Un Chico Méxicano.
México. Un hermoso país. Tiene sus altas y bajas, pero eso no quita los actos bondadosos de sus habitantes.
En una de las costas del Oeste de México, se encuentra una pequeña ciudad llamada San Martín de la Torre.
Una ciudad pequeña pero con problemas grandes, tal como dice el dicho: "Pueblo chico, infierno grande"
Pero a pesar de eso, sigue siendo una hermosa comunidad.
En esta ciudad se encuentra un joven común, su nombre es Juan José Villa Portilla, un joven de 15 años que vive con sus padres. Su madre se llama María, y su padre Julián.
El joven estudia la secundaria, no era el mejor de todos lo alumnos, pero si se defendía.
Es muy introvertido, no socializa muy bien con los demás jóvenes, encerrandose en el mundo de la animación y la ciencia ficción.
Es un fanático de la animación tanto occidental como oriental, disfruta de las películas y series que este medio le ofrece.
Sus gustos no son como los de otros jóvenes de su edad, más sin embargo contaba con 2 amigos, a los cuales llamaba "Chucho" y "Kass"
Eran sus mejores amigos y con los que más convivía.
Los tres compartían gustos.
Chucho era un joven misterioso, oscuro, hablaba de temas malignos y entes oscuros. Pero eso no quitaba que fuera un buen amigo con Juan.
Kass por su parte es fría, callada, es quien menos habla del grupo, sin embargo es muy agresiva si la situación lo amerita.
Juan es el más vulnerable del grupo ya que tiende a ser muy expontaneo, diariamente llama la atención de las masas y en muchas ocasiones atraía a personas que querían molestarlo.
Juan no es débil físicamente, el cuenta con una altura de 1.80 m, y un peso de 90 kg. El problema es que desde niño se le enseñó la nobleza, buscar la paz y no la guerra, al ser el más grande del grupo se temia que usará su altura a su favor, por eso buscaron evitar a un bullying, sin embargo fue muy excesivo sus intentos y consiguieron crear a una víctima del mismo.
En ocasiones era incluso molestado por jóvenes más bajos que el, quienes aprovechaban su inocencia y nobleza para poder molestarlo.
Afortunadamente tenía a su amigo chucho quien no temia al conflicto, y apoyaba a su amigo en cualquier citación posible.
Siempre se le aconsejo levantar los puños y defenderse, que si era contra un bullying entonces no había problema, pero el no encontraba la violencia como una solución, actuar con violencia no te hace mejor que ellos.
Todo en su vida es normal, dentro de lo que un mexicano puede llamar normal.
Pero todo cambiaría el día de una tormenta eléctrica.
Era una noche de fútbol, pero no cualquiera, era un clásico de clásicos, america vs chivas.
El jefe de familia, Julián estaba al filo del asiento viendo el partido. El chico simplemente dibujaba. Mientras la llevaba botana a la sala para también disfrutar del partido.
Ambos estaban emocionados a pesar de la tormenta eléctrica proveniente, los vientos empezaron a soplar fuerte, ambos equipos están empatados por un punto, solo quedan 10 minutos de partido, la tensión es más fuerte que la estática en el aire.
Y sin previo aviso la señal se corta.
—¡Noooooo! —Gritó el señor Julián, el grito asustó al joven de la casa más que los truenos.
—¡¿Qué te pasa papá?! —pregunta agitado el joven.
—Se fue la señal, a poco de terminar el partido. —Dijo aún alterado.
El chico vio por la ventana y se percató de lo fuerte que sopla el viento.
—El aire debió mover la antena —dijo el chico mientras se levantaba—Iré a acomodarla.
—No, no lo harás —interrumpe su madre—Esta tronando, te puede caer un rayo.
—Será rápido —dijo dirigiendose al patio.
—Ten cuidado hijo —Fue todo lo que dijo su padre, mostraba seguridad de que ese hombre solucionará el problema, pero miedo por su hijo.
El chico subió rápidamente las escaleras, temia a la altura pero más temia a la electricidad tomando en cuenta que subía una escalera de aluminio, una vez arriba en el techo, contempló su pequeña ciudad, como las luces parpadeaban por la tormenta, escuchar más gritos de otros fanáticos que viven la intensidad del fútbol, y escuchar un escandaloso trueno quien vino después de un relámpago que iluminó el cielo.
—¡Juan! ¡Apurate por favor! —fue lo que grito su madre desde abajo.
El chico salió de sus pensamientos. Miro al cielo un momento y pudo ver rayos azules, pensó que sólo fue un efecto óptico.
Tomó la antena y empezó a girarla.
—¡Ya!... ¡No! —Grito su padre indicándole que ya logró ver la señal pero se volvió a descomponer.
El chico entendio que debía girar ahora al lado contrario más despacio.
—¡Ya! ¡No! —Nuevamente grito su padre, el chico entendio que estaba cerca.
Nuevamente giro al lado opuesto más despacio, como si de una caja fuerte a la que le quiere encontrar la combinación se tratara, giro lentamente, como si de un segundero se tratará, hasta que escucho un grito unísono de sus padres.
—¡Ya! —Finalmente la señal se aclaró.
El joven quito lentamente las manos, una por una, tal vez debió hacerlo rápido.
Ya que antes de quitar la última mano un rayo impacto la antena. Un trueno muy fuerte se escucho sobre la casa, la electricidad recorrió el cuerpo del chico quien solo alcanzó a gritar.
Una vez terminó la corriente el chico se desplomó en el techo, ya no supo nada.
Su padre al momento de escuchar el grito salió corriendo gritando el nombre de su hijo. Se paro un momento al pie de la escalera y nuevamente grito su nombre, pero al no recibir respuesta subió la escalera cual alma que lleva el diablo, al lograr subir encontró a su hijo desmayado en el piso.
—¡Hijo! —Grita el padre con desesperación, toca al chico para sentir su pulso pero una corriente eléctrica lo lastima, sin perder tiempo toma a su hijo en sus brazos, a pesar de sentir las pequeñas descargas que produce el hombre aguanta bara, y logra bajar a su hijo.
Su madre se toca el corazón al ver a su pequeño en esa condición.
No era tiempo de peleas, el hombre cargado a su hijo en brazos salió rápido a la calle y paro un taxi.
La madre subió adelante y el padre atrás con su hijo.
Con desesperación el hombre ordenó al taxista.
—¡Al seguro! ¡Pero para ayer!
El taxista entendio la situación y arrancó a gran velocidad.
El padre sintió que la estática bajó, así que sintió el pulso de su hijo.
—¡No tiene pulso! —grito el hombre.
La madre rompió en llanto al escuchar eso.
Sin perder tiempo acostó a su hijo y empezó a aplicarle RCP.
—¿Sabe aplicar RCP? —Pregunta el taxista.
—Aprendí en mi servicio militar —Julián empezó con las compresiones en el pecho mientras rezaba todo lo que sabia—Señor, por favor, te pido no te lleves a mi hijo, por favor.
—Dios te salve María llena eres de gracia, el Señor es contigo... —Murmuraba la madre angustia.
Mientras el chico seguía recibiendo RCP, algo extraño pasaba dentro de su cuerpo.
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