Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

🔪CAPÍTULO 15 (PT. 2) - LOS PRÍNCIPES DE LA LUJURIA (CENSURADO)🔪

A la luz de la chimenea, la noche era más amena. Los monstruos de las sombras volvían de una cena. Cass y yo, con ocho años, jugábamos en el salón. A altas horas de la madrugada, nadie quedaba para vigilarnos. Nos creíamos los reyes de la mansión Asmodeus. Decíamos que éramos los herederos. Nada de príncipes.

Como cada viernes, el monstruo hembra me saludó con un beso. El monstruo macho hizo lo mismo con mi melliza. Nos llevaron a habitaciones separadas. Íbamos a jugar a la lucha libre a las tres de la mañana.

A los once años, Cass y yo solíamos jugar a caballeros y princesas en el jardín. Nos encantaba el caballo de los establos del tío Edvin. Tenía una granja que visitábamos a menudo. Nos hablaba de sus animales. Él nos sonreía y nos hablaba con cariño, pero no el mismo con el que nos trataban los monstruos de las sombras. El tío traía chuches de verdad, no imaginarias. Y las chuches eran dulces, no saladas.

A los trece años, vi por primera vez el sangrado de mi melliza. Fue el día de la ceremonia. Los monstruos de las sombras nos llevaron a un dormitorio. Nos obligaron a disfrazarnos. Sentados en sillas, nos daban instrucciones. "El príncipe ha salvado a la princesa y esta es su recompensa", se llamaba el teatro. Encendían aparatos extraños y una luz rojiza se encendía.

En cuanto gritaban "acción", era mi turno de llevar a mi melliza al altar de seda.

A los catorce años, el tío Edvin discutió con los monstruos de las sombras. Una de las frases que dijo me ayudó a comprender.

—No podéis seguir explotándolos de esta manera. Si vuelvo a ver algo así, me los llevaré y no volveréis a saber nada de nosotros —vociferó mientras Cass y yo los espiábamos desde lo alto de las escaleras.

Empezamos a creer que, tal vez, lo que nos pasaba no era lo normal. Nos aterraba. ¿Era malo lo que hacían? Si se lo hubiese preguntado a mi yo aislado de aquel entonces, habría contestado que no. Pero no porque lo pensara, sino por miedo a la reacción de las bestias sin corazón y formas grotescas.

El mundo se me cayó encima el día que vi lo que el monstruo macho le hacía a Cass cuando estaba borracho.

En el instante en el que escuché el chasquido del látigo sobre su espalda, supe que debía protegerla. Me abalancé para tumbarlo. Le di un puñetazo. Luego otro. Mi hermana trató de detenerme, presa del pánico. No lloraba de dolor, era miedo.

Aquella noche, vi cómo los monstruos de las sombras castigaban a mi melliza con más violencia, más explícita. Ella sollozaba.

Debía protegerla. Debía protegerla. Debía.

Desperté con un suspiro ahogado. La cabeza me daba vueltas. Me pesaban los músculos. El alma me estiraba hacia la tierra. Me costaba respirar. Tenía el costado ensangrentado. Un hilillo granate se derramó por mi sien. Deposité las manos sobre la nieve. El frío me congeló los dedos.

Tosí con ganas. Un esputo sanguinolento me trasladó al pasado de nuevo. Tantas emociones reprimidas florecieron en forma de llanto.

—¡Cass! —exclamé con la voz rota, de rodillas bajo un infierno de árboles solitarios.

Traté de ponerme en pie, pero la debilidad pudo conmigo. Se me retorcía el cuerpo de dolor. Y las lágrimas me quemaban. Eran saladas, igual que mi madre. Me asqueaba.

Gateé hasta que las náuseas me llevaron al vómito. Me incorporé para no dejarme sucumbir por el olor. Sabía a metal. Cojeaba dejando huellas a mis pies. El rastro tenía restos rojizos.

—Amanda, si me oyes, por favor perdóname —alcé la voz quebrada hasta que los pulmones me respondieron con ira—. No quería nada de esto.

El corazón se me rompía con cada soplido de aire que se escapaba por la garganta. Necesitaba liberar la carga que acumulaba.

—No puedo estar contigo porque no puedo estar con nadie en exclusividad. —Me giré y vi que la moto se había esparcido en pedazos tras chocar contra un tronco. Seguí huyendo de la zona del accidente—. No puedo comprometerme porque los monstruos de las sombras nos obligaron a dejar fluir la lujuria. No sé querer de verdad.

Me apoyé sobre la madera de un fiordo, asustado. Nadie me oía. Nadie me salvaría del fin. Me sentía solo. Tenía miedo y no sabía dónde estaba mi hermana.

—Cuando éramos pequeños, esas bestias nos hacían daño, un sufrimiento que no debería vivir nadie a esa edad. —Mi pecho se tensaba con cada palabra—. Nos arrancaron la voluntad para que fuésemos sus marionetas. Hacían que ella y yo dependiésemos el uno del otro para sobrevivir. Nos arrebataron la inocencia.

Veía lo alto de la colina fuera de mi alcance. En cuanto retomé el rumbo, volví a caer. Me fallaban los músculos. Temblaba y tiritaba. Hice lo posible por volver a erguirme.

—El monstruo macho solía agarrar a Cass del brazo, en esas noches de tormenta, y le decía "cariño mío" —Tuve que detenerme para coger fuerzas. La emoción me creaba un nudo en la garganta. Necesitaba que alguien me escuchara. Anhelaba que Amanda hubiese parado el coche para rescatarme. Quería que lo oyera, aunque fuera lo último que hiciera—. "Cariño mío, ponte el vestido de mamá. Así estarás más guapa".

Aún recordaba la tragedia que supuso para ella que se le rompiera durante la boda de Lucifer. Tantos sueños fragmentados nos perseguían. Tantas ensoñaciones perdidas entre el miedo, el odio y la añoranza. Ella solo quería ser feliz en la soledad de sus bailes nocturnos. Y bailaba sola con sus fantasmas.

—Y el monstruo hembra me castigaba. Si no quedaba satisfecha con mis teatros, me encerraba en el armario durante horas. No me alimentaba. La otra criatura me llamaba débil si no demostraba de lo que era capaz. —No me veía capaz de ascender lo que quedaba de colina. Unos rayos de sol se colaban entre las ramas y me iluminaban. No era un ángel lo que reflejaban, era un demonio torturado por su pecado—. ¡Yo nunca quise herir a nadie! ¡Ellos me obligaban! Ningún hombre o mujer merece lo que yo les hice a esas personas siendo un puto adolescente.

Habría sacrificado mi vida y mi alma por haber arrancado un mínimo de valentía a ese yo pasado con el que hacerles frente a mis padres.

Era débil. Mi padre tenía razón.

Necesitaba saber que podría proteger a Cass. Quería saber que ella seguía rodeada de cariño, lejos del peligro. Quería que Lucifer la acompañara, que Bela la cuidara.

—Esto es lo que soy, Amanda. —Abrí los brazos, esperando que una aparición divina me atendiera—. Solo sé vivir para la lujuria. No sé amar de otra manera.

No hubo respuesta. El silencio me desoló. Cada vez sentía más cercano el desvanecimiento. Los mareos. La visión borrosa. La angustia. El frío en la nuca. El frío en la piel.

Me dejé caer sobre la nieve, tumbado boca arriba. El cielo dorado del atardecer era hermoso. Me daba paz.

Mientras me dejaba acariciar por el sueño, recordé los bailes de Cass cuando era adolescente. Usaba los vestidos de mamá y lloraba sola. Ahora recordaba a la perfección qué era lo que hacía yo para relajarme. Solía sentarme en el alféizar de la ventana de mi habitación.

Y dibujaba.

Quería ser artista.

Noté la humedad en el costado. Se me habían abierto heridas pasadas.

Una sombra me desconcentró. Una figura encapuchada se presentó ante mí.

—¿Amanda? —susurré, pero la voz que contestó no era femenina.

—Supongo que ya estará en el planetario. —Al quitarse la capucha, pensé que se trataba de una alucinación—. Me parece que voy a tener que arreglarte. Estás hecho un escombro.

Satanás sonrió con malicia, con un ojo de cristal y una enorme cicatriz atravesando su cuerpo con virutas rojizas esparcidas alrededor. Se agachó hasta estar a mi altura y me tendió la mano.

—Confía en mí, rubito. Todos los que estamos aquí queremos lo mismo.

Hice el ademán de estrecharle la mano, pero un telón negro me nubló la vista hasta que nada más que la oscuridad y las llamas me acompañaron.

Y en sueños, reviví las pesadillas.

NOTA IMPORTANTE DEL AUTOR:

Siento mucho que haya tenido que censurar tanto esta parte. Sé que Wattpad busca proteger a los lectores de obras que tengan ese contenido, pero en este caso es un requisito obligatorio para darle sentido a la historia de los mellizos. Cass y Thiago son víctimas de abuso, y los monstruos macho y hembra son quienes todos sabéis que son. No he especificado nada para que no me tiren la historia pero, aun así, sé que es suficientemente explícito como para que alguien pueda justificar que no debería estar publicado. Quiero aclarar que estoy completamente en contra de lo aquí reflejado, y que es precisamente eso lo que quiero transmitir. Cass y Thiago son el ejemplo de personas tan traumatizadas que han dejado de sentir por sí mismos. Que sean "albinos" es un rasgo de apariencia pero también una metáfora de que son fantasmas en vida.

La potencia del capítulo se puede haber perdido, a excepción de esa frase concreta que recuerda Thiago sobre el vestido de su madre. Por eso, quien quiera leer el original que me hable por privado y se lo paso.

Gracias por la comprensión.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro