Epílogo.
Quién lo diría ¿eh? Siendo madre y tener al hombre de mis fantasías a mi lado dispuesto a todo para empezar de cero.
Planear conocerlo nunca salió como lo esperaba. Aunque los planes siempre fallan, entrar a su empresa siendo una reportera falsa ha sido una locura desde el inicio, pero un fallido paso me hizo tropezar con él.
Si, un portazo que casi extirpa tus ultimas neuronas.
Exactamente, me dio un portazo para luego cargarme en sus brazos y ya nunca más salir de su vida. Sin embargo, estar juntos en la adversidad por poco acaba con los dos.
Reconozco haberme sentido herida cuando propuso irse a vivir a casa de su madre. Fue un flechazo doloroso a mi abollado corazón, pero tuvo sus frutos.
La distancio nos ayudó a poner en orden el desastre que éramos después de su coma, jamás me había sentido tan al borde de un precipicio. Iba a saltar en cualquier instante de no ser por mi pequeño melocotón.
Bowie es un rayito de sol irradiando luz con sus sonrisa, ternura e inocencia. Sentía estar a mitad de mi complemento y su llegada agrego otro trozo para comenzar a formar el rompecabezas.
Hasta que Aedus volvió a abrir sus hermosos ojos...
Anticipas a la perfección mis pensamientos, colega.
Obvio, soy una parte tuya.
Verlo recuperarse fue un soplo de aire nuevo. Una brisa repentina calmando el sofocón de rabia en mi interior creciente, creyéndome sumamente culpable de su estado.
También no es fácil aceptar ayuda de un profesional. Por mi e hijo lo hice, mis emociones estaban desbordadas, en ocasiones me superaba la abrumación de todas juntas en un mismo paquete. Ira, frustración, culpa, miedo, tristeza, impotencia y alegría opacada por estas.
Lo que más miedo me generaba es perder a Aedus. A veces creía estar viviendo una pesadilla, dolía no ser el motivo de su sonrisa, pero me consolaba ver su esfuerzo por no abandonarnos. Era fácil desligarse de nosotros e hizo todo lo contrario, contribuir a mantener una relación sana hasta volver a ser el mismo.
Ir a un psicólogo, una de mis mejores decisiones y la más importante.
La salud mental está ahí. Nos creemos lo suficientemente fuerte para resolver nuestros problemas solos, sin embargo, no tener un pilar estable nos hace colapsar.
Suspiro preparando el biberón de Bowie. Ese niño no deja de ingerir cantidades extras de leche aun teniendo un año.
Si, hoy 23 de julio cinco días antes del cumpleaños de Aedus su hijo cumple el primer añito.
Ya pasaron dos años. Hemos vivido en un calvario de incertidumbre, el miedo revoloteaba como abeja esperando la víctima perfecta para picar. Atenazaba mi corazón volviéndolo a soltar en cuestión de minutos para no derrumbarme.
No obstante, hoy celebramos la vida, el amor, amistad y familia. Es un día más que especial, Aedus ha vuelto a la normalidad. Bowie no podría ser más afortunado al tenernos juntos otra vez.
Siento una emoción potente en mi pecho. Fueron demasiadas lágrimas derramadas, ahora es el turno de sonreír. Nos merecemos gozar una felicidad plena los tres.
─Willom, cariño ─Blair entra en la cocina y volteo para secarme las mejillas. ─ ¿Estas llorando? ¿Por qué?
─No...no es nada. Es de emoción, no te preocupes. ─respondí.
─Vale... ─aprieta sus labios escrutándome. ─La etapa de llorar ya paso, amiga. Deberías tener una grande sonrisa en tus labios, Bowie cumple su primer añito.
Por eso el departamento está a rebosar de gente. Toda la familia reunida para festejar su primer año de vida.
─Lo sé. Solo pienso en todo lo pasado para llegar a esto.
─Ya no pienses y disfruta ¿sí?
Sus brazos me envuelven llenándome de calidez.
Agnes lleva el pastel a la sala. Es una excelente pastelera y lo ha decorado con glaseado celeste y blanco, avellanas en la base con pequeñísimas tablas de surf en chocolate negro hacen una especie de camino sobresaliendo hacia arriba. Además, tiene su nombre y una vela con brillos grises.
Si, Bowie es fanático del surf. Su padre le ha contagio el gusto por montarse a esas tablas incluso le ha mandado a fabricar una de su tamaño.
Prácticamente es un consentido.
Alvin y Aiden preparan los altavoces con la música infantil para complacerlo, cosa que hacen según su gusto musical.
Su tío selecciona una canción, pero la quita de inmediato cuando Bowie niega con su cabeza cruzándose de brazos. Lo manipula muy bien y ellos dispuesto a todo para darle lo que quiere.
Sera un puto problema de grande.
No me cabe duda.
Sus abuelos llegan y Blair los recibe. Dejan los regalos en una mesa de mantel blanco a un lado del vestíbulo. Falta Sienna, Lotte alza a su nieto y lo pasea de aquí para allá besando sus cachetes.
─ ¡Mamá! ─grita y estira sus brazos.
Quiere que lo salve de las garras de su abuela.
Esos ojos grises me miran suplicantes, pero Lotte no deja de repartirle besos en su cuello. Lo que lo irrita todavía más.
─Hola papá ¿Dónde está Sienna? ─le pregunto al pasar.
Bowie va de brazo en brazo hasta quedarse tranquilo en los de su padre.
─Dijo que no vendría ─dice apenado, ─le insistí tanto y no la pude convencer.
─Seguramente es por Aiden.
Asiente volviendo al lado de su esposa. Blair y Agnes sirven comida en la mesa de cristal. La sala está adornada con globos celeste y blancos, algunos tirados, otros atados, fotos de Bowie bebé colgando desde el techo como una cortina unidas a través de un hilo. Y la música es a un volumen moderado para poder conversar.
Vuelvo a la cocina para traer el biberón de Bowie porque llora. Su llanto pone en alerta a todos, pero unas manos rodean mi cintura.
─ ¡Pastelito de chocolate! ─susurra en mi oído con voz seductora.
Ya extrañaba a este Aedus. El seductor, cariñoso, el que me hace volar con solo mirarlo.
Cierro los ojos al sentir su aliento rozar mi cuello. Deposita besos húmedos, muerde el lóbulo y sus manos con dirección norte. Aprieta mis pechos por encima de la blusa blanca mientras un leve jadeo escapa de mis labios.
─Aedus...alguien puede venir...
Y no toma mis palabras en cuenta. Continúa magreando mis senos ya erectos ante su atención, siento una ola de calor ascender disparando chispas por mi flujo sanguíneo calentándome como un volcán.
Con solo escucharlo respirar ya estoy mojada.
─Te deseo... ─jadea. ─Seré rápido...
Su respiración se acelera cuando desprende los dos botones de mi pantalón y masajea con sus dedos encima de las bragas. Aprisiona mi cuerpo contra la encimera y su masa corporal, su creciente erección se hace notar entre sus pantalones.
─Cariño...alguien podría venir... ─digo girando el cuello para encontrarme con dos pozos oscurecidos por el deseo, la lujuria.
─Cinco minutos...
Desde que volvió a su estado normal no hemos parado ni un solo día. Cualquier minuto es una buena ocasión para compensar el tiempo perdido, según él.
Pero es el cumpleaños del pequeño.
Lo sé, pero ya no lo puedo detener.
Hunde un dedo y su mano tapa mi boca para evitar mis gemidos. Muerdo sus dedos mientras hace movimiento circular estimulando, luego siento otro dedo y me froto contra estos para encontrar la fricción.
Aprieto fuerte la encimera, también su brazo y la protuberancia de sus venas hinchadas me pone más cachonda. Embiste con sus dedos frenéticamente teniendo agilidad e ímpetu, me alzo de puntilla de pie ante las olas de electricidad acumulándose en la zona baja como si quisiera llegar hasta ellas. Atraparlas para hacerlas explotar en millones de pedazos.
─Aedus.... ─murmuro contra su palma. ─Aedus...más rápido...
Estoy a punto de ver las estrellas. Apremia sus embiste volviéndose salvaje, devora mi cuello y clavo los dientes en su piel sudorosa cuando el orgasmo arrasa conmigo dejándome en un limbo alterno a esta realidad.
Aedus deja de moverse. Su respiración es errática igual a la mía, nos toma unos segundos recuperarnos, pero no se aparta.
Todavía tiene su miembro erecto. Si no fuera un momento especial lo llevaría a la habitación y se la haría bajar, sin embargo, Bowie espera para soplar las velas.
─Te amo. ─giro entre sus brazos y beso sus labios.
Mete su mano en mi cabellera para atraerme más a él. Saboreo la frescura de la menta en su paladar, de seguro es por mascar chicle. El pulgar recorre mi clavícula poniéndome los vellos de punta y una nueva alerta se alza.
─Ya deja de provocarme. ─dije apartándome para tener aire.
─Es que eres irresistible.
Una sonrisa va extendiéndose en sus perfecto y carnosos labios. Una de esas que podrían derretir un bloque de hielo.
─Este problema que tengo en mis pantalones lo vamos a solucionar en la noche, tu y yo, solos.
Deposita un beso en mi frente y se marcha con esa promesa.
Sacudo mi cabeza para despejar el aturdimiento que dejo este hombre. Lavo mis manos para quitarme el sudor y regreso con los demás.
Bowie baila junto a sus tíos. En la pantalla plana pegada a la pared se reproduce una canción de animales y él imita mientras los otros aplauden sentados en los sofás.
Aedus me guiña un ojo desde el otro extremo de la sala. No había reparado en lo guapo que luce con esa camisa celeste claro combinando con el color de sus ojos y pantalón de franela. Por inercia muerdo mi labio inferior.
Esta para un segundo raund.
El timbre me saca de mis cavilaciones. Ahora tengo ansiedad porque se vayan todos.
─Viniste Sienna. ─digo asombrada.
─Si...es que... ─suspira un tanto nerviosa. ─Bowie no se merecía fallarle.
─Gracias. Pasa ya partiremos el pastel.
Guía su silla de ruedas a la sala. Bowie deja de bailar para subirse en sus piernas y dar un paseo con ella, Aiden esboza una pequeña sonrisa mirándola como siempre lo ha hecho. No pueden haber matado el amor de la noche a la mañana.
En el fondo sé que esconden una mínima esperanza y tal vez el destino le esté preparando una redada en el futuro.
Hay que dejar todo en manos del destino.
Por supuesto.
Me llena de felicidad tenerlos a todos sonriendo y compartiendo a mi lado. Mi alma se siente contenta mientras mi corazón da volteretas porque no podría ser más perfecto. Somos una familia llena de dicha.
─Es hora del pastel. ─canturrea Agnes.
Alvin besa su cabellera. Frunzo el ceño confundida. ¿En que andan esos dos?
─En lo mismo que nosotros. ─responde Aedus enredando sus manos por mis hombros.
─Ahora te dedicas a leer mentes ─ironizo.
─Déjalos fluir luego serán buenas noticias. ─opina besando mi cachete para entrelazar nuestras manos y tira de mí.
¿Qué otra cosa podría hacer?
─Ojalá el destino sea tan optimista como tú.
Sonríe acercándose a la mesa del pastel. Aedus carga a Bowie, quien aplaude regalándonos una tierna sonrisa.
Enciendo la vela cuando comienza el canto del cumpleaños. Bowie se para en una silla y nos sostiene a ambos de una mano.
─Sopla Bowie. ─gritan.
Hincha sus mejillas y un débil soplido sale de sus labios asimétricos. Aedus termina de apagarla por él. Ese mínimo soplido nos costó muchas tardes de práctica.
─Feliz cumpleaños pequeño mío.
Le entrego mi regalo y él me abraza, yo no quiero soltarlo. Jamás lo hare.
─ ¡Mamá! ─balbucea con una dulce voz.
─Mami te ama muchooooooo
Esto ha sido una verdadera locura. Su alegría es el centro de mi universo y mi mundo no gira sin ellos.
Esta pequeña familia formándose es mi fantasía más real.
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