Capítulo n°12: "Dudas que dejan muchos interrogantes".
Willom.
Desde que desperté espero con ansias su regreso. Sera posible ¿Qué se haya marchado sin mí? Tampoco comprendo su actitud.
Primero hace todo lo que tiene al alcance de sus manos para estar cerca mío, pero se va cuando hay demasiada confusión.
Alguien golpea en la puerta sacándome de mis profundas reflexiones con sabor a amargura.
-Esto es para usted - dice el chico vestido de rojo depositando una nota en mi mano y una bolsa.
-Gracias ¿Ha visto al señor Aedus Lennox Taylor? - la pregunta salió de mi boca ansiosa por conocer su paradero.
-Ya se fue - atina a decir yéndose por el pasillo.
Una punzada de decepción atravesó en mi alma, corazón y mi cuerpo desprovisto de abrigo.
Cerré la puerta con solo un impulso. Sentándome en el sofá individual coloque mis rodillas a la altura de mi cara para abrazarlas perdiéndome en el llanto que ya no podía contener.
Después de una hora de estar divagando en mis pensamientos de su repentina ausencia, aunque todo iba bien. O eso creía ver yo. La realidad me ha golpeado bastante duro.
Con el dorso de mi mano seco las cuantiosas lágrimas que no pretender dejarme hasta que esté en mi casa. Cojo la bolsa y abriéndola, saco su contenido. Es ropa, rápidamente voy a vestirme para irme y olvidar de una vez una ilusión, que hacia latir con fuerza mi corazón, pero se quedó a medio camino.
Presiono el botón del ascensor esperando unos minutos para que me deposite en la planta baja. Deberé buscar un taxi porque prácticamente me han dejado varada aquí, salgo y un joven me intercepta.
-Señorita Brown - llega corriendo hasta mi - ese vehículo la llevara hasta casa - señala el auto negro aparcado en una de las plazas.
-Bien, gracias - la necesidad por desaparecer de este lugar me lleva a ser descortés.
No quiero que sienta lastima por mi estado deplorable. Imagino que mis ojos estarán rojos e hinchados de tanto llorar por ser una ilusa que cree en cuentos de hadas. O una idiota por mal interpretar las cosas, sin embargo, no tenía derecho de abandonarme como un trapo, el cual ya no le sirvo para nada.
El conductor me saluda, pero yo solo fuerzo una sonrisa que apenas se puede apreciar. Me enfrasco mirando por la ventana para no pensar en nada.
Realmente duele. Si esto era el principio de algo horrible ya no quiero averiguar el resto.
+++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++
Aedus.
El naufragio de mi abatido corazón ha decido frenar esto antes de comenzar. Las olas rugen su nombre esperando de que desista de una idea absurda, no enamorarme de la luz. Porque llevo viviendo en la oscuridad mucho tiempo, que una vela encendida al final del túnel es mi única esperanza.
Soy un tonto, idiota, imbécil y todos los calificativos que puedan encontrarse en un diccionario. Seguramente, en el futuro me arrepienta, pero el sentir dolor te lleva a apartarte de lo que más quieres solo para que ellos no sientan lo mismo que vos.
¿Es una justificación? Si lo es, porque cualquiera se atrevería a enfrentar sus demonios por amor. Sin embargo, yo soy cobarde.
La querré desde la penumbra de mi soledad, la cuidare desde las sombras e intentare olvidarla para no darles tormentos. No seré el cabrón que arruina su vida por un capricho del destino.
<Eres demasiado injusto contigo mismo> alardea mi conciencia. Puede que tenga razón, pero ya tomé una decisión.
"Dejarla ir" será lo mejor para ambos.
Estaciono el auto en la gasolinera más cercana a la ciudad. Necesito recargar combustible ya que pronto amanecerá y debo seguir huyendo. No entiendo porque me siento pésimo con lo que estoy haciendo. El remordimiento no me dejara en paz, por lo visto.
Pago al muchacho continuando el camino. La desolada carretera no es ningún problema. El problema claramente soy yo.
Desciendo la velocidad con la intención de regresar a buscarla. Giro bruscamente haciendo que el vehículo que venía por detrás mío se desvié a la calzada para no chocarme. Una infinidad de insultos salieron de la boca de ese automóvil.
Acelero para llegar lo más rápido posible. Bastante nervioso empiezo a pensar en un discurso que sea convincente porque nada de lo que diga justificara mi comportamiento de mierda.
-Willom... - vacilo mordiéndome las uñas - ¡Perdóname! La verdad me asuste... bastante al... - respiro profundo antes de proseguir - ¡En verdad soy patético!
<No te perdonara tan fácilmente>
Yo definitivamente tampoco lo haría.
Aparco dejando encendido el motor. Corro ingresando en el hotel, pero el joven que le pague me detiene.
-La señorita Willom ya se fue - asiento regresando con la mirada fija en mis zapatillas.
Le doy un tremendo portazo al auto cabreado por lo que yo mismo provoque.
- ¡Idiota! - gruño metiéndome en el coche - ¡Maldito imbécil, Aedus!
Luego de dos horas de cargar con mi propia ira, parezco un león enjaulado por la rabia que recorre mis venas.
Llego a la ciudad. Si por mi fuera jamás regresaría, pero la vida no esperara a que subsane mis heridas para decirme que es hora de volver. El tic tac del reloj es nuestro mayor recordatorio que la vida se va a cavar en cualquier momento, instante o segundo.
Voy directamente a su casa. Quiero constatar que se encuentra bien. Mi egoísmo no me deja ver más allá porque se debe estar sintiendo pésimo.
Al detenerme frente a su casa observo que no hay movimiento dentro. Ni siquiera una señal de que estará ahí, pero su amiga, creo que es Blair va caminando en dirección a su puerta.
Toca y espera a que le abran. Al corroborar que ya llego, continúo vagando por las calles sin un destino a donde ir.
Perdido como siempre voy a casa de Aiden. Tal vez quiera escuchar la pelotudez que hizo su mejor amigo. Toco el claxon varias veces hasta que un adormilado chico de cabello castaño y ojos azules, sale acomodándose su camiseta.
Frunce su entrecejo por el desconcierto de mi visita.
- ¿Qué no estabas de viaje? - cuestiona revolviendo su pelo en un intento frustrado por acomodárselo - ¡Diablo Aedus!
- ¿Qué? - inquiero pisando el acelerador cuando ya se acomodado en el asiento del copiloto - Ya sé que tengo cara de imbécil, idiota...
- ¡Wow, wow, wow! Por lo visto no te fue nada bien - me interrumpe en mi pataleta de niño, que no sabe cómo solucionar el error cometido - ¿Por qué nunca puedes comportarte como un adulto? Ósea, no comprendo tu empeño en seguir trayendo el pasado al presente.
- ¿Sera porque no puedo olvidar lo duro que fue? - pregunto con una voz que se quiere quebrar.
-Eres víctima de lo que paso, pero no culpable. Ya asume tus responsabilidades - hace ademan con sus manos - Relata lo que sucedió o, mejor dicho, ¿Qué hiciste?
-Lo que mejor me sale - él mueve su cabeza comprendiendo a que me refiero - huir...
Después de horas de charlar, Aiden me dijo toda clase de improperios que no los puedo repetir. Sinceramente, él no puede creer la estupidez que fui capaz de hacer.
Terminamos en un club a mediodía bebiendo, o quizás, solamente yo lo hice ya que Aiden se negaba a seguirme la corriente. Mi madre no ha parado de llamarme al igual que mi queridísimo padre, el sarcasmo esta remarcado, pero no respondí. No en el estado que me encuentro.
- ¡Aedus! - mi amigo ha regresado del baño e implora que hora de irnos - Ya debemos irnos, la señora Lotte se preocupara por ti.
-No...me...importaaaa - lo empujo para que se largue - Veteeeeee.
-Ni loco te dejo asi. No te puedes ni mantener de pie - se pasa las manos por su melena exasperado por mi mediocre comportamiento - Vamos o le pediré a los guardias que te lleven a rastras.
Me amenaza y la verdad, no quiero montar una escena digna de los buitres como son los paparazis. Bebo la última copa, apoyándome en su hombro comenzamos a caminar hacia la salida.
A cada paso que doy tropiezo conmigo mismo mientras Aiden se asegura no dejarme caer. Veo doble, las luces me encandilan haciendo que me queje de ellas y respiro hasta que estamos afuera.
- ¿Dónde está el auto? - interroga Aiden bastante molesto - ¡Debería dejarte aquí para que aprendas a ser un adulto!
-Yaaaaa - con bastante fuerza me hace sentar en la acera y él va por el vehículo.
Tarda unos minutos cuando aparece esa tediosa mujer. Cubro mi rostro para que no me reconozca, pero es tarde. Ya me ha reconocido desde que caminaba en dirección mía.
- ¿Aedus? ¿Eres tú? - meto mi cabeza entre mis piernas disimulando que no la escuche, sin embargo, vuelve a insistir en lo mismo - Aedus ¿Qué haces por estos lados?
-No es de tu incumbencia - espeto entre dientes. Rogando que Aiden se apure.
-Siempre tan carismático - dice irónicamente y presiento que sonríe como siempre lo hace - ¿Por qué viniste a este club y no a tu casa? Tu padre está demasiado afligido por ti.
Una sonora carcajada sale de mi garganta llamando la atención de todos a mi alrededor.
-Me importa un bledo su aflicción o preocupación - digo mirando al vehículo que se acerca.
De pronto mi respiración se acelera teniendo ganas de matar a la persona que se encuentra a centímetros de mí. No la miro y tambaleando me pongo de pie, Aiden hace el intento de bajarse, pero al verte que me apoyo en el auto para subir vuelve a cerrar la puerta.
- ¿No es la periodista que siempre acosa a tu familia? - indaga volviendo a insertarse en el tráfico.
-Sí, ella es. Siempre aparece donde no la llaman - hablo despectivamente.
Aborrezco que quiera meter sus narices en los problemas de mío y de mi familia, quiere ser la hada madrina, pero no le queda.
Recostándome en el asiento lo hago hacia atrás para darme más espacio. Ojalá la resaca pudiera olvidar lo que hice sería un alivia borrarlo.
- ¿Cómo vas a mirarlo todos los días a Willom? - su pregunta es la misma que yo me hago desde que volví.
-Yo me pregunto lo mismo - cierro los ojos - Pensaba no ir a la empresa por varios días ¿Tu que dices?
-En serio, Aedus ¿Piensas seguir huyendo? - se calla cabreado con el idiota de amigo que tiene - Que no ves que le haces daño a ella ni que hablar de ti.
-Necesito que me ayudes a encontrar una solución, y no que me regañes como si fueras mi madre - suelto un suspiro de frustración.
-Aja - hace una mueca - La hiciste pedazo en la primera oportunidad ¿Qué te hace pensar que ella te perdonara?
-Primero, no somos novios solamente...
-La usaste porque sabias que de alguna forma te atraía, sin embargo, eres tan cobarde como para aceptarlo ¿Verdad?
Mi silencio lo dice todo. No quería darle un motivo para sufrir por un caos sin remedio. Es simple. Nadie lo va entender.
- ¡Tengo razón! - exclama orgulloso de pincharme mi orgullo - Te asusta la mínima muestra de afecto.
-Mira, quien lo dice - esta conversación me está dando dolor de cabeza - Sienna ¿Aun no te da el sí definitivo?
-No estamos hablando de ella sino de ti y su hermana - se detiene en el semáforo y enderezándome veo que vamos a mi casa - Deja de ser tan adolescente, Aedus.
-No me lleves a mi casa. Lo último que espero es discutir con mi amado padre - rebolea sus ojos girando en dirección contraria - ¡Mucho mejor!
-Aparentemente ya no te encuentras ebrio - dice concentrándose en manejar.
Ya no estoy ebrio, pero las imágenes de todo lo que paso me siguen atormentando como una ráfaga de viento que no me deja respirar. El auto se detiene y antes de bajar el celular de Aiden suena en el bolsillo de su pantalón.
- ¿Quién será pregunta? - cuestiona mirando la pantalla - Número desconocido...
-Contesta puede ser importante - lo aliento porque parece dudoso de hacerlo.
Su expresión cambia rotundamente cuando responde, el aparato va cayendo y lo sujeto con mis manos confundido.
- ¿Qué te dijeron? - cuestiono llevándome el móvil a mi oído - ¿Hola?
-Sí, le decíamos que Sienna Brown y sus padres tuvieron un accidente - esa información me deja en shock - Encontramos su número entre sus contactos, necesitamos que se comunique con la hermana de Sienna.
-Si... yo lo hare... muchas gracias... - la llamada se corta y Aiden no reacciona.
Lo zamarreo para que vuelva a conectar conmigo. A duras penas logro que me intercambie de lugar para encaminarnos al hospital, aunque debo avisarle a Willom.
-Me muero si le pasa algo - murmura abatido con la mirada fija en su teléfono.
-Tranquilo, nada le va pasar.
Sé que mis palabras no son suficientes, pero al menos mantiene la calma. Llamo repetidas veces a Willom, aunque no va a responder voy directamente a su casa.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro