Capítulo n°23: "Intentarlo sería mejor que nada".
Aedus.
Realmente ¿prometí lo que estaba siendo imposible para mí? Lo hice y no fue un sueño, pero aun sabiendo a lo que me enfrento debo intentarlo porque probablemente llegue arrepentirme en un futuro.
Abotonaba la camisa que Willom eligió para mí. Sinceramente esa chica me tenía a sus pies en todo el sentido de la palabra.
Sentir sus labios fue lo más extraordinario que haya probado, su vergüenza e incomodidad después de hacerlo fue tan tierno que termino por robarse mi corazón. Estaba teniendo un día genial hasta que volví a ver a ese idiota y paso por mi mente fugazmente lo que mi padre hizo.
Recordé que no llame a la señora Lotte, cosa que la volvería loca sino lo hago. El repiqueteo del agua cayendo en el baño me dio la seguridad de poder llamarla libremente.
Aiden no ha regresado o es posible que ya esté en la fiesta. Le envié un mensaje para saberlo antes de marcar el número de mi madre.
- ¿Mamá? – interrogue al escuchar ruidos raros del otro lado - ¿Te encuentras bien?
-Aedus si estoy bien – se sorbe la nariz - ¿Qué tal la competencia? Es bueno despejar la mente... - creo que va a llorar sino es que lo está haciendo ya.
-Mamá dime la verdad ¿Qué sucede? Y no quiero excusas.
-Solo presione a tu padre para que me dijera el paradero de mi hija, pero terminamos en otra discusión de nuevo.
-Pensé que te irías de esa casa ¿Por qué continuas ahí si conoces que clase de persona es ese imbécil?
-Por favor, Aedus. – suspira – Necesito conocer su paradero antes de irme o él puede sentirse amenazado, perderá el control de la situación y yo no podré saber nunca de ella. ¡Entiéndeme!
Resople paseándome de un lado a otro lleno de frustración. Es una sensación que nunca me abandona. Siempre vuelve a mi bloqueando mis sentidos y generando impotencia.
-Bien, madre cualquier cosa llámame ¿sí?
-Besos, cuídate Aedus.
Ella colgó y apreté con fuerza la baranda del balcón intentando mantener la calma.
Oí sus pasos acercarse, sostenía el nudo de la toalla para que no se le caiga y sonreía con cierta timidez cuando gire para verla directo a la cara.
- ¿Paso algo? – negué.
Nos quedamos en silencio mirarnos. Sus ojos cafés inquietos iban de un lado a otro como no sabiendo donde ubicarlos. Acorte la distancia lo que la hizo ponerse más nerviosa al rozar mis nudillos en su piel chocolate que tanto me vuelve loco.
Retenía la respiración al sentir mi tacto detenerse en sus carnosos labios.
-Me estas tentando – susurre – así que cámbiate de una vez o no ya no iremos a la fiesta.
- ¿Estas...seguro de que quieres ir? – cuestionaba y tenía lógica ya que no se si podría controlarme al tener cerca a Justin.
-Por ti si lo haría.
La vibración de mi celular nos interrumpió sino seguramente terminaría en mi cama repitiendo lo de la playa, ganas no me faltaban.
Aiden llamaba con insistencia.
- ¿Dónde estás Aiden?
-Volviendo a la ciudad ¿Por qué? No me digas que ya te peleaste con ese idiota.
-No nada que ver, pero no te lo aseguro – Willom entro en el vestidor y de reojo la veía vestirse - ¿Es por Sienna?
-Si. Ni tiempo me dio de avisarte – el estéreo sonaba en su auto – Solucionaste ¿lo tuyo con Willom?
-Sí luego te cuento. Conduce con precaución nos veremos en unos días.
-Ok gana por los dos. Mañana comienzan las preliminares.
-Espero estar a la altura porque hace tiempo que no practico con frecuencia.
-Tú le darás una paliza. Ya verás – yo no lo veía así, pero Aiden siempre se emociona cuando se trata de competir – Debo colgar la carretera empieza a colapsar.
-Adiós.
De tantos líos en mi cabeza ahora solo tengo uno dando vuelta, Willom. Camine dejando el aparato en la cama, entre en el vestidor viendo una hermosa mujer sonreír a su propio reflejo.
- ¡Wow estas hermosa! – el vestido se les ajustaba a sus curvas, el color amarillo hacia brillar su piel y sus zapatos estilizaban sus piernas. – Voy a tener que protegerme de muchos en la fiesta.
-No creo – su perfume me dejo hechizado – Tengo ojos solo para un hombre.
-Mmmmm comprobare si eso es verdad o no – sonreí.
Abrazándola por la cintura la pegue más a mi cuerpo. Inhale su aroma enterrando mi nariz en su cuello, provocando que se le erizara la piel. Sigo creyendo que es un sueño y no quiero despertar jamás.
Beso su hombro descubierto conectando miradas a través del espejo sonreímos, me encantaría quedarme así toda la noche y el día siguiente, pero la burbuja del encantamiento se romperá en algún momento, aunque prefiero que sea en otro momento.
Gira en mis brazos y trata de llegar a mis labios. Pasa sus brazos por mis hombros, poco a poco se va acercando, sin embargo, alguien golpea con tanta insistencia en la puerta.
Reboleo los ojos, en serio, voy a matar al que osa molestarnos.
¡Mierda! ¿Quién carajos será?
-Debe ser Blair – su amiga ya me odia, pero el sentimiento es mutuo. – Iré a abrirle.
Me quede con las ganas de volver a saborear sus labios. Resoplando la seguí, y si definitivamente era su amiga. Sus ojos saltones no se perdían detalle de la habitación tampoco en mi persona.
- ¡Te podrías dar prisa! – reclama con furia. Yo estaba reteniendo a su amiga y eso no le gustaba para nada, perdiéndome en la habitación hice como si no hubiera escuchado nada.
No me salía hacerme el tonto cuando se trataba de alguien que me desagrada, ella me odiaba y no tengo motivos para hacerlo, sin embargo, acaba de darme uno.
-Aedus – Willom gritaba desde la sala – Date prisa.
-Aquí estoy.
-Vámonos o Blair no me dejara vivir – torcí los ojos en protesta – Ya deja las peleas para otro día.
-Ok.
Acepte su mano que me daba, entrelace mis dedos con los de ella y salimos. Jeison lucia relajado recargado en la pared mientras Blair era una goma pegajosa y melosa ajustando su camisa.
No parecía molestarle mi presencia, pero tampoco me fiaba. Tense mi cuerpo y mi compañera inmediatamente se dio cuenta, sus ojos suplicantes me hacían contenerme de decir alguna grosería.
Con un movimiento de cabeza nos saludamos. En el ascensor el silencio era tenso, Blair lucia molesta con Willom y creo deducir que era yo el culpable.
Blair salió tirando de la mano a su novio o lo que sea que fuera adelantándose a nosotros.
-Ellos son...
-Novios supongo – ella me interrumpió – Esta molesta conmigo porque... - sopeso sus palabras – este no era el plan.
-Mejor dicho, yo no estaba dentro tus planes – dije caminando junto a ella, pero no desvió su mirada de la mía – Tu amiga me odia, seguramente.
-Debes darle tiempo. Blair suele ser impulsiva al igual que yo – enarque una ceja parándome en seco unos pasos tras de ella – Aedus deja de provocar a la fiera ¿quieres?
Y tiro de mi hasta insertarnos en el parking para buscar mi auto. Quite el seguro para que subiera y encendiendo el motor nos adentramos en la carretera.
Insertándonos más en la ciudad el aire frío que se colaba por la ventanilla nos helaba los huesos. Las cerré del todo porque Willom se abrazaba sola producto del frío que le hizo.
-Sabes la dirección o el nombre de la discoteca a la cual vamos ¿verdad? – Willom no tenía idea y yo menos – Tendrás que preguntarle a tu amiga porque dudo que a mí me lo diga.
-Puedo apostar que antes de pronunciar una silaba te cortara la llamada.
-Si también lo puedo apostar – reíamos.
Una sensación de paz inundo mi ser. Eso no pasaba hace bastante tiempo ni recuerdo la última vez que reí tan abiertamente con alguien que no fuera mi madre o Aiden.
Me encantaba la paz de mi corazón, aunque la tormenta estaba en calma por ahora. Ella estaba siendo mi calma y eso daba miedo.
Después de una odisea para encontrar a la amiga de Willom ingresamos en la discoteca llamada Luna. No era un sitio demasiado amplio y la cantidad de personas esperando por entrar se veía chico.
El guardia nos dejó pasar cuando Jeison le dijo que estábamos con ellos. Es obviamente que encontraremos a su hermano en el interior, pero me sentía tranquilo. Sin embargo, de un momento a otro se podía descontrolar todo.
Nos ubicamos en la barra. Blair arrastraba a Jeison al sector Vip y haciéndole señas a Willom para que vaya, se perdió entre las personas.
- ¿Qué quieres beber? – alce la voz por la música demasiado alta. Aunque es normal en un sitio como este.
-Lo que sea estará bien.
Pedí un whisky y un Martini para ella. La pista abarrotada de gente que se movían al ritmo contagioso de las canciones observe a los alrededores.
Negar que estaba ansioso, quizás hasta nervioso, era una obviedad en el ambiente, ya que ver a Justin era sinónimo de problemas. Trataba de centrarme en Willom que no dejaba de sonreír para hacerme sentir seguro.
El whisky no me relajo así que pedí otro más. Vi a Lauren acercarse con un vaso en su mano, otro problema a la vista. En verdad no tenía ganas de lidiar con ella ahora mismo.
-Vamos al patio de fumadores – dije en su oído.
Tomando su mano avanzamos abriéndonos pasos entre la multitud y fue la peor idea que se me pudo haber ocurrido. Allí encontramos a Justin completamente ebrio y sosteniéndose de sus amigos.
Claramente no pasamos desapercibido ante sus ojos. Willom se quedó de piedra al oír mi nombre salir de sus labios.
-Aedus no caigas en su juego – intentaba disuadirme, pero la tentación de sus insinuaciones llamaba a caer en su trampa.
-Aedus Lennox Taylor – arrastraba las letras al hablar – Nadie dijo que podías venir a mi fiesta ni que trajeras a tu cuzco...
Si Willom no interfería ya estaría en el piso retorciéndose de dolor. Apreté con fuerza mis puños hasta volverse blancos de tanta presión, los idiotas que los acompañaban no hacían más que reírse sin entender lo que pasaba.
-Aedus vámonos – insistió ella de nuevo, pero mis pies parecían clavados en el piso – Aedus tenemos que irnos.
-Necesitas guardaespaldas que te salven el culo, Lennox – dio su último trago, arremangándose su camisa pretendiendo dar pelea – Si eres tan macho como para entrar en mi fiesta – se tambaleaba apuntándose su pecho – ven a pelar que aquí no te salvara papi.
- ¡Ya basta Justin! – grito Willom no logrando que reaccionara – Eres un idiota que tiene que estar ebrio para dar pelea.
Eso le hirió el orgullo e intento acercarse a ella, pero logre hacerlo que trastabille cayendo en los brazos de sus amigos. Los curiosos se arremolinaban para ver el espectáculo.
-A ella jamás le vas a tocar ni un pelo – masculle entre dientes.
Willom sollozaba con el pulso acelerado. El miedo se apoderaba de sus ojos, aunque no era por ella sino por lo que iba a pasar. Justin volvió a recomponerse.
Espere su golpe y no llego. Jeison retenía a su hermano con dos gorilas para que dejara armar escándalo.
- ¿Eres idiota o que, Justin? – encaro un Jeison que aparentaba guardar las apariencias, pero ya no era capaz – Llévenselo de acá.
Relaje mis músculos al verlo irse gritando muchas estupideces inentendibles. Y todas iban dirigidas a mí, eso era un hecho.
- ¿Te encuentras bien, preciosa? – pregunte. Hiperventilaba con una mano en su corazón a causa del miedo.
-Estoy...estoy bien...- dijo tartamudeando – Iré al baño...
Abrazándola de la cintura la acompañe hasta el baño. Apoyado en la pared al frente de la puerta espere a que salga.
Si quería que fuera una noche ideal ya la arruine por completo. Su cara lo decía todo.
-Perdón no quise que presenciaras algo como lo que acaba de ocurrir y jamás permitiría que nadie ye haga daño. – hable al verla perdida y con ojos vidriosos – No fue buena idea venir.
-Al contrario, creo que pudiste controlarte, aunque él no era consciente del todo – quiso sonreír, pero una mueca es lo que salió – Bailas conmigo.
-Claro. ¿No quieres irte?
-No porque nosotros vinimos a divertirnos no a causar problemas.
Asentí dejándome guiar por ella a la pista de baile. Blair bailaba de una forma exagerada con Jeison que ya estaba con unas copas de más.
¡Cada loco con su locura! Debo admitir que no soy bueno en esto y por ella lo estoy intentando.
La música electrónica es muy pegadiza. Willom saltaba, cantaba y giraba como un trompo, pegaba su cintura contra mi entre pierna moviéndose lentamente. Esos movimientos comenzaban a calentarme.
-Te encanta provocarme ¿cierto? – pegue mis labios en su cuello para hablarle en su oído.
-Más que a nada en el mundo.
Se mordía su labio sonriéndome maliciosamente. Continuaba con sus movimientos sensuales matándome por tener su cuerpo tan cerca del mío.
Realmente iba perdiendo la cordura por la excitación y ella que no se contenía en disimular su satisfacción al tenerme a su merced.
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