El brujo despachaba documentos en su despacho con Samantha, que se convirtió en su secretaria personal, cuando Robson entró en la sala atravesando la puerta.

— Ya te he dicho, Fratello, que hay maneras correctas de entrar en los lugares. Ahora eres un ejecutivo y yo puedo estar en alguna reunión de negocios con meros humanos. ¡Imagina la cara de mis clientes cuando te vean atravesando paredes! Se van a aterrorizar y yo perderá buenas transacciones.

— Está bien, amo, tocaré a la puerta antes de entrar.

— Y para de llamarme amo. Tampoco combina con los empresarios que somos ahora.

— ¡Correcto, señor Edward!

— Así está mejor.

Samantha reía discretamente con la conversación de los dos. En ese momento Silene entró acompañada de dos compinches brujos.

— Señor, el castillo que escogiste está con las obras listas y queda a una buena distancia de la ciudad. He mandado que los ingenieros siguieran tus especificaciones. Puedo decir que es la copia del Castillo de los Ausentes como ordenaste que lo construyéramos.

— ¡Sentía falta de mi castillo! A pesar de tener otro en Italia, me gustaba mucho el antiguo. Había en él una atmósfera sobrenatural difícil de encontrar en este siglo. Espero que hayas seguido correctamente los detalles que te pasé.

— Ha quedado perfecto, mi Señor. La próxima semana, ya puedes mudarte si así lo quieres.

— ¡Estupendo! ¡Aquel Phillip miserable! Destruyó mi castillo...  Voy a darle lo que merece. ¿Y en cuanto a la mazmorra? ¿La has hecho como mandé, igual a la que había en el otro?

— Todo como lo dijiste. Estoy segura de que te va a gustar.

— Quiero hacer el ritual de pasaje allí en el Castillo de los Ausentes. La mansión de aquí la dejaré para ocasiones especiales.

— Sería interesante que tú, Robson, fueras con Silene a ver cómo quedaron las obras. — Le dijo Klaus al Doppelgänger, pues sabía que él conocía el castillo como nadie. — mientras tanto, voy a resolver algunos asuntos pendientes con mi agente inmobiliario para dejar todos los papeles en orden. Cuando termine con  el mago Juan y el Hombre Fantasma, tal vez decida quedarme en este país. Me están gustando los lucros... y no habrá ningún brujo más sobre la faz de la Tierra. Seré el único, poderoso y rico. Tendré el mundo a mis pies.

Robson Nortybryen se rascó el bigote y le pareció interesante la idea de ir con Silene, a fin de cuentas ella le gustaba mucho.

Ella se dio cuenta de que el Señor la despreciaba y que aquella noche de amor fuera solamente una aventura pasajera. El brujo quería que la mujer trabajara para él a causa de su espíritu de liderazgo, nada más, y Silene estaba consciente de eso.

— El fin de semana, voy a mudarme al castillo. Haced los preparativos, en seguida, convocaré a más seguidores para que crucen el pasaje a nuestro mundo.

Klaus pensaba en los mejores guerreros que conocía del clan de los tauneses para luchar con él, sumados a los que ya había manipulado. Mientras él se reunía con el personal de la inmobiliaria, allí en el castillo, Silene verificaba los últimos detalles conversando con el brazo derecho del jefe.

— Veo que contrataste a muchos colaboradores para trabajar aquí, Silene.

— El jardín es grande y el castillo también. Klaus pidió árboles asustadores como había en el otro y plantas carnívoras. Quería un lago parecido al pantano y tuve que colocar a nuestro personal que está acostumbrado con magia para trabajar con nosotros.

— ¡Muy bien! De esa forma no tendremos problemas. Pero déjame preguntar, Silene. — La criatura recordaba los momentos íntimos que tuvo con ella — ¿Tú te relacionarías con alguien como yo? Porque siento una atracción mágica por ti. Yo, que siempre me sentí fuerte para esas cosas, me siento hechizado por ti.

— ¡Robson! ¿O mejor llamarte Fratello como nuestro Señor?

— Como quieras... Siempre que estés hablando conmigo. — Él la miraba a los ojos intentando demostrar su pasión.

— Yo no tengo la apariencia que estás viendo. Soy vieja y fea, casi un monstruo... No estarías conmigo ni un segundo si vieras cómo soy de verdad.

— No estoy buscando belleza. Quiero una mujer que sea independiente y que tenga iniciativa así como tú. Somos hechos de la misma esencia. En la forma en que estoy parezco también un hombre más joven, guapo y con éxito; nada de eso tiene valor para mí. Me gusta ser como soy de verdad, pero uso esta piel para aprovechar la vida como un ser humano.

— Creo que pensamos muy parecido, Fratello.

— Puedes llamarme Rob. De otra manera, parece Klaus hablando... Y ya estoy cansado de eso.

— También yo pienso que tú tienes más valor. Inclusive observo que haces todo tipo de servicio para él.

— Él no se importa conmigo. Me ignora y me considera como basura.

— Sé bien lo que es eso. Me desdeñó también cuando yo pensaba que tenía algún valor para él.

— Pero tú eres muy importante para mí... ¡Créeme Silene! Únete a mí que seremos más poderosos y haré todo lo que quieras. Puedo ser tu esclavo si quieres.

— ¡No seas tonto, hombre! Deseo lo mismo que tú. Somos iguales.

A la criatura le encantó ser llamado como un humano por primera vez y aquello le hizo sentirse como uno de ellos.

La bruja miró a los ojos del hombre musculoso y atractivo que estaba allí en aquel momento, los dos a solas en el cuarto del tercer piso donde ella le enseñaba las acomodaciones del dueño del castillo; puso la mano izquierda en el rostro de Robson y acercó los labios carnudos a los de él. Se besaron y aquello fue el antídoto para la tristeza que sentía por haber sido ignorada por Klaus. Ahora alguien le decía que se importaba con ella y esta vez parecía ser real.

En minutos estaban desnudos, abrazados y amándose en la cama del jefe como si de algún modo fuera una afrenta. Aun atravesando eras, disfrutaban de aquellos cuerpos más jóvenes para volverse más íntimos y humanos.

— Silene, siento una voluntad fuerte de estar cerca de ti — dijo Robson al entregarse completamente a la pasión.

— ¡Yo también siento algo nuevo por ti, Rob! Y ya me había dado cuenta, por tu mirada, de que me deseabas. Haré cualquier cosa para ayudarte a realizar tu deseo de ser humano y seremos felices juntos.

— Pero es mejor que el Señor no lo sepa de momento. Él parece querer mandar en mis sentimientos. Y a mí no me gusta eso.

— Todo tiene su hora, querido mío. Continuaremos sirviéndole y nos veremos siempre que sea posible.

Los dos sonrieron vistiendo sus ropas, planeando un futuro amoroso que sólo el tiempo validaría.

Lejos de allí alguien les observaba.

Era Klaus que ya estaba en su mansión después de llegar de la empresa. En su pirámide de cristal, vio que algo nacía entre los dos. Pero él se creía poderoso al máximo y pensaba que la criatura necesitaba realmente a alguien para calmar su voluntad de ser algo diferente en el mundo de los hombres.

¿Quién sabe aquello se volviera un remedio para los desvíos de personalidad de Fratello y le dejaría en paz con su deseo de ser humano?

Pero el brujo sombrío no pensó que dosis excesivas pueden convertirse en venenos...

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