XXXIII - Señuelo
En el jardín del castillo, los brujos entrenaban para las luchas con sus espadas, arcos y flechas. Silene tiraba contra los blancos en siluetas que había puesto para entrenar.
— ¡Qué arma interesante, bruja! ¿Te parece de verdad que necesitas eso? ¿Un arma de fuego? — Preguntó Klaus mientras supervisaba el entrenamiento de sus soldados. — ¿Por qué no atacar con la magia?
Cerca de él, la criatura que usaba la forma de Robson Nortybryen para sentirse más humano, o tal vez impresionar a la mujer que quería a su lado, estaba en pie observando el adiestramiento.
— Todo lo que puede matar me interesa, mi Señor. Quiero entregar el paquete entero con el regalo en sus manos y haré lo que sea preciso.
— Buenas palabras. Quiero que cuides del entrenamiento y les enseñes el arte de las luchas corporales. Sé que tú eres la mejor en las técnicas de combate. Fratello va a liderar mis hordas contra mis enemigos.
En ese momento, ella cogió una pistola y la giró en el dedo índice para enseguida meterla en la funda y Robson enseñó sus garras afiladas, el arma letal que más le gustaba.
— Daré lo mejor de mí, mi Señor Klaus. — Afirmó ella con convicción.
— Comandaré el mundo de los muertos. — Dijo Robson seguro de sí, con su voz humana.
— Y yo reinaré sobre los dos mundos. — Él rio alto celebrando la fuerza de su plan y de su ejército.
Los otros acompañaron sus risas para agradar a su ego arrogante.
***
En casa de Phillip, ellos conversaban:
— He visto que el brujo vive en un castillo y ya tengo la dirección. Mañana vamos a invadir el cubil. Los monjes que buscan el libro quieren ir con nosotros. Serán de gran ayuda, visto que luchan bien.
— Avísalos a todos, Juan. — El joven se volvió hacia su amada – En cuanto a ti, Alexia... Te pido que esta vez te quedes en un hotel en Londres, protegida de cualquier tentativa de secuestro. Ya basta de servir como rehén.
— Ya he preparado mi maleta y estaré segura — dijo ella demostrando que estaba lista para lo que estaba por venir.
Juan abrió un portal en el aire y ellos lo atravesaron llegando a un callejón al lado de un hotel. La llevaron para hacer el check in y la dejaron bien escondida en un cuarto bastante confortable.
— No entres en contacto con nosotros, por lo menos de momento. A no ser que algo grave ocurra. — Le pidió Phillip intentado evitar que descubrieran el paradero de ella.
— Hasta he comprado unos comprimidos para el mareo y, enseguida que esta situación loca pase, voy a hacer mi pre-natal. Todo va a salir bien. Tened cuidado, los dos... Más que nunca os necesito conmigo. ¿Me has oído, abuelo? — Le sonrió al viejo — Y Phill, ten cuidado en doble. Todo lo que me habéis dicho sobre ese psicópata me ha dejado con mucho miedo de lo que pueda ocurrir.
— Tendré cuidado querida. Piensa sólo en nuestro bebé.
Se abrazaron con fuerza. Juan se acercó a ella con la forma que mantenía de su abuelo y también la abrazó.
— ¡Protégete Alexia! Sabe que dentro de mi corazón tú serás siempre una nieta para mí. No salgas de aquí, por favor, y no hables con extraños. Esos brujos pueden transformarse en quien quieran, incluso en animales.
Los dos se abrazaron observados por Phillip.
Mientras se despedían, alguien estaba en su casa.
— Juan usó magia antigua para observarnos. Ahora le vamos a responder llegando a su escondite. — Klaus convocara a la criatura para acompañarle.
Con magia de pasaje para reconocer quién le observaba la noche anterior, él y Fratello llegaron al cuarto donde estaba el altar de Juan. Observó todo después de verificar que no había nadie allí y después fue al cuarto del joven donde buscó la espada que Silene le había contado que mataba a los seres espirituales. El Doppelgänger hizo un pase mágico que impedía que fueran notados por los magos, un remolino en el aire y ellos fueron envueltos en una especie de nube de invisibilidad.
El brujo Klaus conjuró un hechizo:
— ¡Gladius de potestate! ¡Monstra te ipsum! (¡Espada del poder! ¡Muéstrate a mí!)
Una luz reveló el lugar donde esta reposaba en medio de la nada envuelta por una especie de escudo de energía. Él la observó junto a la criatura y vio que era un objeto que emanaba gran poder. Sacó la espada que traía en su vaina por debajo del manto y lanzó un hechizo sobre la hoja haciendo que se transformara en plata y quedara exactamente igual a la que estaba robando en aquel momento. Después insirió el arma blanca falsa en el escudo diciendo otros encantamientos en latín.
— ¡Hora de irnos, Fratello! Verifica si no hemos dejado rastros.
— Todo limpio, mi Señor. — Dijo después de conferir las cosas a su alrededor.
El brujo pasó el dedo sobre el aire y ambos atravesaron el espacio yendo al castillo.
Pasado algún tiempo, regresaron el mago y el joven. Hicieron los preparativos y allí afuera había más gente que había llegado para ayudar. Eran los monjes con sus armas mortales. Artefactos de ataque fueron entregados a Phillip como shurikens, nunchakus y bastones. Él aún usaría su espada para finalizar a sus oponentes. Pero él no sabía que portaba una réplica que probablemente le pondría en apuros.
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