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El Hombre Misterioso

Podía ver la luna comenzar a esconderse desde la ventana de mi cuarto.

Miré el reloj que tenía en mi muñeca: 10:40 PM

Suspiré, ya cansado de aquél hombre que siempre a la misma hora aparece. Faltaban cinco horas para que hiciera acto de presencia.

Salí de mi cuarto, encontrándome a mi padre preparado para irse.

—¿Turno nocturno? —pregunté, a lo que él asintió.

—Este hospital me hará añicos mis horarios de sueño —bromeó, empezando a reír, pero al no verme reír dejó de hacerlo—. Intentaré volver temprano, lo juro.

—Es fácil para ti decirlo, después de todo no tendrás que quedarte despierto para evitar que entre.

—Está tu madre...

—¿Caroline? Volvió a beber hasta olvidar su nombre.

—¿De nuevo? Diablos —bufó—. Al menos tienes a tu hermano gemelo...

—Cooper jugará videojuegos hasta quedar agotado, como siempre.

—Diablos... me quedaré entonces...

—No. No es necesario, el hospital necesita a su jefe de cardiología —dije, intentando no enojarme con el hospital.

—Bien, si tu lo dices. Cuida bien de Beth, por favor.

Acto seguido salió por la puerta principal.

...

Volví a mirar el reloj: 03:00 AM.

—Cooper, ya son las tres de la mañana —dije, pero me hizo callar, para poder escuchar su juego.

Bufé y salí al cuarto de mis padres. Allí, en la cama, estaba Caroline acostada, roncando.

Suspiré y me dirigí a la habitación de Beth, que tenía diez años. Y tal como mamá, durmiendo.

Los únicos despiertos eran mi hermano y yo.

Fui a la cocina para poner hervir agua, así podía hacerme un café, la noche será larga.

Miré por la ventana mientras esperaba a que el café esté listo, y ahí estaba. Apenas sus ojos, brillantes como unos faros en el medio de la noche, se toparon con los míos, se escondió.

Al ver esa escena pude sentir un escalofrío pasar por toda mi espalda. A pesar de haber visto eso por muchos años aún no me acostumbro.

—¿Qué diablos quieres? —susurré.

Unos minutos después el café ya estaba listo.

—¿Ya apareció? —preguntó Cooper.

—Sí. ¿No estabas jugando?

—Perdí y me enojé —se rascó el cuello.

—¿Quieres café? —pregunté.

—Ya que, dame una taza —se encogió de hombros.

De pronto, se pudo escuchar un ruido proveniente del cuarto de mis padres. Sin pensar mucho, corrí hacia allí mientras Cooper fue a buscar a Beth.

Al llegar al cuarto, le ventana estaba abierta y la cabeza de aquel ser estaba a medio entrar. Apenas me vio, huyó.

—Mierda... Mamá, vamos, hay que salir del cuarto.

—¿Dominic, eres tu? —preguntó con la típica manera de hablar de los ebrios. 

—Mamá, vamos, despierta.

—Oh, Tyler —sonrió.

—Vamos, esa cosa por poco entra.

—¿Esa... cosa? —su sonrisa se esfumó.

Al menos entiende esto a pesar de estar ebria.

—¿Cómo está Beth? —preguntó, con un aliento apestoso a Vodka.

—Está con Cooper, vamos.

...

Al llegar a la sala de estar, estaba Cooper con Beth, mas unas tazas de café.

—Bien, al menos el café podrá aliviar el efecto del alcohol... ¿verdad? —Cooper niega con la cabeza.

De pronto, un ruido en la ventana nos llama la atención, aquella cosa estaba enfrente del cristal.

Apenas nuestras miradas se encontraron salió corriendo.

—Está... mas activo que otras veces —dijo Cooper.

—Llamaré a la policía.

Me acerqué al teléfono, que estaba a solo centímetros.

Al levantar el tubo del teléfono, bastante anticuado a mi parecer, marqué a la estación de policía.

—Hola, aquí al habla el alguacil Robinson —sonó por el micrófono.

—Ho-hola, soy Tyler...

—¿Middleton?

—Sí.

—Ya. No me digas, aquél hombre esta espiándolos.

—Sí y no. Está intentando entrar a la casa —de pronto se pudo escuchar por la bocina del teléfono como Robinson se ahogó.

—¿Qué el que? Diablos... justo mandé a casa al oficial que quedaba pensando que sería una noche tranquila... Iré lo mas rápido posible. No dejes que entre a la casa, Tyler, ¿me escuchaste? No dejes que-

De la nada, la llamada se corta. La línea ha sido cortada.

—C-cortó la línea telefónica...

—¿Vienen en camino al menos?

—Está viniendo el sheriff—le respondí a mi mamá—. Dijo que llegará lo mas rápido posi... —se cortó la luz—...ble.

—Mierda... ¿¡Qué haremos!?

Cooper sacó su celular, que por suerte tenía batería, y prendió la linterna.

—N-no hay problema, tengo noventa y cinco por ciento de batería —dijo, algo nervioso.

Cuando miré a la ventana, pude ver una silueta.

—¡Cooper, apunta a la ventana!

Él, al apuntar a la ventana, pudimos ver al encapuchado huir.

—M-mierda.

—No tardará mas de veinticuatro minutos. Solo hay que mirar a los alrededores y evitar que entre. Fácil.

—Fácil para una persona sobria —dijo Caroline.

—Tu solo... mira atenta por si ves algo, ¿si?

Ella asintió, sintiéndose una inútil.

—¡Silver! Aún está en mi cuarto —gritó Beth.

Maldije por lo bajo por haber traído a ese conejo a la casa.

—Iré yo —dije, tomando una linterna de bolsillo que alumbra menos que un farolillo.

Salí de la sala de estar para dirigirme al cuarto de mi hermana menor. Al llegar, pude ver la ventana semiabierta.

Corrí hacia la jaula de Silver y lo tomé lo mas rápido posible. Pero un sonido detrás mío me hizo girar, aquella cosa se abalanzó sobre mi.

La linterna cayó al suelo, alumbrando el cuarto. El conejo saltó hacia la cama, pensando, supongo, que estaría a salvo.

El hombre intentó acercar su mano delgada con unas uñas horripilantes a mi cuello o cara, no lo sé.

Velozmente lo tomé, aunque intentó lo mismo con la otra mano. Forcejeamos por un rato, hasta que logré quitármelo de encima, causándome un rasguño en mi cara.

Tomé mi linterna y a Silver y salí del cuarto, cerrando la puerta con pestillo, por si acaso.

Al volver a la sala de estar, le di al conejo a Beth.

—¿Qué te pasó en la cara? —preguntó Cooper.

—Él me atacó —expliqué, quedándome sin aire.

De pronto, unos golpes en la puerta nos llama la atención. Sobre la puerta había unos cristales que dejaban ver un poco del exterior. De ahí salían unas luces azules y rojas: el alguacil.

Los cuatro corrimos hacía allí y abrimos la puerta. Robinson investigó la casa y no había nadie.

Al día siguiente mandó a investigar los alrededores y no encontraron absolutamente nada.

Pero al menos aquél hombre no volvió a aparecer, pues el sheriff prometió que iba a hacer poner mas iluminación por todo el camino de tierra e iba a dejar a un policía hacer guardia.

Al fin podremos dormir bien, sin miedo.

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