Capítulo n°8: "Conociéndonos mejor".
Aedus.
Después que Aiden dejara a esa mujer que no para de parlotear como un pericote lo deje en la suya. Investigue de donde la conocía y resulta que es la hermana de Sienna, la chica de la cual está enamorado.
Aparentemente ella huyo de él porque volvió a sus andanzas de don Juan. Según él no se atreve a afrontar sus sentimientos. ¡Qué afortunados son y no se dan cuenta!
A las cinco de la tarde el agua aun no cesaba. Metido en mi habitación vea caer la lluvia que mojaba todo el balcón incluso salpicaba para dentro.
¿En qué momento me convertí en un ser andante carente de todo tipo de cariño? Nunca la vida me ha parecido un verdadero martirio como ahora. Cuando estaba dispuesto a abandonar todo, pensé que no le podía hacer esto a mi madre, ella moriría de la angustia.
Pero la angustia arrebata mi tranquila, el insomnio no me permitía descansar bien y la ansiedad consumía poco a poco lo que quedaba de mi alma. Me sentía un náufrago sin un lugar a donde ir.
Quería escapar, pero me sentía atado de pies y manos. Quería dejar de sentirme tan mal por dentro que no encontraba otra solución, que tener el valor de acabar con mi vida, pero sus ojos hermosos me frenaban.
Ella era lo único que me quedaba y no podía dejarla sufriendo cuando ya ha perdido a un hijo en el mar de la soledad.
Mis ojos ardían de tantas lágrimas derrabadas, el corazón ardía en llamas envuelta en una furia que no podía retener debajo de mis puños.
Necesitaba soltar todo lo que me estresaba causante del dolor. Lo mejor era practicar surf, pero era muy arriesgado viajar en una carretera tan mojada. Opte por ir al gimnasio a practicar boxeo.
Recogí en una mochila mis cosas, tomé el celular y las llaves del coche. Como siempre el silencio reinaba en una enorme casa. Parecía abandonada.
No encontré a nadie en mi camino hasta el garaje. Subí al vehículo poniéndome en marcha, espere que el portón se abriera y observe ambos lados para no chocar, aunque nadie circulaba cuando llovía de forma repentina.
Ya en la mitad de la carretera un sonido me distrajo del camino. Busque mi celular en los bolsillos pensando que era el mío, pero continuaba sonando. Detuve el coche al costado de la carretera dándome cuenta que había un aparato en la parte trasera del vehículo.
Recordé lo que hizo Aiden más temprano y deduce que podría ser de ella el celular. Lo agarre apretando el botón para encenderlo. Había varias llamadas perdidas en su pantalla alcanzando a identificar el nombre de Sienna.
Lo coloque en el asiento del copiloto continuando con el recorrido. En todo el camino no ha parado de sonar así que lo metí en mi mochila. Estacione frente al edificio, el agua comenzaba a disminuir y las puertas del gimnasio estaban abiertas.
Entre y las pocas miradas que había en el lugar recayeron en mí. Hoy había un varón en el mostrador de atención al público. Menos mal porque no quería ser grosero que la mujer que siempre se insinúa cuando vengo.
Fui directamente a los vestidores para cambiarme. Coloco en el casillero mis pertenencias llevando solamente los guantes y los audífonos para escuchar música.
Pase más de dos horas dando golpes como loco. Cada vez que veía la cara de papá volvía a arremeter con fuerza. Sentía unas miradas curiosas sobre mí, eso era lo que odiaba de las personas que se quedan viéndome como un chocolate que pueden devorar.
Empezaba a incomodarme así que preferí retirarme a las duchas. Quite el sudor de mi cuerpo para vestirme e irme.
Cuando salgo el aire fresco de lo que dejo la lluvia me azota en la cara. Fue una brisa relajante, llena de paz y tranquila como me sentía realmente yo después de boxear.
La noche ya hacia su entrada dejando que el sol se vaya a descansar. Al entrar en el auto recordé el celular de reportera mentirosa.
De seguro, ni cuenta se dio que dejo su celular en el auto. Enciendo el motor poniéndome en marcha hacia su casa para dejar no lo que no me pertenece. Recuerdo perfectamente su dirección, aunque no lo supiera no tardaría mucho en encontrarla.
Después de todo ¿Para que sirve tener tanto dinero sino lo utilizas en algo bueno?
Conducía escuchando de fondo Imagine Dragons. La noche se torna oscura por el cielo cubierto de nubes solamente alumbra los faros de la carretera. Llego a una casa pintada de violeta y plantas por todos lados. Apago el motor, recojo su celular y bajo, caminando voy hasta reparar en un enano de jardín en la puerta.
Aparenta ser muy gracioso por lo que me rio solo. Las luces del interior están encendidas y se escucha el murmullo de la televisión. Toco el timbre esperando que venga por su aparato.
Willom abre la puerta restregándose los ojos. Nunca esperaba verme a mí en su puerta. Vestía con una camiseta larga transparente que dejaba ver sus senos.
Y realmente, no podía quitar mis ojos de ahí. Ella soltó de golpe la puerta dejándome a afuero. ¡En verdad, eso no vi venir!
-Ya regreso – grito subiendo las escaleras atropelladamente.
Empezaba a impacientarme. Odio que me hagan esperar.
-Perdón pensé que era Blair – dijo disculpándose un poco cohibida por mi mirada - ¿Qué necesitas?
Fuerza una sonrisa nerviosa lo que la hace parecer tierna.
-Vine a traerte esto – estiro mi mano con su móvil – te lo olvidaste en mi coche.
-Con razón no lo podía encontrar.
Lo tomo como si se tratara de su corazón. Vacilo por un minuto y me dejo entrar, cosa que no quería hacer, pero la curiosidad podía más.
- ¿De dónde conoces a Aiden? – frunció su entrecejo rascándose el puente de su nariz - ¿Son amigos?
-Amigos, amigos, lo que se dice amigos no. Pero si lo es de mi hermana que no me habla, aunque tampoco no lo veo seguido.
- ¿Qué pelearon por él? – la confusión atraviesa sus ojos marrones.
-Claro que no – espeta con firmeza.
Recorro la sala observando los retractos sobre la chimenea, en la pared y en la mesa ratonera que separa los sillones grises. Ella muerde sus uñas por no saber cómo sentirse al respeto.
- ¿Quieres algo de beber? – pregunta colocando el celular en el bolsillo.
Ahora si viste decente, pero hace un momento muchas cosas pasaron por mi mente al verla tan expuesta.
-Agua – pido secamente solo para molestarla.
En el aire quedo lo que trataba de decir, sin embargo, se arrepintió a tiempo. Le cabrea que sea tan frío me di cuenta el primer día que casi la mato de un portazo.
Vuelve de la cocina con el vaso de agua. Baja sus ojos a mis pies y se queda como una estatua oliéndome.
- ¿Qué, huelo mal? – una sonrisa se curva en mis labios al verla que hierve de furia por dentro.
- ¿Va a querer algo más? – indaga enarcando una ceja – ¿O seguirá husmeando por toda la casa?
-No, ya me voy.
Sujeto una de sus manos depositando el vaso en ella. Creo, por la forma en que me mira, que le cause un paro cardiaco. O está experimentando algo similar porque no es capaz de articular ni una palabra.
- ¡Adiós, Willom!
Cierro la puerta regresando al auto.
¡Aedus te pasaste esta vez!
¿Quién lo haría con semejante belleza? ¿Y porque estoy pensando tantas estupideces?
Si alguien leyera mis pensamientos diría que un loco es más cuerdo que yo, pero la demencia se ve reflejada en los actos de una persona. En este caso, yo me declaro inocente si me acusa de haberla enamorado con tan solo un roce.
Sonrió como tonto yendo bajo las luces de la oscuridad.
Pienso dos veces antes de entrar a casa. Enciendo el celular, el cual permaneció pagado porque mamá no dejaría de llamar. Y así lo hizo, llamo veinte veces.
Sacando el bolso de ropa sucia del maletero voy insertándome a la casa por la puerta de servicio. Meto en la lavadora todo y la pongo a funcionar, guio mis pies por la cocina y salgo en dirección de la sala para irme a dormir.
Pero ¿Qué creen? Mi familia perfecta tenia visitas. La señora Lotte no dejaba de mostrar esa sonrisa tan falsa que la ha caracterizado los últimos años solo para consentir a su esposo.
Bambi, el nombre le queda bien, desvía sus ojos de búho hacia mí, sin embargo, la indiferencia al no saludarla viene hasta mi deteniéndome justo cuando iba a desaparecer de su radar.
- ¿Aedus? – me llama - ¿Cómo has estado, cariño?
Su forma de hablar causa nauseas en mí. Destetó a las personas que intentan seducirme sin que yo le preste atención. Pareciera que no tienen dignidad.
- ¿Qué? – espetó zafándome de su agarre.
-Ven siéntate a beber una copa con nosotros – invita.
-No, gracias. No me gusta sentarme en la misma mesa que un farsante – digo mirando a mi padre que se tensa ofendiéndose por mi comentario.
- ¿A qué te refieres? – se hace la que no sabe nada.
-Nada.
Subo como flash los escalones. En el pasillo escucho que mi madre dice algo justificando mi comportamiento, pero me vale una verga porque seguramente tendré otra discusión con él, después o mañana.
Avente la puerta con fuerza. No comprendo porque me altera tanto ver al sínico de Connor traer una mujer a la casa, ya que debe ser su amante. Pero lo más molesto es ver que mi madre se deja humillar sin oponerse.
Luego de bañarme entro debajo de la ropa de cama. Segundos más tarde de dar tantas vueltas, se ven a través del cristal que la lluvia reanudo su caída. Lo único que aprecio es el silencio.
Las palpitaciones de mi corazón, el bombeo de la sangre y rugir del agua son música para mis oídos. Irguiéndome al borde del colchón sonrió al recordar el rostro cubierto de pecas y lunares de Willom, esa chica está despertando luz en la oscuridad.
Aunque no creo que pueda domar a alguien tan difícil de tratar sobre todo cuando me cabreo por tener cerca al idiota de Connor.
Casi cinco horas más tarde, ya estoy levantado porque no dormí nada. Vestido con ropa deportiva salgo a correr por el predio de golf. Aun el sol no ha salido así que aprovecho el aire fresco de la madrugada.
Los senderos de cemento guían mi trayecto hasta una pequeña laguna en la frontera del terreno con otro. Unos patos navegan en el agua bastante sucia.
Detengo mis pasos a centímetros de ellos observándolos. Este era el sitio favorito de Alvin, siempre venia aquí cuando peleaba conmigo y jugábamos a las escondidas. Nunca olvidare sus trucos para encontrarme.
Se hacia el enfermo para que yo salga de mi escondite y pudiera atraparme. Esos niños todavía siguen jugando este vendito lugar, pero con una diferencia abismal. Ellos crecieron separados sin una comunicación de por medio ni amistad como solían ser desde que eran unos críos.
Continúe con mi recorrido hasta dar la vuelta completa. La música impedía que reprodujera recuerdos de mi niñez pensando en otra cosa. Detuve mis pasos en la entrada a la casa.
Debía bañarme e irme a la empresa. Todos los días evitaba cruzarme con mi padre, sin embargo, su presencia irrumpía mi trabajo en la oficina. Yo era el nuevo presidente, pero debía hacerse su voluntad.
Si esto continua así es muy probable que renuncie antes de que termine el mes.
Mamá estaba esperándome en mi habitación. Y otra vez había llorado, seguramente, Connor la insulto por mi actitud anoche.
- ¿Qué pasa? ¿Estuviste llorando o sensación mía? – quería sonreír, pero sus ojos se empañaron.
-Es sensación tuya – respondió y eso me causo risa, mucha risa de rabia – Hijo, por favor, ya no discutas con tu padre. Deja de lado las diferencia y trata de llevarse bien.
- ¿Sabe que, Mamá? – trague saliva – No soporto ver cómo te trata, ustedes hace tiempo dejaron de ser marido y mujer para convertirte en su títere – sé que mis palabras le duelen, pero no puedo permanecer callado, ya no mas – Él puede acostarse con quien sea mientras tú te quedas llorando metida en la cama. Ni quiera le importo que Alvin se fuera.
Mis lágrimas y las suyas brotaban como un mar a punto de desbordar.
-¿Y sabes que es lo peor? Que tú no quieres separar porque de ser así ya hace tiempo te hubiera dejado en libertad – ella no podía mirarme a los ojos solo se derrumbó en la cama abrazándose a si misma – Sí acepte seguir en la empresa nunca fue por él, fue por ti, aunque yo nunca voy a seguir sus ideales ni mucho menos sus órdenes.
-Por favor, hijo estoy cansada de llorar... desde que Alvin... se fue solo he vivido días amargo que nunca se terminan – habla entre sollozos – y lo peor, tú te quieres ir.
Avanzo acuclillándome delante de sus piernas. Seco sus lágrimas acomodándome a su lado la abrazo.
-Pero te puedes ir conmigo – y mi voz suena tan baja que no tiene fuerzas para repetir lo que dije.
-No podría irme – dice enderezándose - ¿Qué pasaría si Alvin decide regresar y no me encuentra? No quiero morirme sin verlo.
Mueve su cabeza negativamente apoyando su cabeza en mi regazo. Acaricio su cabello como lo hacía antes con nosotros.
Mamá huele a tristeza, respira tristeza y guarda una esperanza que para mí terminara en decepción. Se va con pasos lentos, mirada perdida sonriendo sin darse cuenta que lo hace.
¿Dónde quedo la mujer que fuerte, luchadora y trabajadora que solía ser? ¿A dónde se fueron sus esperanzas? Ya ni al hospital va. Lo que un día le dio tan alegría ahora solo es un reflejo de lo que había soñado. Ya no queda nada ni rastro de esa mujer.
Pase muchos segundos, minutos y hasta, creo, una hora debajo del agua. Quería calmar el tornado que se estaba iniciando dentro mío, pero la tristeza invadió mis ojos provocando lágrimas que se fundieron con la lluvia.
Estando listo me fui a la empresa. Con gafas de sol fui directamente a mi oficina. Aiden aviso temprano que llegaría tarde porque llevaría a su madre al médico.
Encerrado en la oscuridad alguien entro sin llamar a la puerta. Desde el rincón mas escondido la observaba moverse con libertad.
Su cabello estaba revuelto más de lo habitual, su atuendo delineaba sus cuervas y tiro todo al verme que estaba detrás suyo cuando sintió un ruido.
-Buenos... días... se... señor – tartamudeaba teniendo su respiración tan cerca.
- ¿Qué tienen de buenos? – dije y vi sus ojos moverse haciendo una mueca de fastidio - ¿Sabes? – hable a su oído - ¡Sos hermosa cuando te enojas!
El ratón se comió su lengua porque alcé el vaso que contenía café y salí dejándola sola con sus pensamientos.
Debe ser un manojo de nervios adherido a la confusión no saber que está sucediendo.
Aunque yo tampoco sé lo que ocurre o puede suceder. Pero me siento en paz cuando la tengo cerca.
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