Capítulo 15: Ahora sí que me has ganado
- ¿Es obligatorio que este consejo vaya enfocado a la guerra? - preguntó Elrond.
Los tres se habían sentado con una copa, mirándose las caras. Zoba estaba entre Gandalf y Elrond, también porque se sentía más cómoda, y tenía a Thranduil enfrente, vigilándole. Eso le encantaba al rey elfo, ser el centro de atención de ella.
- Obvio que no, querido Elrond - Gandalf sacó su pipa - Si es posible evitar la guerra, así será. No somos nosotros los que hemos venido con un ejército...
Los tres miraron inquisitivamente a Thranduil, que estaba meneando su copa observándolos tranquilamente.
- Yo he venido dispuesto a iniciar una guerra contra los enanos - dijo dando un pequeño sorbo a su vino - Pero tengo todo lo que he venido a buscar enfrente de mí.
Thranduil sonrió mirando a Zoba. Gandalf se giró a mirarla a ella, y Elrond no apartó la vista del rey.
- Ah, si... las joyas blancas y brillantes como la luz de estrellas... - el mago asintió mirándola.
- No solo las joyas - el rey tenía una sonrisa tranquila.
- También la quiere a ella - Elrond le miraba seriamente.
Gandalf los miró a los tres alternativamente. Zoba miraba a sus rodillas y no sabía que hacer.
- Ah, no sabía que tenía usted interés en ella... - Gandalf se metió la pipa en la boca.
- No me cuesta reconocerlo ni tengo nada que esconder. Estoy más que interesado - el rey sonreía tranquilo - Y es más, Zoba, estoy dispuesto a dejar de lado el orgullo que me caracteriza, junto con mi venganza y la destrucción de Érebor a cambio de obtener en su totalidad lo que tengo enfrente.
Zoba se estaba sonrojando con la forma de mirarla de Thranduil. No la miraba con superioridad como antes, ni con ansia de poseerla ni dominarla. La miraba como algo hermoso que todo el mundo ver pero nadie tocar. Bueno, él sí que podría tocar. Gandalf se acariciaba la barba con tranquilidad.
- A todo esto, Zoba... ¿Cómo conseguiste escapar de Érebor?
- Me escapé por el balcón... - Zoba sonrió.
- Ya eres experta en escapar por balcones, ¿eh? - Elrond empezaba a dar zascas.
Thranduil lo miró con aburrimiento.
Gandalf siguió por lo suyo.
- Estoy pensando... la forma más sencilla de solucionar esto es que Thorin acepte dar parte de su riqueza a los humanos, la parte que le debe. Si la cantidad de oro que nos ha dicho Zoba es real, no perderá mucho.
- Sí, en serio... - Zoba salió del embrujo de los ojos de Thranduil – Seguro que coger una carreta llena de oro ni se notaría en su montón. Hay... tanto, tanto... pero no va a aceptar.
- Podemos intentar convencerle...
- Lo que sea para no entrar en guerra... - Zoba miró al mago tristemente – No quiero que nadie se envuelva en una guerra... que muera gente, que se sufra... que nadie pierda más seres queridos...
- Si Thorin acepta, es un problema menos – Gandalf dejó de fumar – Ahora, quedaría el rey elfo.
Todos miraron al rey elfo sonreír y echarse otra copa de vino.
- Yo ya he dicho lo que quiero, y no hay ninguna forma de hacerme cambiar de opinión.
Thranduil se levantó y se acercó despacio a Zoba con su copa. Se agachó un poco hasta la altura de la estelar, haciendo sorprender a Elrond, que no sabía que el rey era capaz de inclinarse ante ella.
- Zoba... ¿no quieres que los enanos se salven? ¿No quieres liberarte de la angustia de la locura del rey enano?
Los ojos azules de Thranduil acaparaban toda la visión de Zoba y le hacían pensar confusamente. Él tendió las manos hacia su cara, llevándolas hasta sus orejas, que acarició con las yemas sus pendientes brillantes, y acercó hasta acariciar sus mejillas con delicadeza, como si pudiese romperlas.
- Si te vienes conmigo, nada le ocurrirá a Thorin. Serás tratada como una reina, serás feliz... procuraré siempre hacerte feliz... seremos felices...
- Rey Elfo, deje de extorsionarla – Elrond se incorporó molesto – No puedes tratar con ella como si fuese un objeto de trueque.
- Estoy pidiendo su opinión – Thranduil le desafió con la mirada – Si la usase como un "objeto de trueque" no hablaría con ella.
- La estás extorsionando con Thorin.
- Le estoy diciendo la verdad.
- Basta ya – Gandalf se levantó y cogió a Zoba del brazo para apartarla de entre los dos elfos – Esa no es manera de discutir del futuro de Zoba. Yo os diré lo que hay que hacer.
Los dos elfos se apartaron sin mirarse a los ojos, escuchando a Gandalf.
- Primero, hay que convencer a Thorin por la parte humana. Elrond, eres el mejor con la demagogia, paciente y de palabras siempre acertadas. Confiamos en ti, pero no le digas que Zoba se ha escapado si no se ha dado cuenta.
El Medio Elfo asintió. Zoba lo miró suspirando. Confiaba fuertemente en él y en su forma de conversar, pero, ¿sería suficiente para Thorin?
- Si no acepta... - Gandalf se paseó despacio – Tendré que ir yo personalmente.
- Si es listo, aceptará nuestros tratos... - dijo Thranduil – son trece enanos contra mi ejército.
- Trece enanos son... si no han pedido ayuda... - Gandalf lo miró, apretando los labios – Zoba, ¿tú has visto a Thorin mandar algún pájaro mensajero?
- No le vi mandar ninguno, pero sé que tiene algunas aves dentro...
- No es un problema si manda algún pájaro volar... - Thranduil sonrió – Tengo un Búho Rojo vigilando, y es más rápido que cualquier ave de mensajería. Lo atrapará para impedir que pida ayuda.
- Vaya, el hijo de Oropher es más precavido que su padre... - Gandalf sonrió asintiendo.
Thranduil sonrió satisfecho. Vio que Zoba le estaba mirando curiosamente, lo que le hizo sonreír más.
- Entonces ese búho rojo y grande... de ojos azules... ¿es tuyo de verdad? ¿El que me devolvió la daga?
El rey levantó la barbilla orgulloso antes de asentir suavemente. Ella se levantó y avanzó despacio hacia él, que estaba sentado con las piernas cruzadas.
- Gracias... por devolverme el arma... nunca podría haber matado a Smaug sin ella...
- ¿Sólo eso? – Thranduil quería más.
- Eh, si... gracias por... hechizar mi daga... - ella se la sacó de las caderas – iba a fallar el disparo, pero el hechizo lo hizo certero.
- "Eileen, cazadora de cazadores" – Thranduil la miró a los ojos – Matará a todo aquel que quiera matarte. Lo he visto perfecto para ti, pues alguien como tú, solo matará para defenderse, a veces ni eso.
El rey tendió su mano delicadamente, con anillos hermosos mostrando su dorso. Era bastante normal besar la mano de los reyes cada vez que les debes algo (y las mujeres pijas y ricas), y Zoba lo sabía, pues el loco de Thorin empezaba a tomar esa costumbre. Zoba se acercó un poco tomando sus dedos con los suyos, tocando lo menos posible, y dejó un pequeño beso en su palma. Luego se retiró.
Thranduil la miraba complacido con esa medio sonrisa, y se llevó esa mano a su boca, besando el lugar que besó ella en su mano sin dejar de mirarla a los ojos. Todos se impresionaron mirándole.
- Y no es el primero – dijo el rey – Pero a la tercera va la vencida.
- Pero también me la quitaste – Zoba se incorporó y se fue hacia Elrond – Él me la regaló, para que me cuidase...
Zoba tenía más confianza con Elrond que con Thranduil, pues el aura que ambos emanaban era muy diferente. Era más fácil sentirse familiar con Elrond que con él, y con el cariño que emanaba ese elfo serio e inexpresivo era más que suficiente para que la pequeña le echase los brazos.
Elrond dobló las rodillas un poco y se dejó rodear por el cuello por ella y responderle a abrazo. Era su pequeña y dulce estelar, aquella persona que tanto le maravilló aquella vez recién llegada junto a los enanos a Rivendell, y aquella con ese aura tan cariñoso que hacía sentirse cómodo a su lado.
- Gracias por darme la daga, confiaste en mí desde el principio...
- Estás destinada a ser alguien grande... sólo te falta confianza en ti misma y apoyo.
Zoba le dio un pequeño beso a Elrond en la mejilla y volvió a apoyarse en su hombro, dejando al elfo un poco aturdido.
(Thranduil ahora hacia Elrond)
Después, ellos se separaron casi a la vez, mirándose a los ojos.
- Iré ahora a hablar con Escudo de Roble – dijo incorporándose – Impidamos esto para que podamos volver pronto a nuestros hogares.
- Estoy de acuerdo – Thranduil se levantó – sólo tú estás calificado para llevar Rivendell.
- No se preocupe, alteza – Elrond lo miró de reojo – Hay alguien muy calificado sustituyéndome.
(Mientras tanto, en Rivendell... todo está en llamas y es un desastre. Lindir, a quien Lord Elrond dejó al cargo, su joven mano detecha, se tira de los pelos.
- ¡Lord Elrond dónde está? ¡Vuelva pronto!)
Lindir, sabes que es broma, te quiero mucho en el fondo :3
- No lo tendrá muy difícil si lo único que tiene que hacer es recibir a los invitados diciendo que usted no está – Thranduil lo miró orgulloso.
(Ahora Lindir en Rivendell...)
Me estoy riendo muchísimo XD
Lord Elrond ignoró ese comentario y salió fuera a por su caballo negro. Gandalf y Zoba se asomaron a desearle suerte y Thranduil lo miraba desde dentro.
- Mucha suerte y paciencia, Lord Elrond – Gandalf le dio su bendición – Ojalá todo se solucione y no haya que llegar a provocar un conflicto.
- Si todo se soluciona... - Elrond lo miró cogiendo las riendas – si Thorin acepta el pacto de los humanos y el de entregar a Zoba a Thranduil... me volveré un rival para el Rey Elfo – admitió mirando a la estelar – No dejaré que se la quede si puedo impedirlo.
Zoba bajó la cabeza sonrojada y se escondió un poco detrás del mago.
- Bueno, eso ya lo solucionaréis vosotros... - dijo el mago riendo.
Elrond dio un golpe de espuela a su caballo y galoparon en dirección a la puerta de Érebor.
Thorin lo vio llegar desde lo alto de la trinchera de su puerta, y entrecerró los ojos. "¿Qué hace el Medio Elfo aquí?" se preguntó mentalmente. Elrond se bajó del caballo y caminó hacia ellos.
- ¡Thorin Escudo de Roble, hijo de Thráin, hijo de Thror, rey Bajo la Montaña! ¡Baja a recibirme, he venido a hablar contigo!
- ¡No me interesa lo que tengas que hablar conmigo! – Thorin contestó desde arriba – ¡Hasta Rivendell han llegado nuestras hazañas de conquista de Érebor, y ahora vienes a pedir tu parte por habernos acogido en tu pueblo!
- No vengo a pedir nada para mi pueblo, Thorin. Baja, que no hablemos a voces.
Thorin lo miró con soberbia y arrogancia, pero empezó a bajar las escaleras. Elrond se acercó hasta la muralla de piedras que cubría su puerta, y vio a Thorin al otro lado por un agujero.
- Te escucho pues, Elrond el Medio Elfo...
- Thorin, lo que llega hasta Rivendell no son tus hazañas sobre la Montaña Solitaria, sino la arrogancia y el egoísmo del nuevo rey Bajo la Montaña.
- Si soy así es porque ha venido un ejército de elfos y un pueblo de humanos entero a quitarme lo que es mío – dijo con voz grave.
- Nadie quiere quitarte nada, Thorin, sólo quieren hacer tratos contigo. Quieren que cumplas tu palabra y seas un rey ejemplar para todos.
- Sólo me importa ser un rey ejemplar para los míos, no quiero saber nada de otros. Dime que quieres, Elrond, conozco tu forma de endulzar las malas noticias y de confundir con tus frases.
- El pueblo humano, del que me declaro representante ahora, quiere que cumplas tu palabra y le des un poco de tu tesoro, lo justo para que puedan reconstruir su hogar y puedan alimentarse para seguir adelante.
- No le daré nada a nadie. Nadie sabe cuánto hemos pasado los enanos para recuperar lo nuestro. Nadie nos ayudaba sin pedir nada a cambio, ni nadie creía en que tuviese el derecho a ser el Rey Bajo la Montaña – Thorin lo fulminó con la mirada.
- Thorin, tú eres el primero que tras varios días de cansancio y camino para ti y tus compañeros pedías comida y refugio para los tuyos, y no te daba ninguna vergüenza reconocerlo. Esto es lo mismo Thorin, ellos acuden a ti en busca de ayuda, y sin que ellos te prometieran ayudarte. Tú en cambio – Elrond se apoyó en la piedra porque Thorin le quitaba la mirada – Tú le diste tu palabra.
Thorin endureció el gesto. Odiaba cómo Elrond sabía hablar tan bien como para destruir sus defensas. Pero él no estaba dispuesto a ceder. No daría nada. No se podía tratar con él.
- ¡Vete, Medio Elfo! ¡Y dile a tus protegidos humanos que no daré nada! ¡Márchate y no vuelvas! – gritó escondido detrás del muro.
Elrond se separó del muro mirando con seriedad a Thorin.
- Espero que puedas dormir bien por las noches.
Dejando esas palabras en el aire, Elrond volvió a su caballo negro y se subió, regresando de nuevo al campamento donde había humanos y elfos.
Thorin bufó mirándolo irse y se giró. Detrás de él, todos los enanos le observaban callados. Todos sabían las consecuencias de los actos de Thorin, y seguro que cualquiera de ellos ayudaría a los humanos sin dudar.
- Necesito ver a Zoba... - susurró Thorin.
- Ella estaba buscando la piedra por el subsuelo, por si por casualidad se cayó – dijo Balin.
- Entonces iré a por ella – Thorin caminó, pero Balin se puso delante.
- Me dijo que le indicase dónde había sales minerales, seguramente esté tomando un baño. Y esos baños son largos.
Thorin lo miró con seriedad mientras el viejo enano intentaba mantener la calma.
Elrond llegaba a la entrada del campamento. En la puerta, esperaban Thranduil en lo alto de su alce, y Zoba a su lado con las manos en su pecho. Ellos podían haber hablado de muchas cosas, pero Thranduil se pasaba el rato tirando de sus riendas para que su alce no fuera a comerse el pelo de Zoba, pero con cariño.
- ¡Basta ya, Moose! ¡Te voy a pegar!
- ¡No, no le pegues! - Zoba se abrazó al cuello del alce - Sólo quiere mimos...
- Mimos a ti sólo te doy yo - dijo seriamente - Y no son mimos, es que te huele el pelo a palomitas con mantequilla.
Elrond llegó en el caballo ante ellos, pero antes que él llegó un enorme búho rojo que se posó en un asta del reno. Llevaba en su pata un pájaro mensajero muerto.
- Fabuloso, Parvis - el rey lo miró orgulloso.
Pero sin embargo el búho no parecía orgulloso de su hazaña, pues en el cielo volaban unas dos decenas de pájaros mensajeros y apenado, le indicaba al rey que no podía atraparlos a todos porque tomaban direcciones distintas. Thranduil miró al cielo enfadado.
- Thorin no quiere saber nada del tema. Se ha encerrado en sí mismo y nada puede hacerle cambiar de opinión - Elrond admitió.
- Al final tu demagogia no era tan buena... - le dijo el rey.
- Ni tu ave de presa tampoco - remató Elrond.
En ese momento, a Thranduil le dieron unas ganas horribles de golpear a su búho del asta de su alce, por impotencia, pero un pequeño sollozo le llamó la atención.
Giró la cabeza hacia abajo, a su lado, y vio a Zoba sollozar. Montado en el alce, el rey veía a Zoba todavía más pequeña e inocente. Intentaba secarse los ojos y no hacer ruido sollozando, pero le dolía el pecho.
Todas sus esperanzas estaban en Elrond, y ahora se veía envuelta en una guerra de sangre y muerte, viendo claramente la derrota de los enanos.
Elrond miró a otro lado cerrando los ojos, pero Thranduil no podía dejar de mirarla. Se sintió realmente débil por un momento al escuchar el llanto de la chica que quería. Giró la cabeza mirando el portón de Érebor a lo lejos y endureció la mirada. Elrond no la había hecho llorar, sino Thorin. Y nadie, absolutamente nadie le haría llorar a su amada.
Se inclinó hacia su lado y la agarró de los brazos. Zoba dio un pequeño chillido de sorpresa cuando notó sus pies elevarse del suelo. Thranduil la puso en su regazo a la vez que su alce empezaba a andar. Zoba le miró y justo cuando iba a revolverse o a pedir que le bajase, el rey habló.
- Voy a intentar hablar con Escudo de Roble, por ti, mi querida. Nadie va a hacerte llorar nunca si estás a mi lado. Cada lágrima que sueltes será un miembro que le corte a su cuerpo.
Zoba le observó. El rey era realmente muy atractivo, y ahora que estaba serio, parecía muy confiable. Era todo un detalle que el rey elfo intentase hablar con su peor enemigo por ella.
- Gracias... es un gran detalle... - susurró ella.
Thranduil posó su mano en su mejilla y le limpió el resto de las lágrimas con el pulgar.
- Negociaré, si, pero a mi manera, que es como se me da bien. Tú solo sígueme la corriente. Dime, ¿confías en mí?
- En realidad... al principio desconfiaba mucho de ti, pero... me devolviste mi daga, ayudaste a las personas necesitadas y ahora has accedido a ayudarme con esto... eres un gran rey... no sé si te lo dijo tu hijo...
- ¿Mi hijo? - Thranduil la miró.
- Antes de tirarme por la cascada le dije a Legolas que te dijese que en realidad me parecías una persona maravillosa. Parece que no te lo dijo...
Ella estaba apoyada en su pecho sobre la armadura plateada, mirando al suelo que se movía por el paso ligero del alce. Thranduil no le quitaba el ojo de encima.
- Ahora sí que me has ganado...
- ¿Hum? ¿Qué has dicho?
Zoba levantó la vista hacia él, algo que aprovechó el rey elfo para sostener su cara suavemente y besarla con suavidad. Fue muy distinto al de Thorin, más delicado y elegante, suave y refinado, pero dominante. Después, se separó, haciendo que a ella le supiese a poco.
Antes de que Zoba pudiese decir algo, Thranduil obligó a su alce Moose a correr hacia las puertas de Érebor. Su conversación con Thorin la veremos próximamente.
---------------------------------------
Con lo maravilloso que es Thranduil y no consigo que os llegue al kokoro... tengo que esforzarme más.
Aquí tienes tu Let it go, AlderFredoMunbinic
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro