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Capítulo 71

   POV  ANASTASIA

— Dejaré a Ted, en la sala de televisión— me dice Christian. Yo no digo nada.

Estamos de vuelta en su departamento. Yo estoy muy molesta y herida, su comportamiento cuando le dije que estaba embarazada no fue el que yo esperaba, aún así creo que debo escucharlo.

Veo desaparecer a mi hijo y su padre hacia la sala de televisión. Mientras yo me quedo en el vestíbulo viendo los cuadros que están colgados en la pared.

Observo la virgen con el niño. Me pregunto, por qué Christian tendrá precisamente ese cuadro de la idealización de la maternidad.

Posee esos cuadros pero cuando le dicen que es o será padre sale huyendo despavorido.

¿Y que querías Anastasia, si su madre no lo protegió? Es evidente que se asusta por que teme repetir la historia.

— Ted, ha quedado encantado viendo Peppa pig. — Me dice cauteloso.

Pongo mis manos en mi cintura decida a enfrentarlo.

— ¿Tú crees que haciendo lo que mi hijo te pida, solucionas todo? —Su boca forma una línea sombría.

— Nuestro hijo— contraataca — Ana, sé qué estás molesta conmigo y de verdad lo siento, pero tú noticia de tú embarazo me ha pillado desprevenido...  Realmente me ha sorprendido.

— A mi también me sorprendió, pero no por eso huí a encerrarme— mi voz más dura de lo que pretendía.

— Eso estuvo mal, lo reconozco.

— Toda tu actitud estuvo mal— él palidece momentáneamente — Sé que no estás contento por lo de este bebé; yo tampoco estoy extasiada pero no por eso salgo huyendo, por Dios Christian, es carne de tu carne al igual que Ted— No voy a llorar.

Él me mira y parpadea, perplejo mientras se pasa los dedos por su pelo.

— Me asusté... Me aterra ser un mal padre, por favor entiéndeme un poco— trago saliva. Creo que estoy siendo muy dura con él.

— ¿Por qué crees que serás un mal padre, si con Ted, lo has hecho fantástico?

— ¿Enserio lo hecho bien?— Me pregunta incrédulo.

¡Por Dios que hombre tan inseguro!

— ¡Por supuesto que si!— Afirmo con pasión. — Christian, eres un gran padre— suavizo mi voz

— Pero no sé nada de bebés...¿Y si le hago daño?

Anastasia, dale un poco de confianza al pobre hombre, no es su culpa que su niñez haya Sido horrible.

— ¿Realmente crees que le harías daño? Por favor, no temas... Lo harás bien, sólo confía un poco más en tí.

— No es fácil.

— Pero yo estaré contigo.

— ¿A pesar de mi comportamiento estúpido?— Le regalo una sonrisa.

Ay dios, este hombre puede ser un maravilloso padre y no se da cuenta. Sólo tengo que darle confianza.

— A pesar de tú comportamiento estúpido— replico.

Él se acerca a mi, quedando centímetros delante de mí, no me toca.

— ¿Me perdonas?— Me sonríe con un amago de disculpa y yo me derrito, ya no estoy tan molesta con él, bueno no tanto.

— Tal vez— me encojo de hombros

— ¿Que puedo hacer para que me perdones?— Me pregunta dulcemente mientras su mirada me recorre de pies a cabeza.

Mi cuerpo se tensa de la cintura hacia abajo. Él sigue sin tocarme pero sus ojos están hambriento de deseo por mi. Yo siento un ardor por todo mi cuerpo. Lo deseo.

— No sé, tú dime— susurro mientras nos miramos el uno al otro embebiéndonos el uno del otro.

— Tengo algo en mente, pero es para mayores de edad— su tono seductor me enloquece.

— Muéstrame eso que tienes en mente.— Estás jugando con el libido de una embarazada Grey.

— Aquí no, en la cama.

Ya no soporto la distancia que me separa de él, sin decir nada más me abalanzo encima de él, sorprendiendolo.

Tomo su rostro con mis manos y lo beso, él me responde de inmediato y me besa con pasión. Su boca reclama la mía, su lengua encuentra la mía. Una de sus manos sujeta mi pelo.

— ¿Que quieres Anastasia?— Susurra contra mis labios.

— A ti— humo

— ¿Dónde?

— En tú cama.

Me suelta. Me toma en brazos y me lleva hasta su dormitorio.

Me deja de pie junto a la cama, y sin decir nada me besa nuevamente.

Siento un calor sofocante, mi sangre arde cómo artefacto incendiario, mi vientre se contrae y mi entrepierna está húmeda.

— Eres tan hermosa— susurra mientras me quita la ropa— no puedo vivir sin ti... Te amo demasiado— y yo a tí Grey, pero por ahora solo quiero tenerte dentro de mi.

Una vez que me ha quitado toda la ropa me empuja con cuidado encima de la cama.

Ansiosa observo como se quita la ropa con demasiada lentitud. Mi sexo pide a gritos su atención.

Cuando se ha quitado la ropa, me abre las piernas y empieza besarme, desde las pantorrillas hasta el muslo.

— Por favor— estoy desesperada.

Él no hace caso a mi súplica y sigue torturandome, dándome besos desde la pantorrillas hasta el muslo en ambas piernas.

Cuando lo tengo su rostro cerca de mi sexo, con mi mano tiro de su pelo animandolo que me haga lo que mejor sabe hacer. Afortunadamente no se hace de rogar, y con sus dedos abre los labios vaginales y sopla el clítoris provocandome que grite.

— Por favor— insisto.

El obedece mis súplicas y empieza pasar la lengua desde la vagina hasta el clítoris. Que bien se siente.

— ¡Ahhh!— gimo

De repente se queda en el clítoris y empieza a chuparlo. El placer es intenso, agarro las sábanas, trato de cerrar las piernas pero él no lo permite y sigue con su dulce tortura. Oh me encanta.

Christian introduce un dedo en mi interior y su lengua sigue haciendo maravillas allá bajo, hasta que ya no puedo más y exploto en su boca. Él absorbe hasta la última gota de placer.

El clítoris está sensible por sus atenciones, pero el insiste en chuparlo... Trato de apartarlo, pero no me lo permite y segundo después estoy exitada nuevamente. Christian se incorpora, y de una estocada me penetra.

Oh me encanta tenerlo dentro de mi. Me encanta lo que me hace. Me encanta el placer que me proporciona.

Él entra y sale de mi. Adentro afuera. Adentro afuera. Adentro afuera. Una y otra vez hasta que llego al punto máximo y ambos nos corremos gritando nuestro nombres como si fueran una oración.

Estamos sin aliento. Christian sale de mi y se tumba a mi lado.

— Debo hacerle de cenar a Ted— le digo

— Está bien, yo también estoy hambriento— dice alegre

Es increíble cómo un hombre se pone más dócil después del sexo

— Debemos hablar del bebé— añado. No puedo posponer la conversación

— Lo sé.

— No eres el único asustado — murmuro

El levanta la cabeza y me mira sorprendido

— ¿Estás asustada?— Me pregunta

— No es susto exactamente, pero creo que no quería otro bebé tan pronto— sé que está mal, pero quiero ser honesta.

— Tenías otro planes ¿No es así?— Me abraza con fuerza.

— Quería terminar mis estudios

— ¿Cuáles son tus sueños Anastasia?— Ha desviado la conversación

— Ya te dije, terminar mis estudios, trabajar en alguna editorial

— ¿Enserio?—

— Si, me faltaron dos años para terminar la universidad.

—¿Que estudiabas?

— Literatura inglesa

— Ya veo— dice pensativo.

Otra vez me tocará posponer mi sueño.

— A mi me encantaría tenerte aquí, pero sé que no quieres eso, tampoco te sentirás cómoda si te digo que no tienes por qué trabajar, así que voy a proponerte un trato.

—¿Un trato?— ahora soy yo quien alza la cabeza para mirarlo

— Hace poco adquirí una editorial, está arruinada, pensaba sacarle lo poco de utilidad que tenía, pero yo quiero que cumplas tus sueños.

— No te entiendo— estoy confundida.

— Te voy a proponer que te hagas cargo, si la sacas a flote, te quedarás con la editorial

— ¡¿Que?! ¡¿Estás loco?!— ¿Cómo se le ocurre regalarme una editorial? Está loco.

— Loco estoy, pero por ti— sonrío como boba— Ana, yo quiero que cumplas tus sueños, y si yo puedo ayudarte, lo haré— afirma

— Pero no terminé la universidad— me quejo

— No te preocupes, yo tampoco terminé la universidad—  dice despreocupado

— Pero...

El me da un beso en la boca.

— Hemos dejado a Ted sólo, mucho tiempo... No quiero que una cerda eduque a mi hijo— se levanta de la cama, desnudo. Busca su ropa y empieza ponérselo. Lo miro embobada y a la vez preguntandome: ¿Yo hacerme cargo de una editorial arruinada? No creo poder hacerlo.











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