Capítulo n°21: "Entre las olas de Whitby".
Aedus.
Llegamos a la madrugada. Corrimos toda la noche, Aiden fue quien conducía cuando a mí me pesaban los parpados.
Y cada tanto resoplaba también estaba afligido, pero no hice preguntas hasta llegar al hotel.
- ¿Todo bien con Sienna? – indague sentándome al borde de la cama cambiándome las zapatillas.
-Todo se fue al carajo otra vez – lucia resignado – Toque el tema Willom y se volvió completamente loca. No comprendo cómo puede culparla de algo sin ser consciente de lo que realmente paso.
- ¿De qué hablas? – se desploma en el sofá – Pensé que fue una típica discusión de hermanas.
-No, su relación se vino abajo cuando su hermana mayor se fue de su casa, aunque no se los motivos. Sienna culpa a Willom, pero creo que se equivoca.
Ahora entendía la mayor parte de su huida, sin embargo, nada estaba claro.
-Supongo que con el tiempo se le pasara – Aiden niega.
-Si la conocieras y la vieras de furiosa que se puso al mencionarla no dirías lo mismo – reposa su cabeza en el respaldo - ¿Sabes? Empiezo a perder la batalla por verla ser la misma de antes, prefería que peleáramos y al otro día alguien de los dos diera el primer paso, pero últimamente ella ni siquiera me llama.
-Bueno las cosas cambiaron desde el accidente, entiende que su estado físico y mental no es el mismo. Dale tiempo e intenta no pensar tanto en darte por vencido.
-Ya no es fácil. Siempre hice todo para complacerla...y estoy cansado de luchar.
Comprendía porque yo he llegado a sentirme así o lo siento en este momento, pero hay que batallar en la tormenta.
Para despejar la mente decidimos salir a caminar por la playa. El viento azotaba en nuestras caras viendo a algunas personas metidos entre las olas.
- ¿Trajiste tu equipo? – interrogo Aiden – Dentro de unas horas será nuestro turno de practicar.
-Todavía hay tiempo para eso – comente sin despejar la vista de las olas furiosas y su imprégnate aroma diciendo esta es tu casa, las olas.
Continuamos el recorrido a lo largo de la playa. Había una cantidad prudencial de personas ya que es la temporada ideal para surfear. Muchos aman este deporte como yo y nos deleitamos sintiendo la adrenalina en nuestros cuerpos, el roce del agua y mantener el equilibrio de no caer a la primera.
-Los novatos irán primero – Aiden se olvida que él fue uno – después los expertos.
Nos reíamos ya que se vanagloriaba como un profesional en la materia.
Vimos un grupo reunido a la orilla rápidamente vi quienes eran, la calma desapareció al verlo a Justin reírse a carcajadas. Me da coraje que él fuera feliz mientras yo seguía afectado por su transas de amigo falso.
-Creo que deberíamos a apartarnos de aquí – propuso Aiden cuando miro en esa dirección – Ojalá todos tuviéramos la misma determinación de él y la conciencia porque yo no podría vivir con semejante crueldad en mi cabeza.
-Pero los monstruo si, Aiden. Regresemos al hotel para prepararnos.
Y lo hicimos. Al atravesar las puertas choque con una cara conocida. Una compañera de surf en Australia.
- ¡Hey! – sonreía animadamente con su traje en rojo y blanco, lista para meterse dentro del agua - ¿Qué tal, Aedus? Tanto tiempo sin vernos.
-Si la verdad – Aiden se adelantó, pero no sin antes hacerme una insinuación con sus cejas – Las olas de Whitby te trajeron ¿verdad?
-Sabes que soy una adicta al mar o todo lo que implique mojarse porque allí encuentro la calma. ¿Ya no lo recuerdas? – dio un toque en mi pecho provocando que sonriera, sus ojos traviesos bailaban siendo un color claro de la miel, pero me quede petrificado al ver a Willom llegar junto a su amiga – ¿Aedus?
-Voy a cambiarme y nos veremos dentro de un rato, Lauren.
-Bien te esperare para una apuesta ¿sí?
Asentí sin perder de vista a la mujer que ha puesto mi mundo patas para arriba. Yo que buscaba calma al parecer solamente obtendré disgusto o coraje porque seguramente se encontrara cerca de Justin.
El ascensor no tarda de dejarme en el piso en el que estoy hospedado. Trato de no desviar mis pensamientos, pero al haber tenido sus ojos sobre mí no la puedo apartar de mi mente.
Aiden ya se encuentra listo y habla por teléfono, discute por el movimiento de sus manos. Su rostro refleja frustración además esta alterado. Deduzco que mantiene una pelea con Sienna, su eterno amor que le causa dolor de cabeza.
-Esta chica nunca sabe lo que quiere – comenta mientras busco camisetas, short holgados para poder moverme libremente y encuentro el neopreno – Sienna va a acabar con mi cordura en cualquier momento.
- ¿Cuándo se lo confesaras que estás enamorado de ella? Eso lo haría más fácil porque los celos no son buenos consejeros, Aiden.
-Ya lo sé, pero siempre desconfía. No importa lo que pase o diga, ella tiene ideas locas que la llevan a dudar de mí.
-Veo que no será fácil convencerla. – no sé porque mi humor cambio. Me siento más ligero y hasta alegre, creo que ella es el remedio a mi enfermedad, sin embargo, debo conformarme con verla desde lejos ya que dudo que quiera hablar conmigo.
-Pareces contento, Aedus ¿es por esa chica de rizos castaños? – pregunta llevándose unas papas a la boca.
-Willom está aquí – casi se atraganta – Eso no es lo que me preocupa sino el hecho de que tal vez vino con Justin y su hermano.
-Ohhhh, pero eso no debería molestarte ¿o sí?
-Algo también no puedo impedírselo – me pongo una camisa estampada de hojas y flores en verde y rosa – No sé porque habrá venido si la última vez peleamos por ser un imbécil importante.
-Qué bueno que lo reconozca – ríe bebiendo zumo de naranja – Ya es hora, hay que irnos.
El sol calienta, sin embargo, no quema por lo que me siento cómodo con la camiseta y short de jens livianos. Ya puedo oler a kilómetro de distancia la calma llamándome para sumergirme entre su cálido abrazo de paz.
Aiden se dirige directamente sin esperar a que sea su turno. Yo también lo hago, tumbándome sobre la tabla voy nadando detrás de él.
-Ven, vamos más a lo profundo – grita.
Aiden me guía. Cuando consideramos que es apropiado nos detenemos y sentados sobre la tabla esperamos a que las olas lleguen. Lauren se encuentra a unos metros de nosotros y nos hace seña de que la ola siguiente es de ella.
Somos movidos por el constante influjo del agua que sube y baja, quietos estamos atentos a la siguiente, Lauren es atrapada por la ola y depositada en la orilla.
-Eso debió ser decepcionante – dice Aiden entre risas – Aquí viene la nuestra.
Giramos sobre nuestro eje comenzando a nadar hacia adelante a un ritmo preciso y pausado hasta que nos ponemos de pie viendo a la ola ser nuestro túnel para salir y balancearse en ella.
Aiden grita tratando de tener equilibrio con el cuerpo un poco erguido al igual que yo, mis dedos acarician el agua mientras concentro todas mis fuerzas por no ser derribado bochornosamente.
Grito porque me encanta la sensación de ser rosado por la corriente cuando se acaba la ola, caímos quedando totalmente mojados, pero eso no importa ya que la sensación de libertad es arrasadora en comparación con los muros que se volverán alzar al salir de aquí.
Volvemos a repetir hasta que oscurece. Ya la mayoría ya se ha retirado a descansar, una fogata se enciende en la orilla para pasar el rato y celebrar por un nuevo campeonato.
Entonces, se empieza a llenar de nuevo. Aiden va a cambiarse, en cambio, yo solo me quedo a contemplar las olas quietas bajo el brillo de las estrellas, alguien se sienta junto a mí en la arena.
-Recuerdas que dijiste que elegirías el océano para vivir porque ese era el hogar al que pertenecías, Aedus – Lauren siempre tan directa – y aquí está buscando tu alma y sé que algo te perturba.
No lo hace con mala intención, pero si no puedo confiar en Willom ¿Por qué lo haría en ella? La conozco solo de encuentros furtivos entre alcohol y soledad, no había nada más allá de eso.
-Tranquila no me ahogare en el mar – reímos juntos y mis ojos clavados en la arena, el calor era atraído por el viento secando mi ropa mojada, aunque eso me daba lo mismo – Además de las olas que fue lo ¿qué te ha llevado a venir por aquí?
-Tu, nadie más que tu – lo presentí desde el momento en que la vi – Aedus sabes que te quiero, nunca había sentido nada por nadie hasta que apareciste tú.
-Y sabes cuál es mi respuesta, Lauren ¿Verdad?
-Si ya me la sé, de memoria, sin embargo, esa chica parece tener un interés en ti y tú no le eres ajeno a ella – desde que se sentó por primera vez la mire a la cara - ¿Qué? ¿Crees que no me di cuenta? Al final el muro de Berlín se cayó, Aedus.
-Exactamente ¿Qué quieres decir? – al alzar mis ojos la vi a ella y nuestras miradas conectaron, pero Willom giro perdiéndose junto a su amiga.
-Ahhh ya la viste. – sonrío y parecía no molestarle – Ya conoces la historia, Aedus. Todos somos duros, necios y defendemos algo que creemos nunca cambiara, sin embargo, llega el derrumbe con los ojos correctos, la sonrisa y la comprensión en la que encajas. – prosigue – Quizás no sea para siempre, pero nos aferramos porque no queremos ser el motivo de que ese muro continúe ahí sin ser visto por nadie. Defendemos con espada nuestro corazón mientras el muro va a agrietándose hasta que finalmente alguien lo atraviesa, ¡Boom! – hace el sonido con su boca - Ve el alma oscura, pero no es capaz de irse sin haberlo intentando.
-Y ¿Qué pasa si no quiere quedarse?
-Debes aceptarlo ya que no es la correcta. No sufras por lo que no eres culpable, Aedus.
Se levanta y se va. Los pensamientos se arremolinan sobre una sola idea "hablar con ella". ¿Cómo lo haría? Siendo honesto por primera vez.
Aiden se encontraba alrededor de una fogata charlando con unos amigos cuando lo hice a un lado para preguntarle algo.
- ¿Viste a Willom? – frunció su entrecejo sonriendo pícaramente cuando oyó su nombre – Aiden no tengo tiempo que perder. Deja de hacerte el misterioso.
-La vi entrar al hotel. Debes apurarte porque hay una fiesta no muy lejos de aquí, seguramente van para ahí ya que la organizan los hermanos Pussett.
¡Maldita sea! Matare a ese imbécil.
No lo pensé dos veces. Era ahora o nunca, claramente no quería arrepentirme toda mi vida por ser un patán.
Con el pulso acelerado llegue al hotel, pregunte en recepción cuál era su habitación y fui directamente hacia ella. No tenía la menor idea de cómo pedirle perdón ni que le iba a decir así que me ahorre improvisar un discurso para hacerlo desde mi corazón.
Toque en su puerta y la que me abrió es su amiga, que se cruzó de brazos molesta e intimidante.
- ¿A quién busca? – ni se molestó en saludar – Willom no quiere verte.
-¿Quién es Blair? Vino Jeison a buscarte ¿ya? – pregunto asomando su cabeza borrando su sonrisa al verme – Aedus ¿Qué haces aquí?
-Ya le dije que se vaya, tu no quieres verlo – su amiga me increpo como si fuera una leona defendiendo a su cachorro – No hablaras con él después de lo que hizo ¿verdad?
-Willom sé que no quieres ni verme, pero solo necesito un par de minutos luego prometo dejarte en paz ¿sí?
Vi la duda surcar sus ojos marrones, aunque termino cediendo y peleando con su amiga.
Esperé unos minutos, pero pude descifrar que a Blair no le agradaba mi presencia.
-Vamos a la playa – la invite, ella se mostraba inexpresiva y a la defensiva.
Caminaba sin fiarse de mi, mirándome de reojo detallaba mi rostro y para disimular observaba las estrellas cuando giraba el cuello hacia ella, reí y negaba porque éramos dos astros totalmente diferentes.
Uno podía trazar su camino sin necesidad de mirar atrás, el otro pedía a gritos ayuda para no morirse ahogado, sin embargo, ahí estamos tratando de solucionar lo que no tenía remedio o quizás era un adiós definitivo.
Un adiós que rompería mi alma, mi esperanza y el miedo me quería hacer retroceder, pero lo enfrentaba con valor, fuerza y decidido a todo. Porque una vez que lo deje tener el control yo perderé hasta mi vida entre sus cuerdas llenas de oscuridad.
Sus ojos son el sol, la luna y la estrella. El sol calienta en las noches frías, la luna guiara nuestro camino cuando nada salga como lo habíamos planeado y las estrellas serán el recordatorio de que no debemos apagarnos sin haber vivido lo suficiente.
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