La noche.
Disclaimer: AMOLAD pertenece a The snipster.
El sol empezaba a ocultarse tras las montañas anunciando el ocaso, el agua de aquel lago fluía de forma tan tranquila y apacible, que el balanceo de su caudal al golpear la orilla parecía mecer a las hojas que habían caído desde los frondosos sauces, el viento silbaba despacio lo que parecía una canción de cuna, dejando que el pequeño Leo no se percatara de la aparición de la luna.
Aquella que iluminaba por completo la noche oscura, ni una sola estrella acompañaba a ese satélite en el cielo ¿Por qué la habrían dejado sola en el firmamento? No lo sabía, sin embargo él amaba aquella más que el astro rey del día.
El infante despertó al sentir a la fría luz de luna impregnar su cara, suavemente abrió sus ojos revelando aquella mirada oliva, cuyo centro brillaba cual estrella, le sonrió a su amiga y confidente, mientras le decía.
—Si pudiera subir al cielo—Decía el niño— Te propondría casarte conmigo ¡Te Juraría amarte por siempre!— Decía levantándose con una contagiosa sonrisa, acalorado de sus propias palabras, mientras le enviaba un beso a aquel cuerpo inerte del cielo.
Un pequeño ruido en el lago lo hizo voltear a ver hacia él, sobre la cristalina agua donde se reflejaba el cuerpo celeste vio una persona, un niño como él, sólo que era más alto y su piel era tan pálida como la luz que lo bañaba, aquel podría ser un reflejo humano de lo que el cielo aguardaba en las noches, su única confidente: la luna.
Dio unos pasos hacia ese niño, nunca lo había visto y era sumamente hermoso, sus ojos chartreuse se clavaron en los ámbar de aquél, que retrocedió con miedo huyendo de él.
Lo persiguió hasta adentrarse dentro de los sauces, el niño de ojos ámbar tropezó dejando a Leo poder alcanzarlo, él cual lo ayudo a ponerse de pie.
—No te haré daño— Dijo Leo.
— ¿Quién eres? Porque no estás en el cielo, estrella —Musito por lo bajo aquel pequeño, que lo miraba inseguro.
— ¿Estrella? — Pregunto el joven moreno, confundido por lo que había dicho aquel chico.
— ¿A qué constelación perteneces? ¿Por qué se escondieron? — Decía aquel chico con unas pequeñas lágrimas asomándose por sus ojos, mientras su voz temblaba con recelo.
— No lo entiendo del todo, mira; Yo— Decía apuntándose a sí mismo— Soy Leo— Dijo regalándole una cálida mirada, que hizo al joven frente a él, enrojecer. "Adorable" Pensó.
— Constelación de Leo—Murmuro aquel— Regulus ¿Eres el pequeño rey?— Decía el chico de ojos ámbar acercándose a él —T...Tu sabes, el corazón del León—Mencionaba tocando el esternón de Leo, aquel que protegía ese musculo al cual se le atribuye tanta emoción.
Leo se le quedo viendo sumamente extrañado, aquel chico parecía conocer mucho de constelaciones por lo visto, pero no se sorprendía él debería saber tanto como aquél.
—Y usted ¿Quién es?— decía Leo tomando su mano inclinándose— ¿La luna?— Dijo con picardía y gracia. Depositando un beso en su mano.
El chico rio, sonrojándose un poco— No — Dijo negando con su cabeza— Soy el heraldo de la Luna y salí a buscar a las estrellas—Contesto con simpleza. — Me han dejado solo en ella— Decía apuntando al satélite — El espacio y la noche es muy triste sin ellas. —confeso cabizbajo.
—Yo puedo ser una de tus estrellas — Dijo Leo con una sonrisa. — Si... Si tu quieres...— Dijo con un sonrojo. — Aunque me gustaría saber tu nombre primero.
Quizás el orden de cómo proponía las cosas era incorrecto pero, no se le puede exigir demasiado a un niño de ocho años.
El joven de ojos ámbar lo miro impactado y le dijo— Perdón, yo soy Des; octava generación de los heraldos de la luna y... una estrella tan importante, no debería estar conmigo— Menciono cabizbajo.
—Yo decido eso. — Dijo Leo con seguridad.
El joven de ojos chartreuse tenía razón, las estrellas escogían a su emisario; Ninguna había querido estar con él, ya que era muy joven para estar con ellas, eso habían dicho las otras que iluminaban el cielo, muchas veces se quedaba solo sentado en la Luna, esperando a que regresaran todos, algunas veces era enviado a buscar enanas blancas que se escondían alterando su forma en los planetas lejanos.
—Si...si vas... a ser mi estrella, yo ¡Prometo cuidarte muy bien!— Dijo aquel chico con sus mejillas rojas cual manzanas y con una mirada determinada.
—Des; Lo que realmente me importa es que sea tu única estrella— Dijo Leo tomando sus manos, mirando avergonzado a otro lado.
Los colores de las caras de ambos eran irreales, Des soltó una risita y le prometió que así sería, que no acogería a otra estrella como suya; Tal vez si era un emisario muy joven, lo suficiente como para no distinguir un humano de un astro, aunque aquel pareciera uno.
Una promesa se hizo esa noche, aquellos se veían siempre en el valle de sauces, jugando, riendo, conversando, acompañados uno con él otro; Obviamente con el tiempo Des, descubrió que Leo era un humano, pero no le importaba.
Algunas veces las estrellas más brillantes son las que caminan, que ríen, que sueñan, era realmente feliz de compartir las noches con Leo, su forma era reflejo de la Luna llena, haciéndolo estar con él sólo cuando aquella estaba en su máximo punto en el cielo.
Con el tiempo crecieron, sin embargo la magia de aquella no podría ser eterna, cuando los humanos se convierten en adultos dejan de ver las luces del cielo, centrándose en la monotonía de su propio planeta y vida. Des se preguntaba... cuando Leo dejaría de verlo.
—Leo, prométeme que seguirás conmigo por siempre...— Decía el joven de ojos, ámbar al notar que el moreno crecía hasta ser ya un joven adulto, que no tardaría en dejar de verlo.
—Te lo prometo, sin importar que pase te buscaré hasta el lugar más lejano del universo— Decía Leo, entrelazando su mano con la de él. — Es más, ¡Contraigamos nupcias!— exclamo eufórico, mientras se levantaba, y enredaba una flor para volverla un anillo.
Leo adoraba a aquel joven, desconocía muchas cosas de Des, pero la persona que era lo hacía amarlo, sólo se podían ver durante las noches, sin embargo el sentimiento que creció en su pecho, rebasaba los limites de cualquier razón o entendimiento.
—En este valle de sauces, bajo la luz de luna, prometo amarte hasta que mi vida termine y aun cuando esta acabe, me uniré a tu lado hasta estar juntos en el firmamento. — Decía el joven moreno, poniendo el anillo en la mano de Des, mientras sonreía sonrojado por lo embarazoso que aquello era, sin embargo no había mejor momento que ese.
Des lo miro perplejo, su rostro ardía y sus ojos brillaban de emoción, abrazo a Leo entusiasmado, mientras se atrevía a hacer algo que jamás había hecho, posar sus labios sobre los de él, Leo correspondió ese acto y cuando se separaron sonrojados, Des lo miro, ladeando con su mano su rostro para que lo mirara.
—Yo, Des Aeva prometo esperarte por siempre, ser completamente tuyo— mencionaba rodeando con sus brazos el cuello de Leo— No sólo esta noche, sino por siempre, te entrego mi corazón, Leo Splinder— musito mientras entrecerraba sus ojos para darle nuevamente un beso.
Esa noche se entregaron, como dos seres que se amaban sin importar que fueran o donde estaban, prometiéndose estar juntos por la infinidad de la eternidad.... Sin embargo cuando el sol apareció, la figura de Des se desvaneció, él no era un humano.
Leo se levanto alarmado de no encontrarlo, se sintió frustrado e impotente, sin embargo Des dejo una piedra ámbar junto a él, haciéndole comprender o creer que aquello no había sido una mentira o un error.
La siguiente noche de Luna llena apareció, Leo fue donde aguardaba siempre a Des, pero él no apareció, no había rastro de él, espero durante toda la noche a que su joven de ojos ámbar apareciera, sin embargo eso jamás paso.
— Madre, ¿sabes si vive alguien después del valle, alguna persona de apellido Aeva?
Preguntaba Leo, desesperado; Quería encontrar a Des, sin embargo su madre contesto que aquello sería imposible, no había ninguna casa a millas de distancia de la suya, Leo angustiado le pregunto si nunca había visto a aquel chico que le robo el corazón, su madre contesto, que a veces lo veía hablar solo a las orillas del lago.
Leo no podría creerlo Des era producto de su imaginación, imposible, no lo creería jamás, aquella piedra que se parecía a sus ojos le decía que aquello era verdad. Lo busco en todos lados, directorios, diarios, en el antiguo internet de aquella época, sin embargo el nombre de Des Aeva era un misterio, podría ser incluso un fantasma.
El tiempo paso, él era ahora un adulto, cumpliría su sueño de visitar a las estrellas, estaba en la cabina, el lanzamiento había sido anunciado, con la mirada en el cielo y el corazón entregado; iría a viajar al infinito espacio.
—Leo ¿Estás preparado? podría ser peligroso— Comentaba un colega más grande que él.
—Nunca había estado más contento y emocionado en mi vida —Exclamo Leo, con la idea firme de explorar, visitar y quizá, encontrar a.... Alguien.
A Leo le había costado demasiado ser astronauta, había perdido demasiadas personas mientras avanzaba, su madre ya no estaba, sus amigos habían quedado de a poco de lado y olvidados, no tenía pareja que lo esperara en casa; Él viviría la aventura, era el día que su más grande sueño se realizaría.
Había escondido aquella piedra dentro de su traje, era parte de una promesa, compromiso que mantuvo hasta ese momento y mantendría siempre; Aunque no había faltado quien intento proponérsele, él ya estaba comprometido, incluso diría que casado, quizá con un espejismo, quizá con un sueño efímero, quizá...con un heraldo de la luna.... Un hermoso emisario de ojos que brillaban más que el sol, y piel que era más reluciente que la luna, siempre suyo y él de aquel — "Des"—Pensó.
Aun podría escuchar los sonidos de la naturaleza de aquel lugar tranquilo donde creció, mientras la nave despegaba y abandonaba la atmosfera terrestre, recordaba las noches que compartió con Des, su vida pasaba por sus ojos como una bella cinta; Sin embargo, un sonido de alerta lo hizo salir de su letargo; El transbordador estaba colapsando, al parecer la 28va misión del Atlantis no se cumpliría.
Las luces de emergencia comenzaron a prenderse y el pánico colectivo de los seis tripulantes del Atlantis se hizo evidente, tal vez no llegarían a cumplir su misión, en cuestión de instantes aquella nave se desarmaría, quedando a la deriva del infinito y oscuro espacio, tan cerca, tan lejos en ese inhóspito desierto negro, a metros de la estación espacial.
Aquello cosmonautas decidieron intentar alcanzar a la estación espacial Mir, con el equipo rudimentario de la época para las caminatas espaciales y con mucha suerte, lograrían sobrevivir, hasta llegar al anclaje de la estación.
—Vamos nadie debe de quedar en la nave. — Decía William, Jefe de la misión.
Armados de valor salieron, estaban cerca de la entrada de la estación, el último era Leo, todos comenzaban a entrar, sin embargo el Atlantis empezó a moverse jalando a Leo por su cuerda de salvamento que permanecía adherida al transbordador, un hombre no logró llegar a la estación.
Leo quedo a la deriva con el Atlantis, perdiéndose en la oscuridad del espacio, el oxigeno comenzaría a acabarse pronto, se mantuvo con la mente tranquila no debía entrar en pánico; Sin familia que lo esperara; Aquello no podría ser tan malo, miro al gran satélite de la tierra, la luna, se perdió en ella hasta el momento en que sus ojos empezaron a nublarse por la falta de aire...recordando, añorando, extrañando....
—Leo...Leo, despierta—Una voz extrañamente conocida y amable le hablaba.
Al abrir sus ojos, la persona que había buscando durante toda su vida estaba frente a él, Des.
—Des...— Dijo incrédulo abrazándolo.
—Sí, —Dijo correspondiendo después de todo ese tiempo— Bienvenido seas, estrella de alfa leonis—Decía mirándolo a los ojos, tocando su rostro y dándole un cálido beso con lagrimas en sus ojos, aquello era irreal—Mi pequeño rey.
Como lo había prometido Des lo espero, siempre lo cuidaba desde el gran satélite, viéndolo crecer, viéndolo soñar con él, con el tiempo se volvió un emisario importante y aunque otras estrellas quisieron formar parte de sus constelaciones, él dijo que únicamente una le pertenecía y esperaría por siempre estar con aquella que brillaba más que las del cielo en la tierra.
Finalmente aquel emisario de la luna, y el joven de ojos chartreuse pudieron cumplir su promesa de brillar juntos, como luna y estrella en el oscuro firmamento.
Fin.
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Créditos: Karla Cotrina.
N.A:
Ohh cielos enserio que ame este bello dibujo hecho por karla, me emociono, me emociono, demasiado.... ahhh.... hasta estoy dando brinquitos por dios.... <3 <3 <3 <3 Lo adoro¡¡¡ <3 <3 <3 <3 <3 <3
Morachan reportandose; Espero esten muy bien y muchas gracias por leer esta pequeña historia¡¡ <3 enserio muchas gracias¡
Bueno el otro día estaba durmiendo y pensé en esta historia, cuento one-shot....
Me parecio interesante así que lo escribí, espero les haya gustado y bueno; Perdonen el final tragicamente feliz....
P.D: Hoy actualizare: ¿Sin arrepentimientos? y mañana actualizare Tocando tus labios, He tenido una semana algo mala T_T y por eso el retraso, espero le haya gustado¡¡
estaré algo lenta con las actualizaciones pero las haré¡¡
se despide Morachan.
Creditos: Laika~ Mecano.
Muchas gracias a mi querida Erin que me sugirio esta bella canción <3
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