Capítulo 72
POV CARRICK
— Buenas tardes— me dice una mujer un poco canosa de unos cincuenta años
— Buenas tardes— es la última hora de la tarde — ¿Está la señora Lincoln?
— Si, pase— responde la señora amablemente.
Entro a la casa de la pederasta. Hacía algún tiempo que ya no venía aquí. Creo que la última vez fue cuando Elena, dió una fiesta. No recuerdo que mierda celebraba, pero Grace y yo asistimos.
— Tome asiento... ¿Algo de beber?
— No gracias.
— Iré a buscar a la señora Lincoln.
— Se lo agradezco.
La señora se retira y yo me quedo sólo en el salón.
Elena ha decorado su casa, no la recordaba así, tiene un cuadro de Tiziano Vecellio: La Venus de Urbino, también hay un cuadro Herbert James Draper: Las puertas del ocaso.
— ¿Observando la belleza de la mujer desnuda Carrick?— Dice la degenerada.
— No sabías que tú eras una admiradora de ésta clase de pintura—
— Siempre he Sido una gran admiradora de la belleza.
Vieja estúpida
— Pero deduzco que no es por mis cuadros que estás aquí.
— Deduces bien—
— Grace, te fue con el chisme.— Dice con tono burlón.
— ¿Chisme Elena?— Estoy conteniendo mi enojo — yo diría que mi esposa por fin se dió cuenta la perra que eres.
— Uy— chilla — me da mucha pena que tú me creas una perra— añade burlona.
— Yo no te creo una perra, más bien una zorra o víbora.
Ella se sienta en su sofá, y se cruza las piernas, subiendo la falda hasta más arriba de la rodilla.
— Dejemos el sarcasmo, y dime a qué has venido— dice
— Me he estado preguntando: ¿Cómo es que una mujer cómo tú pudo fijarse en un niño? Puedo entender a Christian: Un adolescente, con las hormonas revuelta, el despertar sexual ¿Pero tú Elena? ¿Por qué lo hiciste?—
— Ví potencial en él, sabía que con un poco de práctica, podría convertirse en el amante perfecto. Y no me equivoqué.
Siento mi estómago revolverse.
— ¡Pero era un niño! — Furioso cierro mi mano hasta convertirlo en puño
— No lo era, para mi los niños son de cuatro, de diez años... No un jovencito de quince.
— Es asqueroso la forma como te justifica. —
— No me justifico Carrick. No es mi culpa que Christian haya puesto los ojos en mi— se defiende la maldita
— Si lo es. Debiste detenerlo.
— ¿Por qué iba hacerlo, si me hacía vibrar como ningún otro? Estaba cansada de ser la esposa florero de un viejo que no era capaz de complacerme en la cama... El me hizo sentir viva.
— ¡Cállate maldita pederasta! Si querías un amante, debiste buscarte alguien de tú edad, no un niño.
— ¿Alguien como tú Carrick?— Me pregunta burlona.
— Obviamente no. Alguien más de tú calaña.— Respondo con desprecio
Ella hace una mueca de sonrisa.
— ¿Tú crees que no me doy cuenta? Siempre me deseaste, pero obviamente estas dolido por qué nunca me fijé en tí.
— ¿Te volviste loca?— Su estupidez me deja desconcertado— siempre te ví cómo la amiga trepadora de mi esposa. La que quería llegar lo más alto posible sin importar los métodos ¿Por eso te casaste con Timber, no?
— A ti no te consta eso.
— Por favor Elena, tenías un letrero en la frente que decía: Soy una zorra que quiere convertirse en una gran dama de alta sociedad.
— ¡Basta! No voy a permitir tus insultos. — Se pone de pie. — Quiero que salgas inmediatamente de mi casa— espeta
— ¿Tú crees que me gusta estar en la casa de una maldita pedófila? Obviamente no...
— ¡Escucha imbécil, si estás aquí para reclamar por qué tomé a tú hijo, ya lo hiciste. Ahora lárgate de mi casa!
— ¿Sabes Elena? Hubiera dado cualquier cosa por encerrarte en una prisión por pedofilia.
— Pero no lo puedes hacer— dice triunfante— Christian ya es un adulto, y si pretendes hacer algo ahora, sólo perjudicaría a tú hijo.
Tienes razón vieja puta. Ya no puedo hacer nada, si te llevo a juicio, sólo perjudicaría a mi hijo. Él es un importante hombre de negocios y un escándalo sólo le traería problemas.
— Odio decir esto pero tienes razón— ella esboza una amplia sonrisa triunfante. Cómo me gustaría borrarle esa sonrisa de su rostro— pero también agradezco que mi hijo por fin se dió cuenta del parásito que eres.
Su sonrisa se borra al instante ¡Ja!
— ¿Crees que Christian, no volverá a mi?—Me pregunta desafiante.
— No. No lo hará— afirmo convencido. Sé que no lo hará.
— Lo hará cuando se aburra de esa mocosa— dice con arrogancia.
— Lo dudo, mi hijo está muy enamorado de Anastasia, lo ama con locura. Amor Elena, ¿Sabes lo que es eso?
— El amor es para gente mediocre y estúpida como tú Carrick.
— El amor es para todos los que están dispuestas a recibir y dar... Algo que tú nunca sabrás, por qué dudo mucho que Timber se haya enamorado de ti, y en cuanto a mi hijo...te puedo jurar que no lo hizo.
Ella endurece su semblante.
— No sabes nada idiota— masculla— tú no sabes que relación tuve con tú hijo, así que te voy a pedir que no hables.
— Puedo hablar por qué Christian es mi hijo, y sé lo suficiente para saber que fuiste la puta que lo acosó, lo sedujo y lo desvirgó, pero nunca fuiste su amor. Mi hijo sólo ha sentido amor por Anastasia Steele, una muchacha joven, dulce, buena, hermosa y sobre todo de muy buen corazón, que le regaló un maravilloso hijo a Christian.
Directo a tu orgullo perra.
Elena se ríe con aparente amargura.
— Esa estúpida le hizo creer que el bastardo que tiene es hijo de Christian.
Maldita pedófila.
— ¿Hubieras preferido ser tú la madre del hijo de Christian? — Ella abre sus ojos azules cómo platos— por favor Elena, mírate...Estás seca, jamás vas tener la dicha de ser madre.
— Ser madre es para perdedores— me responde furiosa— Grace, no es muy diferente a mi, ni siquiera fue capaz de darte hijos... Tuvieron que adoptar a tres bastardos—
¡Maldita! Sólo por qué es mujer no la golpeo. Pero te haré más daño que lo que pueda hacerte un golpe.
— Le dices bastardos a mis hijos, pero estás loca por uno de ellos... Estoy segura que mataría por estar en el lugar de Anastasia.
— No me hagas reír ¿Yo querer estar en el lugar de esa pobretona?— Se ríe con prepotencia.
— Si, por qué en este preciso momento ella está en los brazos de mi hijo, él le ha dicho cuánto la ama... Ella será su esposa, la señora de Christian Grey ¿Enserio no te gustaría estar en su lugar?
No dice nada y furiosa se va a servirse un vaso de whisky.
— Vete de mi casa— gruñe después de beberse su vaso de whisky.
— Yo pensaba que me ibas invitar un vaso de whisky para brindar por la felicidad de mi hijo— su rostro endurece— después de todo él se va a casar con una mujer joven, bonita y aunque es humilde, tiene una elegancia innata... Algo que a pesar del dinero, no se aprende, se nace.
Aprieta el vaso con fuerza. Está que explota de rabia y envidia. Cuanto te duele que Christian se haya comprometido. Cuánta rabia estarás sintiendo hacia Anastasia.
— Lo mejor de todo es que mi nuera no será una esposa florero... Obviamente mi hijo la va presumir delante el mundo, pero será para que vean lo orgulloso que está por tener una mujer tan hermosa. Por que hay que reconocer, Anastasia Steele, es realmente hermosa y no tiene la necesidad de adornarse cómo lo hacen otras mujeres—
— ¡Vete de mi casa!— Grita enfurecida.
— ¿Por qué? Yo estaba muy a gusto presumiendo a mi nuera... Y cómo no también a mi nieto, son lo mejor que tiene mi hijo Christian.
— Vete a otro lado a tirar tú veneno
Le duele que Christian nunca más será para ella.
— Ok, ya me voy.
Antes de salir le doy mi tiro de gracias.
— Sería muy fácil dejarte en banca rota, pero seguramente te las ingenierías para engatusar algún millonarios y casarte para ser rica... Siempre has Sido una zorra, vagabunda Elena.
— ¡Fuera de mi casa, maldito imbécil!
— Te vas a quedar sola, mientras mi hijo estará con su bella y joven esposa, y su hijo por supuesto, y los hijos que vendrán.
— ¡Lárgate de mi casa, maldito hijo de puta!— Me lanza el vaso que sostenía, por suerte logro esquivar.
— Me iré, no sin antes decirte que te has convertido en una vieja amargada. Tú cara es un desastre con esas ojeras y arrugas, tus tetas se han caído hasta tú ombligo, y tus piernas están llenas de várices. Das asco Elena, alguna vez fuiste hermosa, pero de eso ya no queda nada. Pareces una anciana de cien años.— Ella está roja de ira— aunque te hagas cirugías plástica mil veces, uses ropa de los diseñadores más prestigiosos, te maquillajes con los mejores maquilladores, jamás estarás a la altura de mi nuera.
—¡Eres un maldito viejo miserable!¡Vete al infierno adorar a esa maldita! — Toma un jarrón para que me lo lance.
— No, al infierno irás tú. Adiós vagabunda, disfruta sola está enorme casa.
Antes que Elena me lance el jarrón salgo.
Puedo imaginar cuánto le dolió que presuma de mi nuera. Lamentablemente no podré hacer nada en su contra, pero quedarse sin mi hijo y viendo lo feliz que él es, será castigo suficiente para ella.
POV CHRISTIAN
Ana, se sube al taxi sin que yo pueda detenerla.
— ¿Mi Papi?— Pregunta Ted
— Tú Papi ya no existe— responde Anastasia con frialdad
— Mami, yo quiero a papi—
— Andando— responde Ana, pero eso le dice al taxista
El taxi empieza moverse hasta incorporarse al tráfico.
Mi hijo empieza llorar, pero Ana no le importa.
— Papi— dice Ted, llorando
— ¡Te dije que tú padre ya no existe!— Grita furiosa
Ted, se asusta. El taxi sigue andando. Ana está furiosa. Ted, sigue llorando.
De repente un camión se atraviesa y el taxista no alcanza detenerse y colisiona con el camión. El taxi queda destrozado, dentro de él Ana y mi hijo cubierto con sangre.
— ¡Anastasia!
— ¡Theodore!
Ellos no me escuchan, ellos están cubierto de sangre
— ¡Anastasia!
— Christian—
Abro los ojos de golpe. Hay luz. ¿Dónde estoy? En mi dormitorio. El corazón me va a cien, como si hubiera recorrido cuarenta manzanas a todo correr para escapar de los perros del infierno. Estoy empapado de sudor. Ana se ha levantado de la cama, me sostiene de los hombros y me zarandea.
— ¿Estás bien? — Me pregunta preocupado
— Oh nena... Estás aquí— gracias a Dios sólo era una pesadilla. Ella está aquí conmigo. Suelto un suspiro aliviado. —Pero te habías ido.— Ella me dejaba, se subía al taxi y...
—Estoy aquí —dice, y me cubre una mejilla con la palma de la mano. — Sólo fuí al baño.
Ella sigue aquí a pesar de mi comportamiento cuando me dijo del embarazo. Está aquí conmigo.
— Estoy aquí— repite.
Está aquí, necesito sentirla. Necesito saber si no es sólo un sueño.
Tiro de ella para tumbarla en la cama conmigo.
— Tranquilo, yo estoy aquí contigo —repite mientras la rodeo con los
brazos. Me acaricia el pelo y la mejilla—. Christian, por favor. Sigo aquí. No
me voy a ir a ningún lado.
—Oh, Ana.
La necesito con urgencia.
Busco su boca e inmediatamente la encuentro.
Mi boca la reclama. Sabe a Ana: dulce y hogareña.
— Oh Ana.
Mi cuerpo reacciona mientras la beso, en la oreja, en el cuello. Tiro con los
dientes de su labio inferior mientras la cubro de caricias. Mi mano se mete por
debajo de la camiseta que lleva puesta. Ella tiembla cuando mis dedos se cierran sobre uno de sus pechos y gime junto a mi boca en cuanto encuentran su pezón.
—Te deseo —musito.
Te necesito. Por favor nena no me rechace, sé lo estúpido que fuí contigo, pero por favor no me rechace.
—Estoy aquí para ti. Solo para ti, Christian.
Sus palabras encienden un fuego en mi interior. Vuelvo a besarla.
Por favor, no me dejes nunca. Quiero pasar el resto de mi vida contigo y con mis hijos.
— Lo siento... Quiero tener el bebé contigo— mis palabras salen antes que pueda detenerla.
— Tranquilo.
Quito su camiseta por encima de su cabeza, dejándola desnuda. Sin perder el tiempo, empiezo chupar unos de sus pezones. Ella gime.
Llevo una mano hasta su sexo. Acaricio el clítoris.
— ¡Ah!— Gime
Está húmeda, lista para mi. Introduzco mi pene en su interior.
Joder, que sensación. Este es mi hogar. Dentro de mi mujer.
No quiero dejarla ir nunca más.
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