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Parte 1: La Compañía del Escudo de Roble

Empezamos tras el destroce de la despensa de Bilbo, cuando los enanos revelan el motivo de su llegada al agujero-hobbit donde vive nuestro chico:

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 - Le leeré la carta de nuevo, señor Bolsón, porque parece ser que le cuesta creer en las palabras de un mago por escrito.

 Thorin arrebató al viejo Balin la carta de sus manos, y echando una mirada de soslayo al aturdido hobbit leyó de nuevo.

 - "Mi querido Thorin Escudo de Roble, hijo de Thráin, hijo de Thror, Rey Bajo la Montaña, la búsqueda del decimocuarto miembro de la Compañía ha finalizado. En Bolsón Cerrado vive alguien de pequeña estatura y pies ligeros que tiene sencillo el pasar desapercibido, perfecto para el trabajo de saqueador que busca" - Thorin bajó la carta dejando de leer - Palabras escritas por Gandalf, el mismo que ahora fuma tranquilamente en su sillón favorito, señor Bolsón.

Bilbo estaba nervioso y un poco aturdido. No era que dudara de las palabras de esa carta, ni mucho menos, pero el no tener el apoyo de Gandalf ante su inseguridad le molestaba un poco. Esa noche, trece enanos y un mago habían entrado a su casa con pocos modales y habían arrasado con su despensa y abusado de su hospitalidad y respetable paciencia de hobbit, y ahora el tranquilo mago que había empezado todo esto le daba la espalda sentado en su sillón favorito, fumando una pipa de barro.

 - Mi señor enano... - Bilbo sonreía nervioso - efectivamente parece que respondo a la petición de esa carta, pero como puede ver... ni estoy preparado para lo que usted quiere emprender, ni mis pies son pequeños y ligeros... - el hobbit levantó sus enormes pies peludos para que los enanos los vieran.

Thorin lo miraba con una mueca seria con algo de desconfianza. No estaba acostumbrado a que le dijeran tantas veces que no. Gandalf se levantó del sillón después de hacer el último anillo de humo con su pipa y guardarla.

 - No te alteres después de comer, Thorin, hace mal a la digestión. Balin ha leído la carta una vez, y después tú otra, y en ninguna de las dos lecturas ha salido de vuestras bocas que el saqueador sea un hobbit.

 - ¿Quién más vive aquí, señor Bolsón? - el viejo Balin preguntaba con una sonrisa curiosa rodeado de los ojos de los demás enanos en silencio.

 - Na-nadie más, mi querido amigo... - Bilbo dio otra risa nerviosa y se frotó las manos - Sólo este humilde servidor...

 - Pues tienes un agujero-hobbit muy grande para ti solo... - Thorin lo atacó con la mirada.

 - Ah, si, herencia de mi familia, mi abuelo era un Tuk, y mi padre le hizo a mi madre el agujero-hobbit más grande la Comarca... - él retrocedía lentamente para salir por la puerta de la estancia.

 - Ah, Bilbo, no temas que la despertemos. Con todo el ruido y toda la música que hemos tocado es imposible que duerma... - Gandalf se apoyó en su bastón.

 - ¿Qué "la" despertemos? - Kili miró a Fili con curiosidad y los dos hermanos sonrieron a la vez.

Los susurros que compartían los dos enanos más jóvenes de la compañía empezaron a extenderse por los enanos mayores. Bilbo aprovechó para retroceder en pasos más grandes, pero no podía quitarse de encima la mirada de Thorin, el líder del grupo de enanos. El hobbit miró tímidamente a su derecha al salir de la estancia para encontrar a una figura a su lado que le miraba inexpresiva.

 - ¿Quiénes son, señor Bilbo? - preguntó ella.

Él sólo alcanzó a tartamudear algunas palabras levantando una mano antes de que Gandalf se agachara a pasar por la pequeña puerta redonda.

 - Ah, aquí estás, pequeña. Siento que con el ruido no te hayamos dejado dormir.

Sus palabras fueron seguidas por una avalancha de enanos sobre la pequeña puerta, que al no poder pasar todos juntos, se conformaron con asomar la cabeza a ver a la joven con gran curiosidad.

Era una chica de aspecto adolescente, con piel blanca y pelo albino, liso hasta casi al suelo, con los ojos de un bonito color azul grisáceo y con expresión ausente. Vestía un camisón de dormir blanco también e iba descalza. Miraba la escena como si todo aquello no fuera con ella.

 - Zoba, te dije que no salieras de tu cuarto... - Bilbo alcanzó a coger su brazo y a susurrarle a su lado.

 - No podía dormir por el ruido, y además, habéis cocinado algo que olía delicioso y me entró un poco de hambre... - se justificó la joven.

 - ¡Ha quedado un poco de ensalada de patata! - Kili y Fili hablaron a la vez y se abalanzaron corriendo hacia la cocina a coger el bol.

Ella miró a los hermanos enanos irse corriendo, y volvió a mirar al resto de enanos.

 - No... - Thorin negó en un susurro - No puedes estar hablando en serio, Gandalf...

El mago sólo asintió con una sonrisa cálida mirando a la joven. Los hermanos jóvenes aparecieron con el bol de ensalada y el cucharón de servir y se lo tendieron. Ella dio las gracias con un susurro y empezó a comer maleducadamente con ese cucharón.

 - No hay nada más bonito que ver a una mujer con hambre comer - el gordo de Bombur la miró encantado.

 - ¿Y esta chica que sabe hacer para ser una saqueadora? - Thorin volvió al tema que les interesaba - ¿Sabes usar armas al menos? ¿Arcos? ¿Dagas?

 - No he usado nunca un arma, señor enano, aparte del cuchillo de cocina... o eso creo... - ella le miró con las comisuras llenas de ensalada, y Bilbo se apresuró a limpiarle la boca con un pañuelo con unas B.B bordadas.

 - Verá, señor Thorin, puedo explicarle... - Bilbo le quitó el cuenco a Zoba de las manos y lo puso sobre un mueble - Esta chica apareció vagando por la comarca hará tres lunas pronto habiendo perdido toda su memoria, no recordaba nada. Ni su familia, ni su hogar, nada. Sólo tenía escrito en su antebrazo "Zoba" con pigmentos rojizos, y pensé que sería su nombre, pues tampoco lo recordaba. No podía dejarla así, los hobbits somos bondadosos de corazón.

 - Zoba... - Balin acarició su barba blanca pensativo - No lo he oído nunca, no se que origen tiene...

 - Yo te diré el origen - Thorin se acercó a ella con seriedad y agarró un mechón de su pelo para apartarlo. 

Zoba ni siquiera se movió al sentir la brusquedad del movimiento, revelando unas pequeñas orejas puntiagudas taladradas de pendientes de plata desde el lóbulo hasta la punta.

 - Origen élfico. Mirad que orejas puntiagudas - dijo mirando a los enanos.

 - Es muy baja para ser un elfo, lo sabes Thorin, como también sabes que las orejas de los elfos no se destrozan con tantos pendientes. Están muy orgullosos de ellas - el mago puso una mano sobre la de Thorin para que soltase su pelo y se separase de ella.

 - Pero tiene los modales de comer de un enano - Fili dijo eso y el resto de los enanos empezaron a reír.

Zoba se lamió un dedo son resto de ensalada sin quitarles los ojos de encima con curiosidad, sin importarle sus risas ni sus miradas. Gandalf puso una mano en su hombro y ella le miró dejando de lamer su dedo.

 - Saldremos mañana a media mañana, prepárate para la aventura.

 - ¡No, señor mío! - Bilbo se puso entre los dos - ¡No os la podéis llevar!

 - En eso estamos de acuerdo, señor Bolsón - la voz grave de Thorin calló las risas de los enanos y dirigió una mirada dura a la joven - No quiero cargas ni estorbos en mi compañía.

Dicho esto, Thorin abandonó la estancia buscando un lugar donde poder dormir esa noche, y fue seguido por el resto de los enanos, algunos con caras largas como los dos jóvenes. Gandalf no cambió su gesto amigable.

 - No te preocupes, cambiará de opinión en el primer día de viaje...

Esa noche, Bilbo y Zoba compartieron cuarto, pues el resto de lugares estaban ocupados por enanos que roncaban demasiado. Zoba observaba sentada en la cama a Bilbo prepararle un zurrón con cosas que él creía indispensables: unas monedas, agua, un mapa, un peine...

 - Confía en Gandalf, Zoba, y no te separes de él en tu viaje. Espero que con este viaje puedas recuperar tu memoria, saber quién eres, de dónde vienes, que te pasó... y sobre todo que veas mundo, algo que a los hobbits no nos gusta demasiado, pero dicen que es grande y hermoso.

Zoba escuchaba al hobbit callada. Algo muy grande e inesperado se avecinaba para ella, y muy pronto lo descubriría.


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