Capítulo n°36: "La dirección de los secretos".
Aedus.
Dejando un reguero de beso por su cuello iba encaminándome a sus pechos. Amaba su olor, me producía tranquilidad con simplemente existir y estar a mi lado, se estremecía en cada toque e hiperventilaba.
─Aedus...
Jadeaba jalando mi cabello. Antes de continuar me detuve un breve momento para admirarla mientras sus orbes permanecen cerrados, su piel chocolate le cubría una finísima capa de sudor y eso que recién estábamos comenzando.
─Desnúdate para mí. ─ dije sentándome en el sillón individual a un lado de la ventana.
Mi orden la toma por sorpresa. Abre sus ojos de golpe y sus mejillas se tiñen de un morado oscuro por el sonrojo.
─ ¿Qué dijiste? ─ cuestiona con voz vacilante.
─Que te quites la ropa, una por una lentamente. ─ recalque cada palabra con un simple movimiento de dedo.
─ ¿Por qué quieres que me desnude si tú lo puedes hacer mejor que yo?
─Pero yo deseo verte a ti, tus movimientos y tu piel deshacerse de la vergüenza.
─Esto es ridículo.
─En absoluto.
Willom no parecía creer lo que le pedía, sin embargo, suspiro y comenzó por quitarse su remera de tirantes. Relamía mis labios al ver sus senos expuestos y erectos listos para ser mordidos, continúo bajando su pantalón con movimientos lentos y sensuales, el elástico de su braga ya vislumbraba.
En ningún momento quito la mirada de su cuerpo. Willom poco a poco perdía el miedo, tanto que se dio vuelta y moviendo su culo se agacha para sacarse la prenda dándome una perfecta vista de sus nalgas.
─ ¿Te gusta la vista? ─ pregunto seductoramente.
─No hay nada de ti que no me guste.
Mi erección palpitaba dentro de mis pantalones, pedía a gritos por ser liberada para estar en su interior.
Las piernas morenas y largas se movían en mi dirección, masajeaba sus tetas en el proceso bajando un dedo hacia su intimidad, pero se detenía en el borde de su braga, sonriendo maliciosamente se plantó frente a mis lumbreras dilatadas por la excitación. Enderezándome me desprendí uno a uno los botones de mi camisa celeste viendo la impaciencia en su mirar, Willom no se perdía detalle.
─Luces delicioso...
No hablo más y tirándome de espalda en el sillón comenzó a hacer una tortura con sus carnosos labios. Besaba y mordía mis pectorales, abdomen deteniéndose en la V. Sus dedos juegan con mi poco autocontrol estoy a punto de pedirle que se detenga, pero su mano ya está tocando mi miembro.
─Willom... ─ balbuce viendo una sonrisa de satisfacción en su rostro.
Sujetándola de su nuca acerque sus labios para devorarlos. Consumía su boca arrebatándole todo el aire posible, succionaba y mordía su lengua ahogando sus gemidos con mi boca.
Con la respiración a mil por hora levante un poco la cintura para que terminara de desvestirme, baje su única prenda cubriéndola y se sentó ahorcadas sobre mío. Willom atacaba nuevamente mi boca acariciando cada fibra muscular, levantándose un centímetro guio el miembro deseoso por sentirla, palpitaba entre sus paredes y mordió mi hombro al introducirlo poco a poco. Gime, aparto su cabello a un lado viéndola directamente a sus ojos marrones que tanto me derriten.
Aprieto un pezón, el otro lo muerdo chupándolo mientras ella se mueve a un ritmo lento, pero aumento las frenéticas embestidas aprisionándola, rodeando su cuerpo con mis brazos y contra mi pecho, su boca besa desesperadamente mi cuello.
─Aedus...
Pasa su lengua por el lóbulo de mi oreja y ella vuelve a tener el control entrando y saliendo ya comienza a apretarme el miembro, se tensa siendo señal de que esta cerca, sin embargo, no la dejo terminar. Se le escapa un grito al alzarla y tomarla desprevenida para colocarla encima de la cama.
─Todavía no, Willom.
Posiciono sus piernas en mis hombros trayéndola al borde de la cama para empezar a embestirla como una bestia, pero no al extremo de hacerle daño. Sus uñas se clavaron en mi piel dejándome marcas que mañana recordare lo bueno de tener sexo con Willom.
Sus jadeos se volvieron gritos en cada estocada metiéndolo hasta el fondo, el calor se volvía intenso propenso a tener un estallido de fuegos artificiales al correrme, sin embargo, Willom gana la pulseada ya que se tensa y no tarda en venirse, en cambio yo prosigo en mi tarea hasta conseguir la absoluta liberación derrumbándome sobre su cuerpo exhausto.
─No pensé que te gustara el sexo rudo.
─Con la persona correcta no hay nada que no te guste.
Salí de su interior y pasando un brazo por debajo de su cuello la acurruco en mi pecho para dormirnos.
Su respiración es un desastre igual a la mía, Willom va cerrando los ojos y es consumida por el cansancio, yo apago la luz, pero un pensamiento ronda mi mente provocando dudas, terror y felicidad.
Amo a esta mujer y aun no estoy listo para expresarlo en palabras.
***********
Despierto abrazado a una almohada. Tanteo el espacio a mi lado, Willom ya dejo la cama, aunque no se en que momento. Abriendo con parsimonia mi ojo veo la hora en el reloj, siete de la mañana.
Un olor a tostada recién hechas viene desde la cocina. Luego de ducharme bajo a buscarla, está preparando jugo y lleva puesta mi remera dejando ver sus hermosas piernas morenas moviendo sus caderas al ritmo de una canción.
Me detengo a verla, sonrió como bobo siendo la primera vez en hacerlo después de una fatídica tormenta que casi acabo conmigo. No se percata de mi presencia, bate algo en un bol y los audífonos en sus oídos, llego por detrás.
─Que hermoso es despertar con un buen desayuno preparado por tus propias manos. ─ susurro a su oído, Willom gira en mis brazos y besa mis labios tiernamente.
¿Qué más podría pedir un mortal? En verdad es el paraíso hecho mujer.
─Tu eres un cursi el cual no sabía que existía. ─ toca mi nariz dejando un rastro de harina. ─Toma asiento en seguida estará listo el desayuno.
Beso su mejilla y rodeo la isla. Con los codos sobre el mármol veo la preparación de una torta de chocolate rellena de frutilla y su aroma es exquisito, despierta mi hambre.
Su concentración es tal que no permite distracciones, pero unto mi dedo de chocolate y se lo paso por sus labios, ríe bajito dándome un manotón en mi mano.
─Yo voy. ─ anticipo al oír el timbre.
Es temprano para tener visitas. Sin embargo, la cara de susto de Aiden me preocupa arruinando mi efímera felicidad.
Lo dejo pasar a la sala y su histeria no me da buena espina. Tengo la certeza que Connor tiene algo que ver sino Aiden no estaría tan alterado.
─Ok debo imaginarme que Connor te hizo algo ¿verdad?
─Es peor que eso. ─ se levanta y se sienta al borde de colapsar. ─Connor es...
Se queda a media oración porque Willom trae una sonrisa de pura alegría arrebatada por la inesperada escena frente a sus orbes.
─ ¿Sucedió algo con mi familia? ─ interroga llegando hasta Aiden, este la esquiva y le hace saber con movimiento negativo de cabeza que no es lo que piensa.
Willom se desploma en el sofá viendo la inquietud de mi amigo. Yo tampoco entiendo mucho, pero es algo grave para comportarse de esa forma.
─No sé cómo decirlo...Connor es...tu y yo somos...
Se traba y no puede soltarlo. Eso me pone los pelos de punta volviéndome paranoico de que le haya hecho algo.
─Aiden primero respira luego cálmate y trata de hilar tus palabras porque te juro que ya no entiendo nada.
─Saberlo para mi es peor. ─ balbucea al borde de echarse a llorar. ─Es un desgraciado sin corazón...
El timbre vuelve a sonar, esta vez Willom se levanta y abre. La madre de Aiden entra llorando buscando a su hijo. Ahora sí que me perdí.
La señora Bridget solloza e intenta abrazar a su hijo, Aiden se aparta reprochándole con la mirada algo de lo que no estoy enterado. Willom no sabe cómo comportarse tampoco yo, esto es demasiado incómodo.
─Perdóname...hijo. No quise ocultarte la verdad, pero debía hacerlo por tu bien...─ dice entre hipidos y lágrimas. ─Debemos ir a casa para charlar...
─ ¡No! ─ espeta tragando grueso. Nunca vi tan dolorido a Aiden, esta situación lo estaba desbordando y temía su reacción. Su madre siempre lo fue todo, en sus lumbreras verdes había una clara decepción. ─Aedus...debe saberlo.
Ella negaba frenéticamente la cabeza viendo el miedo surcar los mismos orbes de su hijo. Lo único que los diferenciaba era su cabello rubio, Aiden lo tenía castaño oscuro.
─Él me haría daño si Aedus se entera. No podemos contárselo...
El pánico se apoderaba de su voz suplicante hacia su hijo. Nuestra confusión es total.
─No nos hemos ido. ─ digo y Bridget gira para vernos. ─Quiero una explicación, Aiden.
─Te la daré, pero primero pídele a esta señora que se vaya. ─ y otra vez sus sollozos desconsolados abren la canilla para soltarlo todo.
También duele verla tan desesperada por recuperar a su hijo. Realmente algo grave sucedió, sin embargo, no puedo hacer lo que me pide.
─Ven conmigo, Aiden. Quédate con Bridget, Willom.
Ella asiente sentándose a su lado para consolarla. Aiden la mira con desconfianza y odio que, jamás vi en sus ojos. Con bronca pisaba los escalones.
Se paseaba de un lado a otro inquieto, nervioso y sentía impotencia por no poder aminorar la tormenta pasando por su interior. Suspire esperando que se detuviera para conversar.
─ ¿Y...? Aiden no te puedo ayudar sino me dices ni una palabra.
─Es Connor...
Sigue dando vueltas.
─Ya lo dijiste. Avanza en lo sucedido o me volveré loco tratando de atar cabos sueltos.
Un resoplido sale de entre sus labios cargado de frustración. Aiden se planta frente a la cama mirándome por un segundo. Comienzo a perder el control y no quiero zamarrearlo para sacarle la verdad.
─Mamá estuvo todo este tiempo ocultándome la identidad de mi padre...Se negaba a decir su nombre...y era por él...
─Entonces, Connor sabía de la existencia de tu padre y no dijo nada ¿es eso? ─ niega ─ o peor lo mando a desaparecer. ¡Ya, Aiden! Deja el misterio para otro día.
El tenerme en ascua me irritaba. A medida que voy descubriendo cosas de Connor nada es tan descabellado como para mandar a matar alguien, pero aún conserva el beneficio de la duda. Porque todavía no hay prueba en su contra solamente fraudes siendo el principal involucrado.
─Compartimos la misma sangre, Aedus.
Se me escapa una risa nasal, pero al ver la seriedad de Aiden intento procesar lo salido de su boca. Parpadeo y debo sentarme en la cama para procesarlo.
─¿Cómo lo descubriste? Estas completamente seguro de lo que dices ¿cierto?
─Jamás diría una mentira, Aedus. Me conoces mejor que nadie desde niños hemos pasado los mejores y peores momentos juntos, nada me había dolido tanto que oír de los propios labios de mi madre que somos primos.
Al fin lo confiesa. Es un balde de agua fría porque entendía que Connor era hijo único, todos mintieron y una sola razón debe haber, él quería el imperio de hoteles para no compartirlo con nadie. Su mezquindad me repugna.
La cabeza me va a explotar. Ahora todo cobra sentido y cada uno de sus actos.
─Si es lo que imagina, Aedus. ─ dice ubicándose al otro extremo de la cama. ─Connor amenazo a su hermano quitándole el derecho de ser un heredero de Fleur y lo peor, ...mamá lo supo siempre.
─Hemos sido engañados todo este tiempo.
─Tu padre le enviaba dinero para mantener el silencio de mi madre, sin nadie que le obstruyera el camino se convirtió en el dueño absoluto de todo.
La ambición, la codicia y la sed por ser el amo del poder siempre lo definieron. Quiere tener bajo su dominio a los más débiles y su hermano lo fue, pagando las consecuencias Aiden.
─Ahí no termina. ─ dijo de repente. ─Connor estuvo enamorado de Bridget en su juventud, pero ella ya mantenía una relación con Sebastián. Evitaba a toda costa que lo dijera, Connor temía por su secreto.
¿Por qué ese nombre suena en algún recoveco remoto de mi mente?
─Ya veo el motivo. Él también es hijo del abuelo, pero hay muchas cosas que no encajan.
Nos quedamos en silencio. Me da alegría saber que estamos unidos por un lazo sanguíneo, aunque su amistad ha sido valiosa todo este tiempo.
Saco de la gaveta un papel escrito con la dirección de esa enfermera. Ya debe acabar el misterio y los secretos guardados por Connor.
─ ¿Qué es eso?
─La señora Lotte finge demencia ante los actos de su esposo por eso me dio esta dirección. ─ se la muestro. ─ Es momento de tirar del pedestal a un monstruo disfrazado de noble.
─Eso será divertido.
Ya lo veremos. Al bajar Bridget ya se marchó, Willom nos invita café y el delicioso pastel que preparo con sus propias manos. No puedo negarme a semejante delicia.
Oculto la información hasta el final para no arruinar su emoción, aunque la preocupación se fue por un instante.
Montanos en el auto partiendo rumbo a la dirección de los secretos. Nos tardamos aproximadamente dos horas en llegar y en dar con la casa otra hora, es un pueblo en las afuera de la gran ciudad. Tiene lógica si debe esconder algo.
Aquí nadie la encontraría, hasta nosotros nos costó dar con su paradero.
La fachada de la casa está deteriorada en un color rosa, pero ya desteñido por la lluvia al caer, varias macetas rellenas de plantas marchitas adornan la entrada también un portón de rejas negras y en el porche rechinan las maderas viejas al pisarlas.
─Parece abandonada. Connor no debió pagar por su silencio tan bien para dejar que este deterioro avanzara. ─opina Aiden detallando las ventanas cubiertas por telas de araña. ─ Luce intimidante y raro.
Se abren en demasía sus orbes y hace una mueca de asco al esquivar el excremento que por poco ensucia sus zapatillas. Muchas cosas no concuerdan aquí y da a pensar bastante.
Doy tres toques en la puerta cubierta por una tela mosquetera y esperamos, no se oyen ruidos solamente el viento soplando mientras estamos a la expectativa de que alguien nos reciba.
─Hey muchacho. ─ grita una señora al ir pasando por la calle. Los tres giramos hacia esa voz. ─Hace cincos años que nadie vive ahí ¿a quién buscan?
─A la señora Christine Walsh. ─ respondí, la mujer de pelo canoso, lentes y nariz grande se acercó. ─ ¿La conoce?
─Por supuesto. Falleció su hijo y decidió irse para superar su dolor, pero nunca más volvió. ─ contaba con pesar. ─Edward era todo lo que tenía y un accidente se lo arrebato.
Los tres nos miramos y Willom se tapó su boca horrorizada porque conocíamos a la única persona capaz de hacerle daño a otro, Connor, sin embargo, eso nos deja en el principio. No encontramos nada que nos lleve a su destrucción.
Willom sigue conversando con la mujer, Aiden trata de forzar la puerta, pero no cede tampoco queremos meternos en problemas.
─Tantas horas de viaje para encontrarnos con las aberraciones de Connor, sin pruebas de su culpabilidad.
─La mujer comento que trabajaba para un millonario como enfermera después de un tiempo murió repentinamente y ella quedo sin trabajo, aunque no acepto el dinero de ese hombre, en este caso Connor, por no verse involucrada en una disputa familiar.
─Esa mujer debe saber sus secretos. ─ Willom niega.
─No eran tan cercanas. Christine rara vez conversaba con ella y no recibía visitas, menos luego de quedar desempleada.
─Connor es un maldito psicópata.
Con esa sensación de amargura volvemos. Hay muchos interrogantes, tal vez mi madre pueda evacuar mis dudas. Me niego a creer que nos dio la dirección equivocada para encubrirlo.
─Ya investigué en google y no hay rastro de esta mujer, pero si una fotografía junto al señor Leonardo.
Río porque Aiden lo llama señor cuando es su abuelo, sin embargo, nunca lo sabrá o quizás si lo supo, en esta historia puede pasar de todo.
─Es mejor pensar con la cabeza fría. ─ dice Willom en el asiento trasero. ─Connor se sabe moverse bien, Bridget puede colaborar con la información que sepa.
─Lo dudo, mi Madre le tiene un miedo atroz a ese hombre, pero podemos intentarlo. No perdemos nada.
Aiden tiene razón así que el resto del camino pienso en una estrategia para encarar a mi madre. Se perfectamente el riesgo que corremos y darle razones a mi padre es darle carnaza para comernos.
Intercambiamos lugares con Aiden y paso atrás para abrazar a Willom, duerme pegando su rostro a mi torso mientras miro por la ventanilla el paisaje. Falta poco para llegar, pero las nubes cargadas lucen amenazantes en el cielo cubierto.
Se volvió un día totalmente gris como nuestro intento por atrapar a un criminal.
De un instante a otro comienzan a caer las primeras gotas, vamos directamente a la casa de Aiden, no puedo esperar más. Necesito una pista para no darme por vencido.
─ ¿Quién habla? ─ inquiero al contestar una llamada a metros de la casa de mi mejor amigo. El misterio de su voz me da mala vibra, Alvin no es.
De eso tengo una certeza en mi corazón. Lleva días, meses y no recuerdo la última vez que llamo.
─Te daré a la enfermera con una condición muchacho. ─ responde en tono pausado y ronco. ─Tampoco soy un enviado de Connor, la persona que busca estará al alcance de tus manos si me traes a Aiden. Yo no juego y no quieres perder a tu única pista, la tendrás si tu amigo viene a mí.
─ ¿Eres Sebastián?
─Mi nombre no es importante. Desafiar a Connor no es un juego y ustedes corren peligro ─ el auto se detiene y giro para ver en todas las direcciones, una camioneta negra de vidrios polarizados se encuentra estacionada a una esquina de nosotros. ─Ya lo comprobaste con tus propios ojos, te enviare una ubicación y quiero a ese chico contigo.
─Como digas.
─ ¿Quién es? ─ Willom me hace desviar los ojos hacia ella y le pido silencio con un dedo puesto en mis labios.
─Algo más, pídele a Lotte el sobre blanco, ella conoce a que me refiero.
─Pero ¿Qué tiene que ver ella en esto?
─Haz lo que te digo o estarás en manos de Connor antes que el gallo cante.
Y cuelga dejándome estupefacto. Miro la pantalla varios segundos hasta percatarme de que no estaba solo. Willom y Aiden piden a gritos una explicación.
─Hay que bajarnos.
Lo hago rápidamente apurando a Willom para que entremos y siento los latidos en mis oídos por el pavor en relación a lo que dijo esa voz, ahora ya no hay dudas.
Connor guardara sus secretos a como dé lugar. El temor se incrementa y la paciencia se agota, también las horas nos juegan en contra, ya que, no tenemos ni una mínima verificación de sus acciones.
Bridget deja caer los platos al vernos haciéndose añicos en el piso, pretende huir y Aiden se interpone en su camino.
─ ¡Basta de secreto, mamá!
Ella tiembla dejando resurgir el llanto. Acomodándose en el sofá beige, sorbe su nariz en un pañuelo se irgue para el bombardeo de preguntas que tenemos.
Es nuestra única salvación.
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