XX - Rasputín - El Monje Loco
Inicio del siglo XX - Rusia
En el palacio del zar ruso Nicolai Romanov, un hombre considerado brujo se hacía cada vez más famoso por sus poderes de cura. También decían en Europa que era capaz de dominar las mentes humanas con hipnosis y que ejercía el papel de Consejero de la familia real. No tardó mucho y alguien sediento por capturar hechiceros oyó hablar de él.
Klaus estaba en una taberna a la que le gustaba ir los domingos para tomar unos tragos y oyó a un hombre en la mesa a su lado contar sobre Rasputín.
— Perdónenme la intromisión en su conversación, señores. Pero he escuchado algo al respecto de un brujo que vive con la familia rusa. ¿Podrían contarme más? — El hombre que nunca fuera tan educado esta vez usó palabras cordiales para conseguir lo que quería.
— Podemos hablar al respecto durante horas. Es el asunto más comentado en toda Europa. Rusia participa de la Primera Guerra Mundial al lado del Reino Unido y de Francia. Ellos luchan ferozmente contra Alemania y Austro Hungría. Dicen que el brujo Rasputín se encarga de los asuntos del zar mientras él se ocupa de la guerra — contó uno de los hombres. — Vive en el palacio real. Yo jamás dejaría a un hombre viviendo con mi mujer, aún más si yo estuviera viajando con posibilidad de morir en una guerra. ¡Es demasiada confianza!
Todos rieron del comentario del hombre.
— Parece que él tiene una aventura con ella y también tiene poderes de cura, digo, solamente Rasputín consigue evitar la progresión de la enfermedad del hijo de ellos. — Añadió otro interlocutor.
— Entonces el hombre, además de tener poderes mágicos, también ocupa una posición de destaque en la política... Interesante este sujeto. — Klaus estaba cada vez más curioso.
La banqueta a su lado se movió ligeramente cambiando de posición y todos miraron asustados. A fin de cuentas, hablaban de brujería. Pero, Klaus sabía el motivo. Arreglo un poco el asiento para Fratello, que a esa altura estaba presente de forma invisible para saber de las cosas.
— Continúen señores... — Pidió el brujo de modo ansioso — Tabernero, una ronda de cerveza helada para los caballeros. — Gritó Klaus desde la mesa intentando embriagarles para que dijeran más.
Pero ni era necesario, porque Fernando, Augusto y Dicesari, cuando se juntaban no paraban de parlotear sobre la vida ajena.
—Y dicen que al brujo loco, como acostumbran a llamarle, también le gusta organizar orgías y promete el perdón divino a las mujeres que se acuestan con él. — Fernando sonrió acompañado por el grupo al terminar sus palabras.
— Es muy listo y usa argumentos fuertes porque todos tienen muchos pecados y quieren ser perdonados. Con esa máscara de redentor, el hombre consigue lo que quiere con las mujeres. — Klaus también sonrió al concluir.
El brujo miró al lado y vio a la criatura enseñar los dientes ya sincronizándose con los ardides de su señor. Y así, después de mucha charla, supo de varios detalles sobre la vida de aquel que sería su próximo blanco. Pasados algunos días, un viaje más. De pose de los utensilios habituales, como la botella de ron, sus botas de cuero y la bolsa donde cargaba sus pertenencias, abrió un pasaje en su cuarto en el castillo. Después de él, adentró su compañero de crímenes.
— Vamos a ver si ese sujeto tiene tanto poder como todos dicen. Si es verdad, podré absorber su magia para mí.
En Rusia, del otro lado del pasaje, Klaus y el Doppelgänger llegaron a San Petersburgo, más precisamente cerca del palacio de la familia real. Más rico que nunca, robando las pertenencias de las personas que mataba por siglos, el brujo decidió hospedarse en un hotel allí cerca.
— Mientras estemos en este país nos alojaremos aquí. Necesitamos saber más informaciones sobre ese brujo.
— Me infiltraré en medio del pueblo como una persona común. Descubriré todo lo que mi señor necesita para acabar con él.
Dicho esto, la bestia se dispersó en forma de humo; el frío intenso de la ciudad no le causaba escalofríos, a causa de su forma etérea. Cerca del río que había al lado del palacio real, Fratello se materializó y la niebla se convirtió en un hombre bien vestido, usando un abrigo negro y un sombrero. Con un bastón para acompañar el disfraz, empezó su indagación frente a la residencia de los Romanov. Al preguntar a los transeúntes, se enteró de que Grigori Rasputín cuidaba de la Hemofilia de Alexei, único heredero de sexo masculino de Nicolás II.
En su lugar preferido, Klaus también bebía y conversaba con los populares intentando aprender al respecto de su objetivo. Un recorte de periódico mostraba como era el brujo consejero de la familia real. Unos ojos penetrantes; la larga barba se unía al cabello largo, que parecía nunca peinar. El Zar estaba en la guerra, de esa forma, las decisiones de la corte pasaban por las voluntades de Rasputín, visto que él mantenía gran influencia sobre la primera dama. Tal vez fuera por causa del poder de curar al hijo que ella creyera piamente en su toque divino. El rey también quería que el joven se pusiera bien para que fuera su heredero en el trono, por eso aceptaba la persuasión del consejero.
Pero había un plan secundario para matar a Rasputín, y este corría doble peligro con asesinos en potencial planeando exterminar su existencia. Uno de los que planeaba su muerte era miembro de la familia del rey, que parecía no estar contento con el poder del brujo para impedir su ascendencia. Era un príncipe que se unía a otros de la realeza para acabar con la influencia del brujo en las decisiones importantes del país. Algunos agentes ingleses interesados en mantener a Rusia en la guerra también se aliaron al príncipe conspirador para eliminar a Rasputín y, por fin su influjo sobre la Corte.
Horas más tarde, Klaus y su sombre se encontraron en el hotel.
— Parece que al pueblo no le gusta ese sujeto. En ese caso, les haré un favor a los rusos al acabar con él; deberían pagarme por eso. Pero la energía que emanará de su alma ya me basta como recompensa.
— Quería tener tanto poder como tú, mi señor.
— Tú no lo necesitas, Fratello. Estate a mi lado que en el momento apropiado intentaré hacer algún tipo de magia y transformarte en un ser humano. ¿Es eso lo que deseas? ¿Para que puedas disfrutar de los placeres de la vida teniendo un cuerpo humano?
— Sí, mi amo. No quiero ser como soy por el resto de la eternidad.
— Está bien. Veré lo que puedo hacer.
El Doppelgänger, por la primera vez, decidió exteriorizar sus sentimientos, pero en el fondo no creía que Klaus le daría lo que pedía. De cualquier manera, era su única esperanza. Mientras tanto, su señor le usaba como quería para hacer sus obras nocivas.
— Voy a descansar. Mañana ejecutaremos el plan.
Después de una noche de sueño, al otro día partieron en búsqueda del brujo que era considerado loco por parte de la sociedad y odiado por muchos con intereses políticos. En el camino, la criatura disfrazada como anteriormente, le contaba a su señor lo que había oído de las personas sobre Rasputín.
— Mi señor, me dijeron que ese hombre es perverso y practica actos libidinosos. Dicen que organiza orgías y que promete recompensas espirituales a las mujeres que se acuestan con él.
— Fratello, su propio nombre quiere decir depravado en la lengua rusa. Eso ya lo dice todo. Pero ya sabemos lo esencial. Se ejerce tanta influencia, deba poseer gran magia. Sé que fue invitado a casa de un príncipe, primo del Zar. No sé el motivo, pero allí le cogeremos. Tengo la dirección aquí conmigo.
Anduvieron hasta una fuente en medio de una plaza y, después de localizar su destino, Klaus abrió un portal al final de un callejón donde ambos entraron. En pocos segundos, estaban en el cuarto del palacio de Moika donde vivía el príncipe Felix Yussupov. Este había invitado a Rasputín para visitar a su esposa, que quería conocerle. Como había muchos nobles que le ofrecían sus esposas al brujo a cambio de influencia junto a la realeza, el consejero prontamente fue a conocer a la mujer.
Klaus y la bestia, invisibles, acompañaban la cena regada a vino y tortas que el anfitrión ofrecía al invitado. Observaron cuando fue colocada cuantía suficiente de cianuro de potasio para matar a unos cinco hombres solamente en la copa de vino de Rasputín.
— ¡Mira, Fratello! Fue así como maté a los brujos tauneses en el Castillo de los Ausentes. Parece que estoy en casa ahora viendo la muerte por mis propios métodos.
— Están ahorrándonos el trabajo, amo.
— He oído la conversación de los conspiradores allí en el piso de arriba. Ellos tienen miedo de que Rasputín manipule al Zar para aliarse a Alemania y dejar la alianza con el Reino Unido y Francia. Algunos espías ingleses están aquí ahora.
— ¡Qué interesante! ¿Pero será que este hombre de apariencia sencilla tiene tanto poder?
— ¡No te engañes con las apariencias, Fratello!
Mientras los dos seres ocultos conversaban allí en lo alto, atentos a todos los hechos que tal vez estuvieran alterando el futuro del mundo, Rasputín bebía todo el vino envenenado.
— ¿Si él fuera un brujo de verdad, no nos vería aquí, amo? ¿Y no conseguiría detectar el veneno en su copa?
— Nuestra magia es fuerte y creo que él no es capaz de sentir nuestra presencia. Parece que su destino esta trazado y ha caído en la trampa. Todos pueden ser traicionados, amigo mío. Y la traición es una serpiente llena de ponzoña.
Ellos rieron juntos y Rasputín, ya con la sangre tomada de cianuro, miró hacia arriba como si les viera celebrarlo. Mientras tanto, el príncipe esperaba la victoria y quería ver el alma de su oponente desvaneciéndose cuanto antes. Sin embargo, horas pasaron y nada ocurría. Los agentes ingleses y los nobles rusos que estaban en casa estaban atónitos.
¿Cómo podría un hombre sobrevivir a tal cantidad de veneno?
Klaus y su siervo también me miraban llenos de curiosidad. Pero decidieron no intervenir, considerando la secuencia inusitada de los hechos que querían ver hasta el desenlace. Después recogerían las sobras. Sin paciencia para esperar y viendo al brujo Rasputín deleitarse con la cena servida, uno de los conspiradores decidió darle un tiro por la espalda al huésped. Después de caer al suelo, pareciendo estar sin vida, el invitado sorprendió nuevamente. Agarró el cuello de Felix y no le soltaba de ninguna de las maneras. Fue cuando los otros comparsas entraron disparando y acuchillando al hombre. En seguida, pusieron el cuerpo en una alfombra y le enrollaron para tirarle en la secuencia al río Neva.
Cuando llegaron al parapeto y vieron el cuerpo hundirse, Klaus mando que el Doppelgänger trajera a la víctima a la superficie. ¡Parecía que el hombre aún estaba vivo! La bestia acercó el oído a la cara sintiendo la respiración de Rasputín y su aliento fétido. Ya era noche y Klaus dijo espantado:
— ¿Cómo puede ser? Vimos a este hombre morir de todas las formas posibles. ¡Acaba con él, Fratello!
Rasputín abrió los ojos saltones y llevó el último golpe: las garras se enterraron en su cuello haciendo la cabeza rodar.
— ¡Ahora el servicio está hecho! — Celebró la criatura satisfecha.
— Sin sombra de dudas... Déjame absorber su energía.
El brujo miró al cielo, que se volvió nublado escondiendo la Luna. Aspiró el aire y puso la mano sobre el pecho de la víctima, extrayendo para sí los poderes que el monje ruso cargaba. La piel de Klaus tuvo un escalofrío con la carga que recibiera. De repente, percibió algo diferente, un aire helado penetró en sus pulmones y la cabeza que reposaba sobre el suelo le miraba con los ojos abiertos profetizando:
— Alguien más poderoso que tú te aguarda para acabar con tu existencia. Yo os esperaré ansioso en el otro lado, así como a aquellos que tramaron mi fin. El reino de Rusia caerá en breve y tú vas a recordar mis palabras.
Los labios se vedaron junto a los ojos y él parecía descansar finalmente. Klaus y el Doppelgänger se miraron curiosos con lo que habían presenciado.
— ¡Qué brujo extraño! No me creo una palabra de lo que ha dicho. Pero, me siento bien, tal vez aún más fuerte. Hora de irnos, Fratello.
Satisfecho, Klaus volvió al hotel llevando consigo la suma de una víctima más. Esta vez sintió que tanto en el mundo de los hombres como en el de los espíritus existen cosas inexplicables...
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