Capítulo n°9: "Pastelito de chocolate".
Willom.
Casi me desmayo con su aliento rozando cada pelo de mi piel. Si esto sucede a diario caeré rendida a sus pies antes de que me lo pida. Respiro entre cortadamente y con mis manos hecho viento para tratar de bajar la sofocación que provoco en mi cuerpo.
¡Caliente, caliente Aedus!
Un poco recompuesta del increíble momento que viví, Cassie me toma del brazo guiándonos a la sala de reuniones, desconcertada preguntó que ocurre.
- ¿Sucede algo? - susurro con mi imprudencia que brilla en mi frente.
-Sí, hay una junta de emergencia y tenemos que estar presente - menos mal que llevo un bolígrafo y mi anotador entre mis manos - Date prisa debemos entrar antes que ellos.
Exactamente no se a quien se refiere, pero apresuro mis pasos porque hacer el ridículo otra vez no está en mis planes.
Ingresamos y Cassie corre a poner los vasos, agua y John trae una bandeja con café recién servidos. Sonríe a modo de saludo dejando en cada lugar una taza.
- ¡Suerte! - nos desea yéndose de nuevo.
- ¿Qué quiso decir con eso? - me precipito a preguntarle a Cassie.
-Que el ambiente está muy tenso - dice acomodándose un mechón de pelo detrás de su oreja - tú debes sentar a la par de tu jefe. El señor Aedus se ubica allí - señala la cabecera de la mesa - entonces, Willom vas a su lado, izquierda.
Asiento bastante preocupada por lo que pueda llegar a pasar. Los accionistas comienzan a llegar, algunos saludan por cortesía, otros ni nos miran. Los últimos en unirse a la reunión son el señor, Connor, que trae una cara que espanta a cualquiera. Aedus simplemente me mira llamándome para que me acomode a su lado.
- ¿Cuál es la urgencia? - indaga Aedus bastante molesto es su tono - Que sea rápido - espeta.
-Yo convoque a una junta - dice su padre - porque quiero dejar en claro algunas cuestiones que nos incumbe a todos.
-Pensé que esas cuestiones - hace entre comilla con sus dedos - la resolvería Aedus, ya que es el nuevo presidente - interviene un hombre de aspecto pulcro, canoso y ojos saltones.
Aedus tiene sus ojos fijos en sus dedos que tamborilean sobre la mesa de vidrio traslucido. Yo presto atención a lo que dice viendo que los niveles de tensión van en aumento.
-Sí, pero él no ha querido tomar medidas drásticas - sus ojos verdes fulminan a Aedus que ríe descaradamente - así que es necesario acabar con esto cuanto antes.
-Yo no voy a despedir a nadie - habla entre dientes intentando no gritar - o dejare de ser el presidente de esta maldita cadena de hoteles - bufo amenazante.
-Por supuesto que no queremos que renuncies - aclara un hombre robusto de cabello castaño - pero es necesario recortar personal para seguir siendo una empresa respetable.
-A costa de inocentes que solamente buscan mantener su empleo porque lo necesitan y ustedes se aprovechan de eso - emite su punto de vista sin vacilación Aedus - ¡Déjenme decirles que son todos unos corruptos que no se atreven a pagar un miserable sueldo!
- ¡AEDUS! - grita el señor Connor deteniendo a mitad de camino a su hijo - No permitiré que hagas lo que quieras con mi empresa.
- ¡Pues quédate con tu maldita empresa! - grita y doy un brinco - Y recuerda que este imperio no lo montaste tu solo, Connor.
Su tono era desgarrador, se notaba que estaba sufriendo por dentro. ¿Cuál sería el rumbo de su abatimiento y tristeza? No tenía idea, pero pretendía averiguarlo.
Trate de alcanzarlo cuando la puerta de su oficina cerro en mi cara. Obviamente no sabía que yo venía detrás suyo. No quería ser una entrometida, sin embargo, dudaba que comprendiera mis razones.
Volví a mi puesto de trabajo. El señor Connor paso directamente a su oficina y sin preámbulos entro dan un tremendo portazo.
Llevaban media hora encerrados a los gritos solamente faltaba que repartieran golpes por todos lados. Rendida sin poder hacer nada Cassie me dio vía libre para irme.
Espere unos minutos más a que saliera, pero se fue hecho una furia. Clima era algo fresco por lo que tuve que abrigarme bien antes de salir a esperar un taxi que me acerque a mi casa.
Fue imposible que alguno se detuviera con tanta agua que caía. Un auto BMW negro se detuvo bajo su ventanilla y un rostro conocido me invito a subir. No lo dude ni por un minuto era mi oportunidad de averiguar más sobre la rabia que acumula dentro de su interior.
- ¡Gracias! - exclamo con una tímida sonrisa para romper el hielo del silencio.
-No es nada - sonríe como si nada pasara cuando en realidad no es así.
No podía dejar de admirar esos bellos iris. Me encantaban sus colores, ya que en sí eran diferentes uno del otro. Él estaba enfocado en la carretera y conducía a una velocidad prudente por lo refalosa que se pone el asfalto.
La música salió de golpe llenando el espacio con la voz de Bon Jovi. Recostándose en si asiento parecencia relajarse, aunque tenía una expresión rígida sin señales de haber sufrido un ataque de llanto por la pelea de su padre.
¡A Willom la curiosidad la está matando!
Si. Ya llevaba un tiempo largo mordiéndome las uñas para no preguntar y ser una metiche.
- ¿Por qué te muerdes tus dedos? - interroga sin quitar sus preciosos ojos de la ruta - No puedes lidiar con tu curiosidad, Willom.
- ¿Por qué lo dices? - fruncí el entrecejo intentando llevarlo al punto de lo que paso hoy - Hace un rato eras todo un jefe enrabietado ahora no sucede nada.
-Es que no sucede nada - niega fingiendo una sonrisa que ni él se cree - ¿Por qué habría de suceder algo?
-No sé; dímelo tu - mordí mi labio por reflejo no lo hice a propósito meditando en decir las palabras adecuadas - ¿Tienes problema con tú padre?
-Él es el problema - dice con rabia - siempre quiere dar órdenes sin ser el que está a cargo.
-Mmmm entiendo - su risa sonó a burla - pero tú no te quedas a tras. Te gusta cabrearlo hasta mas no poder.
- ¿Por qué de repente te interesa mi vida? - pregunta secamente deteniéndose en la puerta de mi casa - ¡Nadie te enseño que no debes meterte en la vida ajena de otros!
Sentí que mis intenciones se desboronaban punzando una tristeza irremediable en mi corazón.
- ¡Lo siento no sabía que te estaba incomodando! - dije queriendo bajar, pero el cinturón me lo impedía.
Él se acercó dándome otro paro cardiaco en el día. Desabrocho con cuidado mirándome fijamente a los ojos, por solo un instante creí que nuestras bocas se juntarían. Sus claras intenciones no eran más que un juego lo pude deducir por su sonrisa cómplice.
- ¡Me encanta tu perfume! - susurro inhalando el olor a vainilla mezclada con chocolate.
Baje sin decirle nada. Sin embargo, nunca imagine que me seguiría para disculparse.
-Willom - nerviosa intentaba abrir la puerta, pero la llave cayó al suelo y él las tomo - ¡Lo siento!... No es mi intención hacerte sentir mal.
¡Pero lo hiciste!
-No importa... - trague grueso pidiendo con mi mano lo que era mío - dame mis llaves.
Pedí y otra vez esa sonrisa que cautivaba todo en mi interior. Sin que lo volviera a repetir me las dio, aunque el misterio olía a kilómetros de distancia no quería seguir investigando.
- ¿Puedo pasar? - creí alucinar por un momento - Si no soy una molestia, claro.
-Está bien - como un caballero dejo que pasara yo primero.
Encendí las luces porque aun pareciendo de día en el interior era de noche por el día gris. Deposite mis cosas sobre el perchero en el vestíbulo e ingresamos, él observaba cada movimiento mío.
- ¿Quieres algo de beber? - le ofrecí.
-Sí tienes alcohol o algo que cure mis heridas abiertas te lo agradecería - sonrió irónicamente dejándome en shock con su petición - ¡Perdón por mi pésimo sentido del humor!
-Una cerveza te caerá bien - dije y él se paseaba con manos en los bolsillos en su lindo traje. Parecía un verdadero muñeco de torta.
Busque en la nevera cuando de repente una cabeza se colaba entre mi brazo. Casi doy un grito. Desconocía al Aedus frente a mí y al que veía todos los días en la empresa. Relajado sin preocupaciones que lo atormenta.
- ¡Disculpa! - tomo la jarra de agua y lo virtió en un vaso. - ¡Pareces un pastelito de chocolate!
- ¿Por qué?
-Por el color de tu piel. No te estoy ofendiendo, al contrario, me encanta.
-Voy a preparar algo de comer ¿Quieres un sándwich? - mis mejillas ardían por su alago, piropo o lo que sea que dijo.
-Te espero en la sala - y se va sin responder.
Deduzco que si acepto mi ofrecimiento. Procedo a cortar el pan, unto mayonesa en ambas caras para colocar unas rodajas de tomate, cebolla, queso y doble feta de jamón.
Listo los llevo en un plato amplio. Encuentro a mi invitado viendo fútbol americano.
- ¿Te gusta el deporte?
-Sí, pero no exactamente el que se juega en un campo de césped.
-Ahhh - dejo todo en la mesa ratonera - Entonces ¿Cuál te gusta?
-Practico surf - eso no lo esperaba - ¿Vives sola? Digo, esta casa es muy amplia para una sola persona.
-No. Mis padres están de viaje junto a mi hermana - sonrió ahorrándome el detalle que ni me habla.
- ¿Cuántos hermanos tienes? - ahora él es el curioso.
-Dos, aunque.... - rasco mi nariz nerviosa - una se fue sin decir nada y la otra no me dirige la palabra.
¡Bueno, ahora lo sabe!
-Es raro tener hermanos y que ni se preocupan por ti - centra su atención en la pantalla - sin embargo, tú haces todo por estar a su lado sin importar las consecuencias.
-Suena triste lo que dices ¿Eso sucede con tú hermano?
-Es complicado explicártelo.
-Lo mismo digo.
Continuamos conversando como si fuéramos viejos amigos. Aedus a medida que pasaban las horas iba soltándose más, pero seguía manteniendo ese muro de roble difícil de derrumbarse. Hablar de cosas triviales lo relajaban.
La tarde nos encontró viendo una película juntos. Nunca ni en mis mejores sueños imagine tenerlo tan cerca y lejos, a la misma vez. Estamos recostados codo a codo, brazo a brazo sin darnos cuenta de la hora que es.
De lo emocionada que estaba había olvidado que avisarle a Blair que vaya a cubrirme una vez más. Tiro todo el contenido de la mochila en el sofá para encontrar el celular.
Al ver tantos mensajes de Blair siento alivio cuando leo que ella me reemplazaría porque necesitaba el dinero.
- ¿Sucedió algo con tu familia? - sonríe como boba por su interés.
-No, pero olvide avisarle a mi amiga que no iría a trabajar.
- ¿Cuántos empleos tienes? - interrogo confundido.
-Solo uno, aunque el ser niñera no me credo otra opción - una mentira piadosa.
En algún momento tendré que confesarle lo que hice para conocerlo.
¡También la estupidez de tus fantasías!
-Bien, ya debo irme - en algún momento sucedería ¿No?
La magia se acaba y la ilusión se rompe suelen decir los cuentos de hadas.
¡Ojalá se quedara para siempre! ¡Ojalá no existe!
-Sí... creo que ya es tarde - rasco mi ceja izquierda - No vemos mañana ¿Verdad?
-Claro - deposito un beso en mi mejilla y vi todas las estrellas sin mentir - ¡Pastelito de chocolate!
Tarde en reaccionar creyendo que todavía seguía parado frente mío, pero al abrir mis ojos ya no estaba.
Tenía dudas si era real o no. Mis piernas flaqueaban sin entender lo que ese hombre provocaba entre ellas, y mi corazón. Si antes era solo una fantasía ahora podía ser real.
¡Despacio y con calma Willom!
Anunciaba mi conciencia. ¿Cómo hacerlo si lo tuve a centímetros de mi boca? Fue como si dejara de respirar por un segundo, mi corazón jamás había latido tan desesperadamente por alguien, y Aedus, no es cualquier alguien.
Lo he soñado, imaginado y hasta hice su propio retrato desde que me obsesioné con conocerlo. Nada justifica lo que hice para llegar hasta él, pero todo valió la pena hasta el momento.
Emocionada limpie todo lo que ensucie. Tarareando una canción fui directamente a darme un baño. Antes era precavida con ilusionarme tan temprano, sin embargo, siento que esta vez será diferente. Es el precintimiento que palpita con cada latido de mi corazón.
Chequeé que no tuviera trabajo retrasado en mi correo, aunque lo que encontré fue más que suficiente para creer en el príncipe azul.
Para: [email protected]
Asunto: ¡Desearle buenas noches a pastelito!
Mañana en la empresa habrá mucho trabajo, ya que unos japoneses se hospedarán en el hotel. Necesito que confirme una reunión al mediodía en el restaurante Fleur.
¡Dulces sueños pastelito de chocolate! Besos.
P/D: Eso ocurrirá sino me despiden antes.
Presidente de Fleur Lennox - Taylor, Aedus.
Explotaba de tanta emoción mi corazón que no conseguí responderle. Aunque solamente se manifestó por el trabajo no dejo de insinuar ese apodo que tanto me agrada.
Sin poder dejar de ver la pantalla entre debajo de las sábanas frías. Observaba una por una las letras que escribió en el mensaje incluso me detenía más tiempo en las ultimas.
¡Pastelito de chocolate!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro