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Capítulo 5: Azog

A la mañana siguiente, la compañía de Escudo de Roble se estaba preparando para partir. Los elfos les llenaron sus provisiones todo lo que pudieron, y a punto de partir, Elrond se acercó a ellos para despedirse. Zoba no había aceptado un pony nuevo, ni quedarse con los elfos, pero no descartaba el hacerlo si seguía viva cuando todo terminase, y si Thorin lo permitía... claro...

 - Zoba... ¿estás segura de tu decisión? - preguntó el Medio Elfo.

 - Sí, estoy segura. Evolucionaré y superaré mis miedos - ella sonrió, y su pony le dio una sacudida.

 - Tampoco has querido uno de nuestros ponys...

 - Ya me siento muy compensada con vuestros tratos y me sentiría mal aceptar a un animal que seguro que necesitéis... - ella vio cómo detrás de el elfo se acercaba otro a él, con un cojín en sus manos, y encima de él un arma preciosa - No, no, no, no, Lord Elrond, no...

Los enanos empezaron a cuchichear mirándoles. Elrond cogió el arma del cojín y se lo tendió.

 - Quiero que te lleves esto. Es un regalo, no estaría bien que lo rechazaras. Además, es acero élfico, es mejor que esas que llevas en las caderas escondidas.

Zoba observó el arma muy dudosa, mientras que varias preguntas le pasaban por la mente. ¿Debía cogerla? ¿No se sentirían los otros enanos celosos? ¿¡Por qué sabía el Medio Elfo dónde tenía sus armas escondidas si se supone que ahí no se ven?!

Miró a Gandalf buscando su ayuda, y él le asintió con la pipa en los labios. Volvió a mirar a Elrond y cogió lentamente el arma. Sorprendentemente fina y ligera.

(¿Sabéis de quién es el arma en realidad?)

 - Es sólo una, pero puede separarse en dos para ser todavía más mortal. Si eso no es suficiente, un pequeño pinchazo hará que salga un potente veneno de la punta. Úsala con sabiduría.

 - Muchísimas gracias, Lord Elrond... a ti y a todos los elfos que tan bien nos han tratado... espero volver a veros...

El Medio Elfo asintió complacido y la Compañía comenzó a marchar. Marchando hacia la dirección correcta y guiados por Gandalf, caminaron con los ponys durante días por senderos pedregosos. Los hermanos Fili y Kili le ofrecieron a Zoba cambiar por los suyos su rebelde pony, y aunque ella se montase tanto en el de Fili como en el de Kili, su pony se ponía tonto con ella, lo que causaba una diversión muy amena para el grupo.

Thorin y Gandalf, que iban delante, se giraron a ver a los enanos riendo a más no poder y a Zoba gritando encima de un pony encabritado. Fili y Kili intentaban agarrarle las riendas, pero se reían demasiado.

 - La subiré al caballo conmigo... - Gandalf fue con su caballo blanco hacia ellos tranquilamente.

 - Mejor - confirmó Thorin - Y nos la vamos turnando.

Gandalf se detuvo mirando al príncipe enano como si hubiese dicho algo increíble.

 - Lo digo porque el peso extra hace que el caballo se canse, y mi pony es de buena casta - se justificó Thorin con su mirada tranquila.

El mago asintió tranquilo y fue a socorrer a la estelar. Rodeando la colina por otro lado y acampando a techo descubierto, pasaron tres días, pues Zoba no se encontraba nada bien durmiendo en cuevas entre las montañas, oscuras y con una hoguera bien cerca. 

Esta decisión aceptada por Thorin hizo que perdieran un capítulo muy malo en su historia, pues gracias a esto, los trasgos de las cuevas no les robaron sus provisiones y animales, ni se perdieron por sus cuevas tratando de huir. Por tanto, tampoco conocerían a Gollum, ni nuestra protagonista se haría con el anillo único. ¿Qué consecuencias tendría esto en la historia?

Pasadas las tierras de las cuevas de trasgos, llegaron a un bosque de altos robles siendo de noche. Zoba en ese momento iba sentada en el pony de Thorin, entre sus brazos y las riendas, sentada delante. Él detuvo el pony.

 - Esta noche la pasaremos aquí. Coged leña seca para calentarnos - ordenó el líder enano.

Justo después de eso, se escuchó cruzando el aire de la noche un aullido. Fuerte, largo, grave y profundo. Más que suficiente como para hacer que a todos se le pusieran todos los vellos de punta. Zoba se estremeció y se giró a mirar a Thorin, que miraba al frente petrificado. La cosa no iba nada bien.

 - Huargos... - susurró Gandalf - Y no son huargos cualquieras...

 - Los huargos de los orcos... - Balin miró con miedo a Thorin, que seguía mirando al frente.

Zoba lo miraba esperando una respuesta por su parte, pero sólo consiguió que Thorin apretase más las riendas en sus dedos, haciendo crujir el cuero.

 - Agárrate fuerte - le escuchó susurrar con voz grave.

Después de esto, dio un golpe de espuela fuerte a su pony y este empezó a correr por el bosque, siendo seguido rápidamente por el resto de enanos con sus ponys y Gandalf, que con su rápido caballo pronto se puso a la cabeza.

En lo alto, aparecieron unos orcos montados sobre enormes huargos, y otros huargos caminando solos. Estos se lanzaron a por ellos rápidamente, en busca de los enanos. El orco líder, uno albino llamado Azog, llevaba mucho tiempo teniéndole ganas a Thorin, pues esos viejos rivales tenían cuentas pendientes.

En otra situación, a Thorin le hubiese encantado ajustar cuentas de una vez con él, pero ese no sería el día. Llevaban mucha carga y estaban cansados del día, sumando al riesgo de que apareciesen más trasgos, ya de por si los orcos les superaban en número.

Gandalf frenó su caballo varios metros más lejos, viendo que habían llegado a un precipicio, de donde era imposible escapar con esos rápidos huargos persiguiéndoles.

 - ¡Bajad de los animales! ¡Subamos a los árboles!

La orden de Gandalf era clara y directa, pero a todos les dio una punzada en el pecho tener de abandonar a los ponys a merced de los huargos. Thorin se bajó del suyo con un gruñido de desaprobación, pero Zoba no se movió. Puede que le doliese a más que a ninguno dejar a los ponys, aunque eso le salvaran la vida. Acarició la crin del pony negro de Thorin antes de que la agarraran de la cintura para bajarla. El príncipe enano tuvo que hacerle reaccionar sacudiéndola para mandarla a correr con el resto, mientras que él se quedaba el último corriendo con ella.

Mientras corrían a los árboles más cercanos al precipicio huyendo de ellos, Thorin no dejaba que ella se girase a ver en sus espaldas, pues los ponys huían de los huargos y distraían algunos para cazarlos. Gracias a sus enormes gruñidos y sus grandes zarpas corriendo por el bosque y las voces de los enanos, no se escuchaban los alaridos equinos.

Zoba saltó fácilmente hasta la primera rama del roble, y seguida de Thorin, subieron hasta la copa. Los enanos y Gandalf estaban en tres árboles, y los huargos comenzaron a acercarse gruñendo y mirándolos. El orco Azog hizo una señal para los lobos se lanzasen a por ellos, no sin antes buscar los ojos de Thorin con la mirada a indicar que el príncipe enano era para él.

Los huargos se lanzaban contra las ramas intentando apresar a los enanos que estaban más bajos, golpeando los troncos para derribar los altos árboles. Thorin los miraba con odio y sacó su arma para golpearlos, por si alguno llegaba lejos, y los enanos los imitaron. 

Gandalf cogió una de las piñas que tenía su pino, y frotándola contra su bastón mágico, la prendió de fuego. Luego la lanzó contra los huargos, que se alejaron de ahí. Gandalf siguió prendiendo piñas y pasándolas a los enanos, creando varios proyectiles que alejaban a los huargos de ellos, a cambio de llenar de llamas el suelo.

Thorin vigilaba la zona desde su rama. Las llamas estaban funcionando, y eso frustraba mucho a Azog, que se acercaba en su huargo blanco enfadado. Los enanos daban gritos de alegría y de furor, animándose a plantarles cara a los orcos. El calor de las llamas le hizo llegar a Thorin un recuerdo y miró a su lado. 

En una rama un poco más alta que la suya, Zoba estaba abrazada al tronco, hiperventilándose sonoramente. El calor de tanto fuego, el humo llegando hacia ellos y tantos aullidos y gritos de enanos la estaban haciendo marearse. Él le agarró fuertemente con una de las manos con las que ella rodeaba el tronco. Ella le miró, con las pupilas dilatadas.

 - Todo va a acabar pronto, aguanta. Lo estás haciendo muy bien - le dijo dándole confianza.

Ella tragó saliva y suspiró, intentando asentir, pero en cualquier momento se iba a desmayar. Por si acaso Thorin continuó agarrando su mano.

La alagría de los enanos duró poco, pues los árboles donde estaban empezaron a caer poco a poco, siendo arrancados del suelo por empujones de huargos temerarios y el humo del fuego. Thorin agarró a Zoba para saltar con ella al siguiente árbol, hasta que todos los enanos, le estelar y el mago quedaron en el último árbol, más cercano al enorme precipicio. Ese árbol también empezó a desprenderse de la tierra y a inclinarse hasta casi en horizontal a la tierra, dejando a los enanos colgando en el precipicio.

Gandalf buscaba ayuda con la mirada, los enanos se aferraban a las ramas más gruesas rezando por no caer. Thorin miró con odio a Azog, que ahora se acercaba satisfecho en su huargo blanco. 

Echó un vistazo a la chica que sujetaba a su lado. Zoba estaba débil, y luchaba por no desmayarse. Le dirigió una mirada de soslayo y le asintió tragando saliva con angustia, demostrándole que no se iba a desmayar.

 - Fili, que no se desmaye.

Thorin le pasó a la estelar a su sobrino mayor, el chico rubio, y este la agarró sentándose en el tronco para sostenerla.

 - ¿Qué vas a hacer? - preguntó su sobrino.

Thorin se levantó en el tronco, y manteniendo fijamente la mirada en el orco albino, sacó su arma.

 - ¡Thorin! - Gandalf le advirtió, pero no sirvió.

Thorin caminó por el tronco hasta la tierra, y cogiendo un trozo de roble como escudo, se lanzó corriendo hacia el orco albino, que lo miraba desde la altura de una piedra con su huargo. Él se lanzó desde la altura, y con las patas delanteras de su huargo, golpeó a Thorin en el pecho, lanzándolo contra el suelo.

Se giró luego, viendo a Thorin intentando levantarse, y el orco manco, llevando en su mano sana una maza, embistió contra él golpeando su cara con el arma, y agarrando después al enano con las fauces del huargo, que gritó al notar sus enormes colmillos levantarle.

 - ¡Thorin! - el viejo Balin intentó levantarse al tronco, pero su rama era demasiado frágil.

Thorin reaccionó, y con su brazo libre, golpeó con su espada el morro del huargo, haciendo que chillase y lanzando al enano contra el suelo. Thorin tosió sangre y gimoteó con dolor. Azog lo miró algo aburrido, pues no le había durado mucho.

 - Tráeme su cabeza - pidió a otro orco en su idioma de gruñidos y sonidos guturales.

El otro se bajó de su huargo, y acercándose a Thorin sacando su arma, le agarró del pelo para colocarlo bien y levantar el arma por encima de su cabeza. Thorin abrió los ojos para mirarle a la cara, pero sólo vio un resplandor blanco y verde lanzarse a por el orco con un grito agudo.

El orco cayó al suelo, chillando al notar una fina daga clavarse en su cuello, y acuchilló el morro del huargo que se acercaba a rescatar a su dueño, que dio un chillido y se alejó por el dolor del veneno. Zoba se estaba hiperventilando, pero se levantó rápidamente para ponerse delante del cuerpo de Thorin, con sus cuchillas separadas por delante brillando con la luna y el fuego.

La escena que tenía delante era horrorosa. Azog la miraba curiosamente, sin saber qué era ni cómo había hecho con todo el miedo que tenía en el cuerpo, y varios orcos en sus huargos empezaban a rodearlos.

 - Matadla también - ordenó él.

Zoba retrocedió un par de pasos mirándolos, pero no bajó sus armas, aunque sus brazos temblaban horriblemente. No sabía de dónde había salido ese nuevo valor para ella, ni cómo se había escapado de los brazos de Fili, pero ahí estaba, delante de cinco orcos que podían matarla en un momento. En un momento, el campo de batalla se volvió a llenar de gritos de enanos, pues había salido del árbol para pelear por su líder y por aquella chica que les había dado una lección de valor.

Otro huargo se tiró a por ella, mordiéndole el brazo y haciéndola chillar, pero antes de lanzarla contra un árbol se llevó otro tajo de las dagas de Zoba, sentenciado su muerte en unos minutos. Luego Zoba se chocó contra el árbol, quedando inconsciente en el suelo. Fili y Kili se fueron delante de ella a protegerla durante la pelea, pero la ayuda que buscaba Gandalf en el cielo había llegado.

Del cielo aparecieron grandes sombras negras, siendo un grupo de águilas gigantescas, que junto con su rey, habían reconocido al mago que una vez las ayudó, hace muchos años. Pero las águilas no olvidan, y pensando en pagar su deuda, bajaron hasta el barrando a alejar a los huargos con sus alas y grandes garras afiladas.

Mientras unas alejaban a los orcos de los enanos, otras los agarraban con sus patas al vuelo, llevándoselos volando. Fili y Kili les plantaron cara a una de ellas, que se lanzó a por ellos llevándose a cada uno en una pata. Detrás de ellos, llegó otra, que agarró con una sorprendente delicadeza tanto a Zoba como a Thorin, tirados en el suelo.

Azog los maldijo desde lejos, viendo a todas las águilas volar lejos de ellos, mientras los huargos heridos por Zoba acababan muriendo a su alrededor por el veneno.

En el aire, los enanos se recuperaban del susto, y Gandalf les contó que ellas estaban de su parte, no se los llevaban a su nido a comérselos. Los dos hermanos llamaban a su tío a voces en el águila de al lado, y no pararon hasta que él reaccionó y les contestó, mandándoles callar.

Miró a la zarpa a su lado, llevando a Zoba incosciente en el aire, con su brazo soltando sangre por un gran mordisco de huargo. Thorin cerró los ojos cansado, y empezó a pensar en lo que había pasado hace un momento. Las águilas rodearon un peñón volando, descendiendo primero aquellas que llevaban enanos en las patas, que los soltaban en el suelo con la misma delicadeza con los que los cogieron.

El águila primero a Zoba en un lado sin posarse, y después voló un poco más para dejar a Thorin en otra vuelta. Gandalf se bajó luego de su águila y otros enanos se acercaron. Thorin se incorporó pesadamente mirando a sus sobrinos. (Atención, parte preciosa de la película se aproxima :3)

 - La estelar... - dijo en un susurro.

 - Está bien, está con Gandalf... - le dijeron ellos.

Se levantó tosiendo y mirando al mago, que estaba arrodillado al lado de la estelar inconsciente. Él tocó su frente, y tras recitar un pequeño conjuro, hizo a Zoba abrir los ojos.

 - Todo está bien... estás a salvo... - le indicó Gandalf.

El mago la ayudó a levantarse, y Thorin lo hizo ayudándose de sus sobrinos. Zoba lo miró un poco mareada y se apartó el pelo de la cara. Thorin la miró seriamente, con su cara llena de sangre de la pelea.

 - ¡Tú! - le gritó con voz dura, haciendo que la chica diese un sobresalto, apegándose al mago - ¡No has visto lo que ha pasado! ¡No has visto que casi te matan!

Los enanos los miraron con los ojos abiertos, pero Thorin los ignoraba, acercándose a ella lentamente, con peligro. También ignoraba la mirada de riña que le daba Gandalf.

 - ¡No te dije que no quería estorbos en mi Compañía! ¡Que no quería elfos o lo que fueses con nosotros! ¡Que no sabías ni usar un arma!

Zoba tenía mucho miedo, la cara de Thorin era muy dura y no podía retroceder más, pues el pecho del mago se lo impedía. Terminó mirando al suelo, esquivando esa mirada.

 - Pues en mi vida... - Thorin se acercó hasta ella para abrazarla con fuerza - he estado tan equivocado...

Zoba abrió los ojos al sentir el calor del enano rodearle, con un abrazo lleno de afecto y gratitud, que le decía muchas cosas que con las palabras... bueno, se le trabarían en la lengua. Los enanos vitorearon y aplaudieron, y Gandalf suspiró aliviado. Zoba dio una pequeña sonrisa devolviéndole el abrazo, dando un pequeño gemido de dolor cuando rodeó su brazo mordido.

Thorin se separó de ella tomándola de los hombros, y mirándola a la cara, con su pelo alborotado al viento, le habló.

 - Siento haber dudado de ti... - le dijo.

 - Yo tampoco confiaba en mí - le confesó ella - No recuerdo haber empuñado un arma nunca, ni matar a nadie, mucho menos... No esperaba... hacer nada de lo que he hecho.

Thorin la observó con una pequeña sonrisa enternecida y cerró los ojos asintiendo.

 - A partir de ahora, nadie dudará de que eres nuestra saqueadora, parte de nuestra Compañía, Escudo de Roble...

Zoba sonrió con un pequeño sonrojo.

 - Una saqueadora que no ha robado nada aún, ya ves tú que he conseguido...

 - Sí que sabes robar, pero no lo sabes - Thorin pasó por su lado para caminar por la roca mirando al horizonte, dejando esas palabras en el aire.

Los enanos se miraron sin entender nada, y se tocaron los bolsillos a ver si les faltaba algo. Gandalf, que todo lo sabía y de todo se enteraba, se aguantaba la risa ante las palabras y el significado tremendamente cursi que se había quedado en el aire.

Thorin miraba a lo lejos una montaña en medio de una llanura, sonriendo al ver su hogar, sabiendo que aún quedaba mucho camino, pero verlo desde lejos, sabiendo que habían sobrevivido a una mala experiencia, les llenaba el corazón de valor y energía para seguir adelante. Érebor estaba esperándoles.

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