombre con ojos llorosos comenzó a ver sin dudad alguna, luces por el rabillo del ojo, formas de colores que no pertenecían a las antorchas que rodeaban el lugar. Finalmente las formas de colores se hicieron mas tenues para formar una sola, esta estaba frente a todos y parecía estar por delante del monolito. Lo que con los ojos apreciaba el hombre palabras faltaban para describirlo. Era una enorme figura, tan grande como un rascacielos, tenia seis ojos sobre el pecho, y de cada uno de estos salia una especie de ramificación que se dirigía a su espalda, hundiéndose en su piel mas oculta en una túnica negra. Su rostro parecía rasgado, de manera tal de estar caído de su posición original. Vestía una túnica negra, desgastada y con marcas de arañazos ensangrentados. Sus brazos albergaban sangre en constante abundancia, que caía sobre el suelo. Era el peor horror que hallan visto, unos que otros tuvieron el estomago para vomitar, y los que se quedaron petrificados pudieron escuchar:
—Teriaxum, —la voz era tan gruesa que era pesada y susurraba al solo oirla— mi nombre es, no temáis si la sangre les hierve al solo verme, no vengo a causarles pavor...vengo a quitarles la piel, ahogarse con sus sesos y bañarse en abundantes pesadillas del infinito cosmos...seré piadoso, hagan antes cualquier pregunta—la criatura gigantesca se quedo esperando parado delante del monolito negro, que se perdía en las vestiduras de la entidad.
El hombre en cuestión, estaba catatónico, pensó en una pregunta pero ninguna palabra podía emerger de su boca sin pensar en el terror que le vigilaba en frente. Agarro alientos y al fin pregunto:
—¡¿Acaso existe cielo, acaso hay un lugar después de la muerte?!—La enorme entidad bajo la cabeza, al volverla a alzar responde:
—No, me temo que no, no existe ni el cielo, ni el infierno, solo existe el mundo para ustedes, y para mi esta el plano esotérico y por supuesto el cosmos, de donde vengo, ustedes son los seres mas miserables al vivir en esta prisión, donde al nacer, mueren unos años luego, pero acaso se preguntaran ¿como es eso verdad? O ¿enserio estamos confinados aquí?, acaso no se preguntan ¿si un ave vive engañada en su jaula, en paz y armonía por su ignorancia, la dejarían conocer lo que de verdad es real, por pura empatia?, ¿lo que de verdad importa?—la entidad, como mejor pudo dibujo en su retorcidas facciones una sonrisa.
Con esto, continuó el demonio por arrodillarse y quedar frente a frente con el hombre, por una estimación exagerada, el rostro de la entidad pudiera medir unos ocho a nueve metros cuadrados en comparación. Por lo que, con su mano dio un leve golpe a el hombre. Este a su vez sintió un punto caliente en su pecho, que luego se volvería insoportable, y después él pregunto con extrañes:
—¿Que me acabas de hacer?.
La entidad se levanto hasta quedar de nuevo delante del monolito, y el hombre con falta de aliento dejo de respirar aficciandose, en una muerte lenta y dolorosa.
En cambio, la entidad vasto que alzara su brazo, y toda la sangre que del suelo había se volvió pegajosa. Esto se veía también reflejado en las personas, que parecían estar apunto de desmayarse por su sangre que corría por sus venas, volviéndose cada vez mas espesa y viscosa, obstruyendo sus arterias y vías principales, sin mencionar al corazón. Todo esto sucedía al mismo tiempo en que el hombre se quedaba sin respiración, por tal sufrimiento el presentía que era a propósito, para que pudiera apreciar la muerte de todos antes de morir. El hombre termino inconsciente antes de apenas ver el destino atroz de las personas.
Ahora todo se torno de un oscuro profundo impenetrable, un abismo eterno donde residían sus ojos por quien sabe cuanto tiempo. Voces esotéricas bañaban su sueño, mostrando nombres que marcaron la historia de la Cúspide Roja.
—Elisa y...—solo podía oír los nombres mas no el contexto en que estaban— Jonny Allen...Tommy Lock...El español...Margaret Lock...¡Jerry Lock!...Teriaxum...Clayton, Clayton Willburn...Michael Willburn...Jonny Allen...Tom Allen...¡despierta de una vez, e informa de inmediato!—en aquel instante se sobresalto él al sentir la cercanía de esas ultimas palabras en sus oídos, haciéndolo despertar de la oscuridad.
Parecía ser que el hombre se encontraba recostado en una cama, en un cuarto blanco, estando puesto aun costado de otro hombre en una silla desplegable, de donde parecía venir la voz.
—Te lo volveré a repetir, informa sobre lo sucedido hace unos días, durante el ritual en aquella colina donde murieron todos a excepción de usted por mas extraño que suene—el hombre sobre la silla parecía concentrado sobre el protagonista, esperando por la respuesta, mientras estaba el hombre recostado en la cama ya levantado, alcanzó a decir:
—Como se lo explico...—el hombre buscaba las palabras para explicarlo, respiro hondo y lo dijo todo, sin omitir detalle alguno.
—Fascinante, —el hombre se levanto de la silla— aunque tu argumento es descabellado en sí, nuestras investigaciones nos han llevado a especular cosas similares, ¿o me equivocó?—el protagonista asintió con la cabeza, y el otro hombre prosiguió:
—Los demonios del cosmos si pueden venir hasta este mundo terrenal por el plano que tu mencionaste como el esotérico, ¡Mas que fascinante! —el hombre choco sus palmas en admiración— ¿sabes lo que significa acaso?.
—Que, al fin podremos tener aliados mas poderosos de los que teniamos—el protagonista se alzo en una alegría similar a la del otro hombre.
—¡Bueno, esto sin dudas no tiene precedentes en pleno año 91!—el hombre abrió la puerta que llevaba a un pasillo, se detuvo en el umbral de la puerta y se volteo, y con la sombra de la luz en un costado de su rostro, dándole un tinte macabro a su sonrisa dijo al fin:
—¡Que comience el proyecto de dominación global!—finalmente el protagonista con fervor, lo siguió para salir de la habitación, cerrando detrás de él la puerta tan blanca como el cuarto en que se encontraban.
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