Capítulo 11: Smaug
Los enanos se provisionaron dentro de Érebor con armas nuevas, armas hechas por enanos, hermosas y eficaces, algunas con truco, otras hechas para ellos. Se sentían como en casa. Zoba blandía una espada curvada y preciosa, muy ligera para ella, con un truco escondido que pronto se revelaría...
Alder, ¿me dices de quién es la espada? :3
Zoba se preparaba para entrar en el gran salón principal, lleno hasta arriba de oro y otras joyas, pero Thorin la detuvo.
- No quiero meterte nervios en el cuerpo... pero... si no estás segura, no lo hagas.
-¿Cómo que no? - ella sonrió - Claro que encontraré la Piedra del Arca, ¿hemos dicho una piedra blanca y brillante, no? Si el dragón duerme, iré sin hacer ruido.
Thorin la miró en silencio unos segundos. Luego asintió pesadamente.
- Te estaremos esperando.
Zoba sonrió y se despidió de ellos con la mano. Caminó con la espada en su cintura por una puerta, hasta llegar al inmenso salón principal con toneladas y toneladas de monedas de oro, joyas, colgantes, y piedras preciosas. Zoba se puso las manos en las caderas alucinada. El sitio era enorme, y tenía que buscar esa piedra entre montañas de oro. Lo bueno es que no había ni rastro del dragón.
Descendió hasta que sus pies tocaron el suelo de monedas y empezó a caminar despacio. Las joyas le escurrían y era difícil caminar por ahí. Dio un paseo lento mirando, a ver si con un poco de suerte, esa joya estaba en la superficie y no había que caminar tanto. Se acercó a una columna derrumbada para subirse encima y ver desde las alturas. Escuchó una voz en su cabeza hablándole.
- "Noto una presencia maligna muy cerca de ti... y no eres consciente de ello"
- Tengo que encontrar la Piedra del Arca... pero aquí no está el dragón... - susurró ella a la Dama Galadriel.
- "Oh, sí que está, si que está, por favor, ten cuidado. Nos veremos pronto. Acuérdate de Elrond"
- Me acuerdo de él más de lo que crees...
La advertencia de Galadriel asustó a Zoba. Su piel se erizó su corazón se paró cuando una montaña de oro se movió detrás de ella. Se giró despacio para ver los chorros de monedas caer, revelando una piel escamada de un ojo durmiente. Por dios, si el ojo sólo era así, ¡imagina el resto del cuerpo! ¡Es enorme!
Tragó saliva y bajó de la columna escondiéndose. Sólo le quedaba rezar para que no se despertase. El dragón respiró profundamente, y al notar un olor sospechoso, se despertó. Empezó a mover su cuerpo debajo de la montaña de oro, creando barrancos de oro tintineantes. Se sacudió el oro de encima y miró fijamente a todos lados. Zoba se escondió detrás de la columna, muy cerca de él.
- Te huelo, extraño... - dijo muy lentamente, con una voz tremendamente grave - Oigo tu corazón desbocado y cómo aguantas tu respiración... pero... ¿Dónde estás? No te veo...
El dragón Smaug comenzó a avanzar, pasando muy cerca de Zoba, que se tapó la boca y se agachó. Era un dragón inmenso, y muy poco amable, parecía.
- No te escondas, ladrón... - dijo esta última palabra con asco - No puedes escapar de mí...
Zoba apretó los dientes y empezó a correr cuando él pasó de largo, con gran agilidad. Cuando hizo demasiado ruido, se tiró al suelo antes de que Smaug se girara a verla, pero ella se había escondido dentro de un montón de oro. Smaug olfateó el aire.
- Que olor tan nostálgico... - de su larga garganta salió un gruñido gutural - Huele a... elfo... y a algo más...- dijo frunciendo el ceño.
Arrastrando su cola, deslizó otro poco de oro detrás de él, revelando el cuerpo de la estelar. Smaug se giró rápidamente a verla.
- Ah, vaya... aquí estás... - dijo posando su ojo de lagarto en ella - Vaya... una ladrona...
Zoba se quedó sin habla mirando dragón. Daba mucho miedo y le hacía sentir todavía más pequeña de lo que era.
- Tu olor singular... hace cientos de años que no lo volvía a sentir... - el dragón acercó su morro a ella para olerla mejor - Ah, los deliciosos estelares... padre hada, madre elfo...
La boca de Zoba temblaba de sobremanera. Tenía que hablar, decir algo, pero nada salía de su boca. El dragón se movió a su alrededor con soltura y velocidad.
- ¿Quién eres y de dónde vienes, si no es indiscreción preguntar? Porque a lo que vienes... ya lo sé.
- Esto... esto... - ella temblaba de sobremanera - Me llamo Zoba... y si, soy una estelar... vengo de una comarca de hobbits - dijo levantándose.
- ¿Una comarca de hobbits? ¿Y que hace una estelar en una comarca de hobbits? - el dragón se incorporó.
- Pues... pues créame usted, Smaug el poderoso, que no lo sé... tengo amnesia - ella dio una sonrisa nerviosa.
- ¿Cómo amnesia? - preguntó el dragón oliendo a su alrededor.
- Sí, si... es algo largo de explicar... y estoy aquí porque... bueno, me he perdido. Pero como puede ver, no llevo nada de su tesoro encima, lo juro.
A Zoba se le daba de pena mentir, que gran saqueadora y ladrona, y más con los nervios que tenía encima al ser la presa de ese dragón.
- Para ser una ladrona... ¿cuáles son tus antecedentes? - preguntó el dragón observándola - Porque los estelares no son ladrones...
- ¿Usted sabe de mi raza?
- Yo se de muchas cosas... - dijo moviéndose entre las columnas y en los pasillos - He vivido mucho... he visto mucho... y he devorado... cientos de estelares... - sus colmillos dibujaron una sonrisa malvada.
Zoba se quedó blanca mirándolo y retrocedió un poco. Smaug rió profundamente y ella bajó la mirada mientras intentaba recuperar el aliento. Por el rabillo de ojo, vio una piedra brillante, blanca y con fulgor, con un brillo inaudito, entre las monedas de oro, que quedaban eclipsadas ante su belleza. Justo cuando Zoba la vio, supo que era esa: la Piedra del Arca.
- Ahora dime la verdad... - el dragón se levantó imponente - ¿Dónde están tus amigos enanos? Hueles muy fuerte a ellos...
- ¿Enanos? - Zoba sonrió blanca y asustada - No, yo no conozco ningún enano... yo no vendría con enanos, oh Smaug... el más... horrible de todas las calamidades.
Ella empezó a caminar lentamente hacia la piedra brillante, mientras el dragón se retorcía entre las columnas. Ella vio una pequeña mancha negra en el pecho del dragón. Le faltaba una escama, la escama que defendía su corazón.
- ¿Qué no hay enanos? Ah... bueno, bueno... veo que tienes buenos modales... para ser una sucia ladrona y mentirosa. ¿¡Crees que no sabía que algún día volverían los asquerosos enanos a quitarme lo que es mío?!
El dragón derribó una columna y una ola de oro movió la joya de lugar, cayendo montaña abajo. Zoba perdió el equilibrio y cayó rodando detrás, llegando ambas debajo de una plataforma de piedra.
El golpe retumbó por todo Érebor y los enanos fuera lo notaron.
- ¿Qué ha sido eso? ¿Un terremoto? -preguntó Dori.
- No... - Balin miraba al suelo - Eso es un dragón.
Una expresión de horror apareció en la cara de Thorin, que se tapó la boca con una mano.
- Thorin, ¿Qué hacemos? - preguntó Balin - Tenemos que ayudarla, Smaug ha despertado.
- Esperemos un poco más... - susurró.
- ¿Un poco más? ¡Thorin, por dios! - el viejo enano se indignó.
- No podemos arriesgar la vida de todos nosotros por una... saqueadora...
Los enanos miraron a su jefe estupefacto. Balin apretó los dientes y en nombre de todos los enanos, le plantó cara a Thorin.
- Esa saqueadora tiene nombre, y se llama Zoba. Y no es una saqueadora, es una estelar. Ella ya se ha jugado la vida varias veces para salvar la nuestra, ¿o lo has olvidado, Thorin?
- No, no lo he olvidado - Thorin les daba la espalda.
- No te reconozco, Thorin. La maldición de esa piedra ya te está surtiendo efecto, vas a acabar como tu abuelo como sigas así.
- Mi abuelo y yo no somos iguales - Thorin hablaba con voz dura.
- Thorin, no somos tontos - Kili se levantó - Sabemos lo que sientes por ella, y sabemos que Thorin Escudo de Roble, el tío al que tanto admiro, no es así.
Thorin miró al horizonte en silencio, con los brazos cruzados, pensando.
En el interior de la Montaña, Smaug rodeaba la plataforma bajo la que Zoba estaba escondida. Ella consiguió la Piedra del Arca y la guardó entre sus ropas.
- Thorin Escudo de Roble ha puesto tu vida en una balanza... y ha visto... que no vale nada para él. Por eso te manda a mi escondrijo a robarme la Piedra del Arca... - Smaug intentaba buscarla con la mirada, pero ella se escondía - Por eso te lanza a mis fauces... sólo le interesa la Piedra. ¿Qué te dará a cambio? ¿Una parte del tesoro? Ni que fuera suyo... no es suya ni una sola moneda...
Zoba negó asustada cerrando los ojos. Thorin no era así, él le dijo que era importante para él, y ella sólo tenía que cumplir su misión. No debía hacer caso de la labia del dragón. Miró hacia las escaleras por donde entró, pensando en si podría llegar hacia ellas de alguna forma, pues no era rival para Smaug.
- ¿Sabes, pequeña ladrona? Casi me tienta dejar que huyas con la Piedra del Arca... para poder ver con mis propios ojos cómo Escudo de Roble se corrompe igual que su abuelo... y todo el mundo le da la espalda. Todo aquel que le admira... todo aquel que le respeta... le odiará. Pero no, creo que no...
Zoba intentó relajarse, y usando sus pequeños pies y delicados, salió de debajo de la plataforma deslizándose suavemente entre las monedas de oro sin hacer ruido hasta las escaleras.
En ese momento, Thorin entraba rápidamente al lugar, con su espada desenfundada, buscando por los pasillos la llegada al gran salón. Al llegar, se quedó asombrado por la cantidad de oro y la belleza de las joyas del lugar, tanto, que llegó hasta marearse. Zoba apareció corriendo escaleras arriba.
- ¡Zoba! - dijo al verla - ¿Estás bien?
- De momento, Thorin tenemos que salir de aquí ahora - dijo sin aliento.
- ¿Tienes la Piedra del Arca? - preguntó el enano.
- Luego hablamos.
Ella fue hacia la puerta, pero la espada de Thorin le cortó el paso. Zoba le miró confundida, para ver al enano mirarla fijamente.
- Te he preguntado que si tienes la Piedra - dijo duramente.
- ¡Thorin! - Zoba lo miró incrédula.
El enano la apuntó al cuello con la espada, avanzando hacia ella lentamente.
- ¡Thorin!
Ella lo miró sin conocerle. Miró sus ojos duros y su expresión seria. Por un momento, creyó ver a un enano al que no conocía de nada. Ese no era el Thorin que ella conocía. Después, él sacudió su cabeza y bajó el arma, llevándose una mano a la cabeza.
- Lo siento... lo siento... - susurró - Perdóname...
Zoba se relajó mirándolo y se acercó a él, ahora más confiada. Thorin la abrazó frotando su espalda, y Zoba descubrió que estaba temblando. Un ruido los sacó de su abrazo cariñoso. Smaug se giró al final del pasillo, viéndolos a los dos.
- Thorin Escudo de Roble... - siseó acercándose.
Zoba miró al inmenso dragón temblando, y Thorin la sujetó. Él la miró, con algo de pena en los ojos.
- Siento haberte metido en esto... no debería haber dejado que fueras sola...
Apretó sus manos, que temblaban con miedo, sin poder quitar la vista del gran dragón que se acercaba hablando.
- Pienso devorarte igual que hice con tu especie hace cientos de años... pequeña ladrona estelar... delante de esos malditos enanos-
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Y meme que dejo por gusto :3
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