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🔥CAPÍTULO 9 (PARTE 2)🔥

Horas más tarde, esperaba sentada en mi sillón de la sala de mando cuando el rey volvió a aparecer por las puertas cubierto de sangre. Su sonrisa arrogante nos dio las noticias que esperábamos. Una victoria pírrica nos salvó del demonio.

Hugo me curaba las heridas con cuidado y Thiago permaneció a mi lado, agarrándome de la mano. Los demás pecados estaban agrupados en sus asientos, formando un círculo.

—¿Qué era esa cosa? —preguntó Bela, encogida entre su sudadera y fumando chicles de fresa.

—El Jinete del Apocalipsis de la Guerra —confesó Lucifer, que me dedicó una mirada tensa—. He liberado a ese hombre de su sufrimiento. No sé quién era para ti, pero parecía alguien importante.

—Era mi maestro. —Asentí, fría. No quería enfrentarme a sus riñas—. ¿Dónde está Satanás?

Puso una mueca de decepción, pero no pude descifrar la verdad a través de sus movimientos.

—Encontré un rastro de sangre, pero no vi su cuerpo. —El monarca se sentó en su trono, suspirando—. Aunque hayamos parado a esa bestia, volverá igual que el octavo pecado capital.

Bela le lanzó una mirada a Lise, que jugueteaba con sus rizos esmeraldas con una expresión asqueada. No sabía qué había sucedido durante las Iralimpiadas, pero la había cambiado por completo.

—¿Cómo lo sabes? —Me interesé en saber, apretando la mano de Thiago por inercia. Él me acarició el hombro para relajarme.

—Liberó un humo rojo al morir su recipiente. Se marchó —bufó, colocándose dos dedos en el tabique nasal—. Pero mientras tanto, debemos arreglar la mierda que has hecho delante de todo el mundo.

Tensó la mandíbula y yo me crucé de brazos, a la defensiva.

—No pienso negar lo que he dicho.

—Yo diría que después de salvarte la puta vida estamos en paz, ¿no? —Dio un manotazo sobre el reposabrazos—. Lo que ha dicho la zorra de Elena va a hacer que los gobiernos mundiales vengan a por mí. Se ha enterado medio mundo de lo que hice y vas tú y le echas más leña al fuego.

Me puse en pie, digna. No se atrevería a hablarme de ese modo.

Hugo me detuvo con una mano, mirándome a los ojos con una súplica silenciosa que no me hizo falta interpretar.

—Por tu culpa, solo me quedan dos bailarinas. Acordamos que las Iralimpiadas se basarían en habilidad, no en quién quedara en pie —protesté, frustrada—. Siempre has venido con tu egocentrismo y tu soberbia, sin dejar que nadie más se siente en tu trono.

—Soy el único que puede asumir esta responsabilidad y detener lo que está por llegar. —La voz del monarca retumbó por la sala. Me provocó una carcajada—. Podría matarte aquí y ahora por incumplir la promesa que hiciste en Praga al jurarme lealtad.

—No lo harás. Me has salvado antes, así que por eso no iré a por ti. Reniego de mi puesto en la Camarilla. —Al enfrentarme a él, sentí la adrenalina del momento—. Llevo años aguantando tus órdenes y tragando mierda sin parar. Pero hasta aquí. Ya no más. Tú ya no eres mi rey. —Vi la ira oculta tras su mirada—. En cuanto le demos la copa a Roman por su victoria en las Iralimpiadas, no volverás a verme en tu bando.

Mis ojos ardieron al mirar al aludido, que sonreía con diversión bajo aquella mata de pelo asquerosa a la que debía llamar barba. Si pudiera, lo acribillaría a puñaladas por lo que le hizo a Julia.

—Está bien —dijo Lucifer conforme me dirigía a las puertas. Bela y Mario me observaban con temor. Lise me ignoró—. Pues igual que tú te marchas, queda revocada cualquier protección que pudiese ofrecerte. A partir de ahora, estás sola.

El camino solitario por los pasillos se me hizo eterno. Notaba la respiración agitada y los flashes del espíritu de mi madre me abrumaban. Entré en mi habitación para desahogarme. Le di una patada a la pared para liberar la furia. Escuché la puerta abrirse.

—Eh, eh, calma —susurró la voz que me envolvió entre sus brazos. Aquellos ojos escarlatas eran inconfundibles—. No estás sola. Te lo he prometido. Nunca lo estarás.

Thiago fundió sus labios con los míos. Lo abracé con las ganas que había tenido desde que se marchó con su hermana. Lloré y me mostré vulnerable ante su calidez. Sus caricias me relajaron. Su lujuria alivió la ira que me desgarraba el alma con llamas en forma de corazón.

NOTA DEL AUTOR:

He vuelto a releerlo para la revisión antes de continuar y sin duda, es uno de mis capítulos favoritos jaja. El clímax de las Iralimpiadas a lo grande. Temo que se estén perdiendo detalles y cosillas sutiles sobre la marcha. Hay muchos eventos importantes y mucha acción, pero no sé hasta qué punto puede estar saturando. Cualquier cosa que notéis, ¡decidme!

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