Capítulo n°40: "El fantasma del pasado".
Aedus.
Las horas parecen congelarse entre las paredes de esta casa. Siento ahogarme con el aire expulsado de mis propios pulmones y la culpa agobiándome el alma como aquella vez. Martillazos son los latidos de mi corazón afligido, angustiado llegando al punto de frustración.
Ya pasaron cinco horas desde la llamada de Connor. Pronto oscurecerá, pero ya estoy cansado de esperar. Salgo de mi habitación a pasos ligeros, corro por la escalera yendo al estudio. No reparo en la presencia de nadie si es que había alguien en la sala.
En las paredes blancas hay cinco cuadros de objetos abstracto y detrás de uno se esconde una caja de seguridad. Dudo que mi padre haya dejado algo, no es tonto ha calculado muy bien sus pasos para joderme la vida. Primero descuelgo el que se ubica detrás del escritorio, pero no hay nada.
Realmente ¿Qué busco?
"Tal vez un arma para cobrarme todas las que me hizo arrebatándole su vida, no sé."
Continuo por los demás sin detenerme a volver a ponerlos en su lugar. ¡Bingo! Encuentro la caja atrás de la pintura de oleo dibujando un cielo estrellado siempre admire ese arte, pero ahora me da fascinación haberla quitado de ahí. Aunque no conozco la clave de seguridad.
Marco tantos dígitos, fechas especiales y sus números preferidos, sin embargo, todos marcan error en la pantalla. El nivel de frustración que acarreo es tanto que le doy unos cuantos golpes a la pared.
Mis nudillos arden al tener contacto con la dureza de la pared. Algunas gotas caen al piso de mármol, pero no me centro en el dolor sino en dar con esa maldita contraseña. Reviso las gavetas del escritorio, revolviendo y tirando incluso tumbo la cómoda al lado del buro. No obstante, doy con una gaveta asegurada.
Vuelvo a buscar en todo el revoltijo con los nervios comiéndome el cerebro al imaginarme lo peor que le puede pasar a Willom. Una llave pequeña de metal, pero pintada de negra cae de entre los papeles, la recojo yendo directamente a abrirla.
Estaré muy pronto contigo, cariño.
Siento las palpitaciones en los oídos, ansiedad porque el tiempo se acaba y Sebastián no aparece, entonces, surge la necesidad de hacer algo por mi cuenta. Si la pierdo no podría sobrevivir sin ella.
─Aedus ¿Qué haces? ─ pregunta mi madre desde el umbral.
Cubre sus brazos con sus propias manos alternando su mirada azul entre yo y el desastre a mis espaldas.
─Intento averiguar que hay dentro de esta gaveta. ─ digo sin mirarla, pero sonriendo triunfante al escuchar el clic ceder. ─Capaz Connor se olvidó algún secreto escondido aquí dentro.
La señora Lotte fruncía su ceño adentrándose a la estancia, aunque recoge los papeles desperdigados amontonándolos en el escritorio de madera caoba. Pensé que se opondría.
─ ¿Todavía no hay novedad de Sebastián? ─ niega. ─Bueno ya no esperare más si tengo que enfrentarlo yo mismo, lo hare.
─Por favor, no. Mantente sereno por Dios, Aedus.
─Mamá soy un león furioso encerrado aquí sin hacer nada. Willom podría estar herida y si no llego a tiempo, él...
─No lo digas. ─ me calla al ver la furia consumiéndome.
No recuerdo el haberme enfadado tanto alguna vez, sin embargo, rebelarme contra Connor se siente bien. Pero Willom no puede pagar por mis improperios.
Hay muchos documentos. Transacciones, cheques en blanco y firmados, historial de cuentas bancarias, expedientes de personas muertas casi las dejo caer al suelo al ver la fotografía de Ruby, la esposa de mi hermano.
─Connor tiene una fotografía de Ruby junto a una copia de su defunción. ─ intente disimular mi asombro en mi voz, pero salió demasiado trémula sin quererlo.
Tuve la ligera sensación de que mi madre se puso nerviosa lográndose recomponerse ante la insistente mirada por mi parte. Sería el colmo haberle tapado tantas aberraciones a su esposo.
─ ¿Cuál es el misterio? ─ cuestione hojeando el resto.
─Tal vez la tomo por precaución. ─ eso sí que no me la trago. Es la peor mentira jamás dicha para defenderlo.
─Podrías no cubrirlo por esta vez ¿sí?
Alguien nos interrumpe quedando en el aire nuestra conversación. Los dos giramos ante unos tenues golpes en la puerta. El guardia de seguridad parecía exhausto como si hubiera estado en un combate y tuvo que salir corriendo.
─Señora hay un chico...no lo pudimos retener y quiere hablar con el señor, Aedus. ─ explica inhalando el aire que le falta a sus pulmones. ─Dice que es importante.
─ ¿Quién podría ser? ─ inquiero.
Dejo el desorden caminando al vestíbulo seguido por el guardia y mi madre. Allí alguien trata de abordarme, pero es retenido por otro guardia.
Tenso mi mandíbula, Lotte ya sabe lo que sucederá por eso me toma los brazos impidiéndome ir y cogerlo de las solapas de su camisa. Rígido se pone mi cuerpo ante su asquerosa presencia no es noticia que no lo tolero, quiso pasarse de listo con Willom y no estoy para aguantarlo.
─Justin, te saque hace mucho de mi vida ¿a qué has venido? ─ sisee como bestia desesperada por comer su postre. ─Vete o te daré la paliza que nunca te pude dar.
─Solo necesito cinco minutos ¡Escúchame! ¿si?
Se revolvía entre los músculos del guardia que lo aprisionaban. Lucia bastante desarreglado igual a sus ojos hinchados rebordeados de tanto llorar y su cabello sufría la inclemencia del clima. El crepitar del viento húmedo anunciaba que pronto llovería, eso no hacia otra cosa más que aumentar mi angustia.
Willom resiste, aún podemos lograrlo.
Lotte se mantenía a mi lado atenta a cualquier movimiento, Justin paso a la sala si yo estaba exasperado él comería mucha mierda para liberarse de su agonía. Decir que se veía deslucido y atormentado, era poco.
─Habla, te quedan exactamente cuatro minutos o te partiré la cara a puñetazos. ─ contenía mis ganas de lanzármele encima.
─En verdad, quise...quise... ─ su fracaso al pretender hablar y no poder hacerlo me dejaba un mal sabor de boca, recordé los momentos más amargos de mi época pasada. Notaba su sufrimiento en ese arrebato por sacarse la carne del rostro. Ese mismo dolor me lo causaron las dos personas más importantes en mi vida, pero ahora no disfrutaba, sino que lo compadecía. ─Ella no ha muerto... ¿entiendes? Nos mintieron jamás murió como lo habíamos pensado...
─ ¿Ella, quien? ─ interrogo mi madre, sin embargo, ya conocía esa respuesta.
No puede haber vuelto un fantasma del pasado. ¡No!
─Arden nunca falleció cuando... ─ mis músculos fallaron al querer dar con el sofá cayendo de culo en el piso de mármol. Mamá abría sus ojos ante la incredulidad de que un fantasma resurgiera del mas allá. ─Yo la vi, vi con mis propios ojos su cuerpo sin vida...pero hoy en la mañana me ha llamado...
El desasosiego de Justin calaba hondo en su alma y corazón. No paraba de llorar ni de reprocharse lo injusto que fue conmigo, con nuestra amistad. Simplemente nunca pude perdonarlo solo ignoré su existencia pasando de él por el dolor ante su traición.
Alvin y Aiden fueron los que se encargaron de sepultar su cuerpo. Nunca hice preguntas tampoco quería conocer su tumba, de hecho, jamás le llevé flores y su nombre se volvió prohibido. Me atosigue cada 5 de julio por creerme el culpable de su muerte.
No puede estar viva.
─Alvin se aseguró de su entierro ¿Cómo es posible que continúe con vida? ─ inquirió mamá en una voz temblorosa. ─Si todos estos años seguía viva porque no dio señales ni ha llamado ni vino al funeral de su madre.
─Lo que dijo... ─ Lotte le sirvió un vaso con agua para que se calmara. Su afecto maternal le dio tranquilidad al sobarle cariñosamente su espalda invitándolo a sentarse. ─Gracias señora, Lotte había olvidado lo bonito que se ven sus ojos.
Mi madre sonríe formándose pequeñas arrugas a la altura de sus ojos. Siento un desconcierto total no sé cómo tomarlo. Arden se burló, fingió y justamente ahora viene a atormentarme cuando tengo más problemas serios.
Aiden es una ráfaga de viento ingresando a la casa, abruptamente se detiene en la sala viéndonos perplejos a los tres. Cierro mis ojos y apretándome el puente de la nariz respiro. Mis engranajes procesan la información sin dar con una respuesta coherente para tanto aturdimiento.
─ ¿Aedus? ─ me centro en sus ojos marrones desbordados. ─Conseguimos las pruebas del médico al que soborno, Connor...
Mentalmente se estará preguntando por la presencia de Justin, no obstante, no puedo darle una explicación razonable opto por un resumen que lo dejará de piedra.
─Arden está viva. ─ suelto abriéndome una herida cerrada. Aiden se cae en el sillón individual mientras Justin lo mira con culpa, mamá ya no sabe a quién consolar. ─La maldita nos mintió en la cara...
─Tiene lógica. ─ murmura. ─Connor se puso en contacto conmigo ─ enderezo mi cuerpo para mirarlo. ─ lo que planea es...aberrante. Intento amenazarme, pero Sebastián termino conversando con él.
─ ¿Cuál es el punto? ─ espete cabreado de tanto dar vueltas sobre el mismo eje.
─Insinuó que hay otras personas colaborando con él, Arden puede ser una de ellas, también agrego la posibilidad de matar a uno de los tres.
─ ¿Tres? ─ cuestiono mamá tapándose la boca y ahogando su llanto.
Esperar la mínima piedad de su parte es como volar sin alas y caer ante el soplo del viento. Su capacidad para intimidar a los demás es de terror.
Las próximas horas son cruciales. Aiden saca todo lo que consiguió y le saca una copia para tener una reserva por las dudas. Connor no tiene ni un pelo de estúpido por eso nadie se ha atrevido a denunciarlo, ha sabido guardar bien sus trapos sucios bajo secreto.
Sebastián llego cuando ya era noche cerrada. Prefería evitar ser un blanco más, Justin se marchó tan desahuciado al descubrir ese engaño de Arden. Fue mi mejor amigo y ahora solo somos extraños ya no queda ni rastro de la amistad que alguna vez hubo. Es mejor eliminar esas personas que no suman.
Mi prioridad es Willom. Salvarla de las garras de Connor es mi único objetivo, sin embargo, Lotte no ha parado de llorar. Teme por la vida de su hijo, pero se asusta al ver las armas cargadas sobre la mesita de cristal a centímetro del vestíbulo.
─Aedus no cometas una locura ¿sí? ─ suplica ciñendo sus brazos a mi tórax. ─Ya perdí una hija no soportaría perderte a ti también.
─Te prometo que tendré cuidado. ─ acuno su rostro y mirando esa belleza de mar se lo prometo, luego beso su frente.
Necesitamos una llamada para conocer el lugar de entrega, sin embargo, desconfió de la veracidad de su palabra. Hará de todo para jodernos estoy convencido de ello.
Hago una zanja en el piso de tanto dar vueltas en círculos. Troncho mis dedos viendo las agujas del reloj de mi puño correr y no oír el teléfono sonar tensa demasiado mi cuerpo. El ritmo cardíaco marcha a todo galope no consiguiendo calmarse, escuchar su voz es lo único que podría darme certezas de su vida.
─ ¡Maldición! ¿Por qué carajos no llama?
─Cálmate, hijo. Ya lo hará, aunque ya es demasiado tarde. ─ dice Sebastián observando su reloj.
La tensión reina entre los cuatro. Sebastián tiene la templanza de permanecer sereno cosa que yo no logro, pienso en la vida de Willom y la macabra emboscada que nos puede tener. La sensación de que algo se me escapa de la ecuación no cuadra con lo sucedido a su alrededor. Arden reaparece, Alvin no ha llamado en varias semanas y relacionando todo con todo, Connor los utilizara a su favor.
¿De qué forma? Es lo que quisiera averiguar. Teniendo a Willom me tiene a mí, obviamente, pero la duda no abandona mi mente.
─Connor sabrá que sacamos copias de las auténticas pruebas ─ opino entrelazando los dedos en forma de súplica, un segundo más que tarde y no sé que soy capaz de hacer. ─Tendrá muchos perros cubriéndole la espalda, no quiero influir para que la lastime. No quiero.
─Ten fe, Aedus. ─ Aiden aprieta mi hombro a modo de consuelo. ─Tenemos el tiempo exacto para traerla de vuelta, su madre la está buscando y si no fuera por la operación de Sienna ya habría venido.
─Por lo menos algo sale a nuestro favor.
El tic tac resuena en el escabroso silencio agobiando mi poca paciencia para continuar sin hacer nada. Y no se me ocurre ningún sitio donde pueda tenerla. Estoy atado de pies y manos mientras él se ríe en mis narices. Aguardar por su dichosa llamada va a matarme de un segundo a otro.
El timbre suena no pareciéndome algo inoportuno. Lotte avisa que ella abrirá y toda mi atención está en ese bendito aparato que no va a zumbar de una vez.
─Aedus esto es para ti. ─ dice madre viendo el dorso del sobre. ─No tiene remitente.
Me lo entrega ni siquiera reparo en el envoltorio y directamente rompo el papel para ver el contenido. Son fotografías de Alvin ensangrentado, un corte atraviesa su pómulo derecho y chorrea sangre de sus fosas nasales. Parece moribundo.
─ ¡Hijo de puta! ─ mascullo pasando una a una las fotos.
Lotte grita cuando me las quita para verlas. Llora y Aiden la sostiene para que no se derrumbe. Sus mejillas son un claro remanso de agua doloroso, acuclillándome a su altura la envuelvo con mis brazos mientras Sebastián revisa las fotografías.
─La sorpresa aun no terminan. ─ lee Aiden consternado. ─Te llegará la ubicación de la entrega, trae los documentos y les perdonare la vida, piensa a quien salvaras porque uno saldrá caminando. Los demás muerto.
─ ¡Es un maldito enfermo! ─ digo resignado y confundido. ─ Haremos trampa, entonces.
─ ¿Cómo? Es un demente, tampoco es fácil de engañar.
Sebastián trata de calmarlo mientras llevo a mi madre a su recamara y la recuesto, acaricio su cabello cuando por fin logra vencerla el sueño. Le di una pastilla para dormir así se mantendrá tranquila sin correr ningún peligro.
─Ustedes dos irán en un auto negro ─ indica Sebastián. Su cabello negro revela algunas canas peinado hacia atrás mientras sus orbes son muy distintos a mi padre, oscuros y tienen tanto parecido a su hijo. Fruncen de la misma forma, por ejemplo; arrugan la nariz, cejas pobladas y labios delgados, piel clara llevando el mismo lunar en una de sus mejillas. ─ yo en otro cubriéndoles la espalda...una cosa mas no se arriesguen si no es necesario ¿sí? Connor no le temblara la mano si le vacilan, ya lo conocen.
─Mi vida es lo que menos me importa si no los tengo conmigo de nuevo.
Ninguno de los dos abrió su boca para contradecirme simplemente tomaron las armas introduciéndolas en la cintura del pantalón y marcharnos.
Luego de media hora de seguir a la espera dando vueltas en el vehículo, todavía no ha mandado ninguna dirección y disfruta tenerlos en su mano. Saborea jugar con mi autocontrol sabe que si presiona demasiado explotare como una bomba, tengo la mecha corta cuando tratan de joderme la vida.
Aiden conduce de nuevo por la misma calle. Quisiera tener una pista tal vez eso me daría una ventaja para recuperarlos.
Mierda.
Ya no aguanto más. En mi cuerpo se refleja la impotencia sudo mucho, siento escalofríos y la ansiedad se ha instalado en mi estómago. Si hubiera ingerido algún alimento ya habría votado hasta la bilis, pero no he conseguido digerir nada. No, sabiendo de la contingencia inminente a la que está expuesta Willom, somos víctimas de un trastornado, manipular y obsesionado por tenernos bajo su voluntad. Si te niegas a acatar sus órdenes caerá el peso de su poder sobre tus hombros siempre lo dejo claro, ahora ya no hay chances de dudar.
El móvil vibra en el interior de mi bolsillo devolviéndome a la realidad o pesadilla. Lo saco un tanto tembloroso, es un mensaje y creo que mi corazón va a dar el salto saliendo corriendo por el asfalto.
─Connor envió la dirección. ─ dije casi emocionado, pero de pánico. ─Debemos darnos prisa.
─ ¿Cuál es la ubicación? ─ pregunta Aiden.
─Tu maneja que yo la ingreso en el GPS. ─ asiente.
La intranquilidad se mezcla con la angustia estrangulada en mi garganta haciendo insufrible los kilómetros hasta un deposito abandonado lejos de la ciudad.
Willom estaré pronto contigo.
Juro que nada te pasara. Connor no te arrebatara de mi vida fácilmente te lo prometo.
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