Capítulo 15: Calabozo de sangre
—Una parte de mi...una parte de mi me dice lo que tengo que hacer—decia un hombre, con una figura peculiar en su rostro debido a que tenia unas cejas enarcadas hacia arriba todo el tiempo, un estomago de barril y una interesante voz, como si hubiese nacido para dar oratoria.
—¡Que me escuche Texas!, yo seré el precursor de su próxima grandeza, ¡yo seré el auge...de una nueva era de progreso!—hablaba con clara seguridad, pero no vacilaba en ningún momento.
Este se trataba de un clarísimo podio, el cual, estando sobre un suelo de madera. También se encontraba frente a una multitud, está contaba con una vestimenta próxima a los años ochenta. La incuestionable mirada del público, explicaba su confianza hacia aquel hombre sobre el podio, y sonrisas que emanaban en la mente del hombre la idea de votos ya contados para él.
Mas tarde, en la parte trasera del podio, tras bambalinas, se podía apreciar como una mujer, de cuello largo y pelo pelirrojo, le hacia un trato de acto sexual oral al hombre. Después de aquel encuentro sexual con el hombre, este decide soltar al aire:
—¿Crees que haya funcionado?, la verdad es que esto no te servirá de nada, la cúspide nunca se detendrá, aunque me regales tu virginidad, tal cosa la veo distante—este hombre que antes se hallaba en el podio unas horas antes ahora estaba acomodándose sus pantalones de mezclilla.
—Al menos... —decia ella con una sonrisa— ...lo intente. Pero ¿que piensan hacer aquí?—la sonrisa desapareció, abriéndole paso a un ceño fruncido.
—Se que nos llevamos a tu familia hace una década, pero no podrás recuperarla. Y solo te diré que queremos estar mas cerca de las personas, personas potenciales.
—Entonces dejaremos esto así...Tommy?—dijo ella.
—Tendra que ser así—al ella voltearse, se podía ver claramente en el rostro cortado por la sombra, una tristeza.
Cuando ella ni siquiera había alcanzado una yarda, el hombre con un ágil movimiento extrajo de su bolsillo un arma, esta claramente plateada y blanca, tenia silenciador. Sin pensarlo dos veces la apunto contra la cabeza de la mujer desconocida e ingenua, terminando así por dispararle. Sin mas la bala haciendo el menor ruido le atravesó de un tajo la cabeza de la mujer, desde la nuca hasta salir por el ojo. El cuerpo tardo dos segundos para inevitablemente desplomarse al suelo arenoso de donde descansaba el podio completo.
El hombre se llevo consigo el cuerpo hasta un pozo a las lejanías de ese pueblo de Texas. Y con rigurosa fuerza debido a su alta edad, la arrojo dentro de éste, para terminar la historia de la chica, a la luz de la luna.
Se recompuso, y tan recto como dispuesto, el se dispuso a conducir de nuevo hasta el poblado donde el había dando su discurso. Pero no contó con el hecho de que tendría compañía en aquel pueblo, por lo cual se trataba no mas de una horda inesperada de militares y personas, que provenían del corazón de la secta.
En la mañana, se veía aquel mismo hombre de cejas enarcadas característico y barriga de barril, sentado plácidamente en una mesa con solo dos sillas, teniendo en sus manos un aparente periódico, y un café a un lado de él. Otra persona se le acerca, sin decir nada, este misterioso hombre llega solo a sentarse en son de explicar algo, sentado frente al otro hombre, lo cual era:
—Buenos días, ¿esperáis una carta de mi verdad?—el hombre con cejas enarcadas se ve sorprendido aparentemente por no percatarse de la llegada de aquel otro, a lo que, dobla el periódico y lo deja junto a la taza de café, continuando por conversar con aquella otra persona con vista inquietante.
—Y bueno... —decía él— ...¿que ha sucedido en mi ausencia, Español?—acomodaba sus nudillos por sobre la mesa, y el hombre frente a él se daba cuenta de ello, y como resultado lanza una noticia inesperada.
—Estamos en medio de una guerra con Canadá...—aunque la cafetería no se hallaba en silencio, el hombre con las cejas enarcadas, hizo lo mas posible por quedarse callado por tal golpe de noticia.
—¿Que haremos ahora?.
—Esperáis la señal que igual vosotros sabréis que hacer—platicaba velozmente él hombre mirando por sobre el hombro del orador.
—¿Esto no va a terminar como la traición de la chica y el hindú?—dijo el hombre enmarcando mas sus cejas ya prominentes.
—No, por supuesto que no—parecía tener una expresión tensa, difícilmente visible tras esas arrugas alrededor de sus ojos.
El hombre con barriga de barril, con un cabeceó contundente, respondió con aquel ademán afirmativo, mientras que al mismo tiempo, tomaba un profundo sorbo de esa ya mencionada taza de café.
—¿Todo esta listo?—pregunto el hombre con acento español, a lo que el otro hombre dio un ademán afirmativo con la cabeza.
—¿Recibiste el mensaje?—dijo el hombre con acento español, mientras deslizaba un sobre, encima de la mesa, ocultó debajo de una servilleta, que iba en dirección del otro hombre con cejas enarcadas.
—¿Y esto es por la chica?—pronunció Tommy asiendo alusión a aquel instante, a lo que el otro hombre respondió haciendo un ademán afirmativo con la cabeza.
—¿Te parece si nos acompañas para esta noche...Tommy?—dijo en forma de broma el hombre con acento español, recibiendo una sonrisa del otro hombre con las cejas bien enarcadas.
Y con un movimiento ágil, él hace recibidor del sobre, depositándolo en su bolsillo izquierdo. Como reacción a tal acto, el otro hombre sonríe mientras que comienza la vista del entorno a cambiar, a la de un lugar que distaba de ser ya la cafetería.
Este sitio era lúgubre, con un cierto aroma a alcohol. Gritos y risas allanaban el lugar, dándole un eco distante. El hombre con estomago de barril y cejas enarcadas, se vio saliendo de las sombras e internándose al borde de la luz tenue que descansaba en el interior de un coliseo relativamente pequeño, de suelo arenoso y manchado en salpicaduras de sangre.
El protagonista podía ver desde lo alto de un balcón circula el circulo que descansaba bajo el, tras la baranda oxidado y mugroso. Otras personas de cierta índole millonaria, se posaba al borde del balcón, observando, gritando y riendo hacia abajo. ¿Pero que había abajo?
La luz tenue bañaba no solo una parte de las facciones del hombre, sino también de puertas, una dispuesta frente a la otra, al nivel del piso arenoso del coliseo. Estas puerta, provistas de una hoja de hierro de un metro y medio, continuaron por abrirse a la par, tan rápido como si se tratase de un segundero de un reloj.
Al abrirse estas, dieron paso a inimaginables horrores. Hombres cruzaron esas puerta, pero sus carnes ya no eran vírgenes. Estaban ahogados en cicatrices, visibles o parcialmente cubiertas por la ropa. Armados mas que con sus uñas, los dos se prepararon para atacar a su adversario. Parecían de carácter violento, por claros sonidos que emanaban, relativos a gruñidos de animales, mostrando un lado violento y primitivo del ser humano.
Al le hacia llamar Tom, se encontraba petrificado por lo que admiraba, aunque durante su vida en la política le habían lavado el cerebro, aun tenia esas emociones que hacen al ser humano. A lo que solo observo y volvió en sí, para seguir a pasos redoblados el camino hacia su a ciento a unos cuantos pasos de la entrada.
Parecía todo un juego, tal era por las personas aullando desde las gradas y por que el espectáculo se centraba en todo el centro del lugar. Estas personas se sujetaban de sus asientos por el fervor que les generaba, cada uno bañándose en su piel desnuda, con su propia sangre.
No obstante, era inconclusa la suposición de que la vista de Tom podía apreciar lo que eran cuchillas pequeñas, atadas debajo de cada uno de los dedos, de uno de los peleadores, para poder penetrar mejor la carne. Era una batalla despiadada para mostrar que tan animal podía ser el hombre. Estos contrincantes se lanzaban golpes o cortadas con la palma cerrada o abierta, ya a los pocos segundos eran normales salpicaduras mínimas que llegasen hasta las butacas del coliseo donde los ricos se mostraban entusiasmados.
Ya transcurridos un par de minutos, uno de ello le propicio un golpe al otro, destrozando el ojo, era aquello un golpe tan certero, que las partes había quedado disueltas a los pies de Tom. Su desesperación por salir de allí era tal que no se contenía al estar sentado allí, hasta que con un suave movimiento, queda cara a cara con el hombre que se hacia llamar español, diciéndole:
—¿Es de tu agrado el espectáculo?—con tal horror indescriptible quiso decir que no, pero el sabia con certeza que la secta era capaz de mas.
—Recuerda que tu seras el próximo al trono de todo esto, tu llevaras la antorcha de sufrimiento—a lo que el español se refería era el simple hecho de que Tom seria el nuevo monarca de la secta, él a su vez se quedo quieto por tal noticia y solo sonrió y asintió con la cabeza.
—Por el futuro de la compañía y sus colaboradores—Tom repitió la linea, al cabo de un instante el otro hombre le entrega una copa con lo que parecía vino, y entre risas y sonrisas acepto felizmente en su mano la copa, tomándose su contenido de un solo golpe.
Todo se comenzó a distorsionar, al parecer Tom comenzaba a percibir en su garganta un dolor tal, de ameritase de ser lava ardiente. Su aficcia comenzó erráticamente a verse reflejada en sus ojos. Su piel se torno de un rojo fuerte, mientras que suplicaba por ayuda, pero todo lo que recibió fueron risas incontroladas ya no del espectáculo, sino que lo miraban a el, apuntando y sonriendo.
Cuando llego al principio de las escaleras para bajar del coliseo, este se vio en la tarea de correr lo que sus piernas pudieran solo en busca de una gota de agua. Entro irrumpiendo en el baño de hombres y era tal la sed que fue al lavabos, poso su cabeza de bajo y abrió la llave. Estaba completamente seco, intento con las otras, y tampoco nada. Vio los escusados no tenia agua siquiera. Corrió hacia afuera del baño y ahí fue cuando se arrodillo lentamente por su cansancio, viendo de frente al hombre con que venia de brazos cruzados diciendo:
—¿Necesitas agua?, o sera que la lejía te ha comido la lengua—rió por tal chiste banal, y mientras reía Tom suplicaba con su brazo extendido agua, hasta que este cayo de costado, muriendo al acto.
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