Capítulo n°11: "Retratando el momento".
Willom.
Aedus es difícil de entender. Acaba de enviarme un mensaje para que lo acompañe a algún lugar. ¿Cuál será? No lo sé. Deberé acompañarlo para saber que pretende hacer.
He visto al señor Connor Lennox furioso porque su hijo no ha venido a trabajar. Prácticamente soltaba fuego por sus fosas nasales queriendo incinerar todo el lugar.
Ya al mediodía agarro mi bolso, me despido de Cassie yendo directamente por las escaleras de servicio que llevan al estacionamiento. Al bajar todos los escalones un auto con las balizas encendidas espera por mí.
-Hola - lo saludo colocándome el cinturón de seguridad - ¿Por qué la prisa? Y parecemos ladrones huyendo de todo el mundo.
-Tranquila no estamos haciendo nada malo - sonríe mientras sus ojos están hinchados, rojos y unas enormes bolsas vislumbran debajo de sus ojos - Iremos a disfrutar del día.
-Sabes ¿Qué tu padre está furioso contigo? - asiente saliendo del estacionamiento.
-No me importa en lo absoluto - espeta apretando con fuerza el volante - Mejor no hablemos de nada que tenga que ver con el trabajo ¿De acuerdo?
-Me parece razonable.
Sube el volumen al estéreo y la música llena el silencio que no es incómodo. En el camino le envió un mensaje a Blair avisándole que no estaré en casa.
El viento se mete dentro de mi cuello cabelludo jugando con mis hebras, el sol está en el centro y sus rayos son cálidos, él tamborilea sus dedos sobre la goma de volante perdido en sus pensamientos. Creo que se ha olvidado que va acompañado.
- ¿Te ocurre algo, Aedus? - interrogo temerosa de que se enfade - Estas muy serio.
-No, nada - fuerza una sonrisa, pero sin mirarme.
La música es nuestra compañía el resto del trayecto hasta llegar. Casi cuatro horas duro el viaje hasta Lago Grasmere, soy una chica que le incomoda no hablar, pero pude contenerme de hacerlo.
Es la primera vez que vengo a este precioso lugar. Es un destino turístico asociado a los poetas como William Wordsworth. Este sitio pertenecía anteriormente al condado de Westmorland, aunque ahora forma parte de Cumbria.
- ¡Que bello lugar! - digo embelesada respirando la vida de la naturaleza - ¿Por qué este sitio?
-No lo sé - se encoge de hombros - en el camino se me ocurrió.
-Nunca antes había venido por aquí - se sorprende sacando una cámara de fotos colgándosela en la espalda - ¿Eres fotógrafo?
-No es obvio - sonríe despreocupado.
Empezamos la caminata adentrándonos por un sendero rodeado de árboles, arbusto y animales que cantan revoloteando en el lugar.
-He investigado este sitio - mira a su alrededor - La profundidad del lago es de 70 pies, 21 metros para ser exacto - yo abro la boca y casi trago un bicho, intento alcanzarlo, pero sus piernas son el doble de grande que la mía, por lo que sus zancadas me dejan demasiado lejos de él - una altura de 208ft sobre el nivel del mal. Es alimentado y drena por el río Rothay, es el que atraviesa el pueblo antes de ingresar en el lago y se cierra abajo en el agua cercana de Rydal.
- ¿Qué eres experto en geografía? - se voltea a verme y yo no puedo seguir su ritmo.
-No, google - se ríe descaradamente - Apúrate - ordena adelantándose.
Mientras yo busco aire para mis pulmones, él se va. Aunque al verme que me detengo hace un ademan para que lo siga. Le hago una seña que no doy más. No estoy acostumbrada a caminar tanto nunca lo hice, hacer ejercicios no es lo mío.
Encuentro una especie de banco, resignada me siento sobre del, desprevenida toma un par de fotos.
-Debes ser una modelo, Willom - y apunta con el lente de la cámara cerca de mi cara - ¿Cuál es tu pasatiempo favorito?
-Pintar - digo observando a cualquier lado menos su cara - Es mi cable a tierra y el tuyo ya veo cual es.
-No, el mío es surfear. Las olas tranquilizan mis demonios deseosos por comerme lo poco que queda de mi cerebro.
Ante su confesión no sé qué decirle. Continúa haciendo fotografías, pero no entiendo con qué fin.
- ¿Para qué tomas tantas fotos?
-Estoy retratando el momento - me guiña un ojo llegando una oleada de calor a mi cuerpo - Dale, vámonos.
Me da su mano, dudo unos segundos hasta que la acepto. No me suelta, lo hace cuando llegamos al lago. La vista es increíblemente hermosa, admirable y sería una de mis mejores postales si tuviera que pintarla.
-Quédate quieta - giro apenas mi cuello para ver que hace - Es una buena foto y saque una para que elijas.
Luce tan tranquilo, que, creo que lo único que buscaba era desconectar con la realidad. En el auto parecía agobiado, triste y cansado de luchar consigo mismo. Ahora disfruta del momento sin importarle que dentro de unas horas hay que regresar a la rutina.
-Nos sentemos un rato - pido extendiendo mi mano en su dirección - Vale la pena detenernos un segundo.
-Está bien.
Pegamos hombro con hombro, yo lo detallo en silencio. Sus pestañas largas y bien arqueadas enamorarían a cualquiera, nariz respingona, cejas tupidas, pero definidas hacia las puntas y unos labios...que me hacen suspirar.
-Deja de verme como un chocolate - y me ha pillado - ¡Pastelito de chocolate!
Aprieta mis mejillas que debo sobarme al zafarme de sus dedos. Gruño con la mirada sacándole la lengua.
- ¡Eres imposible, Aedus! - sus carcajadas me vuelven loca - Te ríes como las brujas.
-En verdad, ¿Esa cosa existe? - enarca una ceja preguntándome - Vez muchas películas, pastelito.
-Deja de llamarme así - lo reprendo golpeando su brazo - A ti te llamare - pienso - El fotógrafo sexy.
Sus ojos me tienen rendida a sus pies.
<Necesitas un babero, Willom> Mi conciencia interrumpe mi estado de ensoñación con este hombre junto a mí. Moriré de un infarto sino consigo un beso de esos fogosos labios.
<Cálmate, vas muy rápido>
Pero no lo puedo evitar. Es tan... delicioso, sexy y hermoso. Quiero dejar de mirarlo como una acosadora, sin embargo, es imposible.
-No me gusta ese apodo.
- ¿Qué? - ¡Tonta Willom! Otra vez me fui por las ramas pensando miles de cosas estúpidas - Perdón estaba en marte.
Esa carcajada me deja sin aliento. Es lindo que se ría de mis chistes malísimos.
- ¿Quieres que naveguemos en el lago? - pregunta.
- ¿Podemos hacer eso? - reviro asustada - Me da un poco de miedo la profundidad del lago.
-Yo te cuidare - expresa con una sonrisa ladeada - No pasara nada.
Lo pienso tantas veces que termino afirmando con mi cabeza. Sentir su piel contra la mía me provoca una sensación extraña, llena de paz y deseo. Borro esas tontas ideas de mi cabeza sonrió lo mejor que puedo y avanzamos por un camino que lleva a los botes.
Un amable señor nos da la bienvenida también pide que elijamos uno de los botes que no llevara al centro del lago.
-Si estoy soñando que nadie se atreva a despertarme - digo para mis adentro y me aseguro que nadie haya escuchado.
Aedus le da una palmadita al hombre tratándolo como si lo conociera de toda la vida. Con delicadeza me ayuda a subir, luego lo hace él y comienza a remar. El sol perturba mi vista, sus ojos cambian de color, se vuelven más azules por los rayos que emite el sol.
- ¿Qué? - miro ambos lados porque no quita sus ojos de mi - Tengo algo y no me di cuenta ¿O qué?
-Nada, admiro el paisaje frente a mis ojos - siento mi rostro arder, seguramente ni un tomate se pone tan colorado como yo - ¿De dónde saliste, Willom?
Presiento que es un pensamiento interno que dijo en voz alta. Nos detenemos en el centro del lago, algunos pájaros vuelan sobre nosotros y él toma sus fotos tan complacido desde que entramos en este lugar.
Su silencio me incomoda, aunque no sé exactamente que decirle. Tengo muchas preguntas rondando en mi mente que es casi imposible mantenerme al margen.
-Willom - su voz suena algo apagada, de pronto su alegría se desploma en el aire y la tormenta amenaza con soltar sus primeras gotas - ¿Por qué presiento que nuestro encuentro no fue casualidad?
Mira a cualquier lado poniéndome en un enorme aprieto. Dudo en contarle realmente lo que ocurrió antes de conocerlo, creerá que estoy loca y se reirá de mí.
-No eres una reportera - habla al ver que no respondo - Es más, creo que tú fuiste por un motivo a esa conferencia haciéndote pasar por otra persona. ¿Cuál es el motivo?
-Si te lo digo tú te reirás y pensaras que soy una loca desquiciada - deposita la cámara a sus pies, mis ojos no quieren llorar frente a él sintiéndome tan ridícula con lo que hice.
- ¿Tan malo fue conocerme? - una tímida sonrisa asoma dejando ver sus hoyuelos - Me encantaría... - titubea - mmm... conocer esa razón que te llevo hasta mí.
-Te lo contara cuando lo crea oportuno ¿sí?
No le que más que conformarse con lo que pido. Tengo que organizar mis ideas para decírselo sino no sale huyendo al conocer una loca descarada.
<Quizás ante de eso ya te quiera, eso evitaría que se fuera>
Navegando en la laguna de pensamientos disfrutamos del resto del día. Lo que no esperaba, era una torrencial lluvia que me empapo hasta el último pelo y la noche se avecina.
-Deberemos buscar un lugar donde refugiarnos - anuncia Aedus quitándose su chamarra para dármela - Póntela evitara que te mojes, aunque no mucho.
Trato de ser rápida al caminar, sin embargo, mis torpes pies se resbalan en un charco de agua cayendo de espalda. Se me pasaron miles de improperios para soltar, pero no lo hago porque estoy acompañada.
Aedus se ríe de mi torpeza. Estira su mano, en vez de pararme lo jalo estrellándose con mi cuerpo lleno de lodo. El agua cae sobre nosotros mientras nos miramos, él apoya ambas manos al lado de mi cabeza y dirige su vista a mis labios relamiéndose los suyos, estoy tentada a besarlo por enésima vez.
Cierro los ojos esperando el impacto de su boca contra la mía, pero nunca sucede. Una pizca de decepción atraviesa mi alma, aunque intento disimularlo cuando me veo obligada a pararme.
Volvemos a caminar al estacionamiento. La lluvia incrementa, bastante mojados nos montamos en el coche bajo un silencio sepulcral. De reojo lo observo pasarse la mano repetidas veces por su cabello, las gotas se deslizan por todo su rostro al igual que a mí, pero empiezo a sentir frío.
Nos movemos a una velocidad prudente. Grasmere es un espectacular distrito ubicado junto al lago. Mi compañero de aventura se detiene en Forest Side Hotel.
- ¿Acá nos quedaremos a hasta que cese el agua? - inquiero confundida.
-No - responde - aquí pasaremos la noche, en la mañana volveremos a la ciudad.
Abro como huevos fritos mis ojos. No estoy segura de querer pasar la noche en la misma habitación con él. De pronto me siento nerviosa.
Tira de mi para que me apresure. Yo me detengo en la puerta, él habla con la recepcionista que lo mira como un dulce que está a punto de devorarse.
<Celosa>
Nada que ver. Todos nos miran. Claro no están acostumbrados a ver una pareja que se revolcó en el barro y viene en busca de un sitio donde pasar la noche. Imagino que cuesta una fortuna este hotel. Visten elegantemente y miradas altaneras se pasean por mi horrible aspecto.
-Ven - hace una seña con su mano - Tienes que cambiarte o te enfermaras.
-Sería mejor que nos fuéramos a casa - suplico, pero la noche ya a cubierto el día y no deja de caer agua - Además no tenemos ropa.
-Es peligroso - nos metemos en el ascensor - Improvisaremos o dormiremos desnudos - lo dice tan tranquilo que yo me alejo un poco - ¡Es una broma, Willom!
Quiero fingir que todo está bien, sin embargo, hay miedo en mi interior. Miedo de lo que pueda pasar también de arrepentirme después.
<Ya aclara esas ideas o morirás entre sus labios>
Él me confunde, pero yo soy la más desconcertada. No sé cómo reaccionar frente a sus insinuaciones si es lo que la hay. ¿O será que yo me fantaseo con cosas que ni se asemeja a lo que él pueda estar pensando? No lo sé, las dudas me están matando de una forma lenta, tortuosa y es molesto no ver con claridad.
La habitación es bastante grande. Una sala con fogón, televisión y cómodos sillones, tres escalones que te llevan a una amplia cama a lo largo, al frente se ubica el baño y de fondo, pero de costado un ventanal cubierto por cortinas blancas. Ni que hablar de la iluminación, una araña de cuatro focos giratorios, eso me deja con la boca abierta.
-Entra a bañarte primero tu - ordena Aedus y lo hago sin rechistar.
El agua caliente toca mis músculos adormecidos por el frío haciéndolo entrar en calor. Al salir sobre la cama encuentro una remera demasiado grande. Colocándomela me recuesto a esperarlo porque no está por ninguna parte.
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