Capítulo 7: El trato
Actualizo doble, vaya a ser que esta semana tenga mucho trabajo, porque os quiero ^^
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El rey Thranduil había hecho llamar a una elfa, que subió con un cepillo suave, un par de botes pequeños y unas flores de adorno.
- ¿Cómo es tu nombre, a todo esto? - le preguntó Thranduil a la chica.
- Zoba... - dijo ella mirando a la elfa, que la invitaba a sentarse en una silla.
- Zoba, hazle caso a la chica. Te quitará ese horrible peinado y te pondrá uno de tu categoría.
Zoba se dejó quitar su ancha trenza recogida y que la elfa le peinase, con ese líquido de los botes y ese suave peine que hacía que el pelo volviese a su liso original, un alisado élfico. Mientras, el rey Thranduil miraba satisfecho. Se le había ocurrido un nuevo trato para Thorin a cambio de la libertad de los enanos... pero sólo de los enanos.
Se giró a ver el resultado del peinado de la elfa. Su pelo blanco y piso volvía a ser largo hasta el suelo, con un sutil recogido pequeño con las flores para que no se le pusiera en la cara. El rey elfo se acercó a ella, con la barbilla alta, disfrutando de lo que veía. Zoba se levantó y se observó en un espejo que le tendió la elfa.
- Ahora sí, estás más cerca de la perfección.
El rey cogió un mechón de su pelo, y lo acarició en toda su extensión hasta la punta. El pelo largo, cuidado y liso era algo muy importante para él, pues era bello y elegante. Ahora sólo quedaba arreglar esas orejas y estaría perfecta. Cuando la elfa se marchó, Zoba habló.
- Su Majestad... - Thranduil no le corrigió ni le pidió su nombre como hizo su hijo - esto... ¿por qué es?
- ¿Por qué va a ser? - el rey la observó de cerca - Estas como debes estar ahora. Considéralo... un pequeño regalo a cambio de haberme equivocado contigo.
Zoba lo observaba sin decir nada. Su silencio guardaba muchas preguntas, pero sabía que ninguna sería respondida. Por eso, hizo sólo una más, aprovechando este curioso buen humor que tenía ahora.
- Eso que dijo usted de los enanos... de que podría dejarlos ir de aquí... ¿es posible?
- Todo lo que yo digo es verdad - el rey elfo caminó hasta su trono - Todo lo que digo es un dogma.
Zoba le siguió caminando despacio, viendo cómo levantaba su larga gabardina adornada y se sentaba en su trono, sujetando su bastón y cruzando las piernas, mirándola desde las alturas.
- Yo estoy dispuesto a darle al príncipe enano una segunda oportunidad, a hacer un segundo trato. Si lo acepta, daré la libertad de su pueblo. Si sigue comportándose de esa manera tan... egoísta, se quedará encerrado hasta que deje de respirar.
La estelar se estremeció y juntó sus rodillas mirando al suelo. La oscuridad le daba miedo, e imaginarse pasando el resto de sus días en una mazmorra oscura le revolvía el estómago. Pero lo que ella no sabía, es que decidiese lo que decidiese Thorin, ella no pisaría una mazmorra nunca.
Zoba miraba de reojo al resto de elfos soldados, pero ninguno de ellos se acercaba a ella para llevarla a las mazmorras, cosa que le daba curiosidad. Sin embargo, uno le entregó una llave al rey, que se acercó despacio a Zoba para quitarle los grilletes de las manos. Ella se acarició las marcas de sus manos. Ella podría haberlas roto, pero no quería hacer un escándalo.
- Quédate a mi lado - ordenó Thranduil sentado en su trono - Haré llamar al Escudo de Roble.
Dos elfos bajaron a por el príncipe enano a las mazmorras. Thranduil dio una sonrisa de lado moviendo la pierna que tenía elevada. Tras dos o tres minutos de infinitas escaleras, los elfos llevaron a Thorin ante Thranduil, que abrió los ojos enormemente viendo el cambio que le habían dado a Zoba. Él se había calentado mucho la cabeza pensando que clase de castigo preparaba el rey elfo para ella, pero parece ser que había descubierto su raza y le había... caído bien.
- Príncipe enano, estás de suerte. Te ofrezco otro trato - el rey jugó con sus dedos en el reposabrazos.
- Creo saber de qué se trata... - contestó Thorin desafiante.
Balin y los otros enanos le habían gritado al salir de las mazmorras que por favor, pidiese lo que pidiese el rey por su libertad, lo considerase. Pero Thorin creía saber de que iba todo esto, y ya estaba a la defensiva.
- Te ofrezco, Thorin, de nuevo, la libertad de tu Compañía a cambio de que dejes aquí a la estelar, que pasará a vivir aquí - Thorin iba a replicar y Zoba se giró hacia él con los ojos abiertos como platos, pero los guardias golpearon a Thorin para que no hablase - Estará atendida como una reina, llena de joyas, vestidos, los mejores manjares... la vida que todo el mundo quiere.
Zoba también le iba a replicar, pero Legolas, detrás de ella, le puso una mano en la boca y una mirada de advertencia.
- La libertad de mi Compañía la incluye a ella. Es nuestra saqueadora, es una de los nuestros - Thorin habló con voz dura, controlándose por no mandar al rey a tomar... viento.
Thranduil puso una mueca de soberbia y se aguantó el reír.
- Oh, Thorin, por favor... ¿la vas a meter a ella en tu grupo de enanos sucios y rastreros? ¿La vas a hacer pasar por las desgracias que tiene el camino hasta llegar a enfrentarte a un dragón? ¿Todo por... codicia? Thorin... piensa un poco, se racional. Si la quieres, déjala ir - el rey estaba disfrutando de ver cuántas veces cambiaba la cara del enano en un discurso - Déjala vivir como una reina, sin penurias ni malos tragos...
Thorin observó a Zoba, que se quitaba la mano de Legolas de la boca despacio y le miraba fijamente. Ella no se creía lo que escuchaba y estaba tan impactada como él.
- Ella no lo va a pasar mal - siguió Thranduil - Y tengo entendido que tenéis... algo de prisa por llegar a la Montaña antes de cierto día - él sonrió de lado - ¿Vas a cambiarlo todo por ella, Thorin?
Él se levantó del trono y se acercó a él lentamente y se inclinó un poco a su altura.
- Te doy toda la noche para que lo pienses...
Después de estas palabras, los elfos se llevaron a Thorin de nuevo hasta su mazmorra. Zoba siguió su camino con la mirada, y luego miró al rey. Si Thorin aceptaba, ellos se irían, pero ella se quedaba viviendo la vida que Thranduil le había prometido; si se negaba, se quedaban encerrados, pero ella tendría el mismo destino. Thranduil la miraba, adivinando sus pensamientos y sonriendo mentalmente.
Legolas, detrás de ellos, no sabía muy bien como sentirse. Tendría que hablar con su padre en privado para que le contase que tenía pensado hacer exactamente con la estelar.
- Legolas, enseña mi hogar a la estelar, pues pronto pasará a vivir aquí... pasa siempre.
Legolas asintió con una pequeña sonrisa, y tomó a Zoba de los hombros para llevarla. Ella bajó la mirada y siguió con tristeza al príncipe elfo. Thranduil levantó la cabeza con soberbia viendo como se marchaban. Pronto le cambiaría la cara a Zoba, pronto...
En las mazmorras, a Thorin le volvieron a meter bruscamente en la mazmorra. Todos los enanos se asomaron a sus barrotes mirando la celda de Thorin cuando los elfos se marcharon.
- Thorin... ¿otro trato? - preguntó Balin.
- Si... - Thorin contestó cansado.
- ¿Y? - todos esperaban nerviosos.
Thorin no contestó y se refugió en la oscuridad del fondo de su celda en silencio. Se sentó y suspiró largamente. Cualquiera de sus decisiones le haría perder a un miembro de su Compañía. No quería, no quería dejar de ser un líder respetable para ellos, pero intentó pensar una manera de escapar llevándose a Zoba hasta antes de tener que darle a Thranduil una respuesta, mañana a la salida del sol.
Por los grandes jardines bañados por la luz plateada que se filtraba de las estrellas por el cielo, el príncipe Legolas paseaba con Zoba, enseñándola las zonas del enorme lugar. Zoba lo miraba todo, pero aquello que debía impresionarla, le daba tristeza, incluso con el hermoso y caro vestido élfico que le habían dado para que se pusiese. No podía dejar de pensar en el grupo de enanos en las mazmorras. Legolas se dio cuenta, y la acercó a una cabaña a un lado del jardín con una ventanas enormes.
Dio un par de golpes a lo que parecía ser una pequeña puerta, con un boquete grande y decorado encima, y silbó suavemente. Un alce gigante sacó la cabeza por el boquete, con cuidado de su enorme cornamenta. Zoba dio un chillido de felicidad con la boca abierta, y se abrazó al hocico del inmenso animal.
- Sabía que esto te animaría - el príncipe sonrió - Te veías muy ausente.
- Sí... no puedo quitarme de la cabeza el trato que ha hecho el rey sin... pedir mi opinión... - ella acarició el morro del cariñoso animal.
- Ni nunca te la pedirá. Por lo menos, no hasta que te ganes su confianza absoluta.
- Legolas... yo no quiero quedarme aquí, agradezco mucho la oportunidad de esta vida, pero... no sé si este es mi lugar.
- Todos estamos muy confundidos. Mi padre no toma estas decisiones tan precipitadas nunca.
- Legolas... sinceramente... ¿Qué crees que quiere hacer tu padre conmigo? - ella soltó el morro del animal antes de llevarse una lamida en la mejilla.
- Aún no lo sé. Mañana hablaré con él, a ver que es lo que pretende...
Le llamó la atención al príncipe que Zoba se estaba riendo, pues el alce no dejaba de lamerle la cara.
- ¡Que cariñoso! ¡Ay! - se llevo un mordisquito en el pelo - ¿Es tuyo?
- No... no es mío... - él contestó apoyándose en la pared.
- Dicen que los animales se parecen a sus dueños...
- Es el alce de combate de mi padre - Legolas contestó sin mirarla.
- ¿Alce de combate? ¿Del rey Thranduil? - ella se separó del animal.
EL príncipe asintió.
- Será mejor que te enseñe dónde están los aposentos, ya es tarde. Se te servirá la cena en el cuarto.
Ella sostuvo su brazo antes de que empezara a caminar delante de ella.
- Te estás portando muy bien conmigo... eres paciente y noble, y... y no quiero abusar de tu confianza... pero tengo algo que pedirte.
- Tal vez pueda cumplirlo... - el príncipe la miró.
- Déjame bajar a las mazmorras a convencer a Thorin de su decisión... por favor... es lo único que te pido...
- Eso no está bien.
- Legolas, quiero convencerle de que lo mejor es que acepte, que se marchen ellos a Érebor, que encuentren a Gandalf, que derroten al dragón... - ella se arrodilló delante del Príncipe juntando las manos, lo a que a él le incomodó y levantó de los brazos - Yo me quedo aquí si es lo que tu padre quiere... pero por favor, no dejes que ellos pierdan por todo lo que han luchado...
Legolas miró alrededor incómodo y levantó una ceja, apretando suavemente sus brazos. Luego dio un bufido.
- Rápido, pero sólo un momento, no quiero que se entere nadie.
A Zoba se le iluminó la cara, y corrió detrás del Príncipe hacia las mazmorras. Allí, los enanos habían cenado lo que les habían llevado los guardias, todos menos Thorin, que no tenía apetito, ni ganas de hablar. Miró fuera cuando los guardias salieron fuera, y se escucharon unos pasos apresurados bajar.
- ¡Thorin!
El príncipe enano miró a los barrotes, para encontrarse con su estelar favorita agarrada a ellos. Llevaba un vestido azul claro precioso, largo y con flores blancas, bastante caro. Se levantó como impulsado por un resorte y fue a los barrotes contra ella. Agarró con una de sus manos una de las de ella por el barrote y la apretó.
- ¿Por qué estás aquí? ¿Te ha hecho algo? - le preguntó él rápidamente.
- No, no, todo está bien... Legolas me ha dejado venir un momento para hablar contigo...
Thorin se asomó para ver a Legolas vigilar a los enanos en las mazmorras, y de vez en cuando los miraba a ellos. Zoba quitó las manos de las de Thorin y las puso sobre las suyas, pues el enano tenía las manos frías de la gélida mazmorra.
- Thorin... ¿que... que has pensado del trato de Thranduil?
Él bajó la mirada y puso su frente contra los barrotes. Acarició con su pulgar la suave mano de la estelar.
- Lo único de lo que estoy seguro... es de que no quiero que nos abandones. No quiero que dejes la Compañía, que nos dejes, que me dejes... aunque aquí te den una vida basada en el lujo... - él gruñó en voz baja - Ahora mismo sólo me vienen pensamientos egoístas.
- Thorin... - ella se acercó más contra los barrotes y puso su frente contra la suya, haciendo al enano abrir los ojos al notar el contacto cercano - Por favor, acepta el trato... tenéis que conseguir recuperar lo vuestro. No lo arriesgues todo por alguien como yo... recupera tu hogar, recuperad lo vuestro.
- Yo no puedo irme de aquí a recuperar algo tan grande como mi hogar... sabiendo que mi vida se queda aquí...
(Y estos ojazos, por favor..)
Zoba levantó la mirada hacia el enano, que seguía con la frente apoyada en los barrotes. Todos los enanos que estaban pendientes de la conversación entre susurros se miraron, pero sólo Kili y Fili escucharon la confesión de Thorin y se miraron abriendo la boca y sonriendo.
- Es lo único que te pido... que acepten la propuesta de Thranduil... y quién sabe, tal vez alguna vez nos veamos, cuando seas el Rey Bajo la Montaña.
Zoba se quitó una horquilla en forma de flor que le habían puesto en la cabeza y se la dio a él, poniéndola entre sus manos y cerrándola. Sin dejar de mirarle, movió con disimulo la mano hacia la cerradura, sin que Legolas lo viese, pero Thorin si se dio cuenta.
- Dame un abrazo de despedida... por todo el tiempo juntos...
Ella se apegó a abrazarlos por los barrotes y Thorin se dejó, sacando las manos para apegarla más. Thorin escuchó un ruido raro y lento, pero no lo suficiente para llamar la atención. Ella le susurró en el oído.
- Saliendo de las mazmorras, gira a la derecha y atraviesa el gran pasillo. Hay una puerta un poco escondida en una esquina, donde está la bodega. Se puede escapar accionando una palanca que da al río, y hay unos barriles vacíos.
Cuando ella se iba a separar, Thorin la volvió a acercar tomándola de la nuca.
- Volveré a por ti... - susurró.
Zoba se despidió echándole un último vistazo, y huyó escaleras arriba con Légolas.
Los demás enanos los miraron callados, un poco sorprendidos de que Zoba no se hubiese despedido de ellos, o al menos mirado. Las mazmorras volvieron a estar en silencio, y todos miraron a Thorin. Él empujó despacio la puerta de su celda, cuya cerradura había sido estrujada y rota por la enorme fuerza de la estelar, mientras miraba la horquilla con una sonrisa, enseñando la pequeña parte con la que podría sabotear las cerraduras de los demás.
- Chica lista... - dijo Balin.
- Chica saqueadora - corrigió Thorin.
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