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Capítulo 57

           POV ANASTASIA

Llega el sábado y estoy con una sonrisa boba en mi rostro. Escucho que tocan el timbre y sé ya quién es.

Emocionada por lo que sea que tiene planeado para nosotros, voy hacia la puerta y al abrir, saludo como si fuera algo de todos los días recibir al guapo padre de mi hijo.

—Muy buenos días, señor Grey— le digo al hombre que amo.

—Buenos días, mi bella novia— responde con una hermosa sonrisa.

Se me acerca a mi con arrogancia, me rodea los hombros con el brazo, me levanta la barbilla y me planta un beso apasionado y sonoro en los labios.

¡Wow! Que bien besa...

— Hola— le digo nerviosa. —Feliz cumpleaños.

— Gracias ¿Lista para viajar?— Dice ¿Tímido?

— Oh si... estaba terminando de darle el desayuno a Ted. ¿Quieres entrar?

— Claro.

Entramos a la casa y Ted en cuanto se da cuenta de la presencia de su padre empieza a gritarle.

— ¡Papi, Papi!

Christian de inmediato lo toma en brazos y lo besa.

— Hola, mi bebé— le dice cariñoso.

Mi padre solo observa. Él ha estado muy distante desde que le dije qué Christian y yo éramos novios y que tratariamos de mantener una relación, no solo es por Ted, esto lo queremos también nosotros. Mi padre está molesto; Ayer cuándo le dije, sólo respondió:  «Te felicito» y desde ayer está frío y distante conmigo.

— Buenos días señor Steele— le dice Christian a mi padre con tranquilidad.

— Buenos días, señor Grey— responde mi padre con tono frío y se pone de pie. — Los dejo solos. Hasta mañana Anastasia. 

¿Ya no soy Annie? ¿Qué me perdí?

— Papá ¿Estás bien?— Le pregunto confundida por su actitud.

— Todo está perfecto— responde sarcástico.

Él sale de la cocina dando un portazo.

— Creo que no le gustó que viniera— murmura Christian incómodo.

— Tal vez discutió con Olivia...— le respondo quitandol importancia, ya hablaré con él.

A Ray le molesta que esté con Christian, pero tendrá que aceptarlo, Christian es el padre de Ted, y es el hombre que amo.

— ¿Nos vamos?— Me pregunta Christian sin soltar a su hijo.

— ¡Feliz cumpleaños!— Chilla Ted.

Christian lo mira asombrado y nuestro pequeño rodea su cuello con sus bracitos y le da besos.

— ¿Tú se lo dijiste?— Me pregunta asombrado. 

— Si. Incluso te tiene un regalo.

— ¿Enserio? ¡Wow...!

— Espérame... ya regreso.

Me voy a mi habitación en busca del regalo de Ted para su padre. Tomo el regalo de Ted y el mío y regreso a la cocina.

— Éste es el regalo de Ted.

Le entrego el regalo que se me ocurrió sería perfecto de un hijo para su padre.

— Ana, no era necesario hacer esto— me dice cuando toma el regalo en sus manos.

— Espero y te guste.

Christian deja a su hijo encima de la mesa. Mira la envoltura intrigado por lo que pueda ocultar y sonríe.

— ¿Lo puedo abrir?

— Por supuesto.

Con cuidado de no romper el papel empieza desenvolver su regalo.

— Anastasia... Ted... esto... — noto un deje de emoción en su voz— es precioso.

— ¿Te gustó?— pregunto con timidez.

— Es perfecto. Gracias— se acerca a darle un beso en la cabeza de su hijo.

Ted por supuesto no entiende nada. Juguetea con una cuchara. Christian, mira el retrato donde está su hijo con sólo seis meses de edad.

— ¿Tienes fotos de él recién nacido?— Me pregunta sin dejar de observar el retrato.

— Tengo un álbum.

— ¿Lo puedo ver?— Creí que tenía prisa por irnos.

— Por supuesto, pero antes toma. Este es de parte mía— le entrego su regalo de cumpleaños.

— Mi llegada al mundo no es una fecha que me guste celebrar, pero ustedes hacen que yo mire el mundo con otra perspectiva. Gracias— me dice al recibirlo.

Se me encoge el corazón escuchar que no le gusta celebrar su cumpleaños, pero es evidente que le trae malos recuerdos.

Él deja el retrato de Ted encima de la mesa, y empieza desenvolver mi regalo.

— Wow— ya es evidente su emoción.

— Fue lo único que se me ocurrió— no es fácil comprarle un regalo a un hombre que lo tiene todo.

— Esta preciosa Anastasia. Enserio no tenías que hacer esto— me dice emocionado.

Le he regalado una corbata plateada de Brioni. La saca del empaque y sonríe. Al verla. A mi me pareció sofisticada, ahora no puedo esperar a verlo usarla. Se verá guapísimo.

— Desde ahora será mi corbata favorita— me dice sonriente y vuelve a guardarla en el empaque.

— Me imagino que debes tener muchas y mejores que esa— digo mirando hacia la corbata.

— Ésta será especial por qué me lo has dado tú— me dice y me da un beso casto.

¡¡¡Oh, qué lindo!!!

— Iré por el álbum, y el equipaje de nuestro hijo. Espera aquí.

— Perfecto.

Me voy a mi habitación. Y solo tengo que tomar la maleta que ya tenía lista.

Cuando regreso al comedor, Christian está poniendo el zapato de Ted por qué al parecer se le salió.

— ¿Nos vamos?— Me pregunta cuando me ve entrar.

— Si.

    *****

Dos horas después Christian conduce su lujoso R8  hacia los muelles en Seattle. Se ve feliz, relajado, sonriente. Ted, está asombrado mirando por la ventana del auto.

Se detiene delante del puerto deportivo.

Asombrada miro los barcos desde la ventana.

— ¡Barco!— Chilla mi hijo emocionado.

— Pensé que podríamos salir a navegar. El día está precioso—dice Christian y sale del auto.

Me quedo asombrada ¿Navegar? Madre mía.

El rodea el auto y me abre la puerta. Toma en brazos a Ted y salimos del R8

Caminamos hasta donde hay un enorme barco.

— Es mío.

— Wow— musito maravillada.

El barco debe de medir como mínimo doce metros, quizá unos quince.
Dos elegantes cascos blancos, una cubierta, una cabina espaciosa, y sobresaliendo por encima todo de ello un impresionante mástil.

— Esto es increíble ¡tienes un barco!

— Si, construido por mi empresa—dice orgulloso.

Estoy impactada. Por un momento me pregunto: ¿Que más posee?

— Eres muy rico.

Dirán que soy una zorra caza fortunas que lo atrapó con un hijo. Ese pensamiento me deja un mal sabor de boca.

— Lo soy, pero no pienses en eso. Ven — me toma la mano y para mí sorpresa nos encontramos con Jason.

— ¡Jason!

— Ana, que gusto verte. Ted.

Me suelto del agarre de mi novio para saludar a Jason.

— ¿Has traído todo lo que te pedí?— Dice Christian con tono impasible.

— Por supuesto. Ya he dejado todo en el barco.

— Gracias, Jason. Ya puedes retirarte. Disfruta tu fin de semana.

— Gracias, señor Grey. Y por cierto, feliz cumpleaños.

— Gracias — responde Christian.

— Me retiro, también tengan un buen fin de semana.

— Ten un lindo día, Jason — digo cuando me despido de él.

Miro el enorme barco.

— ¿Cómo se llama?

—Ven.

Me lleva a un costado para que pueda ver el nombre: Grace. Me quedo muy
sorprendida.

—¿Le pusiste el nombre de tu madre?

—Sí. —Inclina la cabeza a un lado, un tanto desconcertado

—¿Por qué te extraña?

— No me extraña. Debes amarla mucho— me pregunto cómo  reaccionará cuando se entere que Christian y yo estamos juntos.

— Adoro a mi familia, Anastasia. Y en cuanto a mi madre, la amo mucho—le sonrío. No sé qué más puedo decir.

— ¿Quieren subir?— Le pregunta a Ted

— ¡Siiiiii!— Grita nuestro hijo eufórico.

— Vamos, campeón— responde emocionado. Tiene los ojos brillantes.

Subimos al barco y nos muestra la cubierta. Ted asombrado nos señala todo lo que ve, le pregunta a su padre sobre qué es o para que sirve y atento lo escucha.

Veo en un extremo del barco una mesa con tres sillas. Sobre la mesa hay un balde con hielo y dentro una botella de champagne, hay un chafer de acero inoxidable y botellines de jugo de frutas. También hay una bandeja con un chafer de cristal, está llena de fruta y platos.

Será un gran día.

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